Una mirada a los códices del suroeste poblano

Laura Rodríguez Cano[1]
Rodolfo Rosas Salinas[2]
Proyecto Geografía histórica de la Mixteca Baja
Escuela Nacional de Antropología e Historia

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Códices del Suroeste Poblano. Mapa elaborado por los autores con base en el acervo fotográfico del Proyecto de Geografía histórica de la Mixteca Baja de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, AGN, Ilustración 824 y fotografías cortesía de los cronistas de los municipios de Ixcamilpa de Guerrero y Huehuetlán el Chico, Puebla.


No cabe duda que los códices resultan ser, hasta el día de hoy, tanto la mejor fuente de conocimiento histórico de los pueblos nativos de Mesoamérica como el sello característico de dichas sociedades. Con un particular medio de comunicación gráfico, al que denominamos –siguiendo en parte a Joaquín Galarza– escritura tradicional indígena, estos manuscritos se han convertido en uno de los materiales imprescindibles de los estudios etnohistóricos para conocer diversos detalles de la vida social, política, económica o religiosa de los pobladores antiguos de diversas regiones del país. Por tanto, el contar con ellos como parte del corpus analítico de estudio es más que afortunado, es poder disponer con el marco espacial y temporal más completo posible para, así, dar una imagen más nítida de la sociedad del pasado que se estudia.

Los códices se caracterizan por su singularidad, realizados con distintas materias primas locales, despliegan formas y colores que, con hábil maestría, los escribas-pintores ejecutaron, al plasmar representaciones de los relatos históricos y religiosos que consignan los saberes locales. Toda esa riqueza exquisita hace que los códices sean un invaluable patrimonio de las distintas comunidades del país, de México y del mundo, que forman parte de la creación y grandeza de las culturas que habitaron nuestro país.

Ese es el caso del suroeste poblano, región de la que existen pocos estudios de las ciencias sociales, pero que ha ido mostrando un abundante acervo documental de diversa índole que nos permite tener un panorama de la escritura ahí usada de, por lo menos, mil quinientos años, desde el periodo Clásico (600 d. C.) hasta nuestros días.[3] Y como parte de ese gran corpus se han registrado en algunas poblaciones documentos de tradición escritural indígena, códices, que relatan a través de diversos glifos calendáricos, antroponímicos y toponímicos eventos determinados que permiten reconstruir parte de la historia de tales poblaciones originarias. En este texto hacemos un recorrido por distintos rincones de la región de la Mixteca Baja poblana, para mostrar algunos de estos documentos, varios de ellos de reciente registro, y los avances que hemos realizado en su estudio.

Quizá el más conocido del corpus sea el Códice de Coetzala, así llamado porque fue presentado por la población de Santa María de la Inmaculada Concepción Coetzala en un pleito de tierras con su vecino, Santa Mónica Coetzala. En el ámbito académico, su primera mención es en la obra sobre los códices del marquesado editado por el AGN, en la cual se expone el códice editado y un breve comentario que incluye una cita textual de la interpretación que se hiciera en el siglo XVIII por el intérprete de la Real Audiencia. Este códice ha sido mencionado posteriormente por diversos investigadores, pero bien con comentarios breves como el de Robert Barlow, o con interpretaciones que se basan más en una analogía con otros códices que en el material intrínseco.[4]

El códice de Coetzala tiene su paralelo en unos códices recién documentados por los autores. En 2014, como parte de las actividades de registro histórico junto a los Cronistas Filiberto Sánchez, Antonio Ortiz y Cristina Trejo, en la población de San Lucas Tzicatlán nos fueron mostrados un conjunto de documentos entre los cuales hay tres grupos de códices diferentes entre sí, aunque relacionados, y dos de ellos con semejanza más que notable con el de Coetzala. A este conjunto de códices les hemos denominado Códices de Tzicatlán 1, 2 y 3. En general, conservan la escritura tradicional indígena, pero con un estilo particular, apegado a las convenciones nahuas y mixtecas del Posclásico, aunque con rasgos compartidos con los códices del sur de Puebla; a ello se le suman algunas glosas y textos largos en alfabeto, pero en idioma náhuatl. El conjunto fue realizado tanto en papel amate como en papel europeo, piel y tela. El Códice de Tzicatlán 1 es el más antiguo, elaborado en amate, y tiene un contenido tanto calendárico como cartográfico e histórico; el 2 es un cuadernillo de papel europeo, y su contenido es la historia local –e incorpora eventos de la región del Acolhuacan– año por año, de ahí que le denominemos también «códice en anales», narrando más de 400 años de historia; y el 3 es un grupo de mapas –un “original” y dos “copias”– de la población de Tzicatlán, en el cual se representaron como linderos algunos sitios que fueron antiguas poblaciones. Junto con estos códices se resguardan varios otros documentos relativos a la parroquia, como inventarios y recibos, en alfabeto, tanto en castellano como en náhuatl.[5]

Cabe señalar que la antigua provincia de Chiautla de la Sal se caracterizó precisamente por la producción salinera, por lo que no resulta extraño que en una de las poblaciones dedicadas a su producción se hallaran códices. En efecto, en Chila de la Sal se resguarda, junto con el archivo, otro conjunto de códices.[6] Estos son tres, uno de poco más del tamaño de un folio y otros fragmentos. En la actualidad se resguardan enmarcados, junto con otros documentos. En general, su temática parece ser histórica genealógica, además incluyen algunos relatos toponímicos.

Más al sur, en Ixcamilpa de Guerrero, frontera ya con el estado de Guerrero, la también cronista María de Jesús Sánchez González quien propició el rescate del archivo de la población, en el cual se hallaba en muy mal estado un códice en papel amate. En él se representó una posible genealogía en la parte inferior, seguida en la sección superior del topónimo de la población y un personaje ya con vestimenta a la manera europea –con capa y sombrero– y con barba, y una glosa a su costado indicaría una posible relación con Quecholac, al oriente de la región de Chiautla.[7]

Hacia el oriente, en Piaxtla, se registró en 2013 otro códice, aunque éste se apega más a la categoría de “Títulos primordiales”. Gracias a las labores de Amada María García Orduña, la familia que lo posee nos permitió hacer el registro del documento –que es copia de uno más antiguo–, así como los documentos de lo que formó parte de una legitimación de nobleza indígena. En el “título” se representan a los caciques de Piaxtla al momento de su bautismo, legitimado éste además por Hernán Cortés y el blasón de la Corona de Castilla; si bien el documento señala la fecha de 1521, así como la presencia del “Capitán Marqués”, estos datos están más bien por el valor simbólico que representó la caída de México-Tenochtitlán, tal y como sucede en otros documentos semejantes.

Tenemos noticia de otros varios documentos en la región, pero que no hemos visto por ahora. Hemos dejado de lado un gran cúmulo de mapas con ciertas convenciones de la tradición indígena, así como documentos ya en alfabeto que narran eventos históricos del pasado, tanto en náhuatl como en castellano. Todas estas fuentes de información, sumadas a las arqueológicas, a las etnográficas –tradición oral y registros de prácticas culturales–, a las etnohistóricas de fuera de la comunidad –acervos federales e internacionales–, permiten tener un panorama suficientemente nítido de los procesos históricos que acaecieron en la región a partir de su amplio patrimonio histórico.

El registro de estos documentos ha sido posible gracias a un continuo trabajo en conjunto con las comunidades. Este acercamiento y reciprocidad que se ha podido establecer con la población de la región también se ha traducido en labores comunitarias como pláticas y conferencias, talleres de saberes tradicionales[8] y de conocimiento de los códices, y a nuestro parecer el culmen hasta ahora es la colaboración participativa de población, alumnos y profesores de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en la creación del Museo Histórico de Tzicatlán. En el museo se exhibe de forma cronológica la historia de la población y de la región mediante objetos y cédulas explicativas y didácticas.[9] Pero, salvo la pausa obligada por la pandemia de los últimos años, en el museo se estaba generando una dinámica comunitaria que esperamos retomar, en la cual se realizaron una secuencia de talleres relativos a los códices mesoamericanos y el registro de la historia, otro de saberes tradicionales de pigmentos y uno más de técnicas de encuadernación; todos estos temas relacionados con particularidades de los códices que poseen en la población.

Estas experiencias en el estudio de los códices del suroeste poblano, en colaboración y estrecha cercanía con los habitantes de la región, ha permitido, por un lado, ir dando a conocer nuevas fuentes de conocimiento de la historia de los pueblos nativos en diversos procesos históricos de los que han sido actores, a la par que documentar varias prácticas y saberes tradicionales. Y, por el otro, dentro de las comunidades se han revalorizado tales prácticas y el variado patrimonio que resguardan. En suma, los códices también poseen un rol social que, poco a poco y con mayores investigaciones, acercarán a los interesados de la historia de los pueblos nativos a una región que aún tiene mucho por ofrecer, y que es deber de todos conservar, resguardan y difundir como parte de las historias y saberes de nuestros antepasados.


Bibliografía

Archivo General de la Nación (1933), Códices Indígenas de algunos pueblos del Marquesado del Valle de Oaxaca, México, Talleres Gráficos de la Nación.

Barlow, Robert H. ([1949] 1995), “El códice de Coetzala, Puebla”, en Jesús Monjarás-Ruíz; Elena Limón y María de la Cruz Paillés H (eds.), Obras de Robert H. Barlow: Fuentes y estudios sobre el México indígena. Segunda parte. Actuales estados de Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán, vol. 6, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia – Universidad de las Américas, Puebla, pp. 451-452.

De la Garza Cabrera, Patricia, Marie Vander Meeren, Laura O. Ibarra Carmona, Nora A. Pérez Castellanos, Carlos Orejel Delgadillo, Silvia Y. Pérez Ramírez, Débora Y. Ontiveros Ramírez, Denisse Ochoa Gutiérrez, Hugo Arriaga González y Gerardo Gutiérrez (2017), “Proyecto de atención del acervo documental de Ixcamilpa de Guerrero”, Conservación y restauración, núm. 11-12, abril-agosto, pp. 9-25.

Galarza, Joaquín (1996), Tlacuiloa. Escribir pintando, México, Editorial Tava.

Rivas Castro, Francisco y Carmen Lechuga (1990), “El códice de Santa María Coetzala, Suroeste de Puebla”, en Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, t. XXXVI, Sociedad Mexicana de Antropología, México, pp. 175-185.

Rodríguez Cano, Laura y Rodolfo Rosas Salinas (2021), “Arqueología y etnohistoria de la Mixteca Poblana”, en Intercambios. Estudios de Historia y Etnohistoria, núm. 5.

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Fotografías de la inauguración del Museo Histórico de Tzicatlán y los talleres realizados en 2019 y 2020. Acervo fotográfico del Proyecto Geografía histórica de la Mixteca Baja de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.


  1. laurarcano@hotmail.com
  2. raz.fari@gmail.com
  3. Una visión de ello puede consultarse en Rodríguez y Rosas 2021.
  4. Por ejemplo, Rivas y Lechuga hacen una interpretación cartográfica que, si bien es sugerente, poco retoma el contenido del expediente, del texto náhuatl y la estructura interna del documento como códice con glifos anuales.
  5. Los autores preparan un amplio estudio del conjunto de códices, incluyendo análisis de los signos, traducciones de los textos en náhuatl, ubicación de sitios mencionados y contextualización histórica con base en una vasta revisión documental.
  6. Si bien teníamos noticia de ellos, fue hasta que los fotografiaron Melany Durán Garciarreal y Carlos Barriga Servín, ambos alumnos del PIF (Proyecto de Investigación Formativa) que coordinamos en la ENAH, son códices que siguen en proceso de estudio.
  7. Hasta donde tenemos noticia, sólo existe un breve comentario del documento que difiere de nuestra interpretación (De la Garza et al., 2017).
  8. https://editorialrestauro.com.mx/?smd_process_download=1&download_id=1048
  9. https://www.facebook.com/museohistoricode.tzicatlan/