Miguel Ángel Recillas González
Proyecto Tlatoa – Viena, CIESAS, UNAM
Códice de San Francisco Acayuca, f. 1v
Introducción
El actual territorio mexicano es uno de los pocos lugares en los que hubo un desarrollo original de la escritura en el mundo. Sus inicios se sitúan en el periodo Preclásico (2500 a. C. al 2000 d. C.). Es un hecho reconocido que durante el periodo Clásico ya se considera su existencia plena en distintas culturas mesoamericanas y en distintos soportes. Como lo señala Joaquín Galarza, se trata de una escritura sui generis porque es imagen y texto a la vez, en la que no existe la dicotomía entre ambos aspectos (Galarza, 1980). Una de las características extraordinarias de este sistema de escritura es que, durante el periodo colonial de la historia de México, se adaptó a las nuevas necesidades dentro de la vida virreinal e incorporó a los códices tradicionales indígenas, desde nuevas temáticas hasta elementos de la escritura y pintura europeas. Entre los manuscritos que resultaron de esta asimilación, existe un grupo conocido actualmente por los investigadores como Techialoyan, que, de acuerdo con Galarza, fueron producto del último momento de escritura pictográfica durante la Colonia, entre mediados del siglo XVII y mediados del siglo XVIII (Galarza, 1980). Son numerosos los manuscritos conocidos en la actualidad con estas características, y se encuentran actualmente resguardados tanto por las autoridades o representantes de los pueblos a los que pertenecen, como en archivos y bibliotecas nacionales o extranjeras, particularmente las de los Estados Unidos de América y de varios países europeos.
En este texto se presentan algunos resultados del estudio del Códice de San Francisco Acayuca, del actual estado de Hidalgo, México, depositado en la Biblioteca Nacional de Austria, en Viena. Esta investigación se realizó dentro del proyecto Tlatoa-Viena, del CIESAS, para el estudio de los códices resguardados en la Biblioteca Nacional de Austria en Viena, y fue coordinado por la doctora Luz María Mohar Betancourt.
El códice que aquí se presenta es un documento inédito hasta el momento (Robertson, 1975: 276) y forma parte de los códices catalogados dentro del grupo conocido por los especialistas como Techialoyan.
Enfoque y método de trabajo
Este trabajo se inscribe en la tradición de investigación iniciada por Joaquín Galarza, especialista que propuso y desarrolló el método de investigación científico para el conocimiento y lectura de los códices (Mohar y Fernández, 2014: 9-36; Fernández, 2017: 19-42).
Este método fue planteado desde la etnología dado que, en la segunda mitad del siglo XX, cuando inició esa labor Galarza, no existían disciplinas que tuvieran por objeto el sistema de escritura, y menos aún que se considerara a la escritura desde la alteridad, dando lugar a los códices, sin juzgar al objeto de estudio desde una visión etnocéntrica y evolucionista situada en la idea de que la alfabética es la única escritura y, por lo tanto, que la tomaran como parámetro para medir a las otras posibles escrituras.
Desde este enfoque, se considera entonces que los manuscritos indígenas son portadores de un sistema de escritura constituido por “un conjunto formado de unidades gráficas mínimas, recurrentes, combinables, que transcriben las unidades fonéticas y semánticas de una lengua dada.” (Galarza, 1990: 153).
El método planteado se desarrolla en dos momentos, el primero centrado en el análisis del contenido del manuscrito en sí mismo y la posterior búsqueda de información referente a éste en diferentes fuentes, y un segundo momento con el desarrollo del trabajo de campo en los lugares a los que se refiere el documento, para corroborar la información obtenida del análisis inicial.
El primer momento de investigación se realizó a partir de la fotografía que la Biblioteca Nacional de Austria proporcionó al Proyecto Tlatoa/Viena y documentos del Archivo General de la Nación, además de la bibliografía. En el segundo momento, el trabajo de campo, se realizaron recorridos de superficie independientes, esperando en otra temporada establecer el trabajo con las autoridades locales y la revisión de archivos locales.
Los Códices Techialoyan
Diferentes investigadores (Robertson, 1975, Galarza, 1980, entre otros) han reconocido una serie de documentos que, por sus características formales, técnica y contenidos referentes a los linderos de las tierras de los pueblos, así como por integrar elementos de la tradición indígena de pintura con los de la pintura europea y la escritura alfabética para la lengua náhuatl, se les ha agrupado y nombrado de manera convencional como Códices Techialoyan, por ser el nombre del poblado de donde procede el primer códice del grupo estudiado a detalle por Federico Gómez de Orozco (1933), llamado San Antonio Techialoyan, actualmente San Antonio la Isla, Estado de México. El Códice de Acayuca, pertenece a este grupo y cuenta con la mayoría de las características enunciadas.
Descripción del códice
El códice es un documento original hecho en papel semejante al de la mayoría de los Techialoyan, el papel de amate, a juzgar por las características de las fibras que son observables en la fotografía. Tiene el papel café rugoso común a este grupo documental. Es un cuadernillo formado por 18 páginas sin numeración. Las hojas se encuentran en buen estado de conservación en general, salvo huecos dejados por las polillas que no mutilaron significativamente las imágenes. El tamaño promedio de las hojas es de 21 X 28 cm (Robertson, 1975: 276). Las hojas se encuentran cosidas del lado más angosto de la página, en la orilla izquierda, formando así un cuadernillo. El recto de la primera hoja cumple el papel de portada, folio 1r. (ver imagen 1)
Imagen 1. Códice de San Francisco Acayuca, f. 1r
Imagen 2. Códice de San Francisco Acayuca, f. 1v
Vista la portada de frente, el nombre escrito se encuentra en la esquina inferior izquierda y está dividido en dos renglones así: Acaiu/ca. Por este nombre es que se reconoce la ubicación actual del pueblo al que corresponde el documento, en el estado de Hidalgo. En la portada se encuentran diferentes rótulos que corresponden a diferentes momentos de clasificación, entre ellos el que contiene la palabra Mexiko, y en el segundo renglón Bilimeks S. Además, contiene varios códigos entre los que se encuentra el de: Mexic. 11, que es con el que se le encuentra registrado en el catálogo de la biblioteca y Robertson lo anota en su catálogo. El nombre con el que se identifica en el catálogo de Robertson es el de Códice de San Francisco Acayuca, y se le asignó el número 734 del grupo Techialoyan.
Las páginas contienen básicamente flora, fauna, elementos geográficos y construcciones, y, a diferencia de la mayoría del grupo, no se observan figuras humanas. Ya Robertson había señalado esta característica (Robertson, 1975: 276). Otro de los rasgos peculiares en su ejecución es que a partir del folio 1v (ver imagen 2), inician las escenas del códice, los folios 1v al 7v son los que cuentan con escenas, mientras los folios 2r a 7r tienen la página sin usar. Sólo del folio 8r al 9v se encuentran usadas las dos caras de la hoja con escenas. Ignoramos la razón de ello, sin embargo, basados en la característica general del grupo de que se reservaban páginas enteras para el texto alfabético completo, podemos plantear la hipótesis de que pudo haberse tratado de las páginas destinadas a este fin y que por alguna razón ya no se utilizaron. Otro aspecto particular en cuanto a su formato, es que el libro está cosido a la izquierda, en el lado corto de las hojas, por lo que forma un cuadernillo con el lado largo de en posición horizontal, a diferencia del resto de libros del grupo conocidos, en los que el lado largo de la hoja está en posición vertical. Esto es relevante porque deja ver que la producción de estos documentos fue muy diversa, característica que, en conjunto con varias más de este códice, muestran que su elaboración no fue como lo propone Stepahnie Wood, una producción en serie por una sola persona, como lo sugiere con Pedro Villafranca (Wood, 1987) para el Códice de Cuajimalpa, o un grupo liderado por un “falsificador”, don Diego García de Mendoza Moctezuma (Wood, 1989).
Historia del documento
Hasta el momento no se cuenta con más detalles de cómo se produjo y cómo llegó el documento hasta Viena. Por ser parte de la colección de Dominik Bilimek, naturalista que acompañó de manera muy cercana al emperador Maximiliano durante el Segundo Imperio, el documento se debió obtener en México durante ese periodo, entre 1863 y 1867. Se sabe que durante el tiempo que el emperador Maximiliano y su esposa Carlota estuvieron en México, realizaron diferentes viajes a lo largo y ancho del país para conocer el territorio que gobernarían, identificar recursos y posibilidades de producción, presentarse ante quienes serían sus súbditos y establecer acuerdos con sus aliados, así como autoridades fieles a su gobierno. (Ratz y Gómez, 2012).
En ese contexto, proponemos que es posible que Maximiliano y su grupo hayan tenido contacto con el códice en el tercer viaje que realiza con su comitiva del 24 de agosto al 3 de septiembre de 1865, a Pachuca y Tulancingo, por su paso entre Zempoala y Pachuca, dado que el códice corresponde a una comunidad de esa región. Además, en este viaje, el licenciado Faustino Galicia Chimalpopoca va en la comitiva (Ratz y Gómez, 2012: 253- 272) y entre otras funciones, como hablante de lengua náhuatl, fungía como vínculo con las comunidades indígenas.
Una vez que fracasó este régimen, se extrajeron del país los objetos que habían obtenido durante la estancia de los extranjeros en este territorio. Actualmente, el códice se encuentra resguardado en la Biblioteca Nacional de Austria, y una reproducción fotográfica de alta resolución se encuentra en el CIESAS, en el Proyecto Tlatoa -Viena.
Contexto histórico-etnográfico y ubicación geográfica
El documento corresponde al actual pueblo de Acayuca, municipio de Zapotlán de Juárez, estado de Hidalgo en México. Se sabe que el pueblo de Acayuca es un lugar con ocupación humana milenaria. En la época prehispánica se tienen vestigios de presencia de la cultura teotihuacana entre el 200 y el 800 d. C. Posteriormente, se tiene registro de que esta región estuvo bajo el dominio tolteca entre el 900 y el 1200 d. C. (Meneses, 2013: 19) pasando a ser tributario de Xaltocan desde el 1220 hasta el 1395 (Carrasco, 1996: 33). Con el ascenso de Azcapotzalco, se hizo tributario de este nuevo gobierno entre el 1395 y el 1427, y, por último, fue tributario de Tenochtitlan, dependiente políticamente de Hueypoxtla, hasta la llegada y conquista por parte de los españoles. (Meneses, 2013: 20)
De acuerdo con la Matrícula de Tributos y el Códice Mendocino, el tributo que entregaba Acayuca era de mantas de ixtle y algodón (400), huipiles, trojes de frijol, maíz, chía, huautli, trajes de guerrero y escudos, miel de aguamiel, neuctli o pulque (Mohar, 2001: 48-55).
Geopolíticamente, Acayuca se encontraba en la frontera suroriental de la Teotlalpan (Palma, 2010: 55-89; Gerhard, 1986: 215). Su estatus era el de una comunidad semiautónoma gobernada por calpixques designados por la triple alianza (Gerhard, 1986: 215). En la región de la Teotlalpan coexistían diferentes grupos étnicos y Acayuca tenía población otomí compartida con náhuatl y pame (Gerhard, 1986: 215) De acuerdo con Jacques Soustelle, Acayuca tenía mayoría otomí al inicio de la Colonia, “306 tributarios otomíes frente a 120 mexicanos” (Soustelle, 2012: 476).
En esta región inicia el dominio colonial de los españoles en 1521, con el régimen de encomiendas, hasta que queda vacante la última por muerte del encomendero en 1568. (Gerhard, 1986: 215). A partir de 1569, Acayuca tuvo dos estancias, San Bartolomé y Santiago (Gerhard, 1986: 217) que serán muy importantes para este códice y por ello aparecen registradas en él. (ver imágenes 3 y 4)
Imagen 3. San Bartolomé Códice de San Francisco Acayuca, f. 9r
Imagen 4. Santiago Códice de San Francisco Acayuca, f. 7v
Cuando en 1552, se abren las minas en Pachuca y las encomiendas privadas pasan al alcalde mayor (Gerhard, 1986: 216), empieza a tener mayor importancia Pachuca que estos pueblos o barrios y comienzan a perder importancia.
Algunos resultados relevantes
El estudio del documento confirmó diversos conocimientos sobre los códices del grupo Techialoyan, y arrojó nuevas informaciones que nos permiten formar una idea de la importancia de este documento, de las cuales se mencionan algunas a continuación.
Estilo, composición, perspectiva y volumen
El códice tiene las características generales de la imagen establecidas en los otros Códices Techialoyan, procedentes de la tradición indígena, es decir, imágenes hechas con un contorno negro que delimita cada elemento y las superficies coloreadas con técnica de aguada junto con elementos de la pintura europea. En la siguiente composición (f 3v), se observan cerros, plantas y animal colocados en la superficie de la tierra vistos de frente, de manera escalonada, que da la idea de profundidad, mientras el camino rojo está visto de planta, y aún cruzando los dos cerros sigue en planta dando la idea de que continúa una vez que se pasa por en medio de los cerros. (ver imagen 5)
Imagen 5. Códice de San Francisco Acayuca, f. 3v.
Los colores
El uso de los colores también se hace de la manera convencional indígena, como en el caso de los glifos antiguos. Cada glifo tiene su color regular y los cambios pueden señalar diferencias de lectura. Los colores usados de manera sistemática son el negro, amarillo, verde, rojo, azul, gris, y un color cercano al sepia. Estos se aplican a los glifos que les corresponden de manera regular, lo cual habla de la convencionalidad de su uso. La diferencia con otros códices del grupo y aspecto novedoso, en éste, es que usa el color rojo para caminos y las torres de dos iglesias
La tradición indígena
Partiendo de la premisa de que las imágenes empleadas en los manuscritos confeccionados dentro de la tradición indígena durante la Colonia conservan reglas similares a las de los documentos más tempranos, se analizaron las que contiene este manuscrito para identificar si se hace uso de las antiguas reglas. Se encontró que, si bien se amalgaman con algunas convenciones europeas, siguen ejecutándose con patrones de la glífica antigua. Los glifos parten de la imagen real mediante un proceso de abstracción generan una imagen convencional para utilizar como signo de escritura. (ver imagen 6)
Los textos alfabéticos
Este códice se caracteriza por no tener el texto largo común a la mayoría de estos documentos. Todas las páginas que tienen pictografía poseen por lo menos una palabra con escritura alfabética. Los textos alfabéticos que posee están escritos en náhuatl, y como es normal en el grupo, los textos son continuos sin separación de palabras, las frases se intercalan donde tienen una relación directa con el conjunto pictográfico vinculado, a veces toman la forma de la pictografía (3v y 4v). Los préstamos del español utilizados se adaptan a la fonología del náhuatl, por lo que será común encontrar la sílaba “xa”, de xamitl, adobe, por “san” de los nombres de los santos patronos, por citar un ejemplo.
Del total de las once páginas que tienen texto alfabético, su contenido es el señalamiento de que corren los linderos, el nombre de lugares y de los centros urbanizados, los cuales tienen nombre compuesto por un santo patrono; en dos casos (1v y 7v) el nombre del santo va seguido del nombre en náhuatl del lugar y reforzado por la presencia del templo católico: San Francisco Acayoca y Santiago Atocpameca respectivamente, y en el 9r sólo lleva el nombre del santo patrono, San Bartolomé. San Francisco Acayoca incluye además en la frase la palabra Cabecera, al pie de la iglesia católica.
Lo significativo en este último caso es que la palabra cabecera aparece como préstamo del español que en los otros Techialoyan siempre está escrita en náhuatl, altepetl, por lo tanto, es una de las novedades encontrada en este documento. La característica general de los Techialoyan es que aún las palabras que son préstamo del español como nombres de persona o nombres de lugar se nahuatlizan, mientras que en este caso se tomó el préstamo para una palabra bastante común en náhuatl. Los nombres aparecen así:
F° |
Nombre como aparece en en el códice |
Separación de palabras |
Traducción |
1v |
xapalasiscoacayoca/ cabesera// |
Xa Palasisco Acayoca/ cabesera// |
San Francisco Acayoca/ cabecera// |
7v |
xatiacoatocpameca// |
Xatiaco Atocpameca// |
Santiago Atocpameca// |
9r |
xabaltolome//[diagonal] |
Xa Baltolome//[diagonal] |
San Bartolome//[diagonal] |
En estos textos hay dos rasgos que destacan por ser poco usuales en el grupo: que la palabra “cabecera” se privilegia en lugar de altepetl, muy usada en estos códices, y que en la palabra «xabaltolome» lo regular sería hacer el cambio del fonema /b/ por /p/, sin embargo, aquí se conserva la fonología del préstamo en el nombre del santo. Esto nos hace pensar en lo que ya Galarza había discutido (Galarza, 1980) acerca de la importancia de considerar que muchos de los pueblos que tienen códice Techialoyan eran hablantes de lengua otomí, pero hicieron los códices en náhuatl. Aquí no se discutirán las razones para ello, lo que sí se considera que se puede proponer para posteriores análisis, es que el hecho de que los textos en náhuatl sean muy breves aunado a que se utiliza el préstamo para cabecera o parte de la fonología de Bartolomé (Baltolomé) puede ser indicio de que quienes lo elaboraron no tenían el dominio del náhuatl, probablemente por ser su lengua materna el otomí; por lo menos no tenían el nivel de dominio de otros pueblos que tienen códice del grupo. Sabemos por lo mencionado al principio que la filiación lingüística del pueblo era mayoritariamente otomí y una tercera parte nahuahablante, como lo señala Soustelle (1986) y menciona que en varios pueblos de la región muchas veces los hablantes de ambas lenguas sabían hablar un poco de la otra que no era la materna, fenómeno común en las regiones interétnicas del país hasta nuestros días.
Por último, en los folios 3v, 4v, 6v y 7v, se encuentran los textos nenemi quaxochtli o quaxochtli indicando que ahí corren los linderos. Esta frase es muy común en estos códices y ratifica uno de sus propósitos centrales que es el de señalar los linderos del pueblo.
Consideraciones finales
Del análisis del documento podemos desprender varias ideas que se hacen evidentes con la observación sistemática. En primer lugar, presenta características que lo identifican como parte del grupo Techialoyan indiscutiblemente, como son el soporte que, por su color café y textura espesa con las fibras vegetales visibles, parece ser papel de amate, como en la mayoría del grupo. Se usan contornos para delimitar cada imagen con trazos gruesos hechos con pincel y los colores aplicados con el mismo instrumento y técnica de aguada. El tipo de letra es similar al usado en otros códices del grupo, así como el uso de la lengua náhuatl.
En el aspecto de formato se señaló que es especial dado que no es el más regular en el resto del grupo, lo cual nos habla de la amplia variedad de documentos generados con características distintas, que hace pensar que no fue un solo grupo de tlacuilos el que los elaboró, como algunos autores han sugerido.
En los aspectos formales conserva en general el estilo y composición de los códices del grupo, sólo se observan de manera más regular que hay trazos más gruesos y remarcados en el contorno de algunos glifos como los nopales y los magueyes.
Contiene pocas frases alfabéticas y la forma del náhuatl parece ser la de un hablante que no domina la lengua o ya tiene más elementos incorporados de la fonología del español, y préstamos directos de español en los nombres de lugares, a diferencia de los otros documentos del grupo que tienden a expresarlo todo en la forma que un nahuatlato se expresa cuando habla en su lengua aun si incorpora préstamos del español. Esto podría deberse a que si lo elaboró la parte de la comunidad que era mayoritariamente hablante del otomí, tal vez tenía poco dominio del náhuatl. Por otro lado, se puede plantear que los folios recto del 2 al 7 estaban destinados al texto largo, pero hasta el momento no podemos afirmarlo definitivamente.
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