Un curandero otomí

Claudia Lora, Carlos Sangenis y Natalia Gabayet
Traducción Margarita Espejel


En memoria Don Manuel (Q.E.P.D.). Gran ser humano, bãdi y guardian de la memoria otomí

Don Manuel y Doña Zenaida son curanderos, llamados en lengua otomí bãdis, que viven en la comunidad de Santa Ana Hueytlalpan, Hidalgo. La historia de ambos les llevaría a encontrarse en un camino para curar y adivinar, tras una iniciación. Desde niños padecieron enfermedades que para los otomíes significan poseer estos dones. Para realizar su actividad, ellos entran en comunicación con las llamadas Antiguas o santitos, ancestros hechos dioses de piedra, quienes ejercen influencia sobre los seres vivos que habitan la tierra.

Por primera vez ante las cámaras se revela el ritual que tres veces al año realizan los otomíes de esta región: los costumbres, fiestas que se repiten para agradecer a los santitos su protección a la comunidad. (fragmento extraído de la página https://www.diversidad.inah.gob.mx)

El documental Un curandero otomí forma parte de la serie Diversidad, coproducida por TV INAH y Canal 22 (México, 2011). Esta serie tuvo la intención de presentar una parte de la gran diversidad étnica y lingüística de México, con el gran reto de que fueran narrados en la lengua de cada una de las culturas presentadas. Así, las historias están contadas en viva voz de sus protagonistas, nueve de ellos en lenguas indígenas de diferentes regiones del país: totsil, chinanteco, náhuatl de la sierra de Puebla, náhuatl de la sierra de Veracruz, lacandón, totonaco, maya peninsular, p´urhépecha y otomí. Lograr esta hazaña representó grandes dificultades a la hora de la producción y posproducción, sin embargo, el resultado es de una gran riqueza y valor, tanto para las culturas referidas como para México y el mundo.

Para esta película en específico, las antropólogas y realizadoras Claudia Lora y Natalia Gabayet, regresaron varias veces a la comunidad para poder traducir las entrevistas y así editar el material. Esto sólo pudo ser posible gracias al invaluable apoyo de Margarita Espejel, traductora innata del pueblo y personaje de este capítulo.