En abril de 2017, la pensadora musulmana decolonial Sirin Adlbi Sibai presentó en la Ciudad de México La cárcel del feminismo; una obra que busca señalar el impacto de la colonialidad en la producción de la islamofobia, así como su perpetuación a través de diversos tipos de campañas que buscan “liberar” a las mujeres musulmanas con hiyab o velo islámico (Adlbi, 2016). Posteriormente, en Más allá del feminismo islámico: redefiniendo la islamofobia y el patriarcado, la autora definió al entramado “mujer musulmana con hiyab” como “un no-sujeto, un objeto pasivo de estudio e intervención, con características bien definidas: subdesarrollada, analfabeta, reprimida sexualmente, pobre, oprimida, alienada, etc., un constructo inexistente e irreal fuera de las lógicas y la razón occidental-colonial-imperial y que vendría a ejemplificar la Otra por antonomasia de esas Otras por antonomasia mujeres del llamado Tercer Mundo” (Adlbi, 2018: 6). Dado que Adlbi Sibai creó este concepto para referirse a las personas racializadas como musulmanas y generizadas como mujeres que viven en las tierras de mayoría musulmana y en el Norte global, mi intención con este escrito es problematizar el resultado de este complejo entramado colonial a través de la vivencia de Damaris*, una de mis colaboradoras etnográficas que conocí en Los Ángeles, California, Estados Unidos, mientras me encontraba realizando el trabajo de campo para mi investigación doctoral.