Entre el mundo virtual y los recuerdos: la construcción de una investigación etnográfica en tiempos de pandemia

Wendy J. Bazán Landeros[1]
Posgrado en Antropología Social CIESAS Pacifico Sur | wnd_bazan@hotmail.com


Recuerdo en la milpa de doña Wilma. Dzibalchén, Hopelchén. Fotografía propia.


Como estudiante de la Maestría en Antropología Social del CIESAS, y dada mi experiencia de más de cinco años compartiendo y colaborando con diversas personas participantes en la lucha contra la soya transgénica en la Península de Yucatán,[2] particularmente en el municipio de Hopelchén, Campeche; me propuse indagar sobre las acciones políticas de integrantes de esta lucha conformados en la “Alianza Maya por las abejas de la Península de Yucatán” (Alianza), en el marco del primer gobierno autoproclamado de “izquierda” en México, el gobierno de la llamada “4T”.[3]

Desde un inicio investigar este tema implicaba ciertos retos debido a que la Alianza está integrada por un conjunto de personas diversas, entre ellos apicultores, meliponicultoras, activistas, miembros de Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) académicos y académicas que se encuentran dispersos en diversos municipios de la península y el país. El confinamiento derivado de la pandemia de Covid-19 me planteó nuevos retos, como la imposibilidad de regresar a la Península de Yucatán y acercarme a los integrantes de la Alianza de manera presencial.

Ante este panorama y la necesidad de avanzar con la investigación propuesta para la maestría, opté por indagar sobre las acciones políticas de la Alianza en redes sociales y prensa. Lo anterior considerando que ya desde hace varias décadas, las redes sociales y los medios de comunicación son una de las dimensiones de la realidad actual por las que diversas OSC emprenden acciones políticas como plantear demandas, hacer presión a los gobiernos y persuadir sobre ciertos problemas a la sociedad.

Así, la recopilación de datos etnográficos de mi investigación comenzó en la virtualidad, particularmente en prensa, páginas web y redes sociales. En la prensa nacional revisé los periódicos La Jornada, El Universal y la revista Proceso, periódicos independientes como PíedePágina y SinEmbargo, también investigaciones periodísticas independientes de Contralínea, Plumas Atómicas, entre otras. Seguí a periodistas destacados en el ámbito nacional como Carmen Arístegui, y revisé las redes sociales de instancias como Sader, Conacyt, Semarnat, la Secretaría de Bienestar, entre otras. Adicionalmente revisé una enorme cantidad de videos y publicaciones en plataformas como YouTube, Facebook y Twitter. De igual forma participé en diversos “webinarios” y en un seminario académico que, ante la pandemia, se llevó a cabo de manera virtual.[4]

La inmersión realizada en el espacio público virtual me llevó a descubrir el debate “nacional” en torno a los transgénicos, el glifosato y la política de desarrollo rural, que, hasta hoy, se lleva a cabo en medios de comunicación, entre los actores de la lucha contra la soya transgénica en la Península de Yucatán y otros grupos de la sociedad civil, académicos, empresarios y funcionarios del gobierno de la “4T” situados en diferentes lugares del país. Esto me permitió ampliar el horizonte de mi investigación hacia lo que llamé “la esfera pública nacional”.

Navegar como investigadora (más que como espectadora) el mundo de la prensa virtual, y notar los contrastes entre lo leído y escuchado respecto a lo que se mantenía en mis recuerdos del tiempo compartido con diversos actores en el municipio de Hopelchén; me llevó a incorporar el análisis del discurso como un método que me permitiría reflexionar otras dimensiones de la relación entre OSC, como la Alianza y el gobierno de la “4T”. Sin embargo, no quería dejar de lado enfoques previos abordados en la maestría y que consideraba de utilidad para mi investigación etnográfica, como la antropología del Estado, la ecología política y el análisis de la política pública. Así mi enfoque teórico-metodológico se fue configurando de un modo híbrido para analizar información etnográfica obtenida de la virtualidad, pero también de mis recuerdos.

Al ahondar en los recuerdos que guardo de mi experiencia compartiendo con personas en Hopelchén, me interesó anclar los discursos y disputas que circulan en la “esfera pública nacional” en “la esfera local” del municipio, ya que percibí ciertos contrastes entre las dinámicas productivas que conocí y me transmiten personas de Hopelchén, respecto a lo que se sitúa en los discursos debatidos en el plano nacional.

Así, me propuse realizar entrevistas semiestructruradas a la manera antropológica convencional que, finalmente, se convirtieron en entrevistas a la distancia a campesinos y campesinas mayas, amigxs de Hopelchén con quienes compartí muchas experiencias, y con lxs cuales me he mantenido en contacto por medios virtuales y de comunicación. También entrevisté vía telefónica a funcionarios locales con los que debí hablar más de una vez para acercar información a las personas a las que impartía talleres, así como a funcionarios públicos que operan programas federales del gobierno de la 4T. También pude contactar con productores menonitas, gracias a la ayuda de otra amiga investigadora ‒Merle Müller‒ quien se encontraba en terreno en ese momento.

La información etnográfica que recolecté de septiembre a diciembre de 2020 en la virtualidad y a través de diversos medios de comunicación, me sirvió para generar un corpus en formato Excel el cual está conformado por: 1) notas de prensa, 2) documentos de gobierno federal (4T), 3) documentos oficiales Campeche/Hopelchén, 4) Sociedad civil, 5) webinarios y seminarios y 6) entrevistas, que contienen los apartados: Fecha, Instrumento, Fuente, Título, Actores, Resumen, Citas, Categorías de análisis, Notas, Dudas/pendientes, que tienen como fecha más antigua 2001 y como fecha reciente abril de 2021.

La organización de este corpus me permitió, por un lado, situar a los diferentes actores presentes en el debate público nacional y conocer sus posiciones respecto a diversos temas de la política rural en el gobierno de la 4T, así como conocer múltiples aspectos de la lucha contra los transgénicos en México. Por otro lado, de este corpus obtuve categorías de análisis, las cuales elegí por su relevancia en la discusión nacional sobre la política rural, es decir, por ser con mayor frecuencia el objeto de los discursos presentes en los diferentes documentos revisados, como: campesino, gobierno, soberanía alimentaria, agroecología y agroindustria.

Estas categorías sometidas al análisis del discurso desde el enfoque de la ecología política me llevaron a descubrir que en la esfera pública nacional existen fuertes disputas discursivas por la definición de la política de desarrollo rural. Considerando dos posiciones extremas que, por supuesto, dejan de lado matices internos, identifiqué dos “Coaliciones discursivas” (Hajer, 1993): una que defiende un modelo de producción rural alternativo (agroecológico) al propuesto por los gobiernos mexicanos de los últimos treinta años, y otra que defiende el mantenimiento del modelo agroindustrial. También que las posiciones de estos actores van cobrando sentido bajo el uso de distintas categorías, mediante las cuales se van configurando discursivamente las realidades sociales y dando legitimidad a sus demandas (Escobar, 1998; Li, 1996).

Además, descubrí que los discursos expresados en la prensa nacional y los medios virtuales casi siempre los enuncian actores hegemónicos, como funcionarios, académicos y empresarios. Las voces de actores locales, como las de los campesinos-productores de Hopelchén, no figuran en la prensa nacional. Y lo más sorprendente es que las percepciones de algunxs de ellxs contrastan con las que expresaron funcionarios, activistas, y empresarios, quienes dicen defender sus intereses.

Estos contrastes los expliqué a partir de los discursos que circulan sobre el polémico herbicida glifosato. Para algunos académicos y funcionarios el herbicida es un “peligro” que se debe prohibir inminentemente, un producto que los campesinos indígenas con “practicas ancestrales” no necesitan para realizar su agricultura “limpia”. Para los campesinos mayas y menonitas que viven de la tierra en el municipio de Hopelchén y tienen prácticas diversificadas y heterogéneas que van desde la producción industrial hasta la agricultura de subsistencia (milpa), el glifosato, como parte de las herramientas que emplean para realizar su trabajo, es una sustancia que les ayuda a “superarse”, aunque reconocen que tiene implicaciones desfavorables en el ambiente y su salud.

En palabras de un productor de ejido de Dzibalchén que mantiene una familia con tres hijos en edad escolar, al preguntarle por teléfono si ha escuchado sobre los daños a la salud y el ambiente que se está diciendo que causa el glifosato, mencionó:

yo estoy consciente de eso, que estamos perjudicando, estoy muy consiente, desde basura, contaminación, devastación, todo eso lo entiendo, estoy consciente, pero un ejemplo: ¿usted qué haría si es base de su trabajo?… En veces no nacemos en un lugar donde tengamos dinero, yo nací en una familia muy humilde, aquí crecí yo, para sobresalir, yo siempre digo gracias a los menonitas yo tengo, pero gracias a los menonitas he tumbado bastante, yo sé que le he hecho daño a mi tierra, pero es parte de mi trabajo para que yo pueda darle estudio a mis hijos… les estoy dando de comer, les estoy dando estudios para que el día de mañana ellos se superen, para que ellos tal vez el día de mañana, ellos no dañen la tierra como yo. Yo estoy consciente, pero es parte de mi trabajo… los campesinos no podemos vivir si no tumbamos, si no sembramos, de eso vivimos nosotros (comunicación personal, vía telefónica).

Como ilustra lo dicho por el productor de Dzibalchén, la percepción local sobre el tema del glifosato es más compleja que la que se puede leer en discursos de la prensa nacional que, como muestra mi análisis, en ocasiones se legitiman en percepciones tecnócratas, basados en el conocimiento científico y saberes economicistas, que esencializan a los sujetos rurales y sus realidades.

En mis recuerdos en campo, compartiendo con campesinos y campesinas de Hopelchén, encontré ciertos contrastes respecto a los discursos expresados en la prensa nacional sobre los campesinos, la agroecología, “el campo mexicano”, etc. Me parecieron “versiones particulares de la realidad” (Long, 2007) que escondían un escenario mucho más complejo que merecía la pena revelar, no sólo para contrastar visiones de personas con perfiles socioprofesionales diversos y situados en diferentes escenarios y geografías, sino porque los problemas ambientales y a la salud que están teniendo sustancias como el glifosato, se encuentran anclados en entramados sociales y de poder sumamente complejos que no se pueden entender bajo una visión dicotómica de bueno/malo, o como asuntos que se pueden arreglar prohibiendo una sustancia “peligrosa”.

Como presento con el caso de Hopelchén, en las realidades rurales del país hay entramados sociales sumamente complejos, que se desprenden de procesos históricos, ambientales y culturales que, en mi opinión, resulta necesario considerar y analizar, si lo que se propone lograr, a través de la política pública, es un sistema alimentario más justo, y una sociedad más sana social y ambientalmente hablando.

Más allá de ello, lo que me gustaría dejar en este texto es que las posibles limitaciones de la virtualidad a la hora de hacer investigación, se pueden convertir en grandes oportunidades para las y los antropólogos; en posibilidades para reflexionar y analizar diversas dimensiones de la vida virtual que tienen implicaciones en la vida real (como los discursos que aparecen en la prensa nacional en acciones gubernamentales, políticas públicas, programas de gobierno, percepciones sobre diversos temas como el ambiente o la salud).

En mi experiencia, la investigación virtual invita a reflexionar sobre los discursos y sus contrastes con la complejidad de muchas realidades sociales. Así como a conectar con los recuerdos y las vivencias cotidianas en las que se encuentran configuraciones de la realidad en las cuales se sustentan posiciones críticas y políticas, que (como intenté al escribir mi tesis) buscan reivindicar voces que no necesariamente coinciden con las de los “expertos” y que pareciera que, por ello, no tienen cabida en la esfera pública, ni en las decisiones políticas.

La investigación virtual y, sobre todo, la investigación de la experiencia y del recuerdo, como sucede in situ, necesariamente requiere de una red de solidaridad, por lo que quisiera terminar este fragmento agradeciendo a todas las personas que, desde sus casas o el pueblo más cercano con “señal”, me colaboraron, con su tiempo frente a la computadora o al teléfono, por todo el esfuerzo y la buena onda invertida. Sin el apoyo de todas y todos ellos hubiera sido imposible transitar nuevamente por el mundo rural de la Península de Yucatán, entre sus palabras, mis recuerdos y la virtualidad.


Bibliografía 

Hajer, Maarten A. (1993), «Discourse Coalitions and the Institutionalization of Practice: The Case of Acid Rain in Britain», en F. Fischer y J. Forester (eds.), The Argumentative Turn in Policy Analysis and Planning, Durham, NC, Duke University Press, pp. 43–76.

Escobar, Arturo (1998), La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del desarrollo, Colombia, Editorial Norma.

Li, Murray (1996), “Images of Community: Discourse and Strategy in Property Relations”, en Development and Change, vol. 27, núm. 3, pp. 501-527.

Long, Norman (2007), Sociología del desarrollo: un enfoque centrado en el actor, México, San Luis Potosí, CIESAS-El Colegio de San Luis.

  1. Licenciada en Desarrollo y Gestión Interculturales por el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS) de la UNAM.
  2. Escribo con mayúscula inicial Península porque considero a la Península de Yucatán como una región que incluye los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
  3. La Alianza Maya por las abejas de Yucatán, es una organización conformada por apicultores y meliponicultoras mayas de los tres estados de la Península de Yucatán, activistas, académicos y académicas, comercializadores de miel, entre otros actores que, en la coyuntura de la entrada de gobierno de la 4T, en 2019, posicionó políticamente la importancia de las abejas y la apicultura el plano nacional. Esta organización se desprende de la lucha contra los transgénicos en la Península de Yucatán emprendida por la organización Muuch Kambal y Ma’ OGM en 2012.
  4. Me refiero al Seminario Internacional “Diálogos hacia la construcción de la soberanía y seguridad alimentaria en México” realizado por el Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM del 20 de octubre al 26 de noviembre de 2020, en el que participaron académicas y académicos expertos en temas de la ruralidad en México y otras latitudes del mundo, funcionarios del gobierno de la 4T particularmente de la SADER, la Secretaria de Bienestar, la Procuraduría Agraria, y de la SEMARNAT. Así como personas de organizaciones de la sociedad civil. Y revisé planes y programas de desarrollo rural de los distintos niveles de gobierno en el periodo de “la 4T” y anteriores.