Joel Trujillo Pérez[1]
Introducción: a manera de contexto en las elecciones federales
El 6 de junio será recordado como el día en el que se llevaron a cabo las elecciones más grandes de la historia de México, pues más de 21 mil puestos de elección en popular estuvieron en juego a lo largo y ancho del país. Tanto a nivel federal como a nivel local se eligió la renovación de la cámara de diputados federal con 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional; 30 congresos locales y mil 926 ayuntamientos. En el caso de la Ciudad de México, se votó por la renovación de las 16 Alcaldías, los 66 diputados y diputadas (33 de MR y 33 de RP), así como 204 Concejalías, figuras de reciente aparición desde la Reforma política de la Ciudad de México, en 2015, que también constituyó al Congreso de la Ciudad sobre la figura de la Asamblea Legislativa. Asimismo, desarrollaron dos elecciones extraordinarias tanto en Nayarit como en Hidalgo.
En este sentido, cabe señalar que esta es la primera elección consecutiva y hasta por 12 años.[2] Con ello se ha podido elegir por la reelección de cargos legislativos y ejecutivos locales, ya sean alcaldías, ayuntamientos o diputaciones, entre otros. Este hecho, derivado de la Reforma política de 2014, marca un hito en la democracia electoral nacional ya que con la implementación de esta medida se busca el sostenimiento de resultados no solamente a corto, sino también a mediano plazo para el cumplimiento de objetivos y promesas legislativas para cada distrito. En este tenor, también se centralizaron algunas tareas como la fiscalización (Castellanos, 2016) y la elección del consejo general en los 32 Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) en el nuevo Instituto Nacional Electoral, buscando, con ello, retirar los condicionamientos de los gobiernos locales a los institutos electorales locales a los que se encontraban expuestos.
Tanto por la implementación completa de la Reforma electoral de 2014 como por el número de puestos de elección popular dispuestos a competencia el 6 de junio, se puede decir que las pasadas elecciones han sido de importancia medular para la conformación del sistema de partidos en México, pues de 10 partidos que obtuvieron el registro para contender, tres no alcanzaron el porcentaje mínimo necesario que asciende al 3% para sostener su permanencia. Por otro lado, esta elección también fue extraordinaria por el porcentaje de ciudadanos inscritos en la lista nominal que salieron a votar en su casilla más cercana aún en contexto de pandemia por Covid-19. Según datos del propio Instituto al 11 de junio, la participación ciudadana ascendió al 52.66% (INE, 2021), es decir, que más de la mitad de la ciudadanía inscrita en el listado nominal asistió a alguna de las casillas (tanto ordinarias como especiales) para depositar su sufragio. Lo anterior, superior al 44.60% de las intermedias de 2009 o a la participación del 47.72%, en 2005.
La elección en el distrito 15, en Benito Juárez, Ciudad de México
Las elecciones en la Ciudad de México, ahora sabemos, “partieron” la capital en dos hemisferios bien definidos; por un lado, el oriente donde mayormente se votó por la coalición Juntos haremos historia, conformada por Morena, PT y PVEM, y por el otro la coalición Sí por México, que aglutinó a los partidos mayoritarios de la oposición como el PAN, PRI y PRD. Mientras la primera coalición ganó 7, la segunda gobernará 8. En tanto, el PAN en solitario se quedó con el llamado “oasis azul”, que es la alcaldía Benito Juárez, que siempre se ha identificado con dicho partido, votando tanto por diferenciación con el resto de la ciudad, por clase, así como por tradición histórica (Trujillo, 2016). Bajo esta misma tendencia de votación, las diputaciones locales por Mayoría Relativa por la coalición PT-Morena ganó 18 distritos locales, mientras que Morena-PVEM-PT lo hizo con una. Por su parte, el PAN en solitario ganó 5 distritos electorales locales, mientras que como Sí por México, lo hizo con 7, dejando al PRI-PRD con 2 (IECM, 2021).
El proceso electoral intermedio desde la óptica de una Junta distrital
El proceso electoral 2020-2021 inició formalmente en septiembre de 2020 con tareas de organización electoral, contratación de personal como Supervisores Electorales y Capacitadores-Asistentes Electorales, así como personal eventual como los Técnicos Electorales que, en el nivel administrativo más terrenal, son los encargados del contacto real y permanente tanto con la ciudadanía como con las personas que llevan la democracia procedimental a flote. Es decir, la organización de una elección desde abajo hacia arriba, no como normalmente se observa desde la academia. En este proceso he tenido la oportunidad de conocer a personas invaluables e incansables en las vocalías de Organización Electoral, Registro Federal de Electores, Capacitación Electoral, Presidencia y Secretaría ejecutiva.
Desde el primer día de labores pude observar el compromiso democrático con el cual se lleva a cabo este proceso, a días y horas que normalmente una persona no laboraría. Pero ellas y ellos siempre estaban allí, para ayudar, pero también, en ocasiones, para tener dosis extremas de estrés dada la reticencia de la ciudadanía a participar como persona funcionaria de casilla, o prestando un espacio para instalar la casilla. Fue, en cambio, desde diciembre que las tareas comenzaron a tomar un ritmo vertiginoso con la etapa de entrevistas para formar parte del equipo de CAE (Capacitador Asistente Electoral) y SE (Supervisor Electoral). Primero, un examen de conocimientos generales. Posteriormente, una entrevista en la que nos conjuntamos una persona Vocal y una persona Consejera Electoral Distrital. Como órgano colegiado, mis compañeras y compañeros (tres hombres y tres mujeres) forman dupla con el personal del Servicio Profesional Electoral Nacional (SPEN) para intentar elegir a los mejores candidatos para el puesto. Preguntamos, entonces, si tenían disponibilidad de horario, laboral, familiar, personal. Si tenían disponibilidad e interés de trabajar y tener contacto personal en un contexto de pandemia por Covid-19 y qué medidas tomarían para protegerse y proteger a la ciudadanía en general. Los mejores porcentajes entre la entrevista y el examen serían elegidos para una de las 27 plazas de SE encargadas de las Zonas de Responsabilidad Electoral (ZORE), mientras que 157 para CAE encargadas de sus Áreas de Responsabilidad Electoral (ARE).
En dichas entrevistas tuve la posibilidad de conocer historias de vida, trayectorias, necesidades y motivaciones diversas. Personas que habían quedado desempleadas por la pandemia y el paro económico, otras que se veían obligadas a “dobletear” entre trabajos para permitirse llevar un ingreso mayor a casa, otras más que buscaban suerte y querían conocer el proceso organizativo desde dentro, algunos otros que estudian y un ingreso no les vendría mal. Otras más ‒los que más me sorprendieron‒ que, en una extensión de la obra de Larissa Adler, sobreviven de empleos temporales, de la marginalidad económica, pero también política. Provenientes del más reciente Censo del INEGI 2020, ahora buscaban una oportunidad laboral de 7 meses dentro del INE. Este tipo de perfiles eran los mejores evaluados, pues sabían ubicarse, utilizar el dispositivo móvil para la captura de información, realizar contacto interpersonal y, sobre todo, obtener información y “convencer” a las personas de participar, ya sea en una encuesta o, en este caso, en el proceso electoral.
Posterior a la entrevista y selección, la Vocalía de Capacitación Electoral se dio a la tarea de capacitar a las y los que aprobaron las etapas previas para contactar a la ciudadanía insaculada en el proceso de sorteo que se llevó a cabo en el Consejo General, entregar nombramientos, capacitar a la Mesa Directiva de Casilla y coadyuvar en el procedimiento con los futuros funcionarios de casilla. Entonces se entraba de lleno al proceso de organización de la elección organizada por y para ciudadanos. El siguiente paso significativo fue comenzar a buscar los espacios para la instalación de casillas. Si bien este proceso comenzó desde septiembre, los primeros pasos institucionalmente reconocidos comenzaron a finales de febrero cuando se comenzó a tocar puertas, pedir autorizaciones, conocer el inmobiliario necesario y equipamiento requerido para los simulacros. Sumando, la Vocalía del Registro Federal de Electores se dio a la tarea de conformar el padrón de electores y la lista nominal con la que finalmente se darían dos procedimientos simultáneos, que fueron la insaculación de la Mesa Directiva de Casilla y el corte para la lista nominal con la que finalmente se votaría por manzana, sección, colonia y alcaldía.
Como Consejero me di a la tarea de acompañar todos estos procedimientos desde la Junta Ejecutiva, pero como antropólogo también me permití conocer más a fondo las tareas encomendadas al personal eventual, es decir, salir a los recorridos con SE y CAE, conocer el trato con la ciudadanía insaculada para una posible participación y la entrega de nombramientos, entre otras actividades. Entonces me pude dar cuenta de la dificultad real de lo que, en papel, parecería sencillo: entregar un nombramiento, capacitar en cinco minutos, trabajar bajo la lluvia, sortear las dificultades y adaptarse a los tiempos de las personas al otro lado. En resumen, de realizar trabajo de acompañamiento etnográfico con los verdaderos organizadores de la elección. A una chica le aventaron agua caliente, a otra la mordió un perro, otra más se rompió el pie colgando una lona un día antes de la elección, otro fue asaltado y le quitaron sus pertenencias tanto del instituto como personales, a otro lo discriminaron por tener tatuajes. Lo anterior, realizando las “tareas inherentes” al cargo que se les encomendó.
El trabajo concreto también se desarrolló en las oficinas y por el personal eventual técnico electoral. Realizar sustituciones de personal, funcionarios de casilla, verificaciones, atención a la ciudadanía, orientación profesional, pero también personal a todo aquel que se acercara a solicitarla. Las personas técnicas electorales forman parte del personal de las vocalías, y sus tareas se centran en desarrollar todo aquel trabajo que no es visto desde fuera, que se realiza en las sombras, pero sin el cual no se podría llevar a cabo una elección. Dada la emergencia sanitaria por Covid-19 (además de la falta de espacio efectivo) muchas de las personas técnicas electorales tuvieron que ser reubicadas en espacios emergentes como jardines, terrazas, carpas, bodegas, entre otras, lo cual dificultó más sus tareas, sobre todo en tiempos de lluvias.
Cabe señalar que en los recorridos con CAE y SE pude observar la dificultad de reclutar personas para formar parte de la mesa directiva de casilla; en ocasiones solicitaron mi ayuda para contactar a personas “difíciles”, que cambiaban de opinión frecuentemente, hostigaban a las CAE, o simplemente no definían si querían participar cambiando su parecer y tratando a los capacitadores con cierto sesgo de clasismo. Entonces yo intervenía para intentar mediar entre el ciudadano y futuro funcionario, y el capacitador, cuya tarea se tornaba cada vez más difícil entre conseguir ciudadanos dispuestos, capacitar, entregar nombramientos, capturar la información en la aplicación móvil, entre otras más. Finalmente, los simulacros tuvieron una dosis de dramatismo ya que la lluvia, la reticencia a participar y la dificultad para sincronizar los horarios de las personas funcionarias dificultaron más aún la tarea, no sólo de los CAE, sino también de los técnicos electorales encargados de brindar el material como sillas, mesas, el material y papelería electoral del simulacro. En un ejercicio en la colonia Del Valle Norte me tocó presenciar que, mientras se desarrollaba el simulacro con mesa directiva completa, una mujer mayor se acercó y comenzó a husmear por la mesa, papelería y a los propios funcionarios, lo cual provocó molestia entre las personas allí presentes pues no respetaba la sana distancia y afectaba la dinámica interna. Entonces fue cuando se dispuso a decir en voz alta que eso era “fraude”, que “no le habían avisado” y que este ejercicio era un ejemplo más de la opacidad con la que se manejaba el Instituto y las elecciones en el país. Fue entonces cuando la CAE responsable le comentó que eso no era más que un simulacro, entrenamiento para las personas que se desempeñarían como funcionarias el 6 de junio que estaba ya muy próximo. Entonces la señora comenzó a gritar aún más fuerte que ella no estaba enterada de nada, que esto no era más que un ejercicio de fraude y cuando dispusimos a tomar medidas para dar a conocer con mayor profundidad lo que se estaba desarrollando con ayuda de superiores, no hizo más que esfumarse. Esto no era más que el preludio de lo que estaba por venir en un contexto de polarización política y desconfianza en los procesos electorales que aún subsiste.
“Ustedes son partícipes de un pinche fraude”
Llegó el día de la elección, pero no sin antes pasar tres semanas de intenso trabajo organizativo, verificativo y administrativo. Por medidas sanitarias no se pudo conjuntar totalmente al personal CAE para el armado de paquetes electorales, con su papelería correspondiente, documentación, boletas, carteles y señalizaciones. Además, el Instituto dispuso de medidas y recursos sanitarios como gel antibacterial, caretas, mascarillas cubrebocas, toallitas desinfectantes, entre otras para intentar cuidar lo más que se pudiera la salud de las personas involucradas en el proceso electoral, así como la de las y los votantes que se darían lugar en la casilla correspondiente. Además, los cambios de ubicaciones de casilla se dieron al por mayor en los últimos días, incluso un día antes se tuvo que llamar a sesión extraordinaria para la aprobación de nuevas ubicaciones por declinación de los propietarios. Con ello, también el cambio repentino de requerimientos necesarios como lonas, tarimas, extensiones para electricidad, entre otros. El trabajo ahora era mayor por parte de la Vocalía de Organización Electoral entre el término del armazón de los paquetes electorales, el sellado de boletas, la integración de los tantos de listas nominales al paquete, la verificación del contenido por parte de los CAE que podían tener entre tres y cinco casillas cada uno y la integración de la casilla especial con la base de datos y todas las medidas de seguridad dispuestas desde la Vocalía del Registro Federal de Electores, que es la encargada de este procedimiento.
Finalmente llegó el día de la elección. Se nos citó a las 6 horas para poder instalar la sesión permanente de la jornada electoral. Todos estaba saliendo conforme a lo planeado, salvo en algunas casillas que no se presentaron los funcionarios o iniciaron un par de horas tarde, pero los informes del sistema dejaron en claro que a las 10.30 horas ya estaban instaladas el 100% de las casillas y funcionando. Fue entonces cuando llegó una llamada de parte de la CAE de la casilla especial ubicada en la Av. Amores, casi esquina con Eje 7 Sur. La gente en dicho lugar se encontraba bastante inquieta: mucha gente quería ejercer su derecho al voto, pero en estas elecciones sólo se podía votar por circunscripción,[3] lo cual imposibilitaba la votación de personas ajenas, por ejemplo, a la circunscripción 4 conformada por Ciudad de México, Morelos, Tlaxcala, Guerrero y Puebla.
Foto 1. Abogado de la Junta Distrital y Consejera Electoral Distrital explicando las razones por las cuales no se puede votar siendo parte de otra circunscripción. Fuente: propia.
Es necesario señalar en este punto que la Casilla especial por primera vez contó con 1 000 boletas, 250 más que en procesos pasados. Cabe recordar también que cada casilla cuenta con 750 boletas, por lo cual, si una sección excede las 750 personas se deben abrir, además de la básica, contiguas, con el fin de garantizar el voto de la ciudadanía que allí reside. La casilla especial está ideada para personas en tránsito, y en este periodo electoral, sólo para personas residentes dentro de la cuarta circunscripción. Sin embargo, personas se dieron lugar en la casilla para votar aun estando fuera de su circunscripción, siendo de Chihuahua, Sinaloa, Durango, Campeche, entre otros estados fuera de la que pertenecen. Esto dio lugar a conflictos, gritos, empujones, connatos de bronca en un distrito que parecería resuelto a favor de un partido político. Por el contrario, se nos acusó de formar parte de la “dictadura en curso”, de estar “cooptados” por la presidencia imperial, de “orquestar y ser partícipes de un fraude” para favorecer al presidente, entre otros señalamientos menos elegantes (fotografía 1).
Fue entonces que intentamos explicar que, en esta elección intermedia y por ley, sólo puede votar para diputaciones de circunscripción. La respuesta fue en su mayoría furibunda, acusándonos de todo lo posible, ante una población que no conoce bien qué se elige ni cómo. También ante un Instituto que le faltó una campaña de mayor envergadura de comunicación social para llevar a las personas la información necesaria sobre este caso que, según me cuenta, cada elección se repiten las problemáticas, ya sea por falta de boletas como por interés por votar fuera de su área geográfica de RP. Al final, el presidente de la casilla tuvo que llamar a la policía para intentar disuadir los intentos de entrar a la casilla por la fuerza o convencer a las personas de respetar la sana distancia que, debo señalar, en la casilla especial fue en la que menos se respetó. Al final, todo salió como debía más allá de pequeñas vicisitudes. La casilla especial se instaló, se votó y se cerró conforme a lo requerido. Lo que siguió fueron los cómputos distritales que se cerraron conforme a lo dispuesto por la ley y una vez más se cerró el proceso electoral sin sobresaltos mayores, pero también permitiendo observar que las elecciones son el punto culmen de tensiones y símbolos políticos que, si bien lo electoral no puede reducirse a ello, sí es donde emanan conflictos, inquietudes y, sobre todo, la cultura política real y concreta (Krotz, 1990).
Bibliografía
Castellanos, Roberto (2016), La reforma político electoral de 2014. Diagnósticos, primeros resultados y principales desafíos, México, Instituto Belisario Domínguez-Senado de la República.
Celorio, Mariana (2015), “La Reforma Político-Electoral de 2014: avances, retrocesos y vacíos”, en El Cotidiano, núm. 190 (marzo-abril), pp. 109-117.
Gobierno de México (2014), Reforma política-electoral, en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/3080/EXPLICACION_AMPLIADA_REFORMA_POLITICA_ELECTORAL.pdf (última visita: 20 junio de 2021).
Instituto Nacional Electoral (INE) (2017), Circunscripciones Plurinominales Electorales Federales 2017 (última visita: 23 de junio de 2021).
Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) (2021), Sistema de Cómputos Distritales y de Demarcación 2021. Proceso electoral ordinario local 2020-2021, en https://aplicaciones.iecm.mx/sicodid2021/screen01.php (última visita: 20 de junio de 2021).
Instituto Nacional Electoral (INE) (2021), Cómputos Distritales 2021, en https://computos2021.ine.mx/votos-distrito/mapa (última visita: 23 junio de 2021).
Krotz, Esteban (1990), “Antropología, elecciones y cultura política”, en Nueva Antropología, vol. XI, núm. 38, pp. 9-19.
- Antropólogo Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y Maestro en Sociología por la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México (UIA-CDMX). Consejero Electoral del Consejo 15 Distrital en la Ciudad de México. Contacto: joel.trujillo@ine.mx. ↑
- Con la Reforma política de 2014 se buscó generar, entre otras cosas, mayor equidad en cuanto a la conformación del Congreso federal y locales en cuanto al género de sus integrantes. Asimismo, la integración de candidaturas independientes y la reelección consecutiva en el legislativo federal hasta por 12 años o cuatro periodos por la misma fórmula, partido y localidad en tanto diputaciones, y por dos periodos para senadurías (Reforma política-electoral, 2014) buscando sostener proyectos legislativos por más de tres años y vincular a la ciudadanía con sus representantes. Sin embargo, autoras como Celorio (2015), señalan que la argumentación de la reforma en términos de reelección carece de sentido, pues no es la reelección la que crea vínculos con la ciudadanía que más bien se ha ido ensanchando, sino la interlocución, la cual no sucede ni siquiera dentro de sus distritos. ↑
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Las circunscripciones plurinominales en el país son cinco. En total, las 32 entidades federativas se conjuntan en áreas geográficas denominadas circunscripciones electorales, que tienen como tarea participar en la elección de las 200 diputaciones de Representación Proporcional, y que se encuentra vigente desde 2005 (INE, 2017). ↑