Vulnerabilidad y sufrimiento social en el ejercicio de la partería indígena en México

Edgar Delgado Hernández[1]
CIESAS Occidente
Aide Rodríguez Salauz[2]
Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI)

Parteras de Xochilapa, Veracruz. Foto: Edgar Delgado Hernández

Introducción

Notas de trabajo de campo de Edgar. Coatzacoalcos, Veracruz, julio de 2020.

Caminos de terracería o enlodados por las lluvias que hacen más pesadas las largas distancias que las parteras tienen que recorrer para brindar atención en los domicilios de las mujeres embarazadas o acudir a algún Centro de Salud. El cansancio se asienta en los pies por los caminos inclinados y empedrados de las sierras, pies, en su mayoría, al descubierto que resienten el agua de los charcos o el aire frío o las piedras. Un viaje en promedio a un centro de salud, es de por lo menos de dos a cuatro horas, no hay suficiente dinero para desplazarse, ni tampoco el transporte público para hacerlo. Muchas parteras con las que he interactuado a lo largo de este trabajo de campo comparten esta posición y, a pesar de ello, ellas brindan una atención que se caracteriza por la humanidad, la dignidad y el cariño, elementos olvidados muchas veces por la atención médica institucional hacia las mujeres; pero, al mismo tiempo, las parteras, tienen que soportar el peso del mundo por ocupar una posición que históricamente se les ha delegado y que afecta su condición humana.

Figura 1. Centro de Salud de Xochilapa, Veracruz, México.

Proyecto Situación actual de la partería indígena en México. Foto:  Edgar Delgado Hernández


En el reporte de la Legislación y Normatividad entorno a la Partería Tradicional Indígena (Sesia y Berrio, 2021) se presentan ausencias y contradicciones que, a nivel internacional y nacional, se articulan entre sí, afectando el ejercicio de la partería tradicional indígena. Además, configuran un escenario en donde las parteras en México son predispuestas a una situación de desventaja en la que sus saberes son invisibilizados y su trabajo no es reconocido; aunado a que las condiciones difíciles de vida de muchas parteras dificultan su práctica. A continuación, brindamos un breve panorama de cómo se configura esta posición de desventaja, y su profundo impacto en las formas en ellas realizan su trabajo. Los hallazgos presentados forman parte de los resultados obtenidos en el proyecto “Situación actual de la partería indígena en México”[3] en cual participamos como investigadores asociados.

Los marcos normativos

El oficio de la partería tradicional se encuentra promovido por diversos marcos normativos e instituciones multilaterales, sin embargo, existen ausencias y contradicciones. El reporte de Sesia y Berrio (2021) nos indica que los organismos multilaterales que diseñan la política pública global en salud materna no contemplan la partería indígena. Por ejemplo, se ha encontrado que en las estrategias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Fondo de la Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), la partería indígena ha quedado fuera de la agenda internacional. Las implicaciones para el oficio de las parteras es que no son consideradas como elementos clave en los programas de salud materna y perinatal, aunado al proceso creciente de medicalización de la atención del parto, lo cual ha privilegiado el saber biomédico hegemónico para la atención de las mujeres embarazadas y, así, ha desplazado los saberes y prácticas tradicionales que se han transmitido por generaciones.[4]

En México, el mismo reporte indica que existen diferentes estatutos que contemplan el derecho de ejercer la partería indígena, algunos son: la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley General de Salud, algunas Normas Oficiales Mexicanas (NOM-007-SSA2-2016 y la NOM 035) y la política vigente en materia de salud y salud materna del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 que incluye acciones específicas para la población indígena y afromexicana, por mencionar algunos. Sin embargo, estas leyes, normas y planes ven a las y los indígenas como personas a gobernar, no como sujetas y sujetos políticos de derecho que pueden hacer uso y transmitir sus saberes. Desde estos lineamientos, el papel de las parteras tradicionales queda relegado también al de meros “enlaces” entre las comunidades y las instituciones de salud, lo cual genera relaciones utilitaristas y muy desiguales de subordinación. Además, no se les reconoce la labor tan crucial que las parteras han tenido en sus comunidades durante la pandemia. En 2020, de acuerdo con datos oficiales del Subsistema de Información sobre Nacimientos (SINAC) de la Secretaría de Salud, se registró un incremento de atención de parto por parteras a nivel nacional de 1.9% y, en 2021, de 1.8%[5]. Cabe destacar que, aun así, la atención por parteras fue mayor ya que existe un subregistro en los datos oficiales. Por lo tanto, “las leyes, normativas y lineamientos, por un lado, promueven, reconocen y garantizan los derechos de los pueblos indígenas, mientras que, por otro, constriñen y limitan el ejercicio de la partería” (Sesia y Berrio, 2021, p. 77), lo cual produce que, desde una perspectiva hegemónica biomédica (Menéndez, 1990), las autoridades y el personal de salud sean quienes establecen cuándo, cómo y hasta qué punto se puede o no ejercer la partería.

El sufrimiento social y la vulnerabilidad

El sufrimiento social tiene que ver con las experiencias de los perjuicios al cuerpo y los sentimientos de aflicción que produce una condición desigual y vulnerable, la cual se articula social, política y económicamente (Bourdieu, 1999; Kleinman et. al., 1997). Para este caso describimos brevemente los esfuerzos, los dolores y las angustias que las parteras sufren socialmente en su trabajo con el objetivo de evidenciar las injusticias sociales que experimentan. Esta posición de vulnerabilidad estructural emerge de un proceso histórico en donde a las poblaciones indígenas y sus saberes han sido desplazados por las autoridades y por los saberes médicos hegemónicos promovidos por las diversas instituciones del Estado; por las ausencias y contradicciones de diversos marcos normativos (internacionales y nacionales) que intentan gobernar la partería tradicional; y por las condiciones socioeconómicas de las mismas parteras. Estamos conscientes de que para brindar un análisis de la conformación de una situación de vulnerabilidad estructural (Quesada et al., 2011) se necesita una construcción y una descripción densa para problematizar y no dar por hecho esta situación, ya que, como lo menciona Wacquant (2022), los conceptos que evocan lo “estructural” encierran más problemas de los que resuelven.

La partería indígena y el sufrimiento social[6]

En 2022 se entrevistaron a 95 parteras de Veracruz. Ellas se encontraban en un rango de edad de los 15 hasta los 92 años, la mayoría (35%), entre los 51 y los 60 años. Casi dos terceras partes (63%) de las parteras entrevistadas habla alguna lengua indígena, entre ellas, Totonaca, Otomí, Tepehua, Náhuatl y Tzotzil, todas ellas se consideran parteras tradicionales e iniciaron desde edades muy tempranas, aprendieron por herencia de sus madres y abuelas. En Yucatán se entrevistaron a 38 parteras de las cuales 37 se autoadscriben como mayas; la mayoría son maya-hablantes y son mayores de 50 años, se concentran en el grupo de edad de 71 a 80 años con un 34.2% del total. En ambos casos, es evidente que existe un proceso de envejecimiento en ellas y que hay muy pocas jóvenes; de las entrevistadas, la más joven tiene 32 años y la más grande es de 87 años.

La mayoría de las parteras de los dos estados en dónde se realizó el trabajo de campo tienen padecimientos crónico-degenerativos como diabetes e hipertensión, enfermedades que algunas de ellas asocian directamente a las dificultades, a lo laborioso y a lo cansado que es su trabajo como parteras. Prácticamente ninguna cuenta con seguridad social, por lo que reciben la atención en los centros de salud de sus comunidades, aun si a veces requieren atención especializada y necesitan acudir a un nivel hospitalario o requieren de estudios diagnósticos, lo cual siempre implica gastos de su bolsillo importantes para ellas y sus familias:

Cuando me enfermo, pues tengo que ir al centro de salud porque no hay para más, no puedo ir a otro lado porque no hay dinero; cuando trabajamos [de parteras] pues la misma gente no nos da nada, sabemos que andan en las mismas y una tiene que ser solidaría, pero aun así trabajamos con gusto… pero a veces si es difícil encontrar atención médica para nosotras (Entrevista semiestructurada a partera de Veracruz, junio 2022).

Algunas dejan que el padecimiento avance sin atención oportuna y con frecuencia no cuentan con dinero suficiente para poder atenderse. Otras recurren a servicios médicos privados cuando llegan a necesitarlos, lo que implica gastos significativos (se reportaron cifras superiores a los 25 mil pesos mexicanos) cubiertos por sus propios ahorros o por sus familiares. Cuando enferman o por su avanzada edad, ya no pueden continuar con su labor para atender o acompañar la maternidad de las mujeres. Las parteras realizan un trabajo fundamental para la salud materna en sus comunidades y, muchas veces, las condiciones en las que tienen que realizar su labor no son favorables.

Hay casos en los que tienen que caminar grandes distancias durante varias horas y los caminos están accidentados. A veces, en temporada de lluvia, los caminos donde transita el poco transporte disponible se cierran por derrumbes y tienen que caminar durante horas. Esto ocurre, por ejemplo, en el municipio de Filomeno Mata, en la sierra norte de Veracruz. Ahí, los asentamientos en la montaña y la estructura espacial del pueblo son sumamente complicados por la cantidad de escaleras empinadas. En general, los caminos tienden a complicar la llegada a las casas de las mujeres embarazadas o parturientas o a veces las parteras se accidentan:

Me caí como hace un mes, me fracturé fuerte subiendo y bajando las escaleras de por acá, iba atender una mujer, pisé mal. Como no había forma de que me atendiera en el centro de salud porque no tienen lo necesario, tuvimos que organizarnos entre mis familiares y vencías y sacar dinero de nuestra bolsa, fue muy caro. Aun así, estoy en la cama y lastimada tengo que atender a las mujeres, porque hay muchas y vienen a verme. Así ateniendo, lastimada y con dolor (Entrevista semiestructurada a partera de Veracruz, junio 2022).

Figura 2. Parteras de Filomeno Mata caminan para atender a una mujer embarazada

Fuente: Edgar Delgado Hernández, proyecto “Situación actual de la partería indígena en México”.

A pesar del arduo trabajo, en ocasiones no les llegan a pagar por sus servicios y las mujeres y sus familias les van pagando conforme puedan; incluso algunas optan por ir finalmente a los hospitales ya que ahí no les cobran el parto. Esto se identificó principalmente en las Choapas, municipio ubicado en el sur de Veracruz.

Para el caso de Yucatán, las parteras tienen que soportar temperaturas de más de 40 ºC y caminar bajo el sol durante largas horas y es común que en las rancherías no haya transporte que las acerque a las comunidades donde atienden partos. Además, la práctica de la partería afecta su salud, sobre todo en la vejez. Varias padecen de las articulaciones porque soban hincadas en el suelo y buscan sobar en una cama o en el piso con un banco para aminorar el impacto en las rodillas. Se encontró́ a una partera que presenta vitíligo por estrés y otra más enfermó de embolia por la extenuante carga de trabajo:

—¿Y por qué le dio la embolia?

—Ya me cansé, hay días que sobo siete diez mujeres… Hay días que yo no descanso, ninguna hora…. [Me canso por] pues para atender a tantas mujeres, lavarles la hamaca, lavarles la ropa, eso es bien pesado. (Entrevista semiestructurada a partera de 87 años de edad, Yucatán, junio 2022).

Tahdziu se ubica en la zona oriente y es uno de los municipios con mayor atención prenatal y obstétrica por parteras en el estado. Sólo hay dos parteras de edades avanzadas en las cuales recae toda la demanda de atención, lo cual genera una sobrecarga de trabajo. No solo ven a las mujeres embarazadas o en el parto, sino que, además, atienden a los niños y bebés de las enfermedades que se lleguen a presentar.

—Hay días que yo no descanso, ninguna hora (Entrevista semiestructurada a partera de Yucatán, agosto 2022).

Figura 3 y 4. Marcelina (Izquierda) y Eulalia (Derecha), parteras de Yucatán.

Proyecto “Situación actual de la partería indígena en México”. Foto: Edgar Delgado Hernández 


Además, la crisis por la pandemia y los recortes financieros del gobierno federal por la política de “austeridad republicana” han incidido negativamente en el financiamiento para acciones comunitarias, capacitaciones y la dotación de insumos a las parteras por parte de los servicios de salud. Tanto en Veracruz como en Yucatán, las relaciones con el sector salud en general son funcionales, aunque no deja de haber condiciones de subordinación donde se ejercen mecanismos de control. Por ejemplo, en las capacitaciones, en el registro de las atenciones que las parteras entregan y en los certificados de nacimiento, sobre todo en Veracruz.

Conclusiones

Las parteras son un elemento clave para la salud materna indígena, ellas brindan atención en condiciones muy difíciles y en ellas recae mucha responsabilidad, tanto comunitarias como institucionales. Es crucial reconocer y retribuir la labor que realizan para reclamar una justicia social y una justicia epistémica. Sobre todo, es urgente mejorar sus condiciones de vida. Entonces, nombrar el sufrimiento social que las parteras experimentan en su ejercicio diario es una forma de visibilizar los efectos de una vulnerabilidad estructural conformada: por las ausencias y las contradicciones de diversos marcos institucionales; por las políticas del sistema institucional de salud; y por la hegemonía de la biomedicina; todos ellos, mecanismos que intentan gobernar su oficio y no las reconocen como sujetas de derechos y de autodeterminación en la transmisión de sus saberes y en el ejercicio de sus prácticas. Es necesario documentar los efectos de estos mecanismos institucionales que acrecientan las brechas de desigualdad y que impactan de manera directa en las subjetividades y los cuerpos de estas mujeres. Es necesario implementar programas y transformar leyes y normas para lograr un reconocimiento pleno y una retribución digna del trabajo de las parteras , ya que son piezas fundamentales a nivel comunitario en el sistema real de salud a nivel nacional e internacional.

Bibliografía

Bourdieu, Paul
1999 La miseria del mundo, Ediciones Ákal.

Kleinman, Arthur, Veena Das, Margaret Lock (eds.)
1997 Social suffering, University of California Press.

Menéndez, Eduardo
1990 Morir de alcohol: Saber y hegemonía médica. Editorial Alianza.

Quesada, James, Laurie K. Hart, y Philippe Bourgois
2011 Structural vulnerability and health: Latino migrant laborers in the United States. Med Anthropol, 30(4), 339-362, https://doi.org/10.1080/01459740.2011.576725

Sesia, Paola y Lina Rosa Berrio
2021 Legislación y Normatividad en Torno a la Partería Tradicional Indígena, https://pacificosur.ciesas.edu.mx/parir-con-dignidad/

2022 Situación actual de la partería indígenas en seis estados de México, https://pacificosur.ciesas.edu.mx/parir-con-dignidad/

Wacquant, Loic
2022 “Resolving the trouble with ‘Race’”, New Left Review (133), 67-88. https://newleftreview.es/issues/133/articles/resolving-the-trouble-with-race-translation.pdf


  1. Correo electrónico: edgar.dh@outlook.com

  2. Correo electrónico: aide.salauz@gmail.com

  3. El proyecto se desarrolló en seis estados, incluyendo Veracruz y Yucatán, a lo largo del 2021 y 2022. Fue financiado por el Conahcyt y coordinado por Paola Sesia y Lina Berrio del CIESAS-Pacífico Sur.

  4. Algunos lineamientos protegen los derechos de los pueblos indígenas, principalmente el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (1989) que, si bien no cubre directamente a la partería tradicional indígena, incluye artículos que amparan el derecho de los pueblos indígenas para preservar, ejercer y transmitir sus prácticas tradicionales (como es el caso de la partería tradicional). Algunos otros instrumentos defienden los derechos de la mujer en el ámbito de la salud materna y reproductiva como La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer «Convención de Belém do Pará» (1994). Además, el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas se ha pronunciado abiertamente en defensa de la partería indígena.

  5. En total se atendieron 32,816 nacimientos con parteras en 2020, y 30,073 en 2021

  6. Los resultados y testimonios con los que se alimenta este apartado forman parte de Sesia y Berrio (coords) (2022) Informe “La Situación Actual de la Partería en seis estados de México”, disponible en: https://pacificosur.ciesas.edu.mx/parir-con-dignidad/