Yemayá nunca se aparta de mí, está en mi cabeza, está en mi espíritu. Los desfases entre adscripciones y prácticas religiosas

Nahayeilli Juárez Huet
CIESAS Peninsular


Analizar las recomposiciones religiosas contemporáneas desde las adscripciones o desde las instituciones, Iglesias o congregaciones no nos permite adentrarnos en los procesos de negociación, reinterpretación y el día a día en el que la fe y el sentido práctico de la religión se pone en marcha por el sujeto creyente. Un enfoque desde la vivencia religiosa cotidiana pone en relieve cómo las personas tejen sus sentidos desde múltiples fuentes que no necesariamente corresponden con sus membresías religiosas y también demuestra cómo la religiosidad puede estar presente en muy diversos espacios y actividades que no son considerados comúnmente como religiosos (Mc Guire, 2008; Rabia, et. al., 2019).

Jair Z. es un joven yucateco en sus tempranos treinta años que ilustra bien estas negociaciones, desfases y apropiaciones pragmáticas de la religiosidad y su trasposición con campos como el de la salud. Terminó la carrera de artes escénicas, ejerce la actuación y es profesor de dicha disciplina. Toda su familia es católica excepto él. Su homosexualidad ha fungido como un elemento de tensión con respecto a las visiones institucionales del catolicismo y otras religiones que ha explorado. Actualmente se identifica como santero, lee el tarot y mantiene una espiritualidad abierta y muy conectada con la terapéutica, por lo que se autodenomina coaching espiritual, su actividad económica principal.

Jair con su Yemayá del lado izquierdo y Changó del derecho.
Fuente: Nahayeilli Juárez Huet, 28 de agosto 2019

Su interés por lo religioso –señala Jair– nació en su infancia. Su abuela materna, católica y devota de varios santos, rezandera y creyente en la posibilidad de comunicarse con los espíritus de difuntos, ha sido una figura clave en la transmisión de una forma y sensibilidad estética religiosa que ahora Jair reproduce desde otros marcos de sentido. Guarda en la memoria de sus tesoros el cuarto de santos que su abuela tenía en casa, con santos y vírgenes, algunos hechos con madera de años, lleno de veladoras, flores, fotos de los difuntos de la familia, un espacio en el que de niño le “gustaba mucho estar”.

La primera vez que vio el cuarto de santos de la persona que lo inició en la santería quedó tan impresionado que al verlo supo que “llegó al lugar … dije “No, ya, ¡de aquí soy!” Conectó con algo que no sabe describir con precisión pero que su sistema sensorial y su memoria lo tienen claro. En la santería las figuras de devoción son los orisha, deidades dotadas de poder y protectoras de sus devotos, su representación a veces se vincula con los santos y vírgenes católicos, pero en realidad “viven” en las llamadas soperas, receptáculos en donde están contenidos los “secretos de iniciación” en su culto. La santería es una religión iniciática que por medio de métodos de adivinación propios de esta religión, es posible que los orisha se manifiesten para “reclamar la cabeza” de un futuro iniciado. Durante la ceremonia correspondiente el orisha en cuestión se asentará ritualmente en la cabeza del neófito junto con su ashé o poder. Los orisha fungen como madres o padres simbólicos de aquellos iniciados en su culto y cuidado. De ahí que Jair se refiera a Yemayá, su orisha tutelar, como su madre.

A cada orisha se le asocian colores y alimentos determinados y durante la iniciación el devoto porta collares y pulseras de cuentas y metales especiales y con patrones particulares que corresponden al orisha tutelar. El despliegue estético de la parafernalia religiosa en la santería es muy colorido, llamativo y atractivo. Yemayá, el orisha que habita el mar, ocupa en el cuarto de santos de Jair un lugar central, sus ornamentos en azul y plata, incluyen –como se aprecia en la foto de inicio– unas conchas y una estrella de mar. Los orisha no sólo están asociados con elementos de la naturaleza, son también arquetipos y a menudo sus hijos y devotos explican sus propios rasgos de personalidad con los de su orisha tutelar, así, Jair se considera terco “como buen hijo de Yemayá”, o incluso el hecho de ser un fumador: “soy un poco vicioso, que también es una tendencia de los hijos de Yemayá, por eso tenemos que cuidarnos mucho de la bebida, de los vicios”; o, la facilidad que tiene de irritarse: “hay una cosa que creo que todos los hijos de Yemayá tenemos […] somos iracundos.”

Jair se comunicaba con Yemayá en sueños, incluso antes de saber de la santería, en ellos “siempre había una referencia al mar […] me veo en agua, siempre está el mar, esa es Yemayá.” Este orisha es la figura central de su mundo trascendente cotidiano. Es a ella a quien se dirige al iniciar su día y en un caso mucho más apremiante le da una atención particular en la que incluye melao (dulce), fruta, velas, y “platicar con ella”. Con esto se refiere a un vínculo muy íntimo de comunicación “porque al final de cuentas la materialización del santo está allá [en las «soperas»] pero la consagración está en mi cuerpo y está en mi espíritu, entonces en realidad Yemayá nunca se aparta de mí, está en mi cabeza, está en mi espíritu” por lo que su orisha tutelar sabe sobre sus emociones y lo que sucede cotidianamente en su vida.

Otro orisha que también lo acompaña, y que todo santero recibe cuando se adentra a este universo religioso, es Eleguá, el trickster en la santería, el que abre y cierra los caminos. A este orisha lo considera su cómplice y lleva con él una relación de camaradería. Es testigo y partícipe, antes de cada función de teatro en la que trabaja Jair, en la consagración del escenario para lo cual este joven actor hace un pequeño ritual con incienso, agua y algunas hierbas para honrar la memoria del trabajo escénico que ahí se realiza, y al mismo tiempo pide permiso e invoca a los personajes del libreto para contar su historia, una manera de propiciar que el personaje que él va a interpretar se encarne simbólicamente en él, como si fuera un médium espiritista que le de voz a un personaje.

En la actualidad, Jair mantiene su autoadscripción a la santería ya que en ella encontró un camino viable luego de sentirse en una situación emocional, de salud y económicamente insostenible, sin embargo, casi en seguida rompió con su familia santera. Decidió así dirigir su propio camino espiritual fuera de lo que pudiera dictar la norma santera y fuera de un ambiente al que caracteriza de mucho conflicto y competencia: “amo mucho a mis santos, amo mucho a mi religión, pero no puedo con el sistema […] yo necesito apartarme para estar con mis santos, yo no me retiro de mis santos me retiro de esta estructura con la que ya no puedo”.

Paralelamente, su trabajo personal y emocional lo llevan a descubrir el mundo de la terapéutica más allá de su rol como paciente. En su búsqueda de trabajo personal llega a la biodescodificación, una técnica terapéutica que busca descubrir las emociones ocultas y conflictos no resueltos de cada enfermedad. Decide así tomar un diplomado en la materia “Y allá yo dije, es que esto es espiritismo pero con otro nombre, viéndolo desde la psicología o desde el psicoanálisis, desde donde quieras, pero no deja de ser espiritismo, todos los protocolos a mí se me hacen como protocolos de investigación espiritual” pues de lo que se trata, continúa Jair:

es investigar en dónde están los bloqueos, en dónde están los conflictos que programan [el] comportamiento o desequilibrio [de alguien], la única diferencia es que en una misa espiritual[1] el personaje que se sienta en la mesa [un médium] no sabe nada [de la persona en cuestión] y todos los demás [espiritistas presentes en la misa] se encargan de hacer la investigación, pero hay una toma de conciencia de la situación, la persona [investigada] hace el ¡ah! claro, es por esta situación, ¡claro! esta cosa de la infancia que me lleva a tener x o y situación.

Es así que no existe para él una incompatibilidad entre su praxis religiosa y el campo de la terapéutica. Construye una conexión y decide así abrir un camino por esa ruta, pues para Jair la vida no depende sólo de la ayuda y protección que le procuran sus agentes numinosos, sino del propio trabajo personal, reflexivo y emocional que hace sobre sus problemas y situaciones de conflicto o quiebre. Es desde esta integración del mundo espiritual y terapéutico, que Jair ha encontrado soluciones a sus crisis y tensiones, y al mismo tiempo, un tránsito hacia un camino de especialista. Desde hace tres años ofrece a otros un trabajo de acompañamiento terapéutico y de guía espiritual en el que despliega diversas herramientas complementarias que él ve como integrales: tarot, biodescodificación, santería, programación neurolingüística y psicosomática clínica. Esto es lo que él define como coaching espiritual y que actualmente es un aspecto central en su trayectoria. Asimismo, ha construido desde su campo de trabajo y estudio, una red terapéutica desde la cual va creando una nueva tribu, dentro de la cual ha encontrado la apertura suficiente para poder hablar sin tapujos sobre sus prácticas y creencias religiosas. Es con esta red con la que se encuentra haciendo sinergia para consolidar un nuevo centro de sanación integral en Mérida.

A pesar de que en su praxis religiosa del día a día, el universo simbólico de la santería está presente, en realidad mucha de la misma no está apegada al régimen ritual de dicha matriz religiosa, porque para él lo espiritual es irreductible a la estructura: “Cuando pienso en religión, pienso más como en la estructura […] en el sistema de creencias, pero la espiritualidad tal como la entiendo no está acotada, la religión sí está acotada, tiene normas, tiene reglas, tiene tabús. Mi religión es la santería pero mi espiritualidad más amplia.

Jair constata cómo las personas pueden recrear desde su propio entendimiento y autonomía, su praxis y relación con los agentes extrahumanos más allá de las adscripciones religiosas que suscriben (Mc Guire, 2008; Ammerman, 2007; Rabia, et al., 2019). Su religiosidad vivida no se comprende si no se toma en cuenta la dimensión sensorial, desde los sueños, las sensaciones de calma, consuelo, el sentir respeto, o en la sensación de una complicidad, amor mutuo y aceptación, como formas tangibles en las que se manifiesta la presencia de sus agentes extrahumanos, tanto en su cuerpo como en su vida cotidiana.

Su búsqueda espiritual se articula con el campo de sanación y bienestar a través de terapéutica, que funge como una bisagra de plausibilidad para comprender los padecimientos desde ángulos más allá de la biomedicina. Padecimiento entendido como “la experiencia subjetiva de los síntomas y el sufrimiento” (Berenzon-Gorn, et al., 2006) de todo aquel que tiene alteraciones en el organismo. Sus herramientas terapéuticas, varias bastante contemporáneas, en realidad reviven viejos saberes con otros marcos, como la biodescodificación y bioneuroemoción, al poner como centro el intrincado tejido entre cuerpo y mente a partir de la gestión emocional.

Si bien Jair se siente protegido y acompañado por sus seres numinosos considera que para resolver la vida uno también tiene que asumir una responsabilidad reflexiva y de continua búsqueda. La intuición para él ha jugado un rol fundamental en las rutas de todo este camino, pero ello no sería posible tampoco sin el estudio permanente. Su cuarto de santos tiene rincones llenos de libros con una amplia variedad de temas (filosofía, metafísica, espiritismo, ciencias ocultas, santería, tanatología, biodescodificación, oráculos, sanación, etcétera). Está en un proceso de permanente búsqueda y descubrimiento, de una constante introspección. En el andar va encontrando anclajes que le van dando sentido, guía y base a su trayectoria religiosa. En el momento actual, la ruta que ha tomado su camino espiritual, va transitando hacia una profesionalización que traspone fronteras con el campo del bienestar y la sanación.

La vivencia religiosa cotidiana entre practicantes como Jair, es marcadamente dinámica e implica la puesta en uso de una variada heterodoxia que articula diversas herramientas y técnicas que se anclan en lo terapéutico-espiritual. La amplia literatura de filosofías, escuelas esotéricas diversas y oráculos junto con los cursos de biodescodificación y psicosomática clínica a los que Jair está expuesto y practica, nutren de manera importante su visión extra-teísta y el sentido pragmático de su espiritualidad.

Bibliografía

Ammerman, Nancy (2007), Everyday Religion: Observing Modern Religious Lives, Oxford, Oxford University Press.

Berenzon-Gorn Shoshana; Emily Ito-Sugiyama y Luis Alberto Vargas (2006), “Enfermedades y padeceres por los que se recurre a terapeutas tradicionales de la Ciudad de México”, en Salud Pública de México, Instituto Nacional de Salud Pública.

McGuire, M. (2008), Lived Religion. Faith and Practice in Everyday Life, Nueva York, Oxford University Press.

Rabbia, Hugo H. (2019), “Sobre identificaciones, congruencia religiosa y la autonomía de personas creyentes”, en Hugo Rabbia, Gustavo Morello, Néstor Da Costa y Catalina Romero (comps), La religión como experiencia cotidiana: creencias, prácticas y narrativas espirituales en Sudamérica, Córdoba, Universidad Católica de Córdoba, Argentina, pp. 34-46.

  1. Práctica común entre santeros dirigida por una persona que tiene la facultad o el don de la mediumnidad en la que se convocan espíritus mediante cantos y rezos basados sobre todo en los libros de espiritismo de Kardec, propiciando la manifestación de espíritus que se expresa a través de la médium para dar mensajes a la persona en torno a quien se hace la misa.