Cantar y reír en mayat’aan, tu’un savi, chaqF jnyaJ, äyuujk, o’dam y en Niya/Te̱ja̱o̱

4 Lagos[1]

Andrea Ancira García
 Academia de Bellas Artes de Viena

Sol Aréchiga Mantilla
Hormiguero

Emiliana Cruz Cruz,
CIESAS-Ciudad de México

María Emilia Fernández Nadurille
Universidad de Texas en Austin


Fragmento de la canción «Morir de amor» en chatino.


¿Quiénes somos y cómo llegamos a imaginar un karaoke en varias lenguas?

El grupo 4 Lagos es un grupo de trabajo conformado por cuatro mujeres interesadas en reflexionar, desde nuestras muy distintas historias, sobre las relaciones de poder entre las lenguas. Algunas hemos estado muy cercanas a ese cuestionamiento y otras apenas nos estamos acercando, pero en todos los casos, este proyecto detonó procesos personales que hubo que afrontar para poder compartir con otrxs.

En el caso de Emiliana Cruz, por ejemplo, quien lleva décadas reflexionando sobre las dinámicas asimétricas entre las lenguas desde distintas perspectivas, las reuniones que realizamos semanalmente durante tres meses para poder encontrar un proyecto común[2] se volvieron un espacio de diálogo para pensar desde la incomodidad pero también desde el goce. Ajena por completo al karaoke (nunca antes había cantado en uno) y poco familiarizada con ciertas prácticas colectivas de traducción, comenzó a hacerse preguntas sobre algunas ideas y posiciones propias que terminaron por flexibilizarse y se abrieron en nuevas preguntas con posibilidades y potencias renovadas.

Para las cuatro, sin duda, fue necesario revisar las ideologías lingüísticas con las que crecimos y que forman parte de nuestro entorno, así como las estructuras de discriminación y privilegio para desenredar las relaciones entre nuestras distintas lenguas. A pesar de que el grupo completo no tuvo nunca una reunión presencial a causa de la pandemia, tuvimos un gran espacio de diálogo para procesar esos entramados que encarnamos y observar cómo esa experiencia se inserta en vidas distintas y genera diferentes cosas. Leer no produce el mismo resultado que vivir. Pensar en las lenguas de manera más tradicional (y/o conservadora) desde la lingüística o cómo se piensa la revitalización desde la academia puede ser limitante, mientras que el juego y la risa, o las posibilidades que abre la traducción, generan grietas que no necesariamente nos habíamos imaginado antes y por ahí se puede colar la luz.

Fue así que llegamos a la idea del canto y el karaoke como plataforma de encuentro, un espacio donde cupieran el canto y las risas pero también las reflexiones sobre las relaciones de poder alrededor de las lenguas.

Pero ¿por qué un karaoke en “lenguas no hegemónicas” y no en “lenguas indígenas”? Pues para no hacer el cuento largo, básicamente porque estamos cansadas de con-vivir con categorías políticas que han contribuido a que el Estado mexicano se legitime como la única nación en este territorio. Por eso nos hemos embarcado a explorar otras formas de nombrar estas lenguas que mantienen una relación asimétrica con el español en México. Y, desde este criterio, nos encontramos con que el conjunto de lenguas en realidad es más amplio, incluyendo el creole, el farsí, el swahili, el yiddish, el árabe, entre otras (lenguas que intentamos incluir en el repertorio, sin mucho éxito esta vez).

Del taller de traducción de canciones al karaoke

En junio de 2021 se llevó a cabo el taller de traducción de canciones a lenguas no hegemónicas de donde saldría el repertorio para producir los videos de karaoke.[3] El grupo conformado por Sasil Sánchez, hablante de mayat’aan, Javier Gil, hablante de mixe de Ayutla, José Vázquez, hablante de chaqᶠ jnyaᴶ de San Juan Quiahije, Inocencia Arellano, hablante de o’dam de Santiago Teneraca, Florentino Solano, hablante de tu’un sávi de Metlatónoc y Javier García, hablante de niya/te̱ja̱o̱, comenzó su andar en compañía del colectivo 4 Lagos y nuestrxs tres invitadxs especiales, Susy Delgado, Rubí Huerta y Francisco Segovia, quienes compartieron sus experiencias y herramientas con el grupo.

La dinámica de trabajo del taller se planteó desde que enviamos las invitaciones: cada traductorx escogió una canción que consideraba popular en su región de origen y otra que consideraba popular en un territorio más extenso. A partir del gusto propio se conformó un cancionero ecléctico al que se sumó también «Yesterday», de los Beatles, por sugerencia de 4 Lagos. A lo largo de poco más de un mes de reuniones virtuales, dos veces a la semana, cada participante fue compartiendo con el resto del grupo sus avances y describiendo sus principales retos y soluciones. En una mezcla de práctica y experiencia, se fue dibujando una ruta de traducción en la que las particularidades de cada lengua contribuyeron a la construcción de un ejercicio traductor específico, cargado de posibilidad y de fracaso.

Traducción de «Yesterday» al mixe por Javier Gil.

Algunas de las razones que nos llevaron a organizar un taller y crear videos de karaoke tienen que ver con el deseo y la necesidad de aproximarnos a la traducción desde un proceso colectivo, atentas a los procesos que detona para pensar las lenguas como formas de entrar en contacto y relacionarse con una historia, una comunidad de hablantes, en un territorio específico, evitando estetizar o hablar de forma abstracta de las lenguas no hegemónicas para no despolitizar el ejercicio. También vimos el taller y el karaoke como un camino para acercarnos a la diversidad/diferencia lingüística, desde un lugar que nos permitiera contrarrestar las representaciones neoliberales del multiculturalismo asociadas a un vínculo positivo y a una supuesta participación incluyente en el Estado Nación.

Participantes del taller de traducción.

El taller en las voces de lxs participantes

El grupo de traductorxs quedó conformado por mujeres y hombres hablantes de lenguas mayances, lenguas otomangues, lenguas mixe-zoques y lenguas yutoaztecas, cada quien con sus procesos y sorpresas que se fueron convirtiendo en interesantes retos y experiencias de aprendizaje. Retos musicales, ¿cómo cuadrar los tiempos de una canción al traducir?, retos de lectura, ¿cómo entender lo que según nosotrxs quiso decir quien compuso?, retos de traducción, ¿cómo trasladar culturalmente emociones específicas como la depresión?

Por cuestiones de espacio, compartiremos más a fondo las impresiones de Sasil Sánchez Chan, pero antes, algunas observaciones de lxs demás participantes:

Javier Gil: A veces es muy fácil decir que se traduce algo a otra lengua. Cuando hablamos en lenguas, realmente son mundos, galaxias… ¿cómo dar a entender una idea?

José Vázquez: Hablo chatino pero no lo escribo y por ende no lo leo. Aprendí el español a los 15 años. Por lo tanto, para traducir me apoyé en mi profesora Emiliana. La primera traducción que vi fue literal. Y la otra que había le daba otro sentimiento. Depende mucho de cada quien, de quien traduce. Por ejemplo, en Yesterday, “There’s a shadow hanging over me” [se volvió] “Esta maldición que me persigue.” Una forma de adecuar la frase que pueda dar a entender el sentimiento.

Inocencia Arellano: Se ven muy largas las frases pero al momento de cantar se acortan… “Heridas en el corazón” en vez de “golpes en el corazón“ porque esa frase no tiene mucho sentido en o’dam. [Además,] nos interesa que no se folclorice la lengua.

Javier García: [Me parece importante] promover la lengua a través del canto… porque una canción, y más cuando es karaoke, sí provoca el interés…

Frida Cruz: Toda mi vida he escuchado esa canción [“Morir de amor”] y supe las letras pero nunca las pensé mucho […] Pero una línea nos trajo dudas de qué estaba diciendo realmente la canción. Ni Claudia ni yo sabíamos qué es “morirse solo en desamor”. Para mí como hablante también de inglés no me hacía mucho sentido. […] Fue muy lindo ver cómo Claudia estuvo analizando cada significado de cada palabra y cada frase.

Claudia García Baltazar: Sí, fue un poquito difícil […] Tuve que estudiar la letra en español, entender realmente el mensaje que quería el autor transmitir, darme cuenta de que también muchas de las palabras eran en forma de metáfora y de ahí comencé a traducir. Primero de forma literal, cada frase tuve que hacer varios borradores, desde a mano, pasarlo a computadora […] La doctora [Emiliana Cruz] me comentó que tenía que traspasarlo al contexto social del lugar, a la lengua, para que se entendiera. Entonces ahí pensé cómo le voy a hacer. Lo que hice fue preguntarle a las personas de alrededor ¿cómo puedo decir esto para que se entienda? ¿o de qué forma me entendería? O esto es lo que quiero decir pero ¿sí me doy a entender o no me doy a entender? […] Pero luego, después el ritmo, las letras era muy largas no se adaptaban, queríamos no cambiar el contexto de cómo es el ritmo en español. Estuvo difícil. Fue un trabajo que duró bastante. […] Fue confuso, muy confuso porque la lengua de nosotros es tonal y entonces cuando es hablarlo tiene su tono y a la hora de cantarlo, cambia. [Cuando estuve en contacto con Frida dejamos los tonos hablados]. Y también tiene que alcanzar la música y que la letra no sobre. [Así que estuvimos poniendo y quitando cosas pero sin perder la idea ni el mensaje.] Fue algo hermoso, que nunca había hecho y ya me estoy dedicando a otra canción. Uno va aprendiendo cuando va haciendo las cosas.

Florentino Solano: Esta es una primera versión. Intenté trabajar la rima pero es muy difícil, hay mucho trabajo y quizás hay que seguir trabajándolo. El primer reto fue el inglés, entender bien el inglés. El segundo fue hablar del amor. “Mi alma se apoderó de ti”, esa es la manera más cercana de decir “te amo” en tu’un savi.

​​Sasil Sánchez Chan: Cuando recibo la invitación para participar, [lo que me llamó la atención fue] el mirar la lengua desde el lado del disfrute, desde esta parte de compartir y el encuentro con la música y cómo el idioma puede también trasladarse a eso, al gozo. Claro, sin quitar la alerta ni la alarma de saber de la pérdida y el desplazamiento, esto que está ocurriendo con las lenguas no hegemónicas… Me di cuenta de eso, que muchas veces la preocupación por el estatus de la lengua nos quita la parte del disfrute, y para mí fue muy importante darme cuenta que también tenemos esta parte, entonces yo feliz de comenzar el reto con las compañeras. […] En un principio había escogido una [canción] que era como más solemne, más tranquila y en el proceso conforme veía a mis compañeras y compañeros me daba cuenta y decía no tiene que ser siempre así, ya estamos más en esta parte más alegre, más de fiesta. Entonces decidí cambiar de canción por una que es mucho más conocida […] Elegí la de Selena, “El chico del apartamento 512”. Y la elección fue clara, por supuesto que va a salir en maya.
Cuando ya le presto más atención a la letra, a la estructura, a lo que dice, fue así de «espérame y cómo voy a decir eso». Fue un gran reto […]. Hay cosas que desde el idioma no tenemos como apartamento. Que fue un tema que platicamos en las sesiones, que también eso fue un proceso muy rico. El cómo, entre todo el equipo, íbamos planteando cuáles eran las dificultades o los retos que encontrábamos al momento de trasladar las letras de las canciones, en mi caso al maya. […] Y entonces yo decía, yo tengo un problema, por ejemplo, con la palabra que es básica, apartamento, [pues] la forma en cómo nosotros vivimos desde la concepción de nuestro pueblo [es] en comunidades chiquitas y en un mismo terreno vive una familia de hasta tres familias.
Tampoco tenemos pasillos. Lo que hice fue jugar un poco con lo que en el idioma sí tenemos que son las proximidades. En qué punto me encuentro yo y en qué punto se encuentra aquello de lo que estoy hablando: está muy próximo a mí, está medianamente próximo a mí o sé que está ahí, sé que existe, pero no lo estoy viendo. Fue una forma de ir aterrizando aquello que no existía en mi idioma pero que sí estaba en la canción, para que de alguna manera no se perdiera la esencia.
En donde dice “el chico que yo quiero para mi dueño” […], si analizamos nosotras como mujeres originarias de algún pueblo indígena, estamos muy atravesadas por cuestiones de violencia, del patriarcado, de todo esto, y era algo que no quería seguir replicando […] Terminé poniendo “el chico que yo quiero” para quitarle esta parte de que no, ya no somos objeto para que alguien nos posea.[4]

  1. 4 Lagos somos Emiliana Cruz, María Emilia Fernández, Sol Aréchiga Mantilla y Andrea Ancira García.
  2. En esta primera fase también participó Neil Mauricio Andrade (abril-julio 2020).
  3. Para cantarlas, visitar https://casadellago.unam.mx/pva2021/un-pajaro-canta/
  4. Tomamos las citas de lxs participantes del taller de las minutas que fuimos realizando y las de Frida Cruz, Claudia García y Sasil Sánchez provienen de charla presentada en Conversations on race & ethnicity https://youtu.be/2BpD1TAPOZE?t=14336. Frida Cruz y Claudia García no participaron en el taller pero realizaron el ejercicio de traducción por cuenta propia y forman parte integral del proyecto.