Subjetividades contemporáneas y malestares juveniles

Gonzalo A. Saraví
CIESAS Ciudad de México


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Foto tomada del proyecto “Adolescentes y pandemia en México” coordinado por Gonzalo Saraví y Mario Quezada. Enero 2021.


Los estudios sobre juventud se desarrollaron principalmente en dos vertientes: una que prioriza el análisis de las identidades juveniles y, por ende, se concentra en dimensiones culturales, y otra, que se interesa por las formas que asume la transición a la vida adulta tomando en consideración sus condicionantes estructurales e institucionales. Si bien ambas tradiciones han transcurrido por caminos paralelos y relativamente distantes, su devenir ha generado en los últimos años un mayor acercamiento y potencial cruce de intereses que puede graficarse en la cercanía entre dos conceptos de uso muy frecuente en estudios recientes como son: experiencia y biografía. Ambos conceptos comparten al menos dos aspectos que los acerca: uno y otro hacen referencia a dimensiones culturales y a la vez estructurales e institucionales; y los dos otorgan centralidad al “sujeto” como unidad de análisis. Este proceso ha permitido una renovación de los estudios sobre temas clásicos en este campo, como las culturas juveniles o las trayectorias y experiencias escolares y laborales, y al mismo tiempo habilitó la emergencia de temáticas nuevas como las desigualdades, el sentido de pertenencia, las identidades de género, el ocio y tiempo libre, o la sociabilidad y nuevas tenologías, entre otras.

Dentro de este nuevo abanico de potencialidades es llamativo, sin embargo, que las subjetividades juveniles contemporáneas no hayan recibido aún la atención e investigación que se merecen. Digo que es llamativo por dos razones: por un lado, porque en el análisis de la subjetividad confluyen dimensiones culturales, estructurales e institucionales, y representa una dimensión clave del “sujeto”. Pero además porque, por otro lado, la subjetividad está, de una manera u otra, directamente presente en muchas de las nuevas temáticas y problemáticas que afectan a los jóvenes.

Así como la precariedad que caracteriza la vida de muchísimos jóvenes o las profundas desigualdades que definen sus experiencias y oportunidades, son temas que marcan la cuestión social contemporánea en relación con las juventudes, las subjetividades juveniles representan también otra de las temáticas clave para la sociedad actual. La centralidad que la sociedad contemporánea deposita sobre el sujeto hace que muchos, sino es que todos, los dilemas sociales actuales tengan una expresión a nivel subjetivo. Para decirlo brevemente, y de manera más bien evocativa, muchos malestares sociales se traducen en o desencadenan malestares subjetivos, y esto es particularmente así cuando nos referimos a las juventudes. Jóvenes que buscan un espacio de pertenencia, que negocian identidades emergentes, que lidian con el desprecio y desvalorización social, que se enfrentan a una carrera meritocrática que amenaza con el fracaso, o que sufren el vacío de un futuro incierto y con pocas expectativas, frente a lo cual encontramos manifestaciones de angustia y depresión, aislamiento e inseguridad, o resistencias que van desde nuevos compromisos hasta el resentimiento.

Un niño con una patineta

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Foto tomada del proyecto “Adolescentes y pandemia en México” coordinado por Gonzalo Saraví y Mario Quezada. Enero 2021.


El análisis de las subjetividades desde una perspectiva antropológica nos abre la posibilidad de explorar la vida interior de los sujetos bajo diferentes escenarios sociales. Esto significa asumir que la subjetividad no es independiente de los contextos e interacciones sociales y, por ende, reconocer su variabilidad, heterogeneidad y contingencia. Lejos de un enfoque biologicista o esencialista que asume la subjetivdad como un atributo dado e inamovible del sujeto, para la antropología la subjetividad del individuo se configura en la relación con otros seres ‒humanos y no-humanos‒, cosas ‒materiales e inmateriales‒, y lugares, y en la interacción de todos ellos; lo que es equivalente a lo que Silbey (1995) denominó una concepción ecológica del self. Este planteamiento puede parecer inicialmente obvio, sin embargo suele ser olvidado cuando se analizan fenómenos o procesos caracterizados por condiciones sociales extremas (i.e. violencia, exclusión, migración forzada), en las que se priorizan aspectos estructurales o sociales, mientras que las subjetividades parecieran ser trascendentales a estas condiciones. Las investigaciones de Veena Das o Scheper-Hughes, son valiosísimas y reconocidas excepciones en esta dirección. Pero en el caso de los estudios sobre juventudes resulta una ausencia notable, más aún cuando se trata de una etapa de la vida central en el proceso de subjetivación o configuración de una subjetividad. ¿Qué ocurre, por ejemplo, con los procesos de subjetivación en contextos de exclusión y relegación social que caracterizan a las ciudades latinoamericanas? ¿Cuáles son los dilemas, malestares y resistencias subjetivas de estos jóvenes? y ¿Cómo ellas se expresan en muchas de sus prácticas cotidianas?

En estos jóvenes, la identidad individual y el sentido de sí mismo, dimensiones por excelencia de la subjetividad, se construye en interacción con la precariedad material que caracteriza sus condiciones de vida, pero también en relación con la devaluación social y simbólica de sus barrios y de su propia posición en la sociedad. Algunos autores se refieren a esta configuración como subjetividades periféricas (Castro y Bicalho, 2013; Kooper y Richmond, 2020; Guerra, 2020). Las subjetividades juveniles construidas en estos enclaves de pobreza como favelas, villas, o colonias marginales están marcadas profundamente por la segregación, el desprecio y la relegación que pesa sobre sus territorios. Tal como lo planteó Antonsich (2010): “quién soy es indisociable de dónde pertenezco”.

En estos contextos los jóvenes enfrentan una lucha y negociación permanente en torno a la construcción de su propia respetabilidad, valor social, y reconocimiento (Giroux, 2012). Así por ejemplo, el involucramiento en bandas, organizaciones criminales, o actividades violentas, se vuelve una fuente de prestigio y poder. Por un lado, se trata de una fuente de ingresos que habilita el acceso a patrones de consumo y estilos de vida culturalmente promovidos y anhelados; por otro, en sí mismas otorgan cierto estatus y respetabilidad local. Pero los estigmas territoriales y la criminalización de los jóvenes pobres, se extiende más allá de aquellos involucrados o no en estas actividades. A través de las interacciones cotidianas, las respuestas institucionales, o las miradas de los otros, la estigmatización y criminalización de los jóvenes pobres y sus colonias marca sus subjetividades, ya sea a través de la internalización o la resistencia. Misse (2010) se refiere a este proceso como una subjetivación criminal, por la cual los jóvenes pobres, principalmente pero no exclusivamente varones, son catalogados anticipadamente como violentos y peligrosos. Con frecuencia, además, estas condiciones de precariedad material y desvalorización social, se traducen en cuestionamientos morales sobre sus estéticas, actitudes, preferencias y estilos de vida, que minan tanto la propia autoestima como el sentido de pertenencia en la sociedad.

La subjetividad no sólo es condicionada por los contextos materiales y sociales en que están inmersos los sujetos, sino también por la cultura y el poder. Sherry Ortner (2006) hace explícito este planteamiento cuando señala que la subjetividad se refiere a ese mundo interior del sujeto, pero también a la formación cultural y social que modela, organiza y provoca ese estado interior. Esta advertencia resulta relevante en tanto que la subjetividad es la substancia y el medio por excelencia de gobermentalidad en la sociedad neoliberal contemporánea (Bayón, 2019). Biehl, Good y Kleinman (2007) señalan que la gobernanza contemporánea ocurre a través de una reconfiguración cultural pero también, y sobre todo, a través de la transformación interior de los seres humanos; algo similar a lo que más recientemente el filósofo surcoreano Byung-Chul Han (2014) ha denominado la psico-política como mecanismo distintivo de una gobernanza neoliberal; esta técnica de poder propia del neoliberalismo, dice  el autor, adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento.

La sociedad neoliberal promueve y exalta un tipo particular de subjetividad, caracterizada por el individualismo, una alta autoestima, la reflexividad, y el emprendedurismo sobre el propio yo, no sólo en clave meritocrática sino también en la búsqueda del bienestar emocional y existencial individual. Con estas características se configura una subjetividad, abstracta y formal, pero que se promueve como “la” subjetividad de la modernidad y que, precisamente, encuentra como sujeto paradigmático a los jóvenes. Esta subjetividad neoliberal hace abstracción de las condiciones reales de existencia, pero su poder simbólico e influencia moral ejerce una pesada presión sobre los jóvenes y exige un gran esfuerzo por parte de éstos para responder a las demandas de este modelo. Quienes no resultan exitosos en este intento son clasificados como los perdedores de la sociedad: loosers.

Foto tomada del proyecto “Adolescentes y pandemia en México” coordinado por Gonzalo Saraví y Mario Quezada. Enero 2021.


Tanto los sectores más desfavorecidos como amplios segmentos de las clases populares y medias son permanentemente interpelados por esta subjetividad neoliberal en la interacción entre pares, en instituciones, en la publicidad, en las figuras exitosas, pero sobre todo en la virtualidad de las redes sociales. La configuración de su propia subjetividad debe navegar las presiones e influjos de este discurso abstracto que se impone aun en condiciones de precariedad material y social que hacen prácticamente imposible su realización. Para los jóvenes en condiciones socioeconómicas más difíciles este fracaso pre-enunciado conduce a la autoculpabilización, a la atribución de fallas e incapacidades personales y a la búsqueda de otros espacios de reconocimiento (Reguillo, 2010; Saraví y Makowski, 2011). Pero no es sólo en estos sectores que la gobernanza neoliberal toma la subjetividad como epicentro de sus intervenciones. Los jóvenes de otras clases sociales también deben lidiar con las presiones de este discurso: las nuevas generaciones se sienten permamentemente evaluados por otros en el cumplimiento de estos discursos hegemónicos, temerosos del fracaso y el rechazo, y al mismo tiempo condicionados por un futuro personal y colectivo poco sustantivo que genera en muchos sensaciones de vacío. Byung Chul Han (2014) define al smartphone como un aparato de subjetivación que funciona como un rosario: “ambos sirven para examinarse y controlarse a sí mismo… el ‘me gusta’ es el amen digital… cuando hacemos clic en el botón de me gusta nos sometemos a un entramado de dominación” (2014: 26). El smartphone como metáfora de la forma en que opera la psicopolítica y evocación de un complejo proceso de configuración de subjetividades.


Bibliografía

Antonsich, Marco (2010), “Searching for Belonging. An Analytical Framework”, en Geography Compass, (vol. 4, Issue 6), pp. 644-659.

Bayón, María Cristina (2019), “Introducción: La construcción social de la desigualdad. Reflexiones sobre convivencia y justicia social en tiempos de neoliberalismo”, en María Cristina Bayón (ed.), Las grietas del neoliberalismo, México, UNAM.

Bayón, María Cristina y Gonzalo Saraví (2019), “Presentación: Desigualdades: subjetividad, otredad y convivencia social en Latinoamérica”, en Desacatos núm. 59, pp. 8-15.

Biehl, João, Byron Good, y Arthur Kleinman (2007), “Introduction. Rethinking subjectivity”, en João Biehl, Byron Good y Arthur Kleinman (eds.), Subjectivity. Ethnographic Investigations, Berkeley, CA, University of California Press.

De Castro, Ana Chacel y Bicalho de, Pedro Paulo de Gastalho. (2013), “Juventude, térritório, psicologia e política. Interveçoes e práticas possíveis”, en Psicologia, Ciência e Professao, núm. 3, pp. 112-123.

Giroux, Henry a. (2012), Disposable Youth, Racialized Memories, and the Culture of Cruelty, Nueva York, Routdlege.

Guerra, Andréa Máris Campos (2020), “Periferias e subjetividades. Políticas na perspectiva psicoanalítica”, en: Novos Estudos, vol. 39, núm. 1, pp. 39-56.

Han, Byung-Chul (2014), Psicopolítica. Neoliberalismo y Nuevas Técnicas de Poder. Barcelona, Herder.

Kooper,M. ay Richmond, M. (2020), “Apresentação: situando o sujeito das periferias urbanas”, en Novos Estudos, vol. 39. Núm. 1, pp. 9-17.

Misse, M. (2010), “Crime, sujeito e sujeição criminal: aspectos de uma contribuição analítica sobre a categoria ‘bandido’”, en Lua Nova, núm. 79, pp. 15-38.

Ortner, Sherry B. (2006), Antropología y teoría social, Buenos Aires, UNSAM Edita.

Reguillo, Rosana (2010), “La Condición juvenil en el México contemporáneo. Biografías, incertidumbres y lugares”, en Rosana Reguillo (ed.), Los jóvenes en México, México, FCE-Conaculta.

Saraví, Gonzalo y Sara Makowski (2011), “Social Exclusion and Subjectivity: Youth Expressions in Latin America”, en The Journal of Latin American and Caribbean Anthropology, vol. 16, núm. 2, pp. 315-334.

Sibley, David (1995), Geographies of Exclusion, Londres, Routdlege.