Vinculación comunitaria entre la comunidad
y los estudiantes de la Universidad Intercultural
del Estado de Puebla

Viridiana Roa[1]
Doctorante CIESAS Ciudad de México

Elaboración de carteles para la UIEP Tlacotepec
Actividades recreativas de la UIEP Tlacotepec
Biblioteca de la UIEP Tlacotepec
Salón de clases de la UIEP Tlacotepec
Día de muertos en la UIEP Huehuetla
Evento en la UIEP Huehuetla
Estudiantes en la UIEP Huehuetla
Mercado semanal de la comunidad de Huehuetla
Escaleras de la UIEP Huehuetla
Edificio central de la UIEP Huehuetla
Entrada de la UIEP

Las Universidades Interculturales se crearon en México en el año 2001. Su creación responde a diversos factores, entre los que se encuentran las estrategias políticas internacionales y nacionales que apostaban por el reconocimiento de la diversidad cultural, así como las demandas de las poblaciones indígenas y los movimientos sociales a favor del reconocimiento de la pluralidad étnica. Como uno de los resultados a estas demandas, se diversificó el sistema educativo en aras de subsanar las desigualdades educativas. La agenda política se interesó en la creación de nuevas instituciones de educación superior ubicadas en zonas con alta población indígena, cuyo currículo educativo fuera contextual para flexibilizar los planes y programas educativos, y que éstos se adaptaran a las condiciones y necesidades de las comunidades.

Las 11 Universidades Interculturales que han sido creadas desde el 2001, responden a estas demandas y fueron ubicadas en zonas con alta población indígena. Se ubican en estados como Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Puebla, Tabasco, Michoacán, Quintana Roo, San Luis Potosí y Sonora. Entre los objetivos tácitos de estas universidades se encuentra el ubicar instituciones de educación superior en zonas donde antes no se tenía acceso a una universidad, permitiendo que estudiantes de zonas rurales y campesinas puedan acceder a ellas sin la necesidad de migrar.

El segundo gran objetivo tácito de estas instituciones es su flexibilidad en los planes y programas, pues su modelo educativo es reflejo de las necesidades que imperan en el contexto próximo de los lugares donde se ubican, además de que sus carreras no son “urbanocéntricas” (Dietz y Mateos, 2019: 168). Las licenciaturas e ingenierías que ofertan estas instituciones como la licenciatura en Lengua Originaria, Turismo Alternativo, Desarrollo Sustentable, Ingeniería en Agronomía y Zootecnia, entre otras, son claro ejemplo de la apuesta por la pertinencia cultural y lingüística en el currículo educativo, pues, además incorporan la lengua originaria como materia obligatoria, por lo que se revitalizan las lenguas originarias de las comunidades.

Estas universidades tienen tres funciones sustantivas: la docencia, la investigación y la vinculación comunitaria. Ésta última es fundamental para llevar a la práctica la pertinencia cultural dentro de las instituciones. La vinculación comunitaria logra que los estudiantes se relacionen directamente con su comunidad, con asociaciones e instituciones y personas para el bien de la comunidad en términos de territorio, saberes comunitarios y revitalización de la lengua originaria, por decir algunos.

Delimitaremos la reflexión a las dos sedes de la Universidad Intercultural del Estado de Puebla, ubicadas en Huehuetla, al norte del estado y en Tlacotepec de Benito Juárez, al sur. La vinculación comunitaria se realiza durante dos semanas por cada semestre. En este tiempo los estudiantes conviven directamente con su comunidad, dialogan y comparten de sus saberes, con la intención de implementar proyectos que ayuden a las necesidades que la población va teniendo.

El resultado de la vinculación comunitaria parece cumplir con los objetivos tácitos, pues los estudiantes implementan un diálogo de saberes con sus comunidades, generando lazos de confianza al hablar la misma lengua originaria. Es decir, los estudiantes ya no son personas externas a la población, hablantes de otra lengua, que llegan a implementar proyectos ajenos a los intereses de la comunidad, sino que son los hijos, los nietos, las y los jóvenes provenientes de las mismas comunidades quienes implementan proyectos que, dentro de lo que se espera, ayudan a generar un desarrollo social en la comunidad.

Entre los proyectos que los estudiantes han generado se encuentran los carteles en lenguas originarias como el totonaco y el náhuatl, la generación de proyectos como huertos, recuperación de la siembra, talleres que hablen sobre violencias de género, de defensa del territorio, sobre salud y la vinculación entre saberes de medicina occidental y medicina tradicional, y en general sobre revitalización de la lengua originaria, desarrollo productivo, sustentabilidad, justicia, salud y educación.

Bibliografía:

Dietz, G. y Mateos, L.

2019 Las universidades interculturales en México, logros y retos de un nuevo subsistema de educación superior. En Revista Estudios sobre las Culturas Contemporáneas 25 (49) pp. 163-190


  1. Correo: i.roa@ciesas.edu.mx