El papel de la lingüística documental en el decenio de las lenguas indígenas

Amanda Delgado Galvan y Maurice Pico
Laboratorio de Lingüística-ENAH/Centro INAH Puebla
amanda_delgado@inah.gob.mx | maurice_pico@inah.gob.mx


Equipo de investigacón del proyecto de documentación Yokot’an en Tucta, nacajuca Tabasco.
Foto: Maurice Pico (marzo 2016)


Introducción

El objetivo de este texto es reflexionar acerca del papel central que la lingüística documental debería ocupar en México. Esto si se desea realmente cumplir con el compromiso histórico de resarcir el daño al patrimonio intangible de las comunidades originarias. Plantearemos que esta disciplina es el marco indispensable para ejecutar las acciones sugeridas en el marco del decenio de las lenguas indígenas lanzada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Primero presentamos brevemente los objetivos específicos del documento “Declaración de Los Pinos (Chapoltepek) – Construyendo un decenio de acciones para las lenguas indígenas”. En los puntos subsecuentes de este texto retomamos las consideraciones temáticas más relevantes del documento, donde la lingüística documental es clave como herramienta metodológica. Segundo damos una concisa descripción de la lingüística documental. Esta rama particular de la lingüística se ha configurado como la plataforma metodológica ideal y más eficaz en coordinar los esfuerzos de colaboración entre lingüistas y comunidades en la salvaguarda, refuerzo y recuperación del patrimonio lingüístico y cultural amenazado. Finalmente abordamos esquemáticamente en qué consiste el problema del desplazamiento lingüístico en el contexto comunitario y resaltamos cómo algunos de sus retos se pueden solucionar implementando la metodología de la lingüística documental.

Los planes del Decenio de las Lenguas Indígenas

El 27 y 28 de febrero de 2020 en la Ciudad de México (México) se realizó un congreso internacional con el objetivo de avanzar en los planes del Decenio de las Lenguas Indígenas, que será del 2022 al 2032. Dicho evento fue organizado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en México al que se le denominó “Evento de Alto Nivel: Construyendo un decenio de acciones para las lenguas indígenas” con el motivo de la clausura del Año Internacional de las Lenguas Indígenas de 2019. El fondo sobre el que se plantea el decenio de acciones para las lenguas indígenas es la constatación de una acelerada disminución de su uso y presencia. Esta crisis en la transmisión y viabilidad natural de una enorme porción de las lenguas del mundo es también reconocida a nivel mundial ‒y quizá por primera vez‒ como la consecuencia de un asedio por parte de las lenguas y culturas dominantes que cohabitan con ellas. El desuso y desaparición de las lenguas minorizadas no es una decisión neutral de las comunidades lingüísticas, sino que viene como consecuencia de pisotear derechos culturales, lingüísticos y de desarrollo propio (entre otros).

Los participantes del congreso tuvieron como tarea definir las acciones que se llevarían a cabo y se redactó el documento «Declaración de Los Pinos (Chapoltepek) –Construyendo un decenio de acciones para las lenguas indígenas» donde se mencionan los objetivos específicos de estas acciones.

Objetivos específicos

  • Incorporar las lenguas indígenas a las políticas públicas relacionadas, entre otras cosas, con la educación (incluida la educación física, el deporte y los juegos tradicionales), la cultura, las leyes sobre la libertad de información, los medios de comunicación, la ciencia, la investigación y la tecnología, el medio ambiente, la atención de la salud y el bienestar, incluida la salud sexual y reproductiva y la violencia de género, el empleo y las esferas económica y política, con el respaldo de datos con base empírica mediante mecanismos sistemáticos de reunión de datos, la elaboración de metodologías adecuadas y el mantenimiento de repositorios, archivos y otras plataformas

(Declaración de los Pinos 2020:5)[1]

Para fines de este artículo sólo nos enfocaremos en algunos puntos del documento “Declaración de Los Pinos (Chapoltepek)” como son: las consideraciones temáticas número 35, 36, 37, 39, 43 y 45. Estos puntos son relevantes porque sugieren claramente la necesidad de una disciplina que cuente con las herramientas metodológicas para cumplir con los objetivos. Aquí proponemos que esa disciplina es la lingüística documental. Los objetivos generales mencionan en particular que las lenguas originarias deben integrarse en políticas públicas relacionadas con la educación y atención a la salud y bienestar, lo cual no puede lograrse sin pasar por la “reunión de datos, la elaboración de metodologías adecuadas y el mantenimiento de repositorios”. Esto es precisamente a lo que la lingüística documental se enfoca: establecer una documentación de calidad y amplitud que garanticen su utilidad para múltiples propósitos, desde la simple preservación del patrimonio intangible hasta su aprovechamiento para lograr materiales educativos (o, respectivamente, protocolos de consulta médica) adecuados. Es muy importante percatarse de que flaquear en el rigor metodológico necesario para esta “reunión de datos” impediría de raíz poder cumplir con los objetivos en atención educativa y a la salud, entre muchos otros.

Esta sería la primera vez en la historia que los gobiernos del mundo ‒y en particular el de México‒ expresan una voluntad explícita a largo plazo de preservar el patrimonio inmaterial de las culturas minorizadas que habitan sus territorios administrativos, reconociendo, además, que esto supone promover su expansión. Por ello, estamos ante una oportunidad irrepetible de acompañar la resistencia y reivindicación cultural de estos pueblos con medios técnicos y metodológicos que permiten lo que hace algunas décadas hubiera sido un sueño: registrar de manera fidedigna y reproducible la oralidad y la interacción comunicativa que la soporta. Esto impacta directamente en su preservación y pone las bases para su expansión al volver accesibles materiales de indudable valor pedagógico en el refuerzo y enseñanza de la lengua. La metodología que permite esta hazaña es la lingüística documental, de la que hablaremos en seguida. Sin método riguroso y marco metodológico como este, se corre el gran riesgo de caminar el decenio sin rumbo ni sistematicidad, con la consiguiente dispersión, ineficiencia y desperdicio de recursos que ya es habitual en las prácticas demagógicas hasta ahora implementadas por los gobiernos, las cuales no han logrado nada en favor de los hablantes herederos de la diversidad lingüística del país.

Lingüística documental y documentación lingüística

35. Enfoque integral de las políticas públicas

Aplicación de políticas públicas que incluyan disposiciones para la financiación y el apoyo adecuados a las investigaciones en curso y la documentación sobre los conocimientos indígenas relacionados con la biodiversidad y otras cuestiones fundamentales, y para la difusión de esa información mediante publicaciones (por ejemplo, libros e informes), grabaciones de audio y vídeo u otros medios.”[2]

(Declaración de los Pinos 2020: 17-19)

Cabe mencionar que los métodos y lineamientos de la lingüística documental (LD) respecto de la documentación lingüística (DL) en México han sido poco empleados por lingüistas y activistas de las lenguas originarias. La mayoría de los proyectos de compilación de documentación lingüística realizados, han dependido en su mayoría (total o parcialmente) del presupuesto de organizaciones y universidades extranjeras.[3] A pesar de que ha habido esfuerzos para realizar este tipo de trabajos por parte de instituciones en México, en realidad se ha llevado a cabo de manera marginal y con poco apego al método, como ha sido el caso de la mayoría de los proyectos del INALI. Como veremos más adelante, los elementos que integran la DL de una lengua ‒si aspiran a cumplir con los estándares mínimos de la lingüística documental‒ no pueden ser una recolección de listas de palabras, frases aisladas sacadas de un cuestionario grabadas en audio, grabaciones con un solo hablante, entre otras técnicas de elicitación con fines únicamente de análisis lingüístico. La actividad realizada para obtener DL de una lengua debe incluir el entrenamiento en el uso de herramientas lingüísticas a los colaboradores de las comunidades originarias donde se realiza el proyecto y este debe ser siempre un trabajo enraizado en las necesidades de las comunidades, es decir, son los hablantes de las comunidades los que deciden qué es lo más relevante culturalmente a documentar. No significa esto que sea lo único que se documente, pero sí debe quedar cubierta enteramente dicha necesidad comunitaria.

En el texto fundador de la lingüística documental (documentary linguistics) como disciplina autónoma Himmelmann (1998) parte de la observación de que la práctica científica de la lingüística consta de dos actividades centrales: el levantamiento y la recopilación de datos primarios ‒es decir la creación de una documentación de la lengua‒ y el análisis de estos datos. Ambas actividades están indisolublemente vinculadas, y se habían tradicionalmente considerado como dos pasos dentro de la lingüística descriptiva, pero pueden y deben considerarse de manera separada.

La razón por la que están ineludiblemente vinculadas es que el levantamiento de datos ‒su registro‒ es necesario para sustentar el análisis, pero dicho registro requiere la representación coherente de una realidad externa: los eventos comunicativos y los medios de expresión empleados por los hablantes en el curso de dichos eventos. Esta representación no puede hacerse sin apoyarse en un análisis mínimo de esa realidad, es decir, sin apoyarse en un análisis lingüístico descriptivo (Himmelmann, 1998: 162-162, 170).

La razón para considerarlas de manera separada es que esto permite ver que la relación entre ellas en el seno de la lingüística descriptiva es peculiar, propia de la ciencia empírica, y puede invertirse. Dado ese vínculo ineludible, Himmelmann (1998: 163) no propone separar literalmente ambas actividades, sino precisamente tomar consciencia de dos perspectivas o priorizaciones posibles que determinan la relación entre ambas:

  • Como lingüista se puede partir de un deseo de desarrollar la teoría lingüística y en esa medida requerir recopilar datos para justificar ciertas hipótesis. La recopilación y registro de datos primarios se configura de manera dependiente del análisis visto como un fin, se subordina y se ancla a la descripción, y su amplitud se limita a la utilidad que pueda tener para dicho fin.
  • Pero también puedo partir del deseo de registrar eventos de habla en su contexto social, y formar una colección lo más incluyente y representativa posible de eventos comunicativos en la lengua vista como patrimonio intangible de una comunidad. En tal caso, las herramientas analíticas son instrumentos al servicio del registro de datos primarios, valiosos en sí mismos, independientemente de su uso posterior.

En ambos casos coexisten en simbiosis el análisis lingüístico y el levantamiento de datos y su registro, pero el giro de perspectiva nos da dos subáreas de la lingüística: la lingüística descriptiva, y la lingüística documental.

Observamos en la figura 1 este giro de perspectivas: cuando empleamos datos primarios como medios o como instrumento para obtener un análisis descriptivo como un fin, estamos frente a la lingüística descriptiva, de lado derecho, cuyo producto final será una descripción lingüística de la lengua (típicamente condensada en una gramática científica, un diccionario y una colección de textos representados y analizados por escrito).[4]

Cuando empleamos el análisis como medio auxiliar o como instrumento para registrar correctamente y sistemáticamente datos primarios -con el objetivo final de crear una colección representativa de interacciones lingüísticas y medios de expresión empleadas en ellas-, estamos frente a la lingüística documental, a la izquierda, cuyo producto final constituye una documentación lingüística de la lengua.

Figura 1. Lingüística documental y lingüística descriptiva: productos, instrumentos y objetivos.

Tal como señala Peter Austin (2010: 147) la documentación lingüística se refiere a:

Himmelman (2006) presenta a la documentación lingüística como una subdisciplina de la lingüística ”preocupada por los métodos, herramientas y bases teóricas usadas para compilar un registro multipropósito representativo y duradero de una lengua natural o cualquiera de sus variedades” (Himmelmann et al. 2007: v). La documentación lingüística es por su naturaleza multidisciplinaria y como nota Woodbury (2011) se vale de “conceptos y técnicas de la lingüística, etnografía, psicología, informática, el arte de las técnicas de la grabación, y más (ver a Harrison 2005, Coelho 2005, Eisenbeiss 2005 para más argumentos)”.

Las motivaciones para compilar una documentación lingüística de una lengua pueden ser la inminente pérdida de dicho patrimonio intangible ‒que se va desgastando y perdiendo de manera gradual y progresiva ante la presión de sociedades y lenguas dominantes y la falta de medios para compensar dicha presión‒. Parte también del deseo que dicho registro sirva como respaldo para que la comunidad donde se levantó recupere o refuerce y desarrolle sus prácticas lingüísticas frente al desgaste de estar constantemente bajo asedio de prácticas culturales y lingüísticas dominantes.[5]

La descripción se subordina a las necesidades de registro del patrimonio intangible, y cumple el objetivo de proveer las herramientas y andamiaje indispensable para poder representar y ordenar el patrimonio de la manera más completa posible y de manera coherente, volviéndo su registro más accesible y utilizable para los fines de fortalecimiento de las prácticas lingüísticas de la comunidad o incluso para reclamar y recuperar un legado perdido.

39. Acceso de los pueblos indígenas a información y contenidos digitales, servicios de información y tecnología lingüística

  • Utilización estratégica de la tecnología lingüística para apoyar la enseñanza y el aprendizaje de lenguas indígenas.

(Declaración de los Pinos 2020: 17-19)

Considerando esto, el uso de registros audiovisuales de hablantes mayores de la lengua se han empleado con éxito en la enseñanza y revitalización del Salish (Sherris et al., 2013).

Los acervos de material documental de lenguas amenazadas suelen ser el último recurso que permite revitalizar una lengua ya “durmiente”, y aunque hay cierta controversia respecto de lo que cuenta como un caso “exitoso” (Spence, 2018), hay casos claros como el myaamia (Leonard, 2018).

Los proyectos en México que han aplicado con rigurosidad la metodología y los métodos de la lingüística documental han podido constatar los beneficios que implica trabajar bajo estas metodologías para múltiples propósitos: desde el análisis estructural de la lengua, pasando por la enseñanza de las lenguas indígenas y el resguardo de los conocimientos como patrimonio cultural de los pueblos originarios.

Los materiales pueden servir también para la enseñanza de la lengua a personas externas a la comunidad, como servidores públicos (educación, salud, etc.), y la creación de materiales de apoyo, en cumplimento del punto 43 de la declaración de los pinos.

43. Vínculos entre la salud y las lenguas indígenas

  • Inclusión de contenidos antropológicos y lingüísticos en toda la formación de especialistas de la salud.

(Declaración de los Pinos 2020:17-19)

Hemos descrito la metodología de la lingüística documental, ahora conviene explicar brevemente por qué el fortalecimiento de las lenguas minorizadas supone un reto tan grande.

Lengua y comunidad lingüística: de la vitalidad a la fragmentación

Las lenguas dominantes se reproducen con relativa facilidad porque son un instrumento de interacción social que tiene amplios dominios de uso, tanto en sentido territorial como en sentido social y gremial. Abarca todas las esferas de interacción humana y de producción tecnológica y económica de su comunidad hablante, así como el ámbito de organización política.

Las lenguas minorizadas, en cambio, se reproducen enfrentando dificultades debido a que varias áreas de interacción de su comunidad de habla se han visto invadidas por la lengua de otras comunidades lingüísticas, especialmente porque estas comunidades introducen o imponen nuevos dominios de interacción y de producción tecnológica y económica.

Algo que suele tomarse por sentado es el hecho de que una lengua viva es parte integral de una comunidad lingüística que la usa para su vida diaria y que le da continuidad mediante dicho empleo. La situación en sociedades multilingües, y en particular en sociedades cuyas prácticas culturales y lingüísticas están en proceso de desvanecerse en favor de otras (desplazamiento lingüístico), es mucho más complicada.

Por ejemplo, los habitantes de San Isidro Primera, en Nacajuca, Tabasco, no todos comparten el uso de la lengua yokot’an en los mismos espacios (p. ej. la iglesia, el hogar, la escuela, el trabajo), ni todos tienen el mismo dominio de la misma.

Este tipo de comunidades no solamente son lingüísticamente menos homogéneas, sino que se encuentran en proceso, a veces muy avanzado, de fragmentación (de ahí las graves consecuencias sociales que acompañan el desplazamiento lingüístico).“Otra característica esencial de las situaciones de lenguas amenazadas, además de la gran variedad de tipos de hablante, es el hecho de que el número total de individuos hablantes no constituyen una comunidad lingüística en el sentido tradicional del término.” (Grinevald y Bert, 2011: 46)

En particular, la pertenencia a la comunidad puede basarse en la competencia lingüística o bien en la identidad étnica y cultural en ausencia de competencia lingüística en la lengua, sin que haya siempre consenso generalizado respecto de la pertenencia (Grinevald y Bert, 2011: 57). Además, dado que las comunidades hablantes de lenguas amenazadas son por definición multilingües con tendencia al desplazamiento en favor de la lengua dominante, el uso de la lengua amenazada disminuye constantemente “hasta el punto de ya no escucharse” (Grinevald y Bert, 2011: 58). Las diferencias en competencia lingüística entre miembros de la misma comunidad pueden resultar sorprendentes. Desde aquellos que tienen la capacidad de usarla como medio principal de interacción a otros que a veces no solamente ya no hablan la lengua, sino que ni siquiera la han escuchado con regularidad. El conocimiento que la comunidad tiene de su lengua puede ser a menudo muy disparejo y encontrarse disperso y fragmentado entre individuos que no necesariamente se frecuentan.

Esto debería atraer nuestra atención hacia tres puntos importantes:

  1. Sin una metodología como la lingüística documental orientada a crear un registro representativo y sistemático de la lengua amenazada, es muy difícil que una comunidad pueda tener en sus manos una visión panorámica de los conocimientos lingüísticos dispersos entre los miembros de su comunidad.
  2. El producto que resulta de esta actividad de registro, una colección de grabaciones (audio y video) anotadas,[6] son herramienta indispensable para permitir que miembros de la comunidad con reducida o nula exposición a su legado lingüístico puedan acceder a escucharla rutinariamente sin depender de los cada vez más escasos hablantes fluidos.
  3. Sin la participación de miembros de la comunidad de diferentes edades en la recolección de los datos (conversaciones, peticiones, cantos, rezos, negociaciones, etc.) difícilmente se podrá establecer una relación orgánica donde se restablezcan relaciones desgastadas o anteriormente quebradas.[7]

Usar los productos de la lingüística documental permite atender los problemas sociales que enmarcan el desplazamiento de las lenguas porque obtenemos una visión holística del uso y la práctica de las lenguas. Crear un programa de documentación lingüística donde los datos recolectados sean accesibles y sencillos de interpretar cumplen con los propósitos del reclamo lingüístico.

Revitalizar y reclamar el legado cultural desde la lingüística documental

36. Empoderamiento digital, tecnología lingüística y medios de comunicación indígenas

37. Si se consulta a los pueblos indígenas y se obtiene su consentimiento libre, previo e informado, la integración de la tecnología y los medios de comunicación como instrumentos en el esfuerzo por preservar, revitalizar y promover las lenguas indígenas podría resultar muy eficaz y beneficiosa para los propios pueblos indígenas.

(Declaración de los Pinos 2020:17-19)

Siguiendo a Ian Hacking (1996 [1983]) podemos plantear que, en general, intervenir de manera consciente y eficaz en la realidad requiere su representación. El tipo de representación que uno adopte depende del tipo de realidad en el que uno quiera incidir.

A los herederos de las lenguas originarias les(nos) interesa, en principio, incidir favorablemente en la recuperación, preservación, mantenimiento y reproducción de su patrimonio intangible cultural y lingüístico. Acciones que favorezcan el mantenimiento y reproducción de las lenguas minorizadas requieren generar una representación integral de las interacciones lingüísticas que manifiestan y reproducen ese patrimonio. Es en consecuencia indispensable apelar a la lingüística documental que provee la metodología necesaria para lograr precisamente esto: una representación de la lengua en su contexto, útil a las comunidades y a las iniciativas de revitalización.

La revitalización y el acompañamiento del reclamo

Un proyecto orientado a generar o compilar una documentación lingüística requiere que los integrantes del proyecto, idealmente, hablen la lengua y conozcan las prácticas lingüísticas y culturales de la comunidad con una actitud positiva hacia la misma. La mejor manera de lograr esto es simplemente que la propia comunidad lleve el proyecto, también para lograr que la representación de su patrimonio sea transparente y fidedigna, sin distorsiones (Leonard, 2018: 57). Pero también deben estar familiarizados con una amplia variedad de conceptos y perspectivas de la teoría lingüística, con capacidad de análisis de las prácticas lingüísticas desde varios puntos de vista. Hemos visto que la documentación lingüística no es la recopilación y registro de datos lingüísticos en ausencia de análisis (Himmelmann, 1998: 170), más bien es un giro de perspectiva respecto de la simbiosis descripción-dato en el que el análisis lingüístico se pone al servicio de la salvaguarda del patrimonio lingüístico y en el que la perspectiva en la recopilación de datos se abre considerablemente, ya liberada de su condición de sirviente de la descripción: incluye todo lo pertinente a la lengua como actividad social y cultural. Por lo tanto, la compilación de una documentación lingüística de alta calidad generalmente requiere además de equipo de grabación de alta calidad, cooperación interdisciplinaria, así como cooperación entre miembros de la comunidad y profesionales de la lingüística (Himmelmann, 1998: 171). A este proceso lo podemos llamar acompañamiento de una comunidad en su proceso de reclamo lingüístico.

45. Salvaguardia del patrimonio cultural y lingüístico: las lenguas indígenas como vehículo del patrimonio vivo.

(Declaración de los Pinos 2020: 17-19)

Bibliografía

Austin, Peter K. (2010), “Current Issues in Language Documentation”, en Peter K. Austin (ed.), Language Documentation and Description, vol 7, Londres, SOAS, pp. 12-33.

————– (2016), “Language Documentation 20 Years”, en Endangered Languages and Languages in Danger, pp. 147-170.

Grinevald, Colette y Michel Bert (2011), “Speakers and Communities”, en The Cambridge Handbook of Endangered Languages, Peter K. Austin y Julia Sallabank (eds.), Cambridge, Cambridge University Press.

Hacking, Ian (1996 [1983]), Representar e intervenir, México, Paidós Ibérica-UNAM.

Henne-Ochoa, Richard y Emma Elliott-Groves y Barbra A. Meek y Barbara Rogoff (2020), Pathways forward for indigenous language reclamation: Engaging indigenous epistemology and learning by observing and pitching in to family and community endeavors. [Position paper]. The Modern Language Journal, vol. 104, núm. 2, pp. 481-493.

Himmelmann, Nikolaus P. (1998), “Documentary and Descriptive Linguistics”, en Linguistics, núm. 36, pp. 161-195.

——————- y Jost Gippert y Ulrike Mosel (2007), “Prefacio”, en , John B. Haviland y José Antonio Flores Farfán (eds.), Bases de la documentación lingüística, pp. 11-14.

Jones, Mari. C., y Ogilvie, Sarah. (Eds.). (2013). Keeping languages alive: Documentation, pedagogy and revitalization. Cambridge University Press.

Leonard, Wesley Y. (2018). Reflections on (de)colonialism in language documentation, en Bradley McDonnell y Andrea L. Berez-Kroeker y Gary Holton (eds), 20 Years after Himmelmann 1998, pp. 55-65.

Sherris, Arieh (Ari) y Tachini Pete y Lynn E. Thompson y Erin Flynn Haynes (2013), “Task-Based Language Teaching Practices that Support Salish Language Revitalization, en Jones, Mari. C., y Ogilvie, Sarah (eds.), Keeping Languages Alive: Documentation, Pedagogy and Revitalization, Cambridge, Cambridge University Press, 155-166.

Spence, Justin (2018), “Learning Languages through Archives”, en Leanne Hinton y Leena Huss y Gerald Roche (eds.) The Routledge Handbook of Language Revitalization, Routledge, pp. 179-187.

UNESCO (2020), “Declaración de los Pinos. Unesco, México.” Recuperado de https://es.unesco.org/news/declaracion-pinos-chapoltepek-sienta-bases-planificacionglobal-del-decenio-internacional

  1. Énfasis de los autores.
  2. Énfasis de los autores.
  3. Algunos de estos trabajos sobresalientes han sido realizados por investigadores de CIESAS, por mencionar algunos están los trabajos de Emiliana Cruz, Gilles Polian y Olivier Le Guen.
  4. De ahí que estemos en total desacuerdo con la desafortunada sugerencia de algunos lingüistas de considerar que estos materiales (material documental) pueden verse como la “documentación de una lengua” en el sentido que plantea la lingüística documental. Conceptualmente esta sugerencia es un sinsentido y va a contrapelo de Himmelmann (1998). La descripción de una lengua puede ser un muy útil material auxiliar de la documentación, pero no puede constituir, por definición de la disciplina, la documentación misma.
  5. Obsérvese que esto no solamente incluye el asedio de la lengua empleada y promovida por el Estado, sino también variantes dialectales diferentes o de mayor prestigio de la misma lengua y que posiblemente son empleadas en la educación bilingüe de las escuelas locales. Una variante dialectal de la lengua puede tener mayor prestigio por el hecho de hablarse en la comunidad económicamente más próspera de la zona o demográficamente más numerosa o bien porque existe un registro filológico de la misma (p. ej. náhuatl “clásico” vs náhuatl local).
  6. Una anotación corresponde a una transcripción (alfabeto práctico) con una traducción.
  7. Esto en contraste con la recolección de datos lingüísticos hecha sólo por el lingüista y que comúnmente es realizada con uno o dos hablantes a los que se les considera como los ”competentes” según criterios puristas de la lengua.