La contradicción en las entrañas de la bestia, Un día muy especial de Ettore Scola[1] (1977)

 

Mauricio Sánchez Álvarez
Laboratorio Audiovisual-CIESAS


Gabriele (leyendo una frase de Benito Mussolini): “Incompatible con la fisiología y psicología femenina, el genio es solamente masculino. ¿Está de acuerdo?”

Antonietta: “Claro que estoy de acuerdo. ¿Por qué?” (Pausa). “Son los hombres los que siempre llenan los libros de historia, ¿no?”

Gabriele: “Sí, incluso mucho. Así, no queda espacio para nadie. Y menos para las mujeres”.

Esta conversación entre dos vecinos, Gabriele, un ex locutor de radio, y Antonietta, una ama de casa, mientras miran en casa de ella un álbum de fotos dedicado a Mussolini, transcurre el domingo 3 de mayo de 1938. En esta fecha, Adolph Hitler visitó Roma y, junto con Il Duce, encabezó un desfile multitudinario, al que acudieron miles de personas, entre ellas casi todos los vecinos del edificio de apartamentos en que viven Gabriele y Antonietta, incluyendo el esposo de ella y sus seis hijos varones. El encuentro entre Gabriele y Antonietta, teniendo como trasfondo la transmisión radial del desfile (que la portera del edificio ha puesto a todo volumen), constituye el eje de Un día muy especial, poniendo en contacto dos mundos, en principio, sumamente diferentes. Ella, una mujer que se ocupa del quehacer de su casa, fan absoluta ‒como media Italia‒ de Mussolini, sin mayores interrogantes acerca de su lugar en la sociedad ni hacia dónde pueden ir las cosas (no habiendo empezado aún la Segunda Guerra Mundial). Y él un interpelador, a veces socarrón, a veces dolido, que ha perdido su trabajo porque no es, como prescribe el credo fascista para el caso de los hombres, ni hijo, ni marido ni soldado, sino un “subversivo”, un “invertido”, un homosexual. Y es tal el desprestigio, el desprecio y la persecución que en aquellos momentos acompañan a ese tipo de preferencia sexual que, al inicio de la película, Gabriele está a punto de suicidarse. Algo que interrumpe el timbre de la puerta, activado por Antonietta, quien ansiosa quiere rescatar a su mirlo, que habiendo cruzado el patio del edificio, se ha posado en una ventana cercana a la de él.

Lo que comienza como un encuentro casual se convierte entonces en un intercambio de posturas, a ratos confrontacional, a ratos fraternal. El fascismo à la italiana, que en un principio embelesa a Antonietta, se va revelando como un ejercicio de narcisismo étnico, creído del mito imperial como una suerte de destino manifiesto, por el que Italia (con la ayuda de Alemania, por supuesto) se arrogaría el derecho, como en tiempos de los césares, a conquistar y someter el mundo circundante. Sólo que este supremacismo, en la medida en que exalta valores patriarcales y machistas, también oprime y reprime a sectores como las mujeres y los homosexuales, tan propios como ajenos. Y es aquí, en este terreno común, propiciado por la empatía humana, que Gabriele y Antonietta se encuentran: como si el vínculo temporal que forman, hablando y dejando hablar al otro, constituye un remanso en medio de un torbellino generalizado que pretende definirlos de antemano. Un remanso que a cada uno le ayudará a enfrentar las vicisitudes que sobrevendrán una vez que termine su encuentro. En el caso de Antonietta será la monotonía del quehacer doméstico y de un marido que ha perdido interés en ella; y en el caso de Gabriele, será el ostracismo carcelario que le aguarda.

Al asociar patriarcado con fascismo, Un día muy especial apunta al carácter estructural de la exclusión, mostrando cómo ideologías supremacistas, por definición absolutistas, pueden negar y hasta borrar las diferencias internas, exaltando otros preceptos y patrones de conducta que presupone universales y casi obligatorios. Pero, por fortuna, las diferencias se presentan, más allá de cualquier normatividad y precepto.

  1. Ettore Scola (1931-2016), director y guionista italiano de cine. Conocido por obras como Nos amábamos tanto (1974) y Brutos, feos y malos (1976), que suelen entremezclar crítica social y humor.