Alejandro Lipschutz y el problema categorial  en el análisis de la reivindicación indoamericana

Alejandro Lipschutz y el problema categorial  en el análisis de la reivindicación indoamericana

La labor de Alejandro Lipschutz (1883-1980), que se extiende por más de cinco décadas, puede entenderse como un intento de construcción de una antropología fundada en Marx. La amplitud de sus estudios se encuentra orientada invariablemente por la problematización de la dialéctica materialista y por el papel de ella en la comprensión de la realidad latinoamericana. La obra de Lipschutz evidencia que la dificultad que enfrenta un análisis no es la del actuario ante un acontecimiento, sino la explicación o el esfuerzo del pensamiento por hacer que esa realidad se muestre como pensamiento. Relegar el problema categorial consiste, entonces, en renunciar a la explicación, por ende, a la realidad concreta y a la fundamentación de la reivindicación de las comunidades indígenas. La motivación latinoamericanista de Lipschutz posee esta premisa.
Mis acercamientos a la relación entre antropología y marxismo

Mis acercamientos a la relación entre antropología y marxismo

En el primer semestre de 1972, mientras hacía trabajo de campo antropológico con los pepenadores de basura en la ciudad de Monterrey inicié el estudio de la obra El Capital de Carlos Marx. En el segundo semestre me inscribí en la Maestría en Antropología Social en la Universidad Iberoamericana. Cuando me preguntaron por qué quería hacer esa maestría, contesté que quería profundizar en los planteamientos de Marx. Me dijeron que a ese autor lo tendría que ver, pero junto con otros más. Y así fue. Estudié a una gran cantidad de antropólogos. El director de mi tesis de maestría fue el doctor Ángel Palerm, quien me dijo que no podría entender bien a Marx, si no lo contraponía con otros pensadores; y me impulsó a hacer una comparación entre la teoría marxista de clases y la teoría paretiana de las elites. El epígrafe de estas tesis fueron dos textos que hacían ver que podía haber complementariedad en esas dos posiciones. Marx escribió que cuanto más una clase dominante era capaz de acoger en su seno a los individuos eminentes de las clases dominadas, tanto más su reino sería estable y peligroso. Mientras Pareto escribió que se podía observar la clase gobernada y la clase gobernante una enfrente de otra como dos naciones extrañas. Parecería que me había equivocado de firma y que lo dicho por Marx correspondía a Pareto y viceversa, pero no; cada uno por su cuenta había escrito lo que podría ser parecido al del otro. Claro que tenían enormes diferencias que fueron tratadas en la tesis, pero había algunos puntos de contacto. Para profundizar en estas dos grandes corrientes, además del estudio de todo lo que había escrito Marx, me adentré en las discusiones emprendidas por una gran cantidad de autores marxistas y en los planteamientos de escritores que criticaban el marxismo. Por supuesto que releí a Engels, de quien había hecho mi tesis de licenciatura. Me interesó profundizar en su tratamiento de la guerra campesina en Alemania. De Ernst Bloch me conmovieron profundamente El principio Esperanza, y   también examiné su libro Thomas Müntzer, teólogo de la revolución. Hubo autoras y autores que me parecieron inspiradores como Rosa Luxemburg y Gramsci. Posteriormente agradecí que Rafael Díaz-Salazar se hubiera encargado de la edición del libro de Francisco Fernández Buey, centrado en la izquierda alternativa y el cristianismo emancipador donde se apuntaba que la izquierda alternativa sería multicolor (roja, verde y violeta) por la recuperación de lo mejor que quedaba del anarquismo, del comunismo y del socialismo combinado con las nuevas aportaciones del ecologismo, el feminismo, el pacifismo y el cristianismo emancipador. Palerm también me orientó a ver cómo la obra de Marx, precisamente por su estudio de antropólogos clásicos y por datos etnográficos de las comunas rusas contemporáneas había terminado con enormes e importantes aperturas que rompían con muchos determinismos, e incitaban a indagar los aportes de los pueblos originarios.
De improntas y vasos comunicantes entre teoría y práctica: la obsesión por transformar<sup><sup><a id="post-19567-footnote-ref-0" href="#post-19567-footnote-0">[1]</a></sup></sup></p>

De improntas y vasos comunicantes entre teoría y práctica: la obsesión por transformar[1]

Esta invitación a escribir un texto en este número de Ichan Tecolotl sobre marxismo y antropología, me ha dado la oportunidad de pasar algunas horas refrescando mi memoria releyendo trabajos, alguna vez leídos y otros desconocidos, míos y ajenos. Efectivamente mi nombre ha sido asociado a la problemática agraria y también a un acercamiento desde el marxismo. Mucha tinta ha corrido sobre la relación entre la antropología y el marxismo en diferentes épocas.
Karl Marx y la antropología: Un apunte

Karl Marx y la antropología: Un apunte

La relación de complementariedad más notable entre la antropología como una ciencia social y el planteamiento de Marx como un método para el análisis de la historia y de la sociedad, ocurre en el ámbito de las temáticas que son comunes a ambas perspectivas. Por ejemplo, si observamos esta complementariedad desde las estrategias de investigación, la cercanía del método de Marx y el evolucionismo multilineal antropológico adquiere mayor visibilidad. Marx enfocó la relación entre naturaleza y cultura colocando al trabajo y su contexto relacional concreto como el medio por el que la humanidad se relaciona con la naturaleza. Gracias a la influencia de Marx, la antropología encuentra salida de los fórceps biológicos, distinguiendo lo que es el proceso evolutivo y su diferencia con la historia. Desde esta perspectiva, es la inserción de fines humanos en la naturaleza, a través del trabajo, lo que causa su transformación en un mundo cultural. Años después, durante el desarrollo de la antropología en el siglo XX, y concretamente asociado al evolucionismo multilineal, los planteamientos de Marx coincidieron con los de la ecología-cultural. Sin duda, la relación humanidad-naturaleza es una de las más complejas temáticas tanto de la antropología actual como desde el punto de vista marxista. En efecto, uno de los factores que influyeron en el regreso de los textos de Marx a las librerías y a las discusiones en las aulas y en las cafeterías, es la aguda y grave crisis medioambiental existente como resultado del desenfrenado extractivismo que caracteriza al capitalismo contemporáneo. Marx planteó que el proceso productivo era en sí mismo una interrelación humanidad-naturaleza, y justo es lo anterior lo que niega el capitalismo, concibiendo a la naturaleza como un objeto al que se puede manipular impunemente. Además de que este planteamiento se complementa con el de la ecología-cultural política, a través del reconocimiento de la interrelación entre sociedad y cultura (Kaplan y Manners, 1979), es desarrollado por científicos sociales como John Bellamy Foster (2000) o Naomy Kleim (2014).
<em>Antropología y marxismo</em>Una revista efímera<sup><a id="post-24033-endnote-ref-1" href="#post-24033-endnote-1">[1]</a></sup></h1>

Antropología y marxismoUna revista efímera[1]

Corriendo el año de 1978 y estando de visita en el cubículo que el antropólogo Andrés Medina Hernández ocupaba en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien esto escribe le planteó la conveniencia de editar una revista que canalizara la corriente marxista, en auge desde hacía unos diez años en los medios antropológicos mexicanos.
Real de Catorce. Múltiples rostros de un viejo pueblo minero

Real de Catorce. Múltiples rostros de un viejo pueblo minero

El pueblo de Real de Catorce, enclavado en la Sierra de Catorce del altiplano potosino, con sus paredes gruesas de piedra que resguardan el recuerdo de un pasado próspero de la explotación de plata, y una vida campesina que vincula la minería con el pastoreo, se ha centrado desde hace algunos años a la fecha en los servicios turísticos de aventura y misticismo, así como imán de importantes peregrinaciones que llegan a visitar al “milagroso San Francisco de Asís”. Un proceso de cambio que le ha dado nueva vida a aquel pueblo que quedó prácticamente en el abandono al suspenderse la explotación minera tras los movimientos armados, pero que al día de hoy se vuelve a replantear una “vocación minera” que le dio origen, en medio de un ambiente de disputa por el territorio y sus recursos, con la presencia de empresas mineras extractivas.

Patrimonio biocultural y desarrollo sustentable en Vicente Guerrero, una comunidad de la Sierra Norte de Puebla

El objetivo de este artículo es mostrar la importancia cultural de las poblaciones originarias mexicanas en la preservación del medio ambiente y en el desarrollo sustentable desde el enfoque social y jurídico. En esta ocasión, nos centraremos en la comunidad de Vicente Guerrero, que pertenece al municipio de Olintla (Sierra Norte de Puebla), se adscribe a la categoría rural y está situada entre la localidad de Dimas López y la cabecera municipal.
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Bosques y minería en la región de Pachuca Real del Monte durante el siglo XIX y principio del XX

La región a que nos referimos se ubica a 90 km al noroeste de la ciudad de México, Pachuca se ubica a 2 400 metros sobre el nivel del mar, en el límite de la planicie del Valle de México y la sierra de Pachuca, Real del Monte está sobre la sierra a 2 770 m.s.n.m. También se asumen dentro del distrito minero a los municipios de La Reforma a 2 660 m.s.n.m., Mineral de El Chico a 2 360 m.s.n.m., Omitlán 2 357 y Huasca a 2 048 m.s.n.m. Es importante señalar que la referida sierra de Pachuca actúa como barrera a los bancos de nubes que desde el golfo de México se acercan hacia el Valle de México, ocasionando que las poblaciones que hemos referido, excepto Pachuca reciban durante la temporada de lluvias, importantes precipitaciones pluviales, favoreciendo la existencia de bosques en sus cercanías.
La Revolución Industrial también comenzó en México. Evolución del paisaje económico y ambiental en <em>El Bajío</em> novohispano tardocolonial

La Revolución Industrial también comenzó en México. Evolución del paisaje económico y ambiental en El Bajío novohispano tardocolonial

Debido al éxito de la historiografía tradicional europea del último siglo y medio, es habitual al abrir cualquier manual de historia económica contemporánea “universal”, que nos encontremos con un apartado dedicado a la Revolución Industrial durante la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX. De manera más concreta, normalmente, a su desarrollo en Gran Bretaña y, por su difusión, a algunos de los demás países europeos y a Estados Unidos. Desde luego, tiene sentido, toda vez que fue en esa región del mundo donde finalmente se consolidaron sus efectos y la aparición de los que serían los cimientos económicos, laborales, sociales y culturales propios de la nueva historia contemporánea de la mayor parte del planeta. Fue entonces cuando Europa y Estados Unidos sustituyeron a Oriente, esencialmente al imperio chino, como principales centros económicos, productores, exportadores, consumidores y acumuladores de capital del mundo. Ello conllevó, a su vez, la integración dentro de esos centros motores capitalistas a sus entornos económicos periféricos, es decir, aquellos que les suministraban de forma directa las materias primas necesarias para la transformación industrial y a donde podían dirigir, como mercado complementario de remanentes, los productos ya elaborados para su consumo. En definitiva, la aparición de un nuevo sistema de relaciones a nivel planetario donde los equilibrios y desequilibrios económicos entre regiones volvieron a reconfigurarse, derivando en nuevas imposiciones y dependencias económicas entre los distintos países. Muchos de esos países, precisamente, de nuevo cuño a principios del siglo XIX.[1]
Metales preciosos y trabajo indígena en la historia social de México

Metales preciosos y trabajo indígena en la historia social de México

La minería colonial novohispana fue un azote para los pueblos de indios que se vieron obligados a enviar trabajadores, llamados “indios de servicio” o “de repartimiento” a minas y haciendas de beneficio. La explotación minera marcó de manera irreparable algunas regiones de México en el pasado y lo sigue haciendo en el presente; sus repercusiones sobre las poblaciones y sus recursos naturales son trascendentes y graves, por lo que a la fecha resulta indispensable una ponderada y estricta regulación estatal.