Memorias del Trabajo Institucional de Rafael Loyola Díaz

Salvador Aquino Centeno
Profesor Investigador del CIESAS Pacífico Sur


Dr. Rafael Loyola Díaz. Imagen cortesía del Centro del Cambio Global
y la Sustentabilidad, A.C

Las personas hacemos a las instituciones gubernamentales. Y las personas estamos hechas de carne y hueso, es decir, ponemos nuestros sentires en nuestro quehacer laboral, en las responsabilidades que implica el trabajo institucional. Rafael Loyola Díaz se comprometió con el CIESAS en una época de cambios sustanciales en las políticas de la investigación nacional y global. Una de las políticas que Rafael Loyola impulsó de manera firme fue la formación académica del personal académico del CIESAS en un contexto donde cobró relevancia la formación académica fuera del país y en un tiempo en que el Conacyt apoyó la formación académica internacional.

En esta etapa varios y varias colegas de CIESAS que teníamos grado de maestría nos incorporamos a los estudios de doctorado dentro y fuera de México. Hacía poco tiempo de que me había graduado de la maestría en el Instituto Tecnológico de Oaxaca cuando Rafael Loyola se convirtió en Director General del CIESAS. En 1996 y yo me desempeñaba como Coordinador del entonces CIESAS Oaxaca. En ese año, la saliente Directora General Teresa Rojas Rabiela y el entrante director me animaron e impulsaron como parte de un programa institucional de promover la formación académica de lxs investigadores del CIESAS para incorporarme al doctorado. Pero tenía un reto mayor, quería estudiar en los Estados Unidos de Norteamérica, pero no sabía inglés.

En alguna ocasión Rafael Loyola, con su personalidad abierta y franca, me preguntó que si sabía inglés para que yo pudiera solicitar admisión e irme a estudiar a EU. Le dije que no sabía inglés. Me dijo: “¿Cómo que no sabes inglés Salvador?”  Le contesté que no. Le dije que en la escuela primaria en la que había estudiado en la sierra zapoteca de Oaxaca no nos habían enseñado inglés. Le dije también que en la escuela secundaria federal en la que había estudiado en la ciudad de Oaxaca tampoco nos habían enseñado inglés y que en el bachillerato en que había estudiado en Oaxaca tampoco. Incluso le comenté que en la escuela primaria en la sierra nos permitían hablar sólo en español. Rafael Loyola me sugirió que aprendiera inglés y me dijo que dentro de las prioridades del CIESAS estaba la formación académica del personal académico. Me pareció interesante y retadora su sugerencia de hacer el doctorado fuera de México, tomé con interés su opinión de cultivar perspectivas comparativas en la antropología social. Me pareció relevante la propuesta del director porque en efecto al paso del tiempo la formación académica me ha permitido elaborar perspectivas comparativas del trabajo de investigación que he hecho en Oaxaca y en particular en la sierra de Oaxaca y en mi trabajo docente en la maestría de Pacífico Sur.

Las sugerencias de Rafael Loyola me resultaron enriquecedoras no sólo por la experiencia fructífera de aprender una segunda lengua, sino que me llevaron a la pregunta de qué habría ocurrido en la sierra de Oaxaca dónde crecí, en términos del desplazamiento lingüístico, es decir, el desplazamiento de la lengua zapoteca por el español años atrás. Igual que varios y varias colegas del CIESAS recibí el apoyo institucional y humano de Rafael Loyola.

Con el apoyo del CIESAS como institución, del Director General y del SUTCIESAS, en 1997 y 1998 tomé cursos de inglés en la ciudad de Oaxaca. Una vez que aprobé lo exámenes de inglés y los requerimientos de admisión de la Universidad de Arizona me incorporé al programa de Doctorado en Antropología Social en el Departamento de Antropología de aquella universidad. A principios de 1999, Rafael Loyola me autorizó una licencia laboral para dedicarme a los estudios de doctorado. Mientras estuve en Arizona, Rafael Loyola siempre se mantuvo al pendiente de mi estancia.

En tiempos de pandemia y de encierro uno extraña y aprecia la movilidad mientras que el trabajo institucional requiere siempre el apoyo de las personas de carne y hueso que formamos y hacemos las instituciones. Por su apoyo y motivación recuerdo con gratitud a Rafael Loyola Díaz.