Vicky Novelo, una mujer enorme en muchos sentidos

Patricia Coronado Nóbregas
Amiga y cineasta


Victoria Novelo en Casas Grandes, Chihuahua, México. Foto de Isaac García Venegas
Victoria Novelo en Casas Grandes, Chihuahua, México. Foto de Isaac García Venegas

La doctora Victoria Fernanda Melina Novelo Openheim, fue una mujer tan tan alta, que hasta sus rodillas sufrían para sostenerla, ella era toda grande, sus anillos. su cara su espíritu. Abrió caminos, iluminó oscuridades, siempre inteligente con una gran chispa y humor. Nos conocíamos desde 1971 año en que nuestros hijos entraron al colegio Cipactli que estaba en San Ángel (escuela activa) impartían el tipo de educación que queríamos dar a nuestros hijos. Desde el primer momento que la vi supe que era una persona diferente. Nos hicimos muy amigas, a tal grado que hicimos un time de madres que recogieran a los niños un día a la semana cada una para que todas pudiéramos seguir estudiando y trabajando sin ocuparnos más de un día a la semana de los hijos que amábamos, los llevábamos a comer y luego a hacer actividades, fuimos todos muy felices.

Nuestros hijos nos juntaron muchos años, Ricardo Loewe y Federico Weingartshofer, nuestros esposos en aquel entonces, también se hicieron amigos, ambos eran de ascendencia austriaca y tenían los mismos gustos, pasábamos los fines de semana en Tepoztlán, cuando no era tan famoso, y así la amistad creció. Fuimos muchas veces de vacaciones, con Kareme Jorge y sus hijos Yael y Ariel, nos dio hasta por hacer una comuna en Tlalpuente en donde Jorge y Karime tenían ya su casa, nosotros nunca llegamos a construir la nuestra.

Trabajamos juntos e incluso Victoria asesoró una de las películas de Federico Caminando pasos… caminando que filmamos en un pueblo indígena llamado San Francisco Oxtotilpan, porque la película estaba hablada en Matlatzinca, una lengua indígena del Estado de México. Siempre fue solidaria, cuando la película fue invitada al Festival de Cannes nos acompañó a vivir esa aventura junto con Henner Hofmann, fue un viaje inolvidable que duró más de un mes.

Con Vicky y Alberto Híjar regresé a Cuba, la patria de mi madre, para conocer en vivo la Revolución Cubana y reencontrar a mi familia. Con Vicki hice toda clase de peripecias para encontrarla, regresamos juntas varias veces, incluso ella se casó con un cubano llamado Lázaro.

Me invitó a producirle algunos programas de la serie Antropo-visiones para el CIESAS, el cine era parte de lo que a ambas nos gustaba, muchos domingos comíamos y después nos íbamos al cine.

Muchos años se fue a vivir a Colima, Yucatán y sólo nos veíamos de vez en cuando, hace como cinco años cuando volvió a vivir a la Ciudad de México y ya divorciadas las dos nos volvimos a encontrar y comíamos de vez en cuando. Hace como dos años volvió a vivir a Tlalpan en donde yo he vivido siempre, como a tres cuadras de mi casa. Los domingos que no iba a Tepoztlán para ver a Matías, su nieto, y a su hijo Andrés nos íbamos a desayunar o a comer juntas. Cuando cumplió 75 años hizo una fiesta a la cual me invito y la pasamos muy bien, hace como 6 meses, antes de la pandemia, se compró un edredón que no le gusto y me lo vendió, todavía le debo a Andrés 1,000 pesos. Cuando se fue a Tepoztlán por la pandemia nunca nos imaginamos que no nos volveríamos a ver. Todavía un día antes de su fallecimiento hablamos de ver a un ortopedista que me había hecho caminar a mí, ella no aguantaba ya el dolor de esas rodillas, que habían sido operadas ya dos veces y no quedaban bien, y ya estaba usando andadera, cosa que le molestaba mucho porque era muy independiente. Quedé en llevarla y recuerdo que me regañó porque le escribí por WhatsApp, cosa que no le gustaba, ella me llamó por teléfono y me dijo que si no tenía dinero ella pagaba la llamada, al día siguiente en la mañana mi hijo me dijo que había llamadas perdidas de Vicky y cuando Andrés me llamó y me dio la noticia, me dejó con un sentimiento muy grande de vacío. Vicky fue de mis pocas amigas de toda la vida, la extraño mucho y seguro seguiré extrañándola.

Una mujer enorme en muchos sentidos, un gran corazón lleno de generosidad y amor, principalmente por México y por su familia. Antropóloga e investigadora que sin duda deja un legado inconmensurable para muchas generaciones. Tuve la fortuna de conocerla íntimamente y gozar de su amistad, me llenaba de ternura al escucharla y verla a los ojos, un gran ejemplo de disciplina, amor y de resiliencia.