Estudiar en el ISIA, cercano a mi experiencia y contexto comunitario

Gilmaro Cuéllar González
Egresado ISIA
gilmaro.cuellar@isia.edu.mx



Imagen del ISIA tomada su página de Facebook


En este texto abordaré mi experiencia de formación universitaria en el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA),[1] una institución de educación superior intercultural en el estado de Oaxaca. Para dar cuenta de esto, partiré de mi trayectoria personal y comunitaria y cómo esto repercutió en la manera en que llevé mi proceso educativo y en lo posterior. Y por qué digo que es cercano a mi experiencia y contexto comunitario.

Soy originario de San Lucas Ixcotepec, agencia de policía municipal[2] adscrito al municipio de San Carlos Yautepec, en la región Sierra Sur del estado de Oaxaca. San Lucas, como lo conocen en la región, se ubica entre las montañas que, por un lado, dan al Istmo de Tehuantepec y, por el otro, a las costas del Océano Pacífico. Diría que son los inicios de la Sierra Madre del Sur. San Lucas está rodeado de cerros, de ahí su segundo nombre, Ixcotepec, una palabra compuesta del náhuatl: ixco -ocote o cara- y tepetl -cerro, montaña o cumbre-[3], cerro de ocote o cerro de cara. Los lugareños lo reconocemos de las dos maneras. Los cerros están cubiertos de vegetación de pino-encino, tierra arcillosa y arenosa. Los pobladores nos asumimos chontales o Slijuala Xanuc, que en la autodenominación refiere a hombre o gente de la montaña. El idioma local originario es el chontal o lengua tsome, el cual sobrevive a pesar de los procesos históricos de castellanización. San Lucas es una comunidad pequeña de entre doscientos y trescientos habitantes y todos nos conocemos. Cuando nos cruzamos por la calle, en la tienda o en los caminos que conducen a los cultivos, a las personas adultas las saludamos como: tío o tía, aunque no haya ningún parentesco o consanguinidad. La gente que actualmente hace vida comunitaria ahí ̶ yo vivo en la ciudad de Oaxaca ̶ se dedican al cultivo de la milpa y maguey-mezcal: el primero para autoabastecimiento familiar y comunitario, y el segundo como principal actividad económica-productiva, también familiar y comunitaria.

El sistema político es mediante usos y costumbres o sistemas normativos indígenas.[4] La elección de autoridades administrativas se realiza cada año mediante asamblea, en esta participan hombres y mujeres de entre 18 y 60 años, quienes detentan la categoría de ciudadanos. El periodo de servicio comunitario inicia en enero y termina en diciembre. La elección de autoridades agrarias es también en asamblea pero cada tres años, a esta asamblea se convoca a quienes están dentro de la categoría de comuneros, internamente inicia también a partir de los 18 años sin edad límite, aunque hay excepciones para algunas personas de la tercera edad. A pesar de que asisten todos los ciudadanos, los elegibles para estos cargos son las personas que detentan la categoría oficial de comunero o comunera, este título lo proporciona el Registro Agrario Nacional.

Nací, viví y crecí en San Lucas hasta los 18 años. Mi padre y madre son originarios de aquí. Mis padres estudiaron hasta quinto de primaria, la máxima escolaridad que se ofertaba en la escuela primaria en esos años. Son hablantes del tsome, yo, desafortunadamente, no. Mi padre ha dedicado toda su vida al trabajo de la tierra, en la milpa y el maguey; mi madre en el trabajo doméstico y también en el cultivo. Así toda la familia, el trabajo en el campo era para todos y todas. De hecho, la escuela era un distractor, puesto que sólo trabajamos la tierra en las tardes y los fines de semana. Realicé la educación básica en la región. El preescolar y primaria en San Lucas, la secundaria y preparatoria en una comunidad vecina, a tres kilómetros de distancia aproximadamente, y que es cabecera municipal. Quienes decidimos estudiar la secundaria y preparatoria hacíamos este recorrido a pie. El transporte era escaso y no coincidía con el horario escolar. En ese tiempo, en el pueblo, sólo había dos familias con camioneta de uso particular. Estudiar no era una actividad única. Entre semana, por la mañana asistía a la escuela y por la tarde a la parcela, y los fines de semana le dedicaba el día completo.

Terminé la preparatoria e inicié con los servicios comunitarios. Mi padre y hermanos ‒mayores y menores‒ han cumplido y están cumpliendo con los cargos comunitarios, tanto administrativos como agrarios. Aunque los cargos inician a partir de los 18 años, siempre se es partícipe por la dinámica familiar. Los días de elección, principalmente los domingos, la mayoría de la gente está en el pueblo y es sabido que en el edificio de la Agencia Municipal se está tomando una decisión importante: se está eligiendo a las próximas autoridades. La casa donde vivíamos está a escasos cincuenta metros de la sala de reuniones y se escuchaban las discusiones cuando subían de tono. Uno que otro grito de vez en cuando. Sabía que algún día tendría un lugar ahí, para elegir o para ser electo. Pero no fue así. Cuando empecé en el sistema de cargos, lo hice ‒como todos ‒ con el de menor rango en la escala, de topil o policía y a medias, de enero a julio, porque en agosto de ese año partí hacia el ISIA.

El acceso a educación superior en mi contexto era por demás inimaginable. El ISIA representó una opción viable, incluso, puedo decir, única. No podía dejarla pasar. Me decidí por la Licenciatura en Comunicación para el Desarrollo Social, aunque no sabía exactamente a qué se refería, la elegí por sobre Administración. Creo que no fue una decisión tan difícil.

El ISIA está ubicado en la comunidad mixe Jaltepec de Candayoc. Semejante a San Lucas en cuanto a organización política, puesto que se rige por usos y costumbres también. Sí lo es en tamaño, casi diez veces más. Coincide también en que las actividades productivas son en torno a la agricultura: café, maíz y ganadería, principalmente. En el contexto comunitario tiene muchas similitudes. Total que el entorno no cambió del todo, bueno, pasar de un clima frío en 1850 m.s.n.m., a uno cálido, muy cálido de 90 m.s.n.m., sí es contrastante.

Aunque desconocía el funcionamiento de otras universidades y sus planes educativos, en el ISIA se insistía en que era un modelo innovador, cercano a la comunidad y que rescataba los valores y saberes comunitarios, no ajenos para mí. La filosofía del ISIA se rige a partir de los principios de comunalidad, integralidad, solidaridad y un enfoque intercultural.[5] Para el ISIA, la interculturalidad permite construir un conjunto de valores que fortalecen la propia cultura y generan nuevas formas de relaciones sociales. Para hacer esto posible se realizan actividades desde el contexto de las comunidades rurales e indígenas; el currículo se nutre de los saberes tradicionales de diferente regiones mixes y se abre a saberes universales; retoman los saberes y experiencias comunitarias a modo de tequios, asambleas, trabajo por consensos, manejo sustentable de los recursos naturales, entre otros. No pretenden encerrar el conocimiento indígena para conservarlo inamovible, típico o folclórico, sino brindar a los alumnos la oportunidad de comunicarlo con un mundo cambiante y multicultural.[6]

El enfoque intercultural exige a docentes y estudiantes involucrarse en un proceso formativo que fortalezca la propia identidad, de modo que pueda ser autocrítica, auténtica y capaz de descubrir lo propio y la riqueza del otro. La valoración de la cultura e identidad, el ejercicio de la reflexión y el análisis, la autocrítica y la articulación de lo global con lo local.[7] Me parece que este es un tema central. En mi salón de clases había compañeros ikoots, ayuuk, chinantecos, zapotecas del estado de Oaxaca; también nahuas de Puebla y tzeltales de Chiapas, y mucho más de otras regiones y autoadscripciones. Con ellos, además de aulas, compartimos los espacios comunitarios de Jaltepec. Era una convivencia entre jóvenes de cosmovisiones distintas, que posiblemente la hace única. La existencia misma de esta diversidad no es relevante si no fuera por la interacción y convivencia que se generaba en la cotidianidad: en el salón de clases, en el comedor, en los trabajos en equipo, en los tequios, en las asambleas. Conocí, a través de ellos, aspectos de sus familias, pueblos, cultura y cosmovisión, aprendí a reconocerme y reconocerles como diferentes.

El espacio y comunidad ISIA se construía constantemente por todos y todas. El espacio ISIA de las relaciones entre personal y estudiantes, entre quienes nos reivindicamos a partir de nuestras afinidades: estudiar una licenciatura; proceder de una comunidad catalogada ‒por otros‒ como indígena; hablar una lengua distinta al castellano ‒quienes la hablaban‒; por pertenecer a una colectividad distinta por poseer una cosmovisión de la naturaleza distinta de los otros, incluso distinta entre nosotros mismos ‒el cerro para los ayuuk, y el mar para los ikoots reconocer el significado e implicación de la palabra tequio; incluso, con algunos y algunas, tener historias de vida y contextos parecidos al mío, entre otros. Y una construcción en sí misma, es decir, la edificación del espacio físico mediante el trabajo de todos y todas a través de actividades como: extraer piedra del río Jaltepec, traer las maderas para los techos desde la sabana; apoyar en el corte y colocación de palma; podar los árboles y pasto de los jardines; sembrar los espacios dedicados a cultivos, entre otros. El proceso formativo y del ISIA mismo se asemejaba al proceso comunitario de muchos pueblos de los cuales provenimos. En Jaltepec y en San Lucas las autoridades convocan a tequio para construir una escuela, una cancha, pavimentar calles, entre otras tareas y así seguir avanzando.

La asamblea formaba parte de un espacio de diálogo importante. En ella se dirimían diferencias y se acordaban decisiones respecto del proyecto educativo, del funcionamiento institucional y las oportunidades de mejora. Aunque no se elegían autoridades como en San Lucas o Jaltepec, a partir de ellas sí se organizaba o trataba de organizar la vida como comunidad universitaria.

Como parte de la formación en Comunicación, se estudiaban los conceptos y teorías del conocimiento universal, y se hacían prácticas de comunicación cercanas a los contextos comunitarios. Las posibilidades y recursos de la institución permitían experimentar de manera sencilla en video documental y radio. Este último con mayor énfasis. Por mencionar algunos ejemplos, en la fiesta patronal de Jaltepec se montaba de manera improvisada una radio y funcionaba por una semana al menos. Se transmitían las actividades propias de esos días: el jaripeo, el básquetbol, la calenda, la misa, las audiciones musicales, etcétera.

Uno de los objetivos de la Licenciatura en Comunicación es formar profesionales comprometidos con el desarrollo comunitario y social de los pueblos indígenas; somos agentes de cambio para las comunidades y las regiones de origen, cuyo compromiso se enfoca en instrumentar y detonar procesos de comunicación y desarrollo social de manera integral.[8] Aunque en un principio regresé a mi comunidad y región para impulsar proyectos productivos a través de una institución gubernamental, ahora me encuentro en un proceso distinto.

Mi experiencia personal, familiar y comunitaria narrada arriba fue crucial para no desertar, me ayudó para adaptarme a una comunidad que desconocía y apropiarme de un modelo educativo distinto y en el que, hasta cierto punto, me sentía representado. Incluso, por este pasado, me eran más familiares las palabras comunidad, tequio o asamblea que pueblo indígena o persona de origen indígena. Ahí las descubrí y aún soy renuente a utilizarlas como un adjetivo a mi persona. Aunque, a partir de ciertas reivindicaciones propias, me autoadscribo como chontal.

Valoro mi paso por el ISIA y Jaltepec porque fue una experiencia educativa y formativa diferente a las que he llevado en otros espacios. No hubo un cambio radical como ir de San Lucas a un entorno urbano o a una universidad convencional. No quiero decir que una es mejor que otra, pero seguramente la experiencia personal y formativa es distinta.

La experiencia narrada comprende del 2008 al 2012, años en que cursé la licenciatura. Por tanto, y como todo proceso, habrá cambios y continuidades. Aclaro, también, que es perspectiva personal, por lo que mis compañeros o profesores pueden coincidir o disentir.

  1. Ver http://www.isia.edu.mx/
  2. Es una categoría política-administrativa subordinada a un municipio.
  3. Ver https://www.significadode.org/nahuatlhuichol/tepec.htm
  4. Ver http://www.ieepco.org.mx/sistemas-normativos-indigenas
  5. Para ahondar en estos conceptos, ver http://www.isia.edu.mx/acerca-del-isia/principios-y-valores
  6. Ver http://www.isia.edu.mx/acerca-del-isia/principios-y-valores
  7. Ibíd.
  8. http://www.isia.edu.mx/oferta-academica/comunicacion-para-el-desarrollo-social