Una historia agraria en mapas

Juan Manuel Mendoza Arroyo
Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
 juan.mendoza@umich.mx


En estas líneas abordaré mi experiencia con el uso de mapas para analizar la dimensión espacial de los problemas agrarios y poder explicar procesos históricos de larga duración. Para ello referiré a una investigación sobre dos poblados cercanos a la ciudad de Pátzcuaro, en el centro de Michoacán (Mendoza, 2017).

Cuanajo y Tupátaro son dos pueblos a tres kilómetros de distancia uno del otro. Su cercanía los hizo participar de una historia compartida, que sus habitantes experimentaron desde posiciones desiguales de acceso a tierras, montes y pastos. Cuanajo fue fundado como “pueblo” y Tupátaro como una “estancia” sujeta al primero. Pese a que en 1641 este último obtuvo la categoría de pueblo no recibió tierras suficientes y sus habitantes tuvieron que movilizarse para arrendar terrenos en poblados vecinos, hecho que favoreció su mestizaje. Cuanajo, al poseer extensos bienes de comunidad,[1] restringió la inclusión de quienes se avecindaron en sus tierras. A mediados del siglo XIX, algunas familias del pueblo ya se habían apropiado del término “indígena”, usado por los liberales para designar a los “oriundos de un lugar” que podían beneficiarse de los repartos de bienes comunales promovidos por el gobierno estatal. En Cuanajo, quienes se asumieron como “indígenas” con derechos fueron los descendientes de las antiguas familias, los apellidos reconocidos y diferenciados del resto de avecindados originarios de otros pueblos, o de los arrendatarios mestizos.

El reparto de los bienes de comunidad en Cuanajo en 1868, la fragmentación de las haciendas aledañas, el surgimiento de un mercado de tierras y la formación de nuevos ranchos y rancherías al finalizar el siglo XIX e iniciar el XX, redefinieron la organización política y territorial en ambos pueblos (Mendoza, 2021). Pese a que muchos comuneros de Cuanajo perdieron a manos de arrendatarios mestizos las tierras y los montes del sur, los descendientes de aquellos que lograron preservar tierras, lucharon durante la segunda mitad del siglo XX para dar forma y contenido a un nuevo proyecto de “comunidad indígena”.

En cambio, los vecinos de Tupátaro abandonaron desde principios del siglo XX toda reivindicación que aludiera a la “comunidad indígena”, sobre todo después de perder los litigios judiciales de las tierras mancomunadas con Cuanajo. En los años veinte se revitalizaron las luchas agrarias de los habitantes de Tupátaro, de manera que buena parte del pueblo se asumió agrarista. En cambio, varias familias de Cuanajo se definieron como comuneros, impidieron la formación de un ejido en su pueblo, respaldaron a grupos cristeros y, posteriormente, promovieron el movimiento sinarquista en su localidad.

Estos contrastes se retroalimentaron de añejos conflictos de tierras, mismos que hacia 1894 se complicaron cuando la representación de Cuanajo arrendó a un particular las tierras del sur, en litigio con Tupátaro. Lo hizo de forma unilateral y posteriormente las asignó a parcioneros de su pueblo, quienes por venta (o por despojo), las entregaron a propietarios rancheros. El protagonismo político militar de estos últimos volvió insegura la tenencia de la tierra en ese territorio en disputa (Mendoza, 2021).

La construcción del dato y el uso de la cartografía

Inicié esta investigación registrando todo tipo de conflictos por tierra. El punto de arranque fue el reparto de los bienes de comunidad de Cuanajo en 1868, mismo que representó una especie de parteaguas que me llevó a buscar el origen del pleito por las tierras limítrofes del sur. Revisé un acuerdo amistoso de tierras firmado por ambos pueblos en 1793 y que definía una superficie para el uso mancomunado. También examiné la composición de tierras de Cuanajo de 1791, pero las diferencias provenían de un pleito por unas tierras de la nobleza indígena de Pátzcuaro y que se remontaban al año de 1641.[2] Me percaté de que el acuerdo de 1793 había normado la precaria relación de ambos pueblos hasta finales el siglo XIX, cuando la representación de Cuanajo arrendó y repartió esas tierras, favoreciendo su enajenación a particulares.

Ya en el siglo XX el territorio sur se convirtió en el centro de la actividad de pequeños propietarios, quienes por su filiación cristera mantuvieron diferencias políticas con los gobernadores Francisco J. Múgica y Lázaro Cárdenas. La postura rebelde de estos rancheros los convirtió en blanco de las iniciativas de reparto agrario y, por tanto, de la actividad de grupos agraristas. En la medida en que identifiqué geográficamente las disputas por tierras, comprendí que en distintas épocas y entre diferentes generaciones los conflictos agrarios se concentraban en los mismos territorios. ¿Cómo explicarlo?

Fue necesario identificar el territorio ocupado por ambas comunidades, los predios y parajes a su interior, así como las haciendas y ranchos aledaños. La información georreferenciada me permitió ubicar la propiedad comunal, ejidal y privada en mi área de estudio. Fueron muy valiosos los mapas del Registro Agrario Nacional (hoy Archivo General Agrario), sobre todo aquellos que mostraban el conjunto de propiedades comprendidas en el “radio de afectación agraria”. Los fondos de hijuelas, notarías y Registro Público de la Propiedad proporcionaron otros datos geográficos que cotejé con las cartas topográficas del INEGI, pues muchos topónimos coloniales y del siglo XIX aún estaban registrados en los mapas actuales. Diversos mapas del siglo XIX y otros más antiguos encontrados en la Mapoteca Manuel Orozco y Berra me permitieron tener para distintos momentos diversos mapas que fueron de mi interés. El manejo de la información en bases de datos me permitió buscar de manera rápida la información y verificar qué lugares mantuvieron su nombre, cuáles fueron renombrados y los nuevos topónimos que iban apareciendo con el trascurrir del tiempo.

Una vez que ubiqué los conflictos agrarios traté de comprender la formación de grupos políticos que se enfrentaron por la apropiación de los espacios en disputa. De igual manera analicé su participación en la puesta en marcha de las políticas agrarias impulsadas por el gobierno. Lo anterior me permitió construir modelos de ordenamiento socio-espacial que dieran sentido a prácticas de acceso y exclusión a la tierra y los recursos naturales en momentos históricos determinados. El siguiente paso fue marcar los puntos y polígonos que me permitieran mostrar en mapas los procesos de cambio territorial.

Mapas temáticos de cambio territorial

El mapa es la síntesis de un conjunto de relaciones socio-espaciales reconstruida a partir de ciertos puntos de vista, representa un momento especifico en la distribución del territorio, la fisonomía del paisaje, la ocupación del suelo y el manejo de los recursos naturales. (Del Bosque, 2012: 14) De manera que la percepción de cambio es posible si varios mapas se muestran en secuencias temporales. Ahora bien, su elaboración casi siempre arranca desde la complejidad del presente hacia las formas de organización territorial precedentes. El avance de los Sistemas de Información Geográfica (SIG) ha facilitado el diseño y la gestión de todo tipo de datos que pueden ser georreferenciados. En la siguiente secuencia de mapas podemos apreciar la transformación de los espacios rurales mediante un acercamiento a la manera como se reorganiza el territorio.

Mapa 1

Fuente: elaboración propia.


En el mapa 1 observamos el territorio de Cuanajo y Tupátaro a finales del siglo XX. Las tierras ejidales de Tupátaro ya no corresponden a sus posesiones coloniales. No obstante, la dotación de ejidos de 1931 le dio acceso a un predio en el Cerro Grande de Cuanajo, lo que representó cierta concesión del gobierno a reivindicaciones agrarias antiguas.

Cuanajo preservó sus tierras centrales, en tanto que la franja al sur de su antiguo territorio quedó como propiedad inafectable de pequeños propietarios. El resto fue expropiado al cristero Ladislao Molina para formar los ejidos de Tupátaro, Opopeo, Casas Blancas, Santa Juana y San Gregorio. Estos ejidos se formaron por dotación a poblados despojados por Molina (Tupátaro fue uno de ellos) y por la entrega de tierra a grupos de aparceros que trabajaban para Molina y que estaban de alguna manera vinculados a Cuanajo, aunque desde posiciones marginales (eran avecindados o aparceros sin tierra). El gobierno cardenista se negó a reconocer a los parcioneros de Cuanajo como integrantes de una comunidad indígena, pues los consideraba propietarios privados.[3] Esto llevó a un grupo de parcioneros a iniciar los trámites para el Reconocimiento y Titulación de Bienes Comunales. A partir de este reconocimiento, logrado hasta 1980, Cuanajo se convirtió en una comunidad política compuesta de propietarios individuales que se agruparon y organizaron a partir de ciertas restricciones corporativas. Tupátaro, en cambio se convirtió en uno de tantos ejidos expulsores de mano de obra, debido a que el minifundismo de sus ejidatarios fue insuficiente para sostener las necesidades familiares.

Mapa 2

Fuente: elaboración propia.


El mapa 2 representa el primer salto al pasado. Nos muestra el área estudiada hacia 1930, cuando una parte de las propiedades de los grupos rancheros ya se habían repartido para formar ejidos, otras más se encontraban en proyecto, como las 2 000 hectáreas al sur, que estaban en propiedad de los herederos de Ladislao Molina. Al centro del mapa observamos las tierras de los parcioneros de Cuanajo. Éstas ocupan una porción muy disminuida de su antiguo territorio, apenas unas 3 000 hectáreas.[4] Durante la segunda mitad del siglo XX, los antiguos parcioneros de Cuanajo lograron revertir la disminución del territorio comunal mediante acuerdos entre propietarios individuales, dándose a la tarea de reinventar su comunidad indígena, integrando a propietarios particulares. Actualmente la superficie reconocida a la comunidad de Cuanajo mediante decreto presidencial es de 9 435-14.00 ha.[5]

Mapa 3

Fuente: elaboración propia.


El mapa 3 es una instantánea de los predios de Cuanajo, de los territorios al sur y los primeros ranchos formados a su interior, así como los ranchos aledaños formados a partir de la fragmentación de las haciendas vecinas. También podemos observar cuál había sido el territorio administrado por los dos pueblos mediante el acuerdo de tierras mancomunadas de 1793. Dicho territorio, para ese momento, aún se mantenía en litigio pese a que esas tierras ya habían sido enajenadas a particulares.

Mapa 4

Fuente: elaboración propia.


El mapa 4 nos lleva a reconocer la importancia que tenían ciertas sementeras que terrazgueros de ambos pueblos trabajaban para integrantes de la nobleza indígena de Pátzcuaro y cómo la disputa por Siquiripu, predio que después sería conocido como El Plan Tupátaro, fue el primer conflicto agrario que detonó la histórica rivalidad de ambos poblados.

Los saldos de la transformación agraria

Cuanajo paso de ser un pueblo administrador de extensos bienes de comunidad indivisos a ser una comunidad sin bienes colectivos. La asignación individual de la tierra predominó tras el reparto de sus bienes comunales. Sin embargo, a diferencia del ideal liberal decimonónico que aspiraba a crear un pequeño propietario libre de ataduras estamentales, quienes recibieron tierras en Cuanajo fortalecieron una serie de vínculos corporativos que los llevaron a defender un modo de vida comunitario, es decir, construyeron un tipo de comunidad política anclada sobre ciertas bases corporativas, pero con el usufructo individual de la tierra en la totalidad de su superficie.

Tupátaro, desde tiempos coloniales fue un pueblo con pocas tierras, por lo que sus habitantes arrendaban las de otros poblados. El movimiento agrarista y la formación del ejido los convirtió por primera vez en su historia en propietarios con títulos reconocidos. Paradójicamente, los ejidatarios terminaron rentando sus tierras a empresarios que las fueron acaparando a fin de cultivar berries (zarzamoras) de exportación. Así, a su nueva condición de arrendadores se sumó la de jornaleros en las tierras que ellos mismos arrendaron a particulares.

Bibliografía


Del Bosque González, Isabel, Carlos Fernández Freire, Lourdes Martin-Forero Morente y Ester Pérez Ascensio (2012), Los sistemas de información geográfica y la investigación en ciencias humanas y sociales, Madrid, CSIC.

Mendoza Arroyo, Juan Manuel (2017), “Cuanajo y Tupátaro, Luchas agrarias por el control del pueblo, la comunidad y el ejido 1822-1985”, Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales, El Colegio de Michoacán. Consúltese: http://colmich.repositorioinstitucional.mx/jspui/handle/1016/421 (fecha de consulta 12/04/2022).

——————- (2021), «Los pequeños propietarios de Pátzcuaro, características demográficas y protagonismo político», en José Manuel Martínez Aguilar y Fernando Mendoza Molina, Pátzcuaro, grandeza de una ciudad, Morelia, Ayuntamiento de Pátzcuaro.

  1. Confirmadas mediante una composición de tierras en 1733 y que abarcaban una extensión aproximada de 18 mil hectáreas. Archivo General de Notarias de Morelia (en adelante AGNM), Fondo de Tierras y Aguas, t. 1 fs. 499v.
  2. El pleito inició cuando Francisco de Zavala Garfias descendiente de la nobleza indígena de Pátzcuaro vendió al hospital de Cuanajo tres predios que eran trabajados por terrazgueros de Cuanajo y Tupátaro. Sin embargo, en el lugar conocido como Siquiripu se enfrentaron el derecho de propiedad de Cuanajo con el derecho de posesión de los terrazgueros de Tupátaro, sobre lo que ellos consideraban un bien de cacicazgo. Véase: AGNM, Fondo de Tierras y Aguas, t. 1, fs. 499v; t. 9 y exp. 33, composición de Quirínguaro. Archivo Histórico Municipal, Pátzcuaro, caja 70, exp. 21 s.fs.
  3. Se les llamó parcioneros a los propietarios de una parcialidad de tierra, la cual era reconocida por la expedición de la hijuela correspondiente.
  4. Registro Agrario Nacional, exp. 443, Bienes Comunales Cuanajo, f. 93. Cuerpo Consultivo Agrario. Dictamen negativo al pueblo de Cuanajo para dotación de ejido, 14 de mayo de 1980.
  5. Diario Oficial de la Federación, 4 de febrero de 1980, segunda sección, pp. 19-20. Para ver el límite actual de la comunidad de Cuanajo véase el mapa 1.