Tonada del cisne en Los Andes: acerca de Wiñaypacha de Óscar Catacora [1]

Mauricio Sánchez Álvarez
Laboratorio Audiovisual, CIESAS Ciudad de México


Poster oficial de la película, tomado de https://www.filmaffinity.com

Febrero de 2022. En lo alto de los Andes peruanos, donde los pastizales casi tocan las cumbres nevadas, viven Phaxsi, una mujer, y su esposo Willka, una pareja de ancianos aymaras que han rodado mucho en la vida. Apenas tienen lo suficiente para subsistir: un par de casitas de paredes de piedra y techos de paja, rodeadas por una barda también empedrada, en que guardan una llama y un pequeño rebaño de ovejas que cuida un perro viejo, y una chacra cercana donde siembran chuño. Aunque su vida consiste de ellos dos acompañándose mientras hilan lana en la casa, o siembran en la chacra, o realizan rituales que le dan sentido a casi todo lo que hacen, tienen la esperanza de que algún día regrese su hijo Antuku, quien parece haberse ido (posiblemente a una ciudad) hace un buen tiempo. Valiéndose de tomas quietas y largas, acentuadas por la lentitud con que se mueven marido y mujer, así como la parsimonia con que hablan, la película primero nos familiariza con “el costumbre” (como suele decirse en México a las pautas ancestrales indianas), para luego adentrarnos en el drama mismo de estos dos personajes, tan devotos como temerosos de las fuerzas naturales deificadas a quienes veneran y responden.

El punto de quiebre es la celebración del año nuevo, momento en que buscan presagios para el nuevo ciclo. Tras efectuar una práctica adivinatoria, Willka declara que ocurrirá una muerte; y de allí en adelante sobreviene una cadena de sucesos, uno cada vez más infortunado y trágico que el anterior. Para no hacerla de spoiler (la peli se puede ver en Netflix), solo mencionaré los primeros dos. Se acaban los fósforos con los que prenden la fogata y los candiles que alumbran la casa por dentro, de modo que un reticente Willka se ve obligado a emprender camino, junto con la llama, al pueblo más cercano. Pero, en medio de lluvia y truenos, no llega muy lejos al sufrir una caída. Notando que su marido no llega y ya está oscuro, Phaxsi sale a buscarlo, y cuando ambos llegan a la casa se percatan un zorro ha arrasado con el rebaño y el perro.

Para quienes vivimos preocupados con la posible extinción de una cultura aborigen los moretones emocionales que deja Wiñaypacha no pueden ser más dolorosos. Pero a lo mejor, y más en las condiciones actuales, es preferible advertir a idealizar. La ancestralidad explícita de las figuras de Phaxsi y Willka nos debe hacer pensar en los retos inminentes que enfrentan las sociedades que siguen trazando un destino propio, distinto y por fuera de los tentáculos del industrialismo y el automatismo. El sesgo deliberadamente trágico de Wiñaypacha (que en lengua aymara significa eterno) puede ser un presagio, que ojalá se esté a tiempo de revertir.

  1. Óscar Catacora (1987-2021) fue un director de cine peruano que alcanzó a dirigir dos películas: Wiñaypacha (2018), el primer largometraje rodado íntegramente en lengua aymara, ganadora de varios premios, y Yana-wara, obra póstuma, que se estrenará próximamente.