Una escuela llamada América: cine documental como herramienta etnográfica para la investigación social reflexiva y el desarrollo de la interculturalidad crítica

Pablo Mardones Charlone[1]
Alpaca Producciones
Universidad de Tarapacá (Chile)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)

Imagen tomada de la página: https://www.facebook.com/unaescuelallamadaamerica

Introducción

Desde el lente del cine documental, la película aborda el racismo, xenofobia y formas conexas de discriminación a los que se encuentran expuestos niños, niñas y adolescentes migrantes en el sistema educativo tanto a nivel individual como colectivo, en el marco de una creciente estigmatización y criminalización de la migración en la región (Mardones et al., 2022). De tal forma, las imágenes y sonidos están expuestas para una reflexión que es intermediada por el encuadre propuesto. Se trata de un proceso dinámico y dialéctico en el cual los recursos visuales etnográficos juegan un papel crucial en la producción de conocimiento para las comunidades involucradas (Mardones y Riffo, 2018).

Contexto de investigación del proyecto

El documental explora la migración internacional desde la mirada de niños/as que estudian en una escuela con alta población migrante. Los/as protagonistas reflexionan sobre cómo los migrantes son vistos y tratados por la sociedad chilena y sobre sus propias experiencias de integración en el país. La producción del documental nos permitió así co-construir junto a ellos/as un relato audiovisual que de forma honesta y sencilla da cuenta de los impactos que pueden tener la xenofobia y el racismo en las infancias migrantes (Mardones et al., 2022).

Nuestra investigación etnográfica y producción cinematográfica se realizó en la ciudad de Arica, ubicada en la frontera norte chilena, cerca de los límites con Perú y con Bolivia. Esta ciudad solo pasó a estar bajo administración chilena después de la Guerra del Pacífico (1879-1883), momento hasta el cual era parte del territorio peruano. Su historia y condición fronteriza han hecho de Arica una ciudad multiétnica y multicultural, cuya heterogeneidad poblacional contrasta con el relato, construido desde el centro del país, de un Chile homogéneo y unitario. Estas características hacen de Arica un lugar interesante para investigar y contrastar cómo la creciente xenofobia está impactando la vida de migrantes que han llegado al país en la última década.

Este trabajo etnográfico y de producción audiovisual nos confrontó con condiciones que desafían las nociones clásicas de reflexividad antropológica e investigación colaborativa. Los protagonistas, niños/as migrantes y sus familias, fueron progresivamente involucrándose en nuestra investigación, no solo relatando sus historias, sino que también participando en decisiones narrativas fundamentales, incluyendo el cómo, dónde y qué mostrar en el documental, para retratar sus identidades y experiencias de formas que les hicieran sentido. A través de una exposición iterativa a esta dinámica, forjamos una relación afectiva con dichos protagonistas, lo que nos permitió realizar un trabajo de campo comprometido y extenso, sostenido sobre la confianza mutua (Rappaport, 2007). Esta estrategia también nos llevó a adoptar una postura política en torno al propósito de la producción de conocimiento, y orientar nuestra investigación a cumplir con compromisos previamente acordados con los/as protagonistas (Mardones et al., 2022). El documental, además, proveyó a la comunidad involucrada de una sensación de visibilidad que fortaleció sus identidades como migrantes y les permitió reflexionar sobre sus experiencias y elaborar sus historias, dándoles un valor positivo, a pesar del contexto crecientemente hostil en que se desenvuelven.

La cámara como tercer ojo. El enfoque etnográfico audiovisual

A finales del siglo XIX sucedió un nacimiento múltiple: el de la etnografía y el del cine.[2] Se constituyeron ambos en “hermanos gemelos de una empresa común de descubrimiento” (Piault, 2002: 1). El cine habría nacido con fines científicos y artísticos, aunque en el siglo XX fue “cooptado” por la industria del entretenimiento en su faceta de ficción. Este desplazamiento hizo que el documental quedara relegado a un segundo plano, aunque sobrevivió a la manipulación del cine meramente comercial (MacDougall, 1998).

Desde fines del siglo XIX, las y los antropólogos han utilizado cámaras fotográficas y de cine. Pero fue recién en las décadas del cincuenta y sesenta del siglo posterior en que se comenzó a desarrollar un campo académico de estudio con fundamentos teóricos y metodológicos propios desde la antropología (Gaspar de Alba, 2006).[3] Dicho interés, basado en la construcción de datos audiovisuales, dio paso al desarrollo de distintas estrategias de producción de información ligadas a nuevas metodologías de análisis del comportamiento. En palabras de Jacknis (1988), las novedades no hubieran sido posibles de llevar a cabo sin la ayuda de la fotografía, el cine, el video o el magnetofón.

Jean Rouch, creador del cine directo —cinema verité, en francés— como antropólogo y cineasta argumentó que la cámara debía ser reconocida como una insustituible herramienta para la investigación en ciencias sociales, al considerar que el cine era un prominente instrumento para la comunicación científica debido a sus posibilidades únicas para el conocimiento más “realista”. Además, sostenía que el cine estimularía la reflexión a través de la “retroalimentación”, nombre que utilizó para explicar el hecho de “compartir” sus filmaciones con los que han sido sus sujetos y actores, permitiendo intercambiar reflexiones críticas (Gaspar de Alba, 2006), a lo que con mi equipo de trabajo hemos llamado “visualización conjunta”. Desde que la antropología audiovisual comenzó a ser entendida con un marco teórico-metodológico propio, se inició el debate en torno a si la cámara (y luego el audio) debería ser entendida como formato o como modelo.

Por su parte, en una única proyección, el público asistente puede visualizar, conocer e incorporar el material en forma conjunta, lo que “indefectiblemente, implica un proceso de enriquecimiento de lo interpretado” (Colombres, 2005, p. 101). Finalmente, la visualización de material audiovisual acerca de diversas prácticas político-culturales fortalece y consolida su vitalización. La exploración de dicho material intensifica el empoderamiento de estas personas, familias y comunidades a través de la reflexión sobre las acciones que, en torno a estas actividades, despliegan como colectividad.

Apostillas de cierre: hacia una interculturalidad crítica que logre vencer a la textocracia

A partir de este abordaje, con base en la realización del documental Una escuela llamada América, propongo una perspectiva para la reflexión de una interculturalidad crítica, que, además, sea capaz de suponer formatos más allá del meramente escrito. Esta aseveración se basa en que la cámara —u otro medio visual en el trabajo de campo—, intermedia una relación entre el etnógrafo y sus interlocutores, en la que lo audiovisual puede ser protagonista en la producción de conocimiento etnográfico (la “cámara que piensa”). La cámara permite generar mecanismos de reflexión tanto cuando se está registrando como también en la visualización posterior. De tal forma, en esta investigación y creación, el material registrado se fue constituyendo a manera de mediaciones teóricas de las relaciones de campo. Esta forma de registro permitió acceder a un recorte explicativo ya que fueron los paisajes sonoros y visuales —que registramos como participantes observantes—, los que produjeron la información que orientó la descripción y el análisis. En este proceso, la agencia de los protagonistas, junto a sus familias, es mediada por un contexto social particular, el cual es intermediado interculturalmente por el vínculo producido entre ellos/as y los realizadores del documental, quienes provienen de otro espacio.

Una escuela llamada América (subtítulos en castellano):

https://www.youtube.com/watch?v=mIB8o_T2XoA&t=10s

Una escuela llamada América (subtítulos en inglés):

https://www.youtube.com/watch?v=2C5x-3luIgU&t=70s

Tráiler de Una escuela llamada América (subtítulos en castellano):

https://www.youtube.com/watch?v=DBlonsu7_78

Tráiler de Una escuela llamada América (subtítulos en inglés):

https://www.youtube.com/watch?v=vhpUL7Kb8Lk&t=9s

Referencias

Colombres, Adolfo (ed.)
2005 Cine, antropología y colonialismo. Edición ampliada, Buenos Aires, Ediciones Del Sol.

Gaspar de Alba, Rosa Elena
2006 “Jean Rouch: El cine directo y la Antropología Visual”, Revista de la Universidad de México, Nueva Época, núm. 32, pp. 96-98.

Jacknis, Ira
1988 “Margaret Mead and Gregory Bateson in Bali: their use of photography and film”, Cultural anthropology, vol. 3, pp. 160-177.

MacDougall, David
1998 Transcultural cinema, Nueva Jersey, Princeton University Press.

Mardones Marshall, Antonia, Roberto Velázquez Quiroz, Pablo Mardones Charlone, y María Paz Espinosa Peña
2022 “Una Escuela Llamada América: Documentary film and photography as ethnographic tools for reflexive social research”, Berkeley Journal of Sociology, vol. 63, pp. 32-54.

Mardones, Pablo y Rodrigo Riffo
2018 ¿De dónde venimos y para dónde vamos? Antropología Audiovisual latinoamericana, Madrid, Editorial Académica Española.

Piault, Marc Henri
2002 Antropología y Cine, Madrid, Cátedra.

Rappaport, Joanne
2007 “Más allá de la escritura: la epistemología de la etnografía en colaboración”, Revista colombiana de antropología, vol. 43, 197-229.


  1. Correo: mardones.pablo@gmail.com

  2. Los hermanos Lumière inventaron en 1885 el cinematógrafo, lo que se conoce como la primera cámara de cine (Piault, 2002; Colombres, 2005).

  3. En 1922, Flaherty dirigió el primer documental reconocido de la historia, Nanook of the North, con técnicas similares a lo que actualmente denominaríamos “trabajo de campo etnográfico” (Colombres, 2005).