El rap como acción política crítica en Bulworth de Warren Beatty (1998)

Mauricio Sánchez Álvarez
CIESAS-Laboratorio Audiovisual


Poster oficial de la película tomada del sitio https://www.filmaffinity.com/es/film475839.html


Hastiado de ser quien es y del mundo en que vive, y en plena recta final de una campaña electoral, el senador por California Jay Billington Bulworth, toma una decisión drástica: contacta personalmente a un maleante para que éste, a su vez, contrate a un asesino a sueldo que acabe con su vida en el siguiente fin de semana, mientras realiza actos de proselitismo en el estado que representa. Poco después se traslada de Washington a Los Ángeles a emprender lo que supuestamente va a ser ‒y sin que nadie más lo sepa‒ el último tramo de su vida.

Lo aguardan las típicas situaciones proselitistas del momento: reuniones con grandes contribuyentes, visitas a iglesias católicas y protestantes clasemedieras, entrevistas y debates en la tele. Pero desde el primer momento, quizás animado porque ya lo único que tiene que perder es la vida misma, se da a la tarea de denunciar un estado de cosas que ‒bien lo sabe‒ es hipócrita y amañado. Hipócrita porque si bien el proceso y el sistema hablan a nombre de los muchos, en verdad favorecen a los pocos de siempre; y amañado por el engaño que ello implica. Sin embargo, su perspectiva cambia aún más cuando, de pura casualidad, se allega a un grupo de mujeres jóvenes negras que se le antoja muy diferente a la gente aduladora y convenenciera que habitualmente lo acompaña. Y las mete a su limusina para atracar en un antro de no muy buena reputación donde sólo se escucha rap y circulan todo tipo de estimulantes, que ‒ante la mirada atónita de sus asistentes‒ él también consume. Le intrigan, en particular, una chica, Nina, y la rima categórica y desafiante del rap, de la que Bulworth empieza apropiarse mientras baila frenéticamente con la chava.

Ya cautivado por Nina y el rap, en una reunión para recabar fondos con gente muy poderosa que aporta miles si no es que millones de dólares, Bulworth suelta sus críticas al sistema económico y político verseando:

No son chanzas
contribuye con las finanzas.
Dando una contribución,
consigues una solución.
Si me paga
es usted quien gana
Sí. El dinero manda
y la gente anda.
[…]
Una persona
Un voto.
¿Es eso verdadero?
Hagamos un trato sincero.
La gente tiene problemas
Los ricos y los pobres por igual.
Pero yo solo escucho
a quien paga el comercial.

Obviamente, la actitud crítica del senador es asumida por los magnates y poderosos presentes como un acto de rebeldía intolerable. Y mientras Bulworth, encantado por el encuentro con Nina y el mundo contestatario de la negritud, trata de revirar respecto a su decisión inicial rescindiendo el contrato para acabar con su vida, ya el poder empieza (según nos enteraremos) a conspirar para hacerlo cumplir por otra vía.

Lo inusual aquí es que la película Bulworth se valga de un discurso crítico como el rap para desnudar las inequidades del sistema, cambiando de vocero. En vez de escuchar esas conocidas frases cortantes en boca de un chico negro del barrio o de una cantante renombrada sobre el escenario, éstas salen de los labios de un político típico que ha cambiado de bando, pronunciándolas en ámbitos tradicionalmente blindados a la crítica, como una recaudación de fondos o una entrevista televisada. De manera más general, se nos está invitando a ser francamente irreverentes en materia de política. Lo cual, me parece, permite pensar que acciones originalmente marginales y alternativas como el rap cobran todavía mayor sentido cuando tienen como propósito hacernos ver lo chueco que puede ser un mundo creído de sí mismo y normalizado por sus propias inercias.