Victoria Novelo: mano y mirada artesanal

Isaac García Venegas
ciesas Ciudad de México


Victoria Novelo. Foto de Patricia Coronado.

Victoria Novelo. Foto de Patricia Coronado.

Cuando conocí a Victoria Novelo su fama la precedía en mi universo personal. Por un interés particular en temas relacionados con el modo de producción capitalista, tiempo atrás había leído su libro Las artesanías y el capitalismo en México. También por motivos más azarosos que programáticos, ya había visto algunos de los documentales de la serie Antropo-visiones. Para rematar, en un par de anécdotas sobre el movimiento estudiantil de 1968, que distintas personas me contaron, su nombre había aparecido de un modo peculiar. Para mí, antes de conocerla, ella era ya autora, documentalista, activista. En suma, el suyo no era sólo un nombre, ella tenía ya un nombre.

Conocerla fue darle rostro a ese nombre. Un día de finales de septiembre de 2007, Ricardo Pérez Montfort y yo habíamos quedado de cenar con ella en el centro de Mérida, Yucatán. Victoria Novelo llevaba ya un par de años trabajando en el ciesas Peninsular. Su aversión a la Ciudad de México y las oportunidades derivadas de su trabajo la llevaron a construir una vida lejos del ombligo de la República, primero en Colima, luego en la “ciudad blanca”, aunque en 2013 regresó a la urbe de sus tormentos. Al parecer hay lugares de los que no es posible distanciarse tan tajantemente, mucho menos en un país centralista como lo sigue siendo el nuestro.

En aquella ocasión en la que cenamos, ella había organizado un encuentro para reflexionar en conjunto sobre la necesidad y pertinencia de crear un centro de documentación gráfica en Yucatán. Por supuesto, dicho encuentro incluyó la proyección y discusión de documentales y fotografías, así como la exposición de experiencias de trabajo relacionadas con archivos y centros de documentación de imagen. Para ese entonces, con la decidida ayuda de una administración general del ciesas, sensible a los vientos que soplaban a favor de las ciencias sociales y la imagen, en el segundo semestre de 2006 Ricardo y yo ya habíamos echado a andar formalmente el Laboratorio Audiovisual de nuestra institución en la Ciudad de México. En aquel encuentro fuimos a presentar el trabajo institucional entusiasta, dedicado y sincero que estábamos llevando a cabo. La comunión de intereses hizo que para mí el rostro de Vicky tuviera un gesto cómplice, sonriente, y sorprendentemente dulce. Antes de conocerla hubo voces que me advirtieron lo “difícil” que era en su trato. Durante esa cena me pregunté una y otra vez sobre esta advertencia a la que no le hallaba asidero. Cierto es que ella hacía gala de una ironía incisiva, pero para mí esa es una virtud que muy pocos poseen, y para ser sincero, la disfruto bastante, sobre todo si, como en el caso de Vicky, llega mezclada con buen humor.

Sin embargo, a lo largo de los días de aquel encuentro comprendí las raíces de la advertencia que me habían hecho: sus críticas eran sucintas, claras, y sin el socorrido amortiguamiento barroco que acostumbramos en este país. Sus comentarios, certeros, resultaban en más de un momento incómodos. Pero se trataba de comentarios con fundamento derivados de una disciplina férrea: escuchaba y veía con una atención militante que me parece cada vez menos frecuente entre las generaciones posteriores a la de ella. Y tomaba notas, notas y más notas. Desde allí, aunado a su enorme bagaje cultural, su experiencia de trabajo, emitía sus comentarios, sus críticas, sus observaciones. Por eso tenían ese tono poco condescendiente que los caracterizaba.

Fue entonces que me vino la idea de que todo su hacer profesional, con ese gesto, esa mirada, y con esas manos largas y bellas, tenía algo de artesanal en el sentido en que ella lo entendía. No es este el espacio para abordar su obra al respecto, pero vale la pena recuperar lo que escribió sobre las artesanías y sus protagonistas en uno de los tantos artículos que publicó: “Mano que es diestra y amorosa y origen del orgullo profesional fincado en la capacidad artesanal para modificar, afinar y terminar el producto”.[1] Pienso que no hay desdoro en pensar que, en cierto modo, la suya era una antropología artesanal. Su producto era tanto su palabra, escrita o hablada, como su mirada, ambas de una precisión que destemplaba. Así es como la imagino cuando comenzó a abrir brecha en la antropología del trabajo o en el mundo audiovisual: diestra, amorosa, con capacidad, comprometida en la elaboración y la reelaboración de productos escritos y audiovisuales, pero ante todo con aquellos a los que estudiaba. Así es como la vi en sus últimos años.

Cuando las circunstancias lo permitieron por su estancia en Yucatán, Vicky asistió a las sesiones del seminario “Las ciencias sociales en el mundo audiovisual” que fundamos y promovimos desde el Laboratorio Audiovisual entre 2006 y 2010. Las más de 50 sesiones de este seminario mostraron al menos tres cosas. Primero, la conveniencia de abrir un espacio de discusión y reflexión sobre la imagen y las ciencias sociales que desbordara los estrechos límites de nuestro centro de estudio. Su éxito fue tal que posteriormente otras instituciones académicas lo replicaron, incluso en ocasiones con los mismos invitados. Segundo, la necesidad de ir abandonando la autorreferencialidad disciplinaria. En cada sesión fue evidente que la riqueza de la discusión y retroalimentación era enorme si se lograba sortear los cartabones disciplinarios. Tercero, la urgencia de abrir, dentro del ciesas, una línea de investigación relacionada con la imagen.

Algunos, entre los que, por supuesto, se encontraba Vicky, le dimos muchas vueltas al tema de la línea de investigación. Varias veces esbozamos talleres, materias optativas, diplomados, etcétera, con el objetivo de ir abriendo esa línea. No estábamos seguros de llamar “antropología visual” al espacio que deseábamos construir; especialmente ella pensaba que esa denominación era demasiado restrictiva para el cúmulo de experiencias de los que se podía invitar a colaborar. Pero de lo que sí estábamos convencidos era de que al hacerlo daríamos un impulso de vanguardia a nuestro centro. La ventana de oportunidad estaba abierta: había gente que trabajaba de manera individual –y muy bien, por cierto– sobre la imagen en el ciesas; se había fundado un Laboratorio Audiovisual que estaba en franco y acelerado crecimiento; había capacidad de convocatoria; había sensibilidad institucional al respecto. Pero lo que no hubo fueron los recursos suficientes ni los procesos administrativos necesarios para concretar la línea de investigación. Para 2014 la situación cambió bastante. A la administración general de nuestra institución llegó una visión con escasa sensibilidad para este aspecto en particular. Fue así que la ventana se cerró, perdiendo el ciesas con ello la oportunidad de ser una institución de vanguardia en cuanto a lo audiovisual se refiere. Actualmente ni siquiera figura en el puñado de instituciones académicas que lo impulsan con vigor.

Este hecho evidentemente nos afectó a todos los involucrados. Vicky, ya instalada de nueva cuenta en la Ciudad de México, distinguida como Profesora Emérita del ciesas en 2013, si bien decepcionada por estos vientos contrarios, bregó por asegurar la persistencia de lo audiovisual en nuestro centro de investigación. Fue así que en 2017 ella, Carlos Antaramián (que desafortunadamente no forma parte ya del ciesas) y yo (coordinando un Laboratorio Audiovisual sin personal ni recursos económicos) realizamos con un magro presupuesto dos breves series cuya función fue la de difundir el trabajo que algunos investigadores de la institución llevan a cabo: Por la lente del ciesas y Al micrófono, nuestros investigadores responden. La primera consta de breves cápsulas extraídas de la serie Palabra del ciesas, que el Laboratorio Audiovisual realizó entre 2010 y 2013. La diferencia con ésta reside en la duración (alrededor de 5 minutos) y el énfasis en la investigación de los entrevistados. La segunda, en su momento, fue una novedad al interior de nuestro centro. Está formada por varios podcasts en los que los investigadores hablan sobre su trabajo, destacando algunos aspectos.

La segunda serie evoca en mí algo así como el sello Novelo, es decir, una forma de trabajo. En cada podcast lo que se escucha es el resultado de un trabajo serio de investigación, no sólo por parte del investigador que habla, sino de quienes estuvimos en su producción. Para realizar la serie, primero, discutimos ampliamente cuáles eran los temas centrales que debían difundirse dada nuestra realidad nacional, cosa imposible de hacer si se carece de una “lectura” sobre esa realidad. Luego, ubicamos dentro del ciesas a los investigadores que estuvieran trabajando dichos temas. Posteriormente, leímos sus libros y artículos, para de ellos extraer sus ideas principales, así como los aspectos sobre los que nos parecía fundamental que comentaran en el podcast correspondiente. Hecho este proceso, Vicky redactaba tres o cuatro preguntas que discutíamos para, una vez aprobadas, enviarlas al investigador seleccionado para que las respondiera por escrito con una extensión específica. Leímos con atención cada una de las respuestas que los investigadores nos enviaron –en algunos casos tuvimos que solicitar su reelaboración–, y sólo entonces procedimos a la grabación de cada podcast, lo cual incluyó cierta capacitación tecnológica para todos los involucrados. El resultado fue, me parece, una serie de sumo interés que cumple con su función primordial: difundir la investigación que se hace en el ciesas.

Pero en esta serie, como en todo el trabajo audiovisual que emprendió Vicky, había otra función tan relevante como la anterior, y que forma parte de lo que llamo el sello Novelo. Dicha función consistía en convencer con ejemplos a la propia comunidad de las potencialidades y alcances de lo audiovisual en y para sus resultados de investigación. En su opinión había que convencer a la institución misma de la necesidad de una correcta y adecuada difusión de sus contribuciones a la sociedad. Insistía en que, al igual que en el resto de las instituciones académicas, en la nuestra existe un profundo desdén hacia los trabajos de difusión cuando no una lamentable y atroz confusión con la publicidad. Difundir implica capacidad de investigación, un talento en la ubicación de los nodos centrales de lo investigado que merecen ser conocidos por su relevancia, hallar un discurso adecuado, asequible y comprensible para los que están fuera del ritual académico en el que nos desenvolvemos, y el conocimiento de las potencialidades del uso de tecnologías distintas a lo escrito, que es el lugar privilegiado en el que el mundo académico se despliega. En este sentido, todavía el año pasado, ya con el Laboratorio Audiovisual cerrado definitivamente, aquellos que cenamos un día de finales de septiembre de 2007, hicimos un proyecto de difusión para los trabajos del Área C del ciesas-Ciudad de México, que no prosperó, y fue llamado Las urdimbres del Búho. Antropología e historia desde el ciesas. Incluso, de manera paralela, ella y yo conversamos sobre la posibilidad de convertir su libro Artesanos de oficios en el Centro Histórico de la Ciudad de México (2018) en un documental. Hablamos sobre las horas de grabación que para ese proyecto se hicieron en 2015, ya calificadas; el presupuesto necesario y quiénes nos podían ayudar en su producción. La falta de recursos suficientes hizo que Vicky guardara este proyecto en el cajón de los deseos pendientes. En suma, la difusión que ella defendía es la que se caracteriza por poner a discusión problemáticas e ideas, no por promover eslóganes o seducir demagógicamente. Así, pues, esa difusión, fue una de las apuestas centrales de nuestra investigadora emérita hasta el final de sus días.

Desmesurado sería afirmar que la suya fue una apuesta equívoca o derrotada. Es cierto que en nuestro centro no impera la difusión como ella la entendía, pero tampoco es que esté del todo ausente. Así como en su casa, en su vestimenta, en su utillaje de trabajo, Vicky usaba recurrentemente elementos artesanales, luciéndolos orgullosamente con ese porte del que hacía gala, así el ciesas se presenta, usando, recurriendo a la serie Antropo-visiones, Por la lente del ciesas, Al micrófono, nuestros investigadores responden, a experiencias como el centro de documentación gráfica de Yucatán que ella impulsó, para mostrar su hacer ante y para la sociedad. Por supuesto, hay otros tantos trabajos audiovisuales, muchos de ellos resultado de esfuerzos individuales antes que institucionales, que se suman a lo hecho por ella y que terminan por salvar a nuestro centro de la ausencia real y efectiva de un impulso y desarrollo institucional de lo audiovisual. Como los artesanos y los obreros que ella estudió, Vicky nos enseñó que resistir implica trabajar, trabajar bien, a pesar de las ofensivas que se padecen. Así como el trabajo manual, el trabajo obrero, el trabajo artesanal persisten, en nuestro centro, pese a todo, el trabajo audiovisual persiste. Cierto es que el ciesas es mucho más que lo audiovisual y la difusión, pero podría ser aún más de tener esto en consideración.

No cabe duda que Victoria Novelo merece homenajes y reconocimientos, no sólo por parte de nuestra institución, sino de la antropología mexicana en general, por sus muy reconocidas contribuciones. Merecido es que una cátedra, un auditorio, un aula, una biblioteca, un premio, lleven su nombre. Esperamos que los homenajes virtuales y físicos se lleven a cabo. Pero dentro de este reconocimiento indispensable sería un notable acierto que el ciesas hiciera de lo audiovisual una política institucional, que abra una nueva ventana de oportunidad para resarcir la que se cerró en años pasados, que remonte el camino que dejó de andar en lo audiovisual, y que impulse el reconocimiento de la difusión reivindicada por nuestra investigadora emérita. Ese sería un gran homenaje. Uno, por cierto, que no estaría mal que incluyera lo que tanto demandó en los últimos años con oficios, cartas, correos electrónicos: instalaciones accesibles para personas con capacidades diferentes en todas las sedes del ciesas.

Por lo demás, un homenaje personal me parece es ejercer el sello Novelo, cultivar la crítica fundada, y realizar nuestra profesión como pienso que lo hizo ella: diestramente, amorosamente, con un compromiso a prueba de adversidades, vaya, en cierto modo, artesanalmente.

Bibliografía

Novelo Oppenheim, Victoria (2008), “La fuerza de trabajo artesanal mexicana, protagonista ¿permanente? de la industria”, en Alteridades. Multiculturalismo, derechos humanos y pueblos indígenas, núm. 35, pp. 117-126.

———— (1976), Las artesanías y el capitalismo en México, México, ciesas.

———— (2018), Artesanos de oficios en el Centro Histórico de la Ciudad de México, México, Secretaría de Cultura-Dirección General de Culturas Populares.

  1. “La fuerza de trabajo artesanal mexicana, protagonista ¿permanente? de la industria”, en Alteridades. : 117-126.