Dios también puede ser mujer. Transiciones en la imagen de la divinidad de un creyente masón

María Eugenia Patiño López
Universidad Autónoma de Aguascalientes


Marco tiene 46 años, estudió un posgrado en historia y vive en la ciudad de Aguascalientes con su pareja. Desde hace más de una década participa como miembro activo de dos logias masónicas, una masculina y otra mixta. Luego de haberse distanciado del catolicismo, al considerar que no satisfacía sus necesidades religiosas ni espirituales de ese momento de su vida.

Proviene de una familia tradicional asentada en la zona rural de Aguascalientes. Además del catolicismo también tuvo una fuerte impronta del nacionalismo mexicano. Su padre es maestro de educación básica y fue formado en una Escuela Normal rural en una época en que este pensamiento permeaba a la educación nacional. Cuando Marco ingresó a las logias masónicas se dio cuenta de que muchos de los hombres ilustres a los cuales admiraba habían sido masones, lo que influyó para que le interesara, aún más, formarse en las virtudes y modelo de vida que les rige. A su juicio, la masonería no lo constriñe, al contrario, lo impulsa de manera racional a buscar y explorar aspectos de su vida. En especial la logia mixta en la que se estudian temas esotéricos.

Pie de foto: Marco preparado para asistir a la logia masónica.

La masonería le ofrece un marco moral desde el cual puede dar rienda a sus búsquedas espirituales, que es otra faceta de su vida que le interesa de manera particular. Ello lo ha llevado a experimentar con elementos de diversas tradiciones: Nueva Era y Neomexicanismo, lo que lo ha llevado a participar en ceremonias de ayahuasca y acudir a temazcales.

Sus diversas experiencias lo han llevado a pensar que existe una relación muy fuerte entre las personas, el mundo y la naturaleza que nos rodea

Una interconexión entre toda la vida y no somos conscientes de ella. Es decir, lo que le hagamos a una persona aquí le afecta a todo el mundo. Lo que está pasando ahorita en el Amazonas parecería un problema local, pero no, le estamos haciendo daño a todo mundo. Cada cosa que hago, para bien o para mal repercute en la colectividad, entonces estoy muy consciente de ello ahora. Por ejemplo, mis emociones personales me pregunto, ¿Estoy contribuyendo para mal o para bien? hacia esta alma general o de la madre tierra o como le queramos llamar. A veces me regaño a mí mismo –traes unas emociones muy negativas y creo que no estas ayudando a que el mundo sane– ¡Eres parte del problema!

Esta certeza de la interconexión entre el mundo terrenal y el espiritual le ha replanteado su imagen y forma de acercarse a Dios, al que por primera vez en su vida ha escuchado después de una ceremonia de ayahuasca. Esta deidad se presentó en forma femenina y lo animó a buscarlo al decirle:

Siempre que quieras puedes hablar conmigo, no tienes que venir a este ritual. Siempre que quieras yo estoy ahí porque tú eres parte de mí y yo soy parte de ti. Entonces, a veces lo hago —digo, hoy quiero saber algo—. Y creo que tengo una respuesta, cuando me hago estas preguntas lo visualizo con esta voz, como un diálogo a mi interior y es como una forma de estar en esa conexión. Lo hago muy frecuentemente. —Oye madre. Me siento así, necesito esto—. Que sería la forma que muchos otros oran, pero cuando lo hago me siento muy bien. Quizá el problema, en mi caso, es que siempre he sido demasiado racional, y a veces, debemos dejarla de lado para expandir otras partes. Simplemente, sentir mi corporalidad, o tratar de tener conexión hacia otra persona, pues en alguien como yo, es algo nuevo.

De inicio le causó extrañeza que Dios pudiera ser mujer o un ser dual. Sin embargo, ello le permitió reflexionar sobre dicha situación, modificando diametralmente su concepto de Dios.

Esto intensificó sus búsquedas espirituales y la dualidad divina, en especial la femenina. La imagen que tiene hoy en día, la sintetiza en la palabra amor. Se refiere a ella como una fuerza inconmensurable de “ida y vuelta”, que todo lo abarca. Afirma que lo más difícil de entender es la gradualidad del amor y cree que es un gran error suponer que éste se limita a la atracción física. Sostiene que el nivel más fuerte es la “abundancia plena”. Por lo que se debe estar muy atento al camino espiritual que cada uno construye, tarea a la que dedica momentos de reflexión cotidiana.

Estas notas nos permiten observar las transiciones creyentes de nuestro entrevistado, en particular su imagen de Dios. La tradición católica en que se socializó, le enseñó que la deidad era masculina y se le debía temer. Por ello, cuando decidió tomar decisiones que lo alejaron de la doctrina eclesiástica, vivió mucho tiempo con sentimientos de culpa. Las búsquedas espirituales y la interpretación que hace de ellas, han modificado radicalmente estas ideas. Dios puede ser un ente femenino e inclusive puede presentarse de manera dual, con ella puede dialogar sin necesidad de recurrir a ningún templo. Los espacios de encuentro se tornan flexibles y al mismo tiempo pueden ser comunitarios, al compartir, por ejemplo, su experiencia de ayahuasca con otros creyentes y formando una nueva comunidad que puede o no ser perdurable. Su práctica espiritual se ha tornado más libre, explora y cuestiona su creencia. Lo que lo ha llevado a un proceso, que comparte con otros, de deconstrucción de ideas sobre lo sagrado.

El hecho de que Dios pueda ser mujer o un ser dual, no significa sólo un cambio de adscripción genérica, es también el rompimiento con esquemas culturales patriarcales, a través de los que se definen muchas de las relaciones sociales y que inician en una imagen divina.