Desplazamiento de lenguas originarias por el español ¿Cómo se debe estudiar en el fenómeno y por qué hay que mantener las lenguas?

Roland Terborg
DLA/ENALLT-UNAM


Clases de chatino a los niños de Cieneguilla. Foto: Emiliana Cruz (2020).


Introducción

En países multilingües, como México, es conocido el fenómeno de que las lenguas originarias sean desplazadas por otra lengua dominante. Sin embargo, cuando se considera que una lengua originaria está en el proceso de ser desplazada por otra, no siempre se sabe qué está realmente sucediendo y quedan algunas preguntas sin responder: ¿qué es lo que está siendo desplazado? Para mantener una lengua ¿hay que conservar las palabras y la gramática originarias?

Siempre hay diferentes puntos de vista acerca de lo que está sucediendo. Lo mismo sucede cuando se estudia el fenómeno del desplazamiento para poder planificar el mantenimiento de la lengua originaria. Otra pregunta sin respuesta clara es ¿cómo explicar que el mantenimiento de una lengua es un objetivo importante para los humanos? y, sobre todo, ¿cómo explicar esa importancia a los hablantes, no afectados, de las lenguas mayoritarias?

No creo poder dar respuestas satisfactorias a esas preguntas, pero puedo estimular algunas reflexiones de cómo podemos investigar el desplazamiento para poder determinar si una lengua se encuentra o no en el proceso de desplazamiento y cómo orientar las acciones para el mantenimiento (Terborg, 2016; Terborg, Velázquez, Trujillo, en prensa) En ese sentido trataré encontrar respuestas a las siguientes preguntas:

  1. ¿Una lengua es un objeto como la realidad externa que es independiente de los valores e ideologías humanos?
  2. ¿La lengua que sufre una transformación estructural paulatina, después de un tiempo se convierte en otra?
  3. ¿Hay que proteger y apoyar a los hablantes para mantener una lengua en peligro, o hay que mantener una lengua para apoyar a sus hablantes?

I) Durante las últimas décadas, en México ha aumentado la consciencia y la sensibilidad para el fenómeno que causa que mucha gente se pronuncie a favor de la diversidad lingüística. Aunque ese deseo, en ocasiones, está relacionado con una mirada romántica cuando se quiere salvar a la lengua como si esa fuese simplemente una “realidad externa” como, por ejemplo, un fenómeno físico. También hay un compromiso social, de parte de los hablantes de la lengua mayoritaria, y éste favorece a quienes hablan esas lenguas. Voy a explicar las dos perspectivas para investigar en la muerte de una lengua: Podemos imaginarnos dos mundos posibles, uno es mental y el otro es “objetivo”, “externo” y “real”. Quiero explicar esas dos perspectivas que, sin duda, están interrelacionados. En consecuencia, hay que preguntarse ¿hasta qué grado es posible distinguir entre esos dos mundos, según cada disciplina?

El mundo real

Para ilustrar esa reflexión presentaré la siguiente metáfora: Después de que el planeta Plutón, por su tamaño, ha sido considerado sólo “planeta enano” en vez de “planeta”, el número de planetas del sistema solar se ha reducido a ocho. Sin embargo, existe la hipótesis de que hay un noveno planeta en nuestro sistema solar con una órbita más allá del cinturón de Kuiper, donde existen muchos planetas enanos igual a Plutón. Así lo indican las órbitas de algunos cuerpos celestes, los cuales podrían haber sido desviados por un cuerpo de masa mayor. En caso de que esa hipótesis sea afirmada una revolución al sol duraría unos 20 000 años terrestres. Por el momento es sólo una hipótesis y, entonces, su existencia no depende de nuestro conocimiento. Su existencia sería una “realidad externa” a la mente humana.

El mundo mental

En otras disciplinas, como en las humanidades, la realidad es diferente. Las realidades tienden a ser mentales, como en economía, psicología y lingüística. Por ejemplo, la economía trata del dinero, y el dinero sólo existe en la mente humana. Las monedas y los billetes sólo tienen un valor representativo. De la misma forma, una lengua también depende del conjunto de creencias, valores e ideologías de las personas en contacto con esa lengua. Nos referimos a realidades mentales. No hay lengua que no sea realidad mental y que exista sin que haya hablante.

La diferencia con el hipotético planeta nueve es que en la ecología lingüística no puede haber una realidad externa diferente a la realidad mental. Pero sí pueden existir diferentes realidades mentales que estén en desacuerdo. Así, afirma Bastardas-Boada:

While it is true that linguistics –together with psychology and sociology– has tried to follow the traditional scientific procedures of the natural and material sciences, we cannot fail to note the increasingly severe symptoms of crisis that manifest themselves if this approach is adhered to blindly and unthinkingly, treating the phenomena of psycho- and socio-linguistics as being more or less identical to those that the traditional sciences have sought to shed light on (2013: 152).

A menudo se está tomando esa realidad lingüística como si fuese lo mismo como en el ejemplo del planeta nueve. Las lenguas y las situaciones lingüísticas, a diferencia de los planetas desconocidos, sólo existen en la mente. En este sentido afirma Bastardas-Boada que el observador se vuelve tan importante como el objeto observado. Una lengua, entonces, está viva en las cabezas de sus hablantes y de las personas que están en contacto con sus hablantes.

II) En un gran número de estudios, en el campo del desplazamiento de lenguas, la estructura de la lengua es objeto de análisis. Esos estudios se basan en el supuesto de que el desplazamiento de la lengua originaria avanza debido a una sustitución paulatina de elementos lingüísticos, la cual culmina en la desaparición de la estructura de la lengua originaria. Entonces, al concluir la sustitución de su estructura, la lengua originaria estaría muerta. Así, se ha considerado que el latín ya es una lengua muerta porque ya no tiene la estructura original (Hagège, 2002: 62).

Obviamente, cuando una lengua termina por sustituir a otra, la lengua que se impone tiene una estructura diferente. En ese sentido, quiero aclarar que no estoy cuestionando la importancia de los estudios estructurales, pero sí cuestiono su relevancia predominante cuando nos interesa el mantenimiento de la lengua. Por supuesto, los mismos hablantes perciben la sustitución de palabras “tradicionales” por palabras “nuevas”, así como de nuevas estructuras sintácticas o de una pronunciación, desconocida hasta entonces. La penetración de préstamos en lenguas minorizadas es percibida como un proceso de desplazamiento por los mismos hablantes.

Sin embargo, también es innegable que todas las lenguas tienen vocabulario prestado de otras lenguas. No existen lenguas “puras” ni lenguas que no se hayan sido modificadas con el tiempo. En consecuencia ¿podemos llamar “desplazamiento” a la transformación del latín en otras lenguas románicas? De la misma forma ¿podemos hablar del desplazamiento de una lengua cuando se incorporan palabras del inglés? Hagège ha dedicado algunas páginas a la pregunta de si el latín es una lengua muerta o no y llega a la siguiente conclusión: “De hecho, ya hacía mucho tiempo, tanto en España como en Francia, que las lenguas neolatinas se habían emancipado, y sus formas, en esta época, no estaban tan alejadas como pudiéramos imaginar de las de hoy. Sólo metafóricamente podemos decir que el latín sobrevive en las lenguas romances” (2002: 62).

En respuesta a Hagège, presento un ejemplo de la biología. Las plantas y los animales vivos tienen cuerpos que se encuentran en un proceso permanente de cambio. Así como las lenguas, desde un enfoque estructural, están compuestas por palabras y reglas gramaticales, así, los cuerpos de las especies están formados por millones de células, de las cuales cada una tiene su función. Las células mueren y son renovadas durante toda la vida. De la misma forma cambian las moléculas que componen a nuestro ADN. En el transcurso de unos 10 años, todas nuestras células y todas las moléculas van a ir desapareciendo de nuestros cuerpos y serán sustituidas por nuevas. Es decir, la materia del cuerpo humano cambia por completo y después de un tiempo queda muy poco de lo que formaba a un cuerpo antes. En parte es sustituido por otras células y en parte es el resultado de una metamorfosis autoorganizativa.

Es decir, si el 15 de febrero de 1950 nació un niño, llamado Juan González ¿él hoy es la misma persona? La mayoría de sus moléculas y de sus células corporales han sido renovadas en varios ciclos. Su apariencia ha cambiado radicalmente. ¿Tal vez podemos decir “metafóricamente” que el niño del año 1950 es el mismo que en estas fechas es un hombre de edad mayor?

Sobre esta base afirmo que no comprendo por qué, según Hagège, es lamentable que el latín ya no exista en sus estructuras clásicas. ¿Significa lo dicho por Hagège que a las lenguas hay que mantenerlas puras, en su versión original? Y entonces ¿cuál es su versión original?

Cuando nuestra atención está dirigida únicamente hacía la estructura lingüística, como una realidad externa, nos estamos alejando del problema principal de los hablantes de la lengua, quienes perciben el abandono y quienes perciben las desventajas, así como las relaciones de poder entrelazadas con el proceso lingüístico. Al respecto comenta Zimmermann:

Hay dos maneras de producir la extinción de una lengua: a) la no-supervivencia de los hablantes mismos, o sea por el genocidio o por eventos indirectos como enfermedades epidémicas y b) por lo que llamamos la muerte del lenguaje, es decir, el hecho de que los miembros de una etnia sobreviven físicamente, pero dejan de hablar su lengua. Algunos lingüistas hasta incluyen en esta categoría la incorporación sucesiva de elementos de la lengua dominante a las lenguas indígenas, y tratan de describir el proceso de muerte de la lengua como elementos de otra (Knab 1978; Hill-Hill, 1977, 1986). No estoy de acuerdo. El desplazamiento es un desplazamiento de las funciones de una lengua, es decir el desuso paulatino en dominios sociales. En ciertos casos sí puede darse un proceso paralelo de decadencia dentro de la lengua autóctona recesiva (1999: 113).

En las comunidades con lenguas originarias se afirma, con frecuencia, que los ancianos son los únicos que todavía hablan bien, ya que son ellos los que conocen todas las palabras antiguas.

Como es natural, los ancianos fallecen antes que los ahora jóvenes y esos jóvenes, a pesar del juicio de ser “incompetentes”, podrán seguir hablando la lengua originaria. No importa que ésta haya cambiado y esté muy mezclada con el español. Por consiguiente, ¿se puede decir que ya nadie habla bien una lengua? o ¿se le puede decir a una persona mayor que ya no es la misma que antes?

Lo que indica, si una lengua está en el proceso del desplazamiento o no, es la percepción colectiva como realidad mental. Esa realidad mental también determina, cuáles son las estructuras y palabras “correctas” y cuáles no. Si las funciones y la transmisión de la lengua originaria siguen intactas, también depende de la percepción colectiva como realidad mental.

Obviamente existen hechos que pueden ser considerados “más objetivos”, que deben ser tomados en cuenta, como la migración, pobreza, etc. Sin embargo, es indispensable un análisis de la percepción colectiva para obtener una imagen de la situación lingüística. “A further development soon arose from the realization that, while objective markers of a group’s ‘vitality’ are clearly important, so too are more subjective perceptions.” (Edwards 2011: 115)

III) Las razones de por qué mantener una lengua originaria no siempre son claras. Hay diferentes argumentos que hacen referencia a los derechos lingüísticos y a las desventajas que emanan para los hablantes de una lengua indígena que entra en contacto con la lengua nacional. Así publica el INALI:

La discriminación hacia la población, y sobre todo hacia los hablantes de lenguas indígenas durante generaciones, ha provocado que se oculte el uso de las lenguas indígenas, disminuyendo sus ámbitos de uso. La discriminación, la violación de los derechos humanos y lingüísticos por parte de los servidores públicos y el incumplimiento de las tareas institucionales han tenido gran responsabilidad en la pérdida de muchos idiomas. La responsabilidad de todos los mexicanos ante estas injusticias es muy alta, y debemos recuperar el tiempo perdido. (2009: 24)

Los problemas arriba citados son graves y obviamente se están violando los derechos de los hablantes. Pero, con cierto cinismo, se podría decir que la solución para estas personas está en hablar el español en vez de la lengua originaria. Los problemas mencionados son los problemas de hablantes de una lengua minorizada, cuando ésta aún es vital. Es decir, por ser hablantes de una lengua originaria y por tener un acento marcado hablando el español, además por su apariencia y su cultura, esos hablantes experimentan actitudes negativas. En el texto citado del INALI, los maltratos hacia los hablantes son presentados como causa del “verdadero mal”, que es el abandono de la lengua. Un poco más adelante se lee en el mismo documento:

Las lenguas indígenas son parte integrante del patrimonio cultural de la Nación y son los indígenas y sus idiomas los que le dan en mayor medida a la nación mexicana su expresión de pluriculturalidad y de multilingüismo. Detrás de cada uno de los hablantes existe un patrimonio universal que lleva una historia completa de sus culturas, de sus formas de pensar, de construir el futuro y de aportar soluciones que han sido probadas desde tiempos inmemoriales. La reversión del proceso de desplazamiento de las lenguas indígenas nacionales queda, en gran medida, bajo la tutela de los propios pueblos indígenas; no obstante, es obligación del Estado formular y aplicar políticas públicas para revitalizar, fortalecer y desarrollar las lenguas indígenas nacionales para romper las tendencias que llevan a su desaparición (cf. 2009: 25).

En consecuencia, hay que conservar al patrimonio cultural de la nación mexicana. Como detrás de cada hablante existe un patrimonio universal que lleva una historia completa de sus culturas, hay que salvar a esos hablantes para salvar a la cultura. ¿Cómo puedo interpretar este texto? 1), ¿hay que salvar a los hablantes para salvar a su cultura o 2), ¿hay que apoyar a la cultura para ayudar a los hablantes? Hay una diferencia entre las preguntas 1) y 2). La primera trata a la lengua originaria como si fuera una realidad externa con un gran valor. Los hablantes de esa lengua salen en segundo plano para salvar a la supuesta realidad externa. La segunda se enfoca en el hablante a quien hay que apoyar y la revitalización es una estrategia para llevarlo a cabo.

Enfatizo nuevamente que la descripción de la estructura es importante como cualquier análisis científico. La elaboración de gramáticas y diccionarios es necesaria para apoyar a los actores que se dedican al mantenimiento. Sin embargo, describir la lengua no equivale a mantenerla o revitalizarla. Y apoyar a los hablantes con el fin de que ellos puedan hablar la lengua para que ésta sirva a la diversidad lingüística no parece un fin muy lógico. En ese último caso, si los indígenas no hablaran una lengua diferente al español, tampoco hubiera razón para crearles condiciones para una vida digna.

Es una afirmación provocadora, pero me gustaría escuchar una aclaración de los actores de la política del lenguaje. ¿No debe ser al revés, en el sentido de que hay que apoyar a la lengua originaria cuando ésta implica ventajas para sus hablantes? La gramática y los diccionarios, sin los hablantes de esa lengua, sólo son interesantes para los historiadores. En muchos casos, la investigación en el área sirve para la documentación, pero ya no sirve para la planificación del lenguaje, cuando carece de hablantes.

Lo que quiero resaltar es el problema del enfoque de la atención. David Crystal argumenta de la misma manera como Hagège, citando a Aryon Dall’Igna Rodrigues: «Humanity gains so much from each fresh expression of itself in a language: ‘The world is a mosaic of visions. With each language that disappears, a piece of that mosaic is lost’» (2002: 45).

The best way for an educated person to feel the power of this argument, I always think, is to ask what would be missed if –through an imaginary catastrophic language disappearance– had never had X (where X is any well-known language). What splendours of literature, in particular, would we have never experienced if some event had prematurely ended the development of French, or Spanish, or Russian? What if Norman French had succeeded in displacing Old English after 1066? No Chaucer, Shakespear, Wordsworth, Dickens now (cf. 2002 [2000]: 45).

Lo que no menciona Crystal es que, si se hubiera impuesto el francés de los normandos, probablemente hubiera emergido otra lengua y, tal vez, tendríamos los testimonios de otros escritores brillantes. Pensando en la metáfora de la ecología ¿es lamentable que tantas especies de dinosaurios hayan desaparecido hace millones de años? En ese caso los mamíferos probablemente no hubieran podido desarrollar esa diversidad que hoy conocemos.

Aunque el argumento de Crystal, que con la pérdida de cada lengua desaparece una visión del mundo y también una parte de la cultura, es un argumento importante, realmente ¿podemos decir que siempre es el caso de que se pierde una parte de la cultura? ¿Que cuando se pierde una lengua también se pierde una visión del mundo? Por ejemplo, en algunas lenguas el concepto de “Dios”, es muy diferente al que conocemos en el mundo occidental. En su lugar, en estas culturas, hay otros conceptos que en nuestra cultura no existen.

¿Cuándo esta lengua mencionada está en peligro, con un concepto diferente a la nuestra, entonces, para Crystal el hablante es portador de una visión diferente que puede desaparecer junto con la lengua que se pierde?

Replico a Crystal que el mantenimiento de la lengua no garantiza el mantenimiento de la forma de pensar, o sea, la cultura. Aunque la lengua es mantenida, la visión diferente también puede desaparecer.

Durante los siglos después de la Conquista, la gran mayoría de los pueblos originarios han sido evangelizados y, aunque elementos de su religión se hayan conservado a lo largo del tiempo, la visión se ha asemejado a la visión occidental, a pesar de que sus lenguas hayan sobrevivido. Sostengo que la divulgación de “la palabra de Dios” ha destruido a la diversidad cultural antes que la lengua española. Sin embargo, no recuerdo haber leído, que la Biblia acaba con las culturas. Aunque eso es indiscutible. Últimamente son otras Iglesias, no la Católica, las que están evangelizando en lengua indígena. Las comunidades indígenas evangelizadas mantienen su lengua, pero pierden gran parte de su riqueza cultural, que es rechazada por las Iglesias fundamentalistas, como antes ha sido rechazado por la Iglesia Católica.

Por supuesto, también es innegable que la lengua indígena ayuda a mantener algunas visiones del mundo. Pero como acabo de decir, la lengua no garantiza la conservación de la visión del mundo o de la cultura específica. También es posible que la visión del mundo se esté conservando aunque la lengua está siendo desplazada.

En ese sentido, Bastardas-Boada (2003, 2013a y 2013b) critica lo que él llama “la metáfora del contenedor”, que quiere decir que el significado es íntegro a la forma. La palabra no implica el significado como si ambos fueran realidades externas e inseparables.

Esta renovación paradigmática debe consagrar definitivamente la toma en consideración del hecho cerebro-mental en toda su amplitud humana, desde la significación a la emoción, y desde la interpretación a la decisión comportamental teleológicamente influida. Así, hay que descartar definitivamente la metáfora del “contenedor” y convencernos de que, aunque no nos lo parezca a primera vista, no son las palabras igual que las otras cosas ‒perceptibles‒ las que “significan” sino nosotros quienes les damos significado, de acuerdo con nuestras experiencias previas fijadas en nuestro depósito cognitivo y/o con las innovaciones ideáticas que queramos crear. No hay, pues, ni signo ni significado sin significador (Bastardas-Boada, 2003: 18).

Se puede mantener el signo sin el significado o el significado sin el signo. Estoy de acuerdo con que se haga todo lo posible para evitar el desplazamiento de una lengua. En fin, la lengua y la religión son los pilares de la identidad para muchas personas. Pero nuevamente pregunto ¿hay que mantener a la lengua para conservar a la cultura? ¿No existen también otras razones mucho más importantes para mantener a la lengua originaria?John Edwards cuestiona el romanticismo y el nacionalismo que hicieron surgir muchas academias de lenguas nacionales: “We must of course agree with Dixon’s (1997: 144) argument that ‘once a language dies, a part of human culture is lost forever’, providing, of course, that we accept that the language itself is the part that is lost.” (2011: 122)

Muchos de los argumentos a favor de las lenguas indígenas están basados en conceptos que consideran que las lenguas son realidades externas y que las palabras como tales incluyen el significado. Más adelante comenta este mismo autor:

Skutnabb-Kangas (2000: 259) has written that, while ‘traditional’ knowledge cannot survive even one generation of language loss’. Phillipson (1992: 166) has even asserted that the spread of English entails the ‘imposition of new mental structures’. Putting aside the last strange and strongly Whorfian point altogether, we might perhaps think that fairer examples of language-loss-as-knowledge-loss should refer only to ‘small’ languages with oral traditions. There is of course no evidence for this nor, strictly logically, could there be any such evidence (Edwards, 2011: 122).

Repito aquí, que el mantenimiento de una lengua minorizada, solamente para conservar la diversidad lingüística, es un argumento pobre. No podemos argumentar de la misma manera como para sostener la diversidad biológica en un ecosistema. Es cuando falla la metáfora de la ecología. Las especies son una realidad externa y existen sin nuestro conocimiento sobre ellos. La lengua no puede existir sin humanos y, por ende, la lengua debe servir a sus hablantes. Es decir, si la supervivencia de la lengua hace feliz a sus hablantes, entonces tenemos un argumento que justifica el esfuerzo para mantener la lengua. Ya el simple hecho de que haya hablantes interesados en su lengua, es un argumento importante. No obstante, puede haber argumentos mucho más convincentes cuando el desplazamiento afecta especialmente a los monolingües de la lengua minorizada. Ya por el hecho de que no es justo que una persona mayor y monolingüe sea obligada a aprender hablar en otro idioma.

Sin embargo, si el objetivo es simplemente el mantenimiento por el mantenimiento, sin tomar en cuenta a los hablantes, quienes pueden sufrir desventajas por ser hablantes, entonces no veo ninguna razón para revitalizar a una lengua, especialmente, cuando los hablantes tienen el deseo de que sus hijos dejen de hablar la lengua originaria.

Conclusiones

Para la pregunta A) la respuesta es que las lenguas, independientemente de la cantidad de hablantes que tengan, no pueden considerarse como realidades externas como en los casos de los planetas desconocidos. Las lenguas implican valores e ideologías y siempre equivalen a lo que aquí llamo realidades mentales y colectivas. También las lenguas históricas que ya no tienen hablantes, como aquellas cuyos testimonios aparecen en escrituras, grabadas en piedras, no son realidades externas sino realidades mentales.

Si sólo vemos la estructura de lengua X que está desplazando a lengua Y no podemos fijar un límite claro cuando el desplazamiento haya concluido. El problema radica en el concepto de lengua que difiere de acuerdo con las distintas culturas. (Romaine, 1994: 5-15) No existe una forma objetiva para determinar qué es una lengua y qué es otra. Una lengua siempre es una realidad mental.

Semejante es la respuesta a la pregunta B) porque el fenómeno del desplazamiento puede ser el síntoma de otros fenómenos, como de un cambio cultural, pero también de problemas humanos que afectan la supervivencia. El mismo fenómeno puede ser causado por diferentes circunstancias. Para Hagège (2002) las lenguas son realidades externas que hay que salvar. Las lenguas románicas modernas tienen estructuras diferentes que el latín, pero también son producto del latín. En ese sentido no se puede decir que el latín haya muerto, sino que se ha transformado.

En cuanto a la pregunta III), me da la impresión de que Hagège (2002), Crystal (2002) etc., igual que el INALI, quieren salvar en primer lugar a las palabras y en segundo lugar a los usuarios. Mi opinión es que, sobre todo por razones de ética, se debe enfocar en los hablantes en primer lugar y así apoyar a la vitalidad de la lengua.

Lo señalado también tiene implicaciones en el estudio del fenómeno en cuestión. La muerte de una lengua, entonces, es una muerte percibida, principalmente como realidad mental, y como tal debe ser analizada. Las personas que hablan, así como las personas que solamente escuchan las lenguas, se están formando una imagen de la ecología lingüística. (Terborg, 2016; Terborg, Velázquez, Trujillo, en prensa) Ellas también perciben el cambio del uso en los diferentes ámbitos. En consecuencia, es la percepción que debe ser objeto de estudio para beneficiar a los hablantes de lenguas originarias.

Bibliografía

Bastardas-Boada, Albert (2003), “Lingüística general: elementos para un paradigma integrador desde la perspectiva de complejidad”. LinRed I, 1-23,en <http://www.linred.es/articulos_pdf/LR_articulo_111120032.pdf>.

——————– (2013a), “Sociolinguistics: Towards a Complex Ecological View”, en Àngels Massip-Bonet y Albert Bastardas-Boada (eds.), Complexity Perspectives on Language, Communication and Society, Heidelberg, Springer, pp. 15-34.

——————–Albert (2013b), “General Linguistics and Communication Sciences: Sociocomplexity as an Integrative Perspective”, en Àngels Massip-Bonet y Albert Bastardas-Boada (eds.), Complexity Perspectives on Language, Communication and Society, Heidelberg, Springer, pp. 151-173.

Crystal, David (2002 [2000]), Language Death, Cambridge, Cambridge University Press.

Edwards, John (1992), “Sociopolitical aspects of Language Maintenance and Loss: towards a Typology of Minority Language Situations,” en William Fase, Koen Jaspaert and Sjaak Kroon (eds.) Maintenance and Loss of Minority Languages, Ámsterdam, John Benjamins, pp. 37-54.

Hagège, Claude (2002), No a la muerte de lenguas, Barcelona, Paidós.

INALI (2009), Programa de revitalización, fortalecimiento y desarrollo de las lenguas indígenas nacionales 2008-2012, Ciudad de México, PINALI, INALI.

Romaine, Suzanne (1992), Language in Society. An Introduction to Sociolinguistics, Oxford, Oxford University Press.

Terborg, Roland (2016), “¿Cómo clasificar el avance del desplazamiento de una lengua indígena para una adecuada planificación del lenguaje? Un primer intento de medición”, en UniverSOS, núm. 13, pp 11-35.

Terborg, Roland; Velázquez, Virna y Trujillo, Isela (en prensa), La facilidad compartida y la clasificación del avance en el desplazamiento de una lengua indígena, (FALTA PONER EDEITORIAL Y LUGAR DE EDICIÓN)

Zimmermann, Klaus (1999), Política del lenguaje y planificación para los pueblos amerindios, Ensayos de ecología lingüística, Frankfurt Ym Main, Vervuert-Iberoamericana.