Villarreal, Street, Chomsky y Bourdieu,
el compromiso de los investigadores
y la reflexividad en la investigación cualitativa

Osbaldo Amauri Gallegos de Dios[1]
Investigador posdoctoral en CIESAS Occidente

“Yolanda”. Pintora: Paloma Tzitiztlini Gallardo Ocampo. Año: 2022. Guadalajara, Jalisco.


En este artículo por medio de una revisión de las teorías y conceptos sobre reflexividad se analizan las ideas de los investigadores Magdalena Villarreal, Susan Street, Noam Chomsky y Pierre Bourdieu. Se estudia la reflexividad en las investigaciones cualitativas del quehacer antropológico, las ciencias sociales y las humanidades lo que permite abordar tanto la profundización de las investigaciones cualitativas como el compromiso de los investigadores con sus investigaciones. Así, por medio de este artículo se comprenderá la reflexividad, sus orígenes y el impacto que ha tenido en la academia del siglo XXI.

En las investigaciones cualitativas de la antropología, las ciencias sociales y humanidades del siglo XXI es común escuchar la necesidad de la reflexividad para comprender tanto la profundización de las investigaciones cualitativas como el nivel de compromiso con el tema de las investigaciones, pero en ocasiones no es fácil entender cómo fue aplicada la reflexividad. Como veremos a continuación, un ejemplo de ello se encuentra en la obra de Pierre Bourdieu quien, conociendo las implicaciones de la historia intelectual en Francia, se situó entre la autonomía y el compromiso intelectual, lo que se vincula con la reflexividad posicional en la sociología como establece Analía Inés Meo. Por su parte, Magdalena Villarreal coordinó una obra que demuestra cómo, en el siglo XXI, la reflexividad se puede aplicar a casi todos los temas del quehacer antropológico, las ciencias sociales y las humanidades. En el caso de Noam Chomsky se observa nuevamente el compromiso de los investigadores sociales y con los artículos de Susan Street se entiende la necesidad de la reflexividad en la (auto)etnografía crítica para entender y cuestionar los límites del compromiso en las investigaciones.

La reflexividad me interesa porque una de mis líneas de investigación es la historia intelectual (en América Latina y Francia) en los siglos XX y XXI, lo que me ha llevado a publicar artículos para demostrar cómo ha evolucionado el compromiso en la sociedad. Con el Affaire Dreyfus en 1898 surgió en Francia el grupo de intelectuales comprometidos con la verdad, justicia y razón. En la primera mitad del siglo XX, la historia intelectual se asoció con los hombres de letras, pensadores y filósofos como Julien Benda, Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Raymond Aron, entre otros. Sin embargo, a principios de los años setenta la historia intelectual se vinculó con la universidad, en primera instancia con los filósofos universitarios como Foucault y Deleuze y, luego, con los sociólogos como Bourdieu y Touraine (Winock, 1999).

Este interés académico sobre el compromiso en la historia intelectual en Francia y la influencia que ha tenido en América Latina (mi tesis doctoral es sobre el compromiso intelectual en Octavio Paz, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa) me condujo a publicar artículos sobre los límites del compromiso en las investigaciones académicas de Bourdieu (2018) y Chomsky (2021). Esta situación muestra de qué manera a finales del siglo XX y principios del siglo XXI puede encontrarse el compromiso en los investigadores universitarios.

En los años setenta y ochenta del siglo pasado la sociología y la antropología social tuvieron un gran auge dentro de la universidad y esta etapa coincidió con el cambio de ideas en la historia intelectual. Posteriormente, a finales del siglo XX, en las investigaciones de sociología y antropología social (entre otras disciplinas de las ciencias sociales y humanidades) podía encontrarse el compromiso con la verdad, justicia y razón debido a los temas que analizaban, lo que podía vincularse con la historia intelectual.

La historia intelectual analiza el compromiso y sus límites, mientras que la reflexividad, como explica Street, lleva a preguntarse sobre los límites del compromiso de los investigadores con sus investigaciones (2008). De ahí, surgió mi interés en analizar las ideas sobre reflexividad de dos investigadoras Magdalena Villarreal (México) y Susan Street (Estados Unidos) del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (sede Occidente) en Guadalajara, México, para mostrar cómo se puede aplicar la reflexividad en la profundización de las investigaciones cualitativas o al analizar los límites del compromiso de los investigadores. Estas ideas de Villarreal y Street se asocian con el compromiso que tuvieron Bourdieu y Chomsky con sus investigaciones, es decir, la puesta en acción de las ideas sobre reflexividad.

Villarreal: reflexividad, orígenes y desarrollo en las investigaciones cualitativas

Como una necesidad en el quehacer antropológico, en las ciencias sociales y en las humanidades del siglo XXI se ha perfilado la reflexión sobre el proceso de investigación y el papel del investigador, como señalan Magdalena Villarreal y Julia Preciado en la introducción de Dilemas, debates y perspectivas: ciencias sociales y reflexividad, retomando las ideas de Foote Whyte (1955), Giddens (1984), Clifford y Marcus (1986), Geertz (1989), Rosaldo (1989) y Bourdieu (1992). Por ello, es preciso documentar no solamente los hechos observados sino los vínculos del investigador con el proceso de investigación (Villarreal y Preciado, 2012: 25).

La reflexividad es un proceso donde el investigador examina críticamente el efecto que tiene sobre el estudio y el impacto de las interacciones con los participantes. Se trata de ser un investigador reflexivo y esto se hace presente en las investigaciones cualitativas. De manera general, en la reflexividad existen tres etapas: 1) toma de conciencia, 2) compromiso con el tema de investigación (compromiso con la verdad) y 3) subjetividad en la investigación. La reflexividad expresa la conciencia del investigador y habla de su conexión con la situación de la investigación (De la Cuesta-Benjumea, 2011: 164).

El término reflexividad proviene del inglés (reflexivity) que implica una toma de conciencia más inmediata, continua, dinámica y subjetiva. Reflexividad se entiende como el proceso de volver hacia uno mismo para examinar críticamente el efecto que se produce en el desarrollo de la investigación. La reflexividad es una herramienta para analizar, entre otros elementos, cómo la subjetividad influye en el proceso de investigación; y existen cinco modelos para llevar a cabo la práctica reflexiva: 1) La introspección individual: relato confesional sobre la metodología. 2) Examen de las interacciones mutuas: analizar las relaciones con los participantes. 3) Investigación colaborativa: investigadores implicados en ciclos de reflexión. 4) Crítica social: critican prácticas coercitivas de las instituciones. 5) Reflexividad como una deconstrucción del paradigma moderno: cuando el investigador busca dejar de ser la “voz autorizada” para que se escuchen las múltiples voces (De la Cuesta-Benjumea, 2011: 164-165).

En el mundo de la investigación en ciencias sociales y humanidades los investigadores se enfrentan a tres dialécticas: 1) Dialéctica científica: interacción entre teoría y datos. 2) Dialéctica reflexiva: interacción entre observación y participación. 3) Dialéctica etnográfica: interacción entre la ciencia y la reflexividad. Por ello, antes los investigadores de ciencias sociales y humanidades podían elegir ser reflexivos y en el siglo XXI están forzados a serlo. Son participantes del mundo que analizan por lo que la etnografía se ha convertido en el prototipo de las ciencias (Piovani y Muñiz, 2018: 12-15).

Por otra parte, en la obra Dilemas, debates y perspectivas: ciencias sociales y reflexividad coordinada por Villarreal y Preciado (con motivo del XXV aniversario del CIESAS Occidente) se formaron los capítulos a partir de las mejores tesis producidas por este centro de investigación. Los autores presentaron elementos centrales de sus tesis y compartieron sus dilemas metodológicos, sus reflexiones sobre los procedimientos que seleccionaron y la utilización de conceptos. Estos capítulos muestran cómo los investigadores buscaron respuestas para dar cuenta de procesos más amplios y plantearon cuestionamientos tanto a la realidad a la que se enfrentaron como a su propio trabajo de observación y análisis (Villarreal y Preciado, 2012: 25).

Las problemáticas que se abordan en esta obra retoman cuestiones críticas en el análisis social y permiten profundizar en el estudio de la sociedad y los conceptos con temas como: género, poder, religión, emociones, Estado, ecología, enfermedad, riesgo o muerte. Además, los capítulos estuvieron divididos en cinco apartados: “Género y poder”, “Razones, creencias y emociones”, “Estado y sociedad ayer y hoy”, “Agua, ecología y agricultura” y “Vida, riesgo y muerte” (op. cit., 2012: 25).

De esta forma, puede comprobarse cómo la reflexividad ha sido aplicada en México desde perspectivas diversas: en la desigualdad de género, en estudios antropológicos sobre homosexualidad, en la masculinidad y dominación, en torno al trabajo de campo en una ONG de origen católico liberal, en la religión y la laicidad, en la construcción sociocultural de las emociones, alrededor del padecimiento en situaciones de hospitalización o en razones de vida y muerte (op. cit.).

Por lo tanto, en el siglo XXI, la reflexividad se puede aplicar a casi todos los temas del quehacer antropológico, las ciencias sociales y las humanidades como parte de la profundización de las investigaciones cualitativas dentro de las dialécticas: científica, reflexiva y etnográfica. Esta situación permite entender la trascendencia de los procesos de reflexividad en torno a la trayectoria de la investigación, la necesidad de cuestionarse las relaciones sociales en las que participa el investigador, las implicaciones de su actuar y su ejercicio analítico (op. cit.: 28-43).

Bourdieu, entre la autonomía y el compromiso intelectual

En Pierre Bourdieu (1930-2002), a pesar de sus críticas al intelectual comprometido, se pueden encontrar relaciones con el compromiso de sus investigaciones a finales del siglo XX. Incluso, Michel Winock en Le siècle des intellectuels sostiene que la secuencia de los intelectuales en Francia es: Sartre, Aron, Foucault y Bourdieu (1999: 760-761).

En el caso de Bourdieu, como lo muestra Denis Baranger en “Notas sobre la noción de reflexividad en sociología y en la obra de Bourdieu” el término reflexividad es de tardía aparición en la obra de Bourdieu y casi no escribió sobre ese término. No obstante, Baranger analiza los significados de la noción de reflexividad en la sociología y luego describe elementos del contexto de donde Bourdieu tomó el término de reflexividad para señalar el rol que jugó este concepto en la disciplina sociológica (Piovani y Muñiz, 2018: 22-30).

En “Post-scriptum: Pour un corporatisme de l’universel” aparece el concepto de intelectual colectivo de Bourdieu, quien afirmaba que estaba de moda hablar de la muerte de los intelectuales, es decir, el fin de uno de los contrapoderes críticos capaz de contraponerse al orden económico y político, por lo que es necesaria una acción colectiva de los intelectuales. La autoridad se reafirma con los actos políticos como el “Yo acuso” de Zola y las peticiones destinadas contra las injusticas; el compromiso genera una “política de la pureza” que se convierte en la antítesis de la “razón del Estado”. Los intelectuales no se deben dejar dividir por los obstáculos, como el imperio de la economía sobre la investigación artística o científica, que se ejerce a través del control de los medios de producción y de difusión cultural. Por tales motivos, resulta importante un grupo internacional para defender la autonomía de los propios intelectuales. La lucha debe ser colectiva para que sea eficaz y se debe reforzar la autonomía de los intelectuales combatiendo la relación con los diferentes poderes. Para llegar al “intelectual colectivo” se debe renunciar al “intelectual orgánico” y comprometerse con la autonomía, lo que permite un corporativismo de lo universal (Bourdieu, 1998: 545-558).

La idea del intelectual colectivo es una de las aportaciones de Bourdieu a la historia intelectual en el siglo XX. Retoma el modelo de intelectual establecido por Zola y su idea sobre el compromiso la relaciona con lo que llama “política real de la razón”, que se trata de la participación activa en los trabajos del Comité internacional de apoyo a los intelectuales argelinos. El concepto de “intelectual colectivo” de Bourdieu surge en el post-scriptum de Reglas del arte (Règles de l’art) llamado “por un corporativismo de lo universal”. No era la primera vez que producía textos sobre el compromiso, pero sobresalió que éste fue incluido en una obra sociológica (Mounier, 2001: 221-225).

El intelectual defendido por Bourdieu es aquel investigador que se apoya en el trabajo colectivo y en sus conocimientos; se opone al intelectual orgánico, aislado, sin compromiso ni raíces. El intelectual colectivo debe producir y difundir los instrumentos de defensa contra la dominación simbólica, es decir, la constitución de un contrapoder político. Esta concepción de intelectual se aleja del intelectual total que representa Sartre, comprometido en todos los frentes del pensamiento y la política. El intelectual colectivo corresponde a un agrupamiento de los “intelectuales específicos” en el sentido de Foucault, debido a que su compromiso está fundado en sus competencias científicas y en sus investigaciones (Cazier, 2006: 101-102).

El intelectual-investigador no está aislado, participa en el universo de la ciencia y se apoya en el trabajo colectivo que produce la ciencia. En Règles de l’art, de 1992, aparece el concepto de “intelectual colectivo” de Bourdieu. El intelectual en la época de las ciencias humanas no puede ser encarnado por un solo individuo, sino por un colectivo en el que cada uno contribuye con sus conocimientos (Champagne y Christin, 2004: 186-195).

Sin haber admitido contradicción alguna, Bourdieu defendió la posición comprometida y la posición autónoma, dependiendo los contextos y los momentos de su carrera. En el francés se encuentra, por un lado, el compromiso de la persona y politización de la obra, por otro lado, sus posiciones explícitas e implícitas. Lo cual puede observarse en su apoyo en 1981 contra la dictadura en Polonia, su apoyo en 1986 a los estudiantes franceses, en 1993 su llamado en Estrasburgo para la creación de un “Parlamento de los intelectuales” (con Jaques Derrida, Édouard Glissant, Toni Morrison, Salman Rushdie y Susan Sontag), en 1995 su apoyo a la huelga, en 1996 su petición en Le Monde para el reconocimiento de las parejas homosexuales, en 2000 su apoyo al movimiento antimundialización, y en 2001 su apoyo al movimiento antimundialización en Quebec. Bourdieu pasó del anti-estatismo en los años ochenta, al anti-neoliberalismo apoyado en la defensa del Estado en los años noventa, lo que se reflejó en sus obras y sus tomas de posición. Es de resaltar su capacidad para no comprometerse completamente, ya que durante décadas fue cercano a diferentes movimientos, como los movimientos de izquierda posteriores a 1968, el Partido socialista en el poder en los años ochenta, o el movimiento altermundista en los años noventa (Heinich, 2007: 68-102).

Por consiguiente, Bourdieu (sociólogo de profesión) defendió la autonomía de los intelectuales y en diversas ocasiones participó políticamente, lo que muestra su compromiso con diferentes causas. No se consideraba un intelectual, pero a veces actuaba como ellos. Así, puede notarse que, en el compromiso político como objeto de la reflexión de Bourdieu, se observaba el compromiso académico y la defensa de la autonomía de los intelectuales.

Meo: reflexividad posicional en la sociología

Como explica Analía Inés Meo, alrededor del 2010 se hablaba mucho de la necesidad de ser reflexivo en la investigación cualitativa. Según Maton (2003), Pillow (2003) y Hertz (1997) era casi obligatorio para los sociólogos que realizaban investigación cualitativa ser reflexivos y en sociología la reflexividad dominante era la “reflexividad posicional o subjetiva”. Los investigadores cualitativos utilizan la reflexividad como una herramienta metodológica de sus interpretaciones para reforzar o cuestionar la legitimidad de sus interpretaciones y su capacidad para representar al “otro” y lograr un reconocimiento de la autoridad del investigador (Meo, 2010: 85-86).

Un aspecto fundamental relacionado con la reflexividad posicional es la “toma de posición” (position taking) que se trata del posicionamiento del investigador en relación con el proceso de investigación cualitativa, las relaciones que forma en el trabajo de campo y las maneras en que se presentan los resultados. Esta idea de reflexividad surge en el contexto de la investigación social cualitativa de la década de 1970. Así, la reflexividad exige analizar la presencia del investigador y cómo su participación afecta y condiciona tanto la producción como el análisis de los datos (Meo, 2010: 86-87).

Por el contrario, también existen críticas a los trabajos reflexivos producidas desde diferentes perspectivas teóricas y epistemológicas, como el realismo crítico y el post-estructuralismo. Maton (2003) sostiene que la reflexividad posicional ha sido criticada por ser: 1) “Sociológica”: una mirada objetivadora del proceso de investigación. 2) “Individualista”: se refiere al romanticismo y humanismo de muchos investigadores que asumen el compromiso subjetivo de trascender los efectos de sus propios posicionamientos culturales antes que las prácticas de investigación. 3) “Narcisista” por la posición en que se sitúa el investigador con respecto del objeto que estudia (Meo, 2010: 88).

Chomsky y el compromiso de los investigadores

En el artículo “Compromiso intelectual, de Sartre a Chomsky, y su influencia en América Latina” (2021), analizo los matices del compromiso de Noam Chomsky como investigador, quien se convirtió en un crítico de la política de Estados Unidos. Ninguna idea fue tan extraña para Chomsky como aquella que señala que el rol de los intelectuales es comprometerse y denunciar el poder. No obstante, Chomsky es famoso por ser uno de los críticos de la política extranjera de Estados Unidos. Aunque también es conocido por sus ideas sobre el progreso, las revoluciones, la libertad de expresión, el anarquismo, el mercado, los intelectuales, la filosofía, las ciencias y la religión. Por razones lógicas, no utiliza el término socialismo, a pesar de que retoma el anarquismo y uno de sus principios es el socialismo libertario (Chomsky, 2010: IX-XXII).

Chomsky estaba consciente del precio a pagar por tener un rol de disidente dentro de la escena pública, ya que sabía lo que le había pasado a Rosa Luxembourg (asesinada), Antonio Gramsci (prisionero) o Bertrand Russell (prisionero), como lo explica Robert F. Barsky en Noam Chomsky une voix discordante. Chomsky sabía de la importancia de participar activamente, no era suficiente firmar peticiones, enviar dinero o mostrarse a veces en los encuentros; era necesario participar activamente y conocía las consecuencias. A partir de finales de los años sesenta, Chomsky es presentado como el perfecto activista en Estados Unidos (Barsky, 1998: 155-166).

Chomsky es el crítico más importante de la política exterior de Estados Unidos, como lo señala Vivek Chibber en “Noam Chomsky et la longue histoire de l’impérialisme américain”. Es reconocido desde los años sesenta debido a sus críticas de la política de Estados Unidos en Vietnam, y sus primeros artículos “The New Mandarins” y “The Backroom Boys” revelaron algunas de sus cualidades: dominio enciclopédico de los detalles, moralidad intransigente y una capacidad extraordinaria para tratar los asuntos del momento (Bonfiglioli y Budgen, 2006: 94).

En el caso de Chomsky, a pesar de que criticó la figura intelectual que se popularizó en Francia en el siglo XX, no pudo evadir el compromiso porque sabía que cada palabra tiene consecuencias. Chomsky aceptó su época, lo que lo condujo a ser el crítico del imperialismo de Estados Unidos, denunciar al presidente de Estados Unidos por la crisis económica y muerte de miles de estadounidenses por la pandemia del Covid-19, así como apoyar las manifestaciones contra el racismo por la muerte de George Floyd.

Noam Chomsky representa al investigador activista porque presenta matices que remiten a la figura del intelectual (tradición francesa) por su compromiso con la justicia y la verdad. Es un académico que no coincide con las políticas de Estados Unidos (su país natal) y ha explicado su participación contra los movimientos populares en América Latina. Su búsqueda de justicia lo ha llevado a convertirse en un crítico de la política de Estados Unidos y su imperialismo.

Street: representación y reflexividad en la (auto)etnografía crítica: ¿voces o diálogos?

En el artículo “Representación y reflexividad en la (auto)etnografía crítica: ¿voces o diálogos?” Susan Street analiza trabajos teóricos sobre la reflexividad para discutir acerca de la categoría de investigación emancipatoria, como se manifestó en dos modalidades distintas de la investigación: la naturalista y la colaboracionista o dialógica. Concluye que no necesariamente la investigación con los sujetos sea más emancipatoria que la investigación realizada por ellos, pero los problemas éticos son distintos (Street, 2003).

Street señala sobre la ética relacional desde el campo de trabajo que una respuesta fue modificar su postura como activista y concebir la etnografía en términos dialógicos y colaboracionistas. Es decir, asumir la postura activista permitió manejar abiertamente tanto las creencias político-ideológicas como las expectativas concretas de la investigación. No debe sorprender que la reflexividad no solucionó los problemas de representación, pero permitió experimentar otras formas de asumir la investigación emancipatoria en sus aspectos éticos y políticos (Street, 2003: 76-78).

Street establece que la toma de conciencia de las acciones propias y las implicaciones sociales de ciertas formas de conocimiento la condujeron a reflexionar sobre su etapa como investigadora y su identificación con el magisterio democrático. Ella creía que dejó de objetivar ciertos aspectos de la realidad para centrarse en un determinado tipo de construcción, caracterizado por un posicionamiento radical o revolucionario (Street, 2008).

De una etnografía “representativa” asumió un enfoque etnográfico “dialógico” que no partía de la plena identificación con los sujetos investigados y Street muestra las posturas de su texto: 1) De las prácticas sociales a la representación de las voces. 2) De la recuperación de las voces a las narrativas militantes. 3) De las narrativas como autocritica militante a la búsqueda por convertir la postura activista en un posicionamiento radical (Street, 2008).

Para concluir, Street explica que se sitúa dentro de la investigación feminista, con lo que estaría afirmando el compromiso permanente por parte de las feministas. Su interés fue no solamente mostrar que hace autoetnografía sino que ha dejado de objetivar aspectos de la realidad para embarcarse en la elaboración de un posicionamiento revolucionario o radical. Street reconoce que la postura activista o militante asume poner al frente los compromisos políticos y las utopías deseadas (Street, 2008).

Por lo tanto, parte de la reflexividad es entender qué posturas toman los investigadores frente a sus investigaciones, lo cual se vincula con el compromiso de los investigadores. Es decir, Street, por una parte, se cuestiona sobre su compromiso como investigadora con el magisterio democrático y, por otra parte, se da cuenta de su compromiso con sus investigaciones que la conduce a realizar autoetnografía feminista, de ahí sus vínculos con el compromiso activista o militante porque busca hacer reales las utopías. Así, la “toma de posición” a la que refiere Meo retoma la “toma de conciencia” que sostiene Street.

Conclusiones

Por consiguiente, puede observarse con los casos de los investigadores: Villarreal, Street, Bourdieu o Chomsky cómo, en el siglo XXI, la reflexividad se puede aplicar a casi todos los temas de la antropología, las ciencias sociales y las humanidades como parte de la profundización de las investigaciones cualitativas dentro de las dialécticas: científica, reflexiva y etnográfica. Asimismo, se entiende la importancia del compromiso en sus investigaciones universitarias, pero como lo explica Street se debe utilizar la reflexividad crítica para entender y cuestionar los límites del compromiso en las investigaciones.

En este artículo se analizó la reflexividad, sus orígenes y desarrollo en la antropología, las ciencias sociales y las humanidades a partir del acercamiento a la obra de cuatro autores. Estos ejemplos muestran la importancia de la reflexividad en las investigaciones cualitativas del siglo XXI lo que, a la manera de Bourdieu, podría entenderse como la profundización de las investigaciones cualitativas y el saber situarse entre la autonomía y el compromiso intelectual.

Así, por medio de este artículo se entrelazaron y contrapusieron las posturas de Villarreal, Street, Bourdieu y Chomsky porque llevaron a la práctica las teorías. Es decir, la “toma de posición” a la que refiere Meo y que puede asociarse a la “toma de conciencia” que establece Street, conducen a cuestionarse sobre los límites del compromiso de los investigadores con sus investigaciones.


Bibliografía

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[1] osbaldoamauri27@gmail.com