La dignificación de la ancestralidad como herramienta para la juventud afrodiaspórica ante la pandemia del extractivismo

David Alejandro Gómez Arriaga[1]
Centro de Estudios Afromexicanos Tembembe/ Red Nacional de Juventudes Afromexicanas
davidalejandrogomezarriaga@gmail.com


Fotografía tomada de la página oficial de Facebook del Centro de Estudios Afromexicanos Tembembe.


La violencia hacia la comunidad afromexicana persiste, desde hace unos meses se celebra la inclusión de la variable afrodescendiente en el Censo de Población 2020. Dicha acción en teoría impactaría positivamente a nuestra gente en México, con información estadística se podría tener una mejor perspectiva sobre las problemáticas internas, sin embargo, justo dentro de la pandemia la recopilación de datos fue cuando menos atropellada por el riesgo de contagio, de igual forma el gobierno se opuso a realizar ejercicio de capacitación adecuados con los encuestadores e inclusive a trabajar en conjunto con organizaciones de la sociedad civil para llevar a cabo campañas de información para facilitar la autoadscripción, dentro de las irregularidades del censo la que más destaca es la de la población joven afrodescendiente.

La invisibilización del Estado al realizar el conteo fue criminal, amparados por la idea de que la pertenencia étnica se realiza desde el autorreconocimiento, solamente se registró a la población afro, como quienes específicamente respondieron la pregunta con un sí, es decir un hombre y una mujer podrían reconocerse, sus hijos por otro lado, salvo que expresamente fueran incluidos por los padres de familia no son considerados como afrodescendientes por el Estado porque no pueden autorreconocerse, esto provocó un sesgo importante dentro del conteo de la juventud afro en México. Se estima que alrededor de un millón de personas que habitan en las casas con uno o más padres de familia reconocidos como afro no fueron reconocidos como afro por el Estado. Esto sin hablar de los procesos políticos en los cuales los y las jóvenes asumimos nuestra identidad sin tener apoyo de nuestra familia,

A pesar de que el 14 de febrero, durante la celebración del aniversario luctuoso de Vicente Guerrero se invitó a Martín Luther King III y se ha hecho un esfuerzo porque se nos reconozca el haber sido partícipes de procesos históricos la violencia estatal sigue siendo tangible, aún no hay trabajos oficiales para que la percepción sobre la negritud y afrodescendencia en México se libere de estereotipos racistas y despectivos que no hacen más que humillarnos, aun en los espacios académicos se promueve la idea de que somos entidades pasivas que necesitamos conocer nuestro pasado, agradeciendo el trabajo antropológico por rescatar nuestra historia, más que a los procesos de resistencia que habitan en nuestra existencia.

En el margen de una pandemia criminal, de una pandemia que no hace más que profundizar las desigualdades sociales, que comenzó como una amenaza para el estilo de vida y movilidad de las clases altas y se convirtió en una sentencia de muerte para aquel que no pudiera pagar, estos errores estadísticos se antojan más como acciones de violencia estadística ejercidas por el Estado para frenar momentáneamente procesos de desarrollo étnico que puedan detener los avances de los megaproyectos de la actual gestión. No es coincidencia, que la minera canadiense Esperanza Silver en Tetlama propuesta en una comunidad originaria a las faldas de un importante sitio arqueológico tuviese una reducción de la población originaria, que no se haya invertido dinero para el reconocimiento de la vecina comunidad como un pueblo afromexicano, que los diálogos con los yoremes no prosperen y el Tren Maya como proyecto insignia del gobierno en turno comience a ganar tracción en medio de una crisis ecológica y sanitaria.

¿Dónde están los defensores de la naturaleza? Muertos. Issac Herrera, Homero Gómez, Eugui Martínez, Samir Flores murieron como héroes en defensa de la diversidad, mientras que nosotros los jóvenes defensores guardianes de ancestralidades y territorialidades somos invisibilizados para cumplir la agenda de despojo, somos forzados a abandonar nuestras comunidades, a ser víctimas del crimen organizado, a vivir en un espacio donde alzar la voz te llevará inevitablemente al silencio. El ecogenoetnocidio continúa. Pero nosotros nos cederemos.

Es así como los jóvenes afromexicanos debemos formular nuestras estrategias para la defensa de nuestro derecho a la vida digna desde las suficiencias íntimas y desde la mirada a nuestra ancestralidad.

El desarrollo de pedagogías comunitarias críticas con una mirada reflexiva al pasado y con una fuerte conexión identitaria que refuercen una biopolítica de conservación y pertenencia son esenciales para formular procesos de defensa desde nuestra juventud afro, el patrimonio de nuestros saberes ancestrales ofrece una rica fuente de conocimiento para la gestión de saberes comunitarios encarnados desde Ubuntu, desde lo que nos hace humanos promoviendo una pertenencia y respeto no sólo al humano sino a la entidad biológica, desde una visión occidental. Martínez (2015) plantea que “el educar de manera crítica implica que la escuela asuma una postura reflexiva frente a la formación de los sujetos y los conduzca hacia la emancipación del sistema dominante”. Al leer esas palabras no dejo de pensar en la emancipación de nuestros ancestros al negar la esclavización del opresor, al formar palenque, quilombo desde el más precioso afecto de sus corazones y de amar a un pedazo de tierra que les acogió como a la impronta profunda del África que nos enlaza. En cimarronaje, los jóvenes seremos conducidos por la memoria de nuestros abuelos y abuelas esclavizadas por los caminos de rebelión y las ideas de libertad que fueron esenciales para que existiéramos en este mundo. Dichos pensamientos eran aprendidos dentro de los espacios educativos comunitarios, recuperar la mirada desde donde se formuló una verdadera lucha por la humanización de la negritud nos permitirá frenar en seco los avances del despojo y del tirano que ve dinero en el derramamiento de sangre. Nuestra ancestralidad nos brinda la suficiencia para resistir la necropolítica que desde un orden institucional nos oprime.

Como jóvenes no se debe obviar la raíz de la que crecimos, debemos formarnos en espacios de hermandad política donde nos entendamos como los herederos del protagonismo de las verdaderas luchas antihegemónicas y humanas.

Debemos rechazar el orden burgués que nos impone la academia blanca que mantiene el sistema hegemónico, apuntando a resolver las situaciones causadas por la destrucción que ellos traen, no necesitamos tecnologías verdes que hagan del extractivismo algo más amigable, nuestra memoria y ancestralidad no está para engrasar la máquina capitalista del orden burgués, sino que está a disposición de los que Fanon llamó los condenados de la tierra para demostrar que otros mundos son posibles.

En ese sentido es esencial que todo espacio creado, por puro que sea el pensamiento desde donde parte nuestra epistemología, se mantenga intacto de los agentes de destrucción ajenos. Fanon decía que el capital se encuentra en un constante estado de reinvención y de evolución, por lo cual no es raro que se apropie de causas contrahegemónicas y las transforme en aparatos funcionales e inocuos para la misma estructura de la burguesía y del poder

A pesar de hablar desde la experiencia afromexicana, la necesidad de la articulación de un sistema de pensamiento afrodescendiente trasciende cualquier barrera política, debemos olvidar que la lucha por la dignificación de la negritud siempre ha estado marcada por la pasividad de los Estados blancos ante nuestra agenda, quien entiende nuestro dolor y quien velará por nuestra sanación colectica serán nuestros hermanos de diáspora, quienes entienden que por cada avance siempre hay un pero que mantiene nuestra deshumanización vigente. ¿Acaso el peso de las cadenas de nuestros ancestros fue diferente de acuerdo con el lugar donde se estaba? El aparato policial que mata a jóvenes negros en Brasil y Colombia se fundamenta en la misma idea de represión, el agente migratorio mexicano que deporta al negro porque en México no hay negros no es diferente a quienes golpearon a Massar Ba hasta la muerte, estos casos están fundamentados en la misma idea que obligaba a los soldados afroamericanos a cederles su asiento a los nazis prisioneros de guerra.

Pero la juventud afrodiaspórica se mantiene en pie, conservando el legado de dignidad que nos heredaron nuestros ancestros, mientras esté viva la memoria histórica de la africanidad en América nosotros pelearemos en defensa del planeta, es a través de las suficiencias íntimas dentro de nuestras hermandades que estructuramos las epistemologías en defensa de los derechos para nuestro pleno desarrollo. Sin embargo, dentro de los pensamientos nosótricos, creados a partir de filosofías como Ubuntu, la defensa individual se vuelve una lucha colectiva, que nos hermana una vez más a pesar de que busquemos el desarrollo propio, no habrá nada para nosotros si no escuchamos el grito silente de aquellos cuyas voces no son escuchadas. La lucha por mí, es la lucha por ustedes, porque somos y nos pertenecemos,

Esto lo podemos ver en muchísimas intersecciones de nuestro movimiento, el mujerismo entendió que la liberación de la mujer negra consecuentemente llevaría a la liberación de la negritud en general, hombres y niños incluidos, no tendría sentido llevar a cabo una lucha separatista que nos beneficiaría como afros, como negros, en este caso la lucha contra el racismo ambiental implica que como defensores de nuestro territorio somos voceros de la naturaleza que debe ser protegida, flora y fauna deben ser respetados por haber sido los espacios que recibieron con sus brazos abiertos a nuestros ancestros, que huyeron de la peor explotación.

Aquellos manglares y selvas que protegieron a los cimarrones que nos dieron libertad se encuentran en peligro, la misma sombra de destrucción que encadenó a nuestros ancestros se cierne sobre ellos, protegerlos debería ser lo mínimo que hacer en retribución, porque la historia negra siempre ha estado acompañada de bosques, como aquel mítico bosque Caimán donde Cecile Fatiman y Dutty Bouckman llamarían a la libertad de Haití o el río Tembembe que acompañó mi infancia como recordatorio de mi ancestralidad. Es momento de desarrollar una defensa de nuestra dignidad y la de nuestros territorios, somos diáspora, somos rebelión, somos vida, somos todo aquello que ni con quinientos años de esclavitud pudieron borrar, el afecto negro nos conducirá hasta la libertad, frente a cualquier tipo de daño contra nuestro ser.

Los jóvenes afrodiaspóricos no somos entidades pasivas ante los procesos de destrucción natural y social, somos los portadores de una lucha ancestral y haremos temblar al opresor.

Bibliografía

Arboleda Quiñones, Santiago (2011), “Le han florecido nuevas estrellas al cielo: suficiencias íntimas y clandestinización del pensamiento afrocolombiano, tesis de doctorado, Quito, Ecuador, Universidad Andina Simón Bolívar.

Fanon, Frantz (1973), Pieles negras, máscaras blancas, Buenos Aires, Abraxas.

Gómez Durán,Thelma (2021, enero 4), Las deudas ambientales de México en el 2020. Recuperado de: https://es.mongabay.com/2021/01/deudas-ambientales-mexico-2020-balanceambiental-pandemia/

Kakozi Kashindi, Jean Bosco (2013), “Una comparación entre ‘ubuntu’ como antología relacional en la filosofía africana bantú y el planteamiento “nosótrico”. Su relevancia en estudios sobre afrodescendientes”, en Revista del Instituto Europeo de Estudios Internacionales, núm. 5. Julio, pp. 46-57, Ciudad de México, El Colegio de México.

——————————–(s.a.), “Ubuntu” Como modelo de justicia restaurativa. Un aporte africano al debate sobre la igualdad y dignidad humana”, Ciudad de México, El Colegio de México.

  1. Candidato a Maestro en Educación Artística por el Centro Morelense de las Artes.
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