Desaparición intermitente de niñas y adolescentes en Ciudad de México: elementos para el análisis

Desaparición intermitente de niñas y adolescentes en Ciudad de México: elementos para el análisis

En el año 2019, Vania[1] tenía 14 años y vivía en un barrio periférico de la Ciudad de México (CDMX). Desaparece el 12 de febrero para reaparecer en su domicilio 14 días después. Aparentemente, Vania vuelve sola a su casa. Se cierra en sí misma, no quiere hablar con nadie. Al reaparecer la hija, los padres deciden retirar la denuncia de desaparición. El Ministerio Público considera cerrado el caso y las autoridades no siguen investigando los motivos de la misma. Tres meses después, el 1 de abril del 2019, Vania vuelve a desaparecer. También esta vez su desaparición sigue la misma dinámica: desaparece y vuelve sola a su domicilio dos semanas después.
Besos que matan. La literatura y el cine como espacios que visibilizan las peripecias del sujeto lésbico

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¿Y qué implica si no las nombramos, si no decimos que existen o si decimos poco de ellas o simplemente las anulamos de la historia para seguir preservando la imagen de la mujer, ese ángel del hogar, la madre perfecta, la María idolatrada y colocada en un altar. ¿Será que sólo así podemos negar la existencia de las mujeres lesbianas? Porque hablar de ellas implica evidenciar un deseo no normado, un amor que se considera enfermo aún en el siglo XXI, un placer negado y recluido en lo oculto de una habitación que, al intentar salirse de los espacios establecidos, es castigado con burlas o incluso con la muerte. Así, hablar de las mujeres que se asumen como lesbianas es abordar los estereotipos que se fueron formulado desde la perspectiva masculina, la cual responde a una visión heteronormada, basta con ver algunos chistes que circulan por las redes sociales donde se hace evidente que los roles de género están sumamente arraigados en el imaginario social.[1]

Para que cada lengua conserve su canto, con arrojarnos al amor (tal vez) será suficiente

Al igual que muchos otros de los que, hoy en día, la estudian o la ejercen, yo también llegué a esto que nos obstinamos en llamar lingüística por accidente. O, cuando menos, así me gusta contarlo, pues, a pesar de que los puentes que comunican literatura y lingüística son de viejo conocidos ‒y, según alguno, tan caprichosos como aquellos que hacen posible el concubinato (Saer, 2016), lo cierto es que no en todos los casos es evidente cómo transitarlos, ni mucho menos cómo rayos es que uno va a dar de un lado, cuando arrancó del otro; como en mi caso. Lo que quiero decir es que, en ese ir y venir entre estas dos ficciones –si acaso se me permite agruparlas bajo ese singular tipo–, y en mi

Editorial

La recientemente emitida Declaración del Decenio de las Lenguas Indígenas por parte de la UNESCO o Declaración de los Pinos, precisamente aludiendo a la sede del Congreso Internacional de Lenguas en Riesgo, llevado a cabo en febrero de este año, a la que se le hicieron y están haciendo observaciones para su mejora, y esperaríamos sobre todo implementación, es una cuestión fundamental que hay que abordar como parte de la necesidad de un cambio de narrativa en el discurso en torno a la diversidad lingüística. En el mejor de los casos, hasta ahora sólo ha habido un parcial reconocimiento del alto valor de la diversidad lingüística para el bienestar de las sociedades. Su verdadera implementación en concertación con la sociedad civil resultaría fundamental tanto por parte de la sociedad mayor, como de sus instituciones, y desde luego de las propias comunidades hablantes de lenguas originarias, quienes muy desafortunadamente, en no pocas ocasiones han llegado a interiorizar por lo menos algunos estigmas de la herencia colonial que atentan contra la integridad histórica y sociocultural, y que también es integridad lingüística de los pueblos originarios.

La mudez del turista en la elocuencia del viaje: impresiones visuales y escritas de Egipto (primera parte)

Cuando, a fines de 2017, una amiga nos llamó a mi esposa y a mí a un viaje de 10 días por Egipto durante el siguiente enero, mis primeras sensaciones fueron de incredulidad y exaltación. En mi vida había imaginado una posibilidad semejante. El Nilo y el mito de Osiris de los que nos había hablado nuestro profesor de historia en primero de secundaria; los faraones, sultanes, mercaderes, burócratas y coroneles que Naguib Mahfouz había dibujado magistralmente con su pluma; todo eso iba a dejar de ser simples palabras y recuerdos. Y cuando discutimos los pormenores del viaje que se repartiría básicamente entre una estancia en El Cairo y un recorrido por barco desde

“Ella es algo entre medio”: interlingüismo e interculturalidad en la película Noticias del gran mundo

No es la primera vez que en una película hollywoodense del oeste se escucha hablar una lengua de la Norteamérica aborigen, pero quizás sí sea la primera vez que el personaje que la habla es una niña rubia y ojiazul llamada Johanna, hija de padres alemanes y a quien encuentra por casualidad el Capitán Kidd, un contador de noticias que va de pueblo en pueblo leyendo artículos de periódico a la gente en el Texas posterior a la Guerra de Secesión (1860-1865). Johanna ha sido criada por una comunidad kiowa, gente que a su vez sufre los embates de la expansión territorial de colonos y compañías. El recorrido del capitán y Johanna en busca de un lugar adecuado para
Un curandero otomí

Un curandero otomí

Don Manuel y Doña Zenaida son curanderos, llamados en lengua otomí bãdis, que viven en la comunidad de Santa Ana Hueytlalpan, Hidalgo. La historia de ambos les llevaría a encontrarse en un camino para curar y adivinar, tras una iniciación. Desde niños padecieron enfermedades que para los otomíes significan poseer estos dones. Para realizar su actividad, ellos entran en comunicación con las llamadas Antiguas o santitos, ancestros hechos dioses de piedra, quienes ejercen influencia sobre los seres vivos que habitan la tierra.