Un tiempo de excepción y el retorno al viejo orden. El papel de las parteras tradicionales en la atención materna durante la pandemia por COVID-19

Lina Rosa Berrio Palomo[1]
CIESAS Pacífico Sur

“De hecho, hay parteras que ya habían dejado de trabajar y que se tuvieron que reactivar en este momento de la pandemia. ¿Por qué digo que han dejado de trabajar? No es por gusto sino porque también ya se cansaron de tanto que nos persiguen, porque las amenazan, porque las maltratan, porque no las reconocen, porque ya no les dan el certificado de nacimiento. Por eso también las parteras ya no atendían. Pero justo con esto de la pandemia se reactivaron, empezaron a atender partos porque no había otra opción… tenían que atender porque las mujeres seguían atendiéndose con parteras y otro porque se cerraron algunos Centros de Salud, algunos hospitales”.
Vocera del Movimiento Nix Ichim. San Cristobal de la Casas, octubre de 2021.

Angela y las parteras tradicionales de Guerrero y Chiapas. Segunda Reunión Nacional de Parteras para devolución de resultados de proyecto «Situación actual de la partería indígena en México». Ciudad de México, noviembre del 2022.
Foto: Adriana Lozano

Era el mes de octubre de 2021; en una calurosa tarde istmeña nos encontramos con Cirenia Vásquez, una de las investigadoras asociadas al equipo que desarrolló el diagnóstico sobre la situación actual de la partería tradicional indígena[2], para continuar nuestro recorrido en busca de parteras que aún siguieran atendiendo en el Istmo de Tehuantepec. Tanto en la Jurisdicción Sanitaria como la gente de Juchitán nos habían recomendado a una partera que vivía en una de las colonias fuera del centro. Luego de preguntar e irnos aproximando a partir de las indicaciones de las personas, logramos encontrar su casa y, con timidez, nos acercamos a preguntar por ella. Una de sus hijas nos atendió en la puerta y, tras explicarle que buscábamos a la partera, nos compartió con voz cortada que no podría porque su mamá había fallecido el día anterior y estaban justamente preparando todo para su funeral. “Mi mamá fue partera muchos, muchos años, pero ya no, ayer se murió”.

No supimos si falleció de COVID o de otra enfermedad, pero salimos de allí con el corazón encogido pensando en cuántas parteras habían perdido la vida en este periodo de la pandemia, cuántas habrían enfermado y cómo estaban sobrellevando ese tiempo. Son pocas las parteras que van quedando en la cabecera municipal de Juchitán y con ella se iba todo un saber acumulado así como la posibilidad de atención para las mujeres istmeñas que procuran sus cuidados.

Nos encontrábamos a la mitad del trabajo de campo de nuestro proyecto de investigación y sabíamos que en todos los estados las parteras estaban atendiendo muchas mujeres embarazadas. También nos llegaban testimonios de algunas que habían enfermado o perdido seres queridos, pero no nos habíamos topado con la muerte de una de ellas de un modo tan directo y estremecedor.

Hasta la fecha nadie parece tener muy claro el saldo que dejó la pandemia en la salud de las parteras. Un año después, el personal de salud de las jurisdicciones aún seguía sin saberlo debido a la imposibilidad de hacer reuniones o visitas de campo. Del mismo modo que no tenemos certezas sobre el número total de personas afectadas por el virus en México, tampoco conocemos la magnitud de los padecimientos y muertes entre las parteras tradicionales.

Lo que sí sabemos es que muchas de ellas se convirtieron en la primera línea de atención a los procesos reproductivos en una gran cantidad de comunidades y municipios en México. Los datos oficiales no dejan lugar a dudas, como tampoco los testimonios recuperados a lo largo y ancho de las seis entidades federativas del sureste donde realizamos el diagnóstico, el cual nos permitió entrevistar a más de 250 parteras de 13 pueblos indígenas. En este texto me interesa mostrar el papel que ellas jugaron en la atención al embarazo y el parto recuperando datos oficiales y algunos testimonios, así como los resultados más importantes al respecto derivados de la investigación realizada en 2021 y 2022.

Argumento que se trató de un tiempo de excepcionalidad, de ruptura temporal del orden construido por el sistema biomédico, de manera continua y efectiva, por más de dos décadas, y cuyo resultado ha sido la naturalización de la atención hospitalaria del parto como la única posible, segura y deseable (Sesia y Berrio, 2023; Arguello-Avendaño y Mateo-González, 2014). Esta narrativa tiene efectos prácticos muy concretos, como disuadir a parteras, mujeres y familiares de atenderse con estas curadoras o por fuera de los esquemas biomédicos. Como lo muestran varios de los artículos incluidos en este número, detrás hay un racismo epistémico y una lógica de valoración diferenciada de los saberes que ha subordinado completamente a la partería, contribuyendo a su debilitamiento y, en últimas, atentando contra su existencia.

La pandemia permitió una ruptura temporal de ese control y abrió una ventana para observar la importancia de la partería en la atención a los procesos reproductivos y a la salud de la población. A pesar de ello, ese momento de excepcionalidad fue seguido de un retorno al viejo orden, entendido como la absoluta hegemonía biomédica y el regreso al hospitalo-centrismo en la atención obstétrica, como se percibe en los datos sobre lugar de nacimiento desde 2022 y más aún en 2023. Si la partería en todas sus formas (tradicional, profesional, rural y urbana) ha mostrado su importancia en la atención materna y se evidenció aún más en tiempos de crisis como la pandemia, ¿por qué se regresa sin más a un modelo que no las considera y que desconoce derechos, tanto de las parteras desarrollar su labor, como de las mujeres a decidir con quiénes quieren atenderse?

Las parteras: primera línea de atención durante la pandemia. Presencias evidentes pero invisibilizadas.

Como lo expresa la cita que abre este texto y como documentamos en el diagnóstico mencionado, la búsqueda de atención con parteras tradicionales se incrementó en todo el país en 2020 y 2021, los años más difíciles de la pandemia. Los datos del Subsistema de Atención de Nacimientos (SINAC) de la Secretaría de Salud, muestran la disminución en los nacimientos atendidos con parteras registrado en los años previos.

Gráfica 1. Número de partos atendidos por parteras en México (2015-2022)

Fuente: Elaboración propia con base en SINAC, 2015-2022.


En términos porcentuales también resulta evidente el incremento pues pasamos de 1.3% de partos atendidos en promedio por parteras en todo el país hasta 2019, a 1.9% en 2020. En algunos lugares, como Chiapas, las parteras tradicionales de la red Nix Ichim duplicaron su atención respondiendo a las demandas de la población y el INEGI (2021) señala que, en dicho estado, las parteras atendieron 47% de los nacimientos registrados de 2020. Aunque en menor proporción, también se observó un aumento en otros estados como Guerrero, Veracruz, Yucatán y Quintana Roo.

El incremento en la atención de partos por parteras que muestra el SINAC[3] es sólo una pequeña parte de lo que la presencia de estas significó para las personas de su comunidad. Además de los nacimientos, atendieron durante el embarazo y el puerperio a otras personas no gestantes que acudían en busca de atención frente a casos leves y moderados de COVID; o que procuraban la herbolaria como medida de prevención o recuperación. La investigación mostró que ellas atendieron a otras personas de su comunidad y que incluso otros miembros de sus familias se convirtieron en apoyo para la atención (Berrio y Sesia, 2021). Otras investigaciones arriban a resultados similares en contextos rurales y urbanos (Chavez Curtois, 2021; Vasquez y Fulmer, 2022)

Angela, una partera vinculada a la Casa de la Mujer Indígena “Manos Unidas”, de Ometepec y muy conocida en los alrededores de esta ciudad en la Costa Chica de Guerrero, era difícil de encontrar en esos días porque estar atendiendo a personas en varios lados. Al preguntarle si la pandemia había afectado el trabajo que hacen las parteras, respondió:

Pues fíjate que no en cuanto a las atenciones, por eso mismo creo yo que me buscaron estos días porque tienen miedo de llegar a los hospitales porque están saturados de esta enfermedad, tienen miedo algunas mamás. De Chacalapa me vino a ver una señora que le contaron que en el Hospital Regional están puras personas de COVID y que ella no quiere ir a pararse allá, que por favor la atienda. Pero, no vino a checarse ninguna vez conmigo, yo quiero saber: si está bien él bebe yo me voy a arriesgar y si está mal pues no —les digo—, mejor se busquen un doctor particular. Yo digo que si afectó mucho estas cosas tienen más miedo las mamás, yo atendí más embarazadas en cuanto a acomodamiento, en que está sentado, que está atravesado, atendí varias embarazadas porque no querían ir con los doctores, ahorita ya veo que van. Pero, en mi caso como partera también atendí muchos pacientes de COVID con remedios caseros, lo logré porque lo logré. Si me buscaron mucha gente, en Chacalapa mucha gente, se salvaron unas 60 gentes, pero mal pues de verdad, y me buscan soy famosa por acá.

Ángela, partera. Quetzalapa, Guererro. Noviembre de 2021.

Angela vive en una región adscrita a la Secretaría de Salud y, aunque seguía activa, el número de partos se había reducido en los años previos a la pandemia, pero ésta aumentó su trabajo a nivel regional. Por otro lado, parteras que ya habían dejado de atender se enfrentaron a situaciones inesperadas que implicaron retomar su labor.

Es el caso de Doña Rita, una partera de sonrisa franca y habla rápida que vive en la comunidad de Santa Cruz, ubicada en San Francisco del Mar, Oaxaca; uno de los tres municipios huaves en el Istmo de Tehuantepec (San Mateo del Mar, San Dionisio del Mar y San Francisco del Mar). Guiados por su autoridad comunitaria, llegamos hasta el patio de su casa junto con varias parteras integrantes de la organización Ikood Monduy Monion Andeow. Doña Rita es la última partera de su pueblo y había dejado de atender desde hacía más de diez años por indicaciones del IMSS-Bienestar que da seguimiento a su comunidad, pese a que se siente bien de salud y las mujeres la siguen buscando. En 2021 fue necesario que volviera al oficio ante la insistencia de la familia de una mujer que la buscó de emergencia pues ya se encontraba en trabajo de parto.

No sé si ya hizo un año, ocho meses creo que tiene el niño, vinieron a verme. Vinieron, pero yo le dije: “mira hija ve a la clínica que te de pase (para acudir al hospital a atenderse el parto). Vas a ir a Matías (Romero) o vas a ir allá a Juchitán. Bueno —decía ella—, vamos”. Ya en una noche tuvo la mujer el bebé. Le dolió su panza. ¡Vinieron corriendo! Ya estaba una vecina en su casa. Ya no podía aguantar, tuvo el bebé en el baño. Ya la vecina, lo cargó el bebé, pues y estaba así parada, temblando. Cuando vino otra persona, de noche. Dice, ¡Tía Rita, tía Rita! ¡Vamos, vamos a ver a Inés que ya se alivió ella! ¿A dónde? ¡Allá en su baño!, dice. Pero, cuando llegué todavía estaba con la placenta y ahí le dije la señora que tenía el bebé. Bueno, ya lo tienes, ¡Vámonos pa’ dentro! Ahí le dije a su esposo que pusiera cama, que pusiera lo que tenía y ahí lo acosté ella. Y le dije, mira dame sal, dame sal y agua. Tiene que tomar, tiene que salir está placenta porque ya está dura. Está haciendo frío, le dije. Ya le sobé su panza y ahí salió la placenta. Y le dije a la que estaba encargada de la clínica: “Ahora sí manda al dotor (sic). Manda que venga el dotor. Porque esta mujer ya tuvo su bebé. A ver qué cosa pueden darle a la mujer”, le dije.

Doña Rita V. Partera. San Francisco del Mar, Oaxaca. Octubre de 2021

El doctor no acudió esa noche en medio de la lluvia, ni al siguiente porque no tenía vehículo. A esta comunidad le corresponde atenderse en la clínica del IMSS Bienestar de Matías Romero, pero muchas veces las mujeres prefieren ir a Juchitán por la cercanía. Sin embargo, 2020 representó un periodo duro para los principales hospitales públicos en el istmo pues ya habían atravesado brotes de COVID generalizados en el personal y muchas gestantes preferían no ir para evitar contagios. En el caso de esta embarazada se trató de una emergencia, pero el único recurso disponible en la comunidad en ese momento era doña Rita, quien finalmente salvó su vida al lograr la expulsión de la placenta.

Partera Rita, San Francisco del Mar, Oaxaca. Foto: Lina Berrio

Desde otro extremo del estado de Oaxaca, en la Costa Chica, doña Alejandra, una partera ubicada en la comunidad afromexicana de La Boquilla, Chicometepec, quien usualmente recibe mujeres, no solo de su comunidad, sino de otras cercanas como José María Morelos y Collantes, siguió atendiendo cada vez más durante la pandemia. Muchos de esos partos no aparecen registrados en el Sistema de Información sobre Nacimientos, como pudimos comprobar al revisarlos, pero son varias las mujeres que acudieron con ella. Alejandra no sólo atendió partos; por su casa transcurren cada día personas que buscan ser sobadas, masajeadas y es evidente el enorme conocimiento que ella tiene sobre herbolaria. Así relata por qué la buscaban las mujeres y su sentido de compromiso para atenderlas:

Más todavía me buscaron (las mujeres) en pandemia. Sí, había una que tenía miedo de ir, las de Tierra Blanca igual también por ese motivo venían, muchas decían que por eso también de la pandemia, una de Collantes quería venir y se alivió acá, le digo que no me puedo comprometer yo soy partera de Chicometepec, si las puedo aliviar aquí que vengan, pero ese día me pasé y fui a Collantes. A Sole la alivié aquí con su mamá, por eso fue que la alivié aquí, porque su mamá era de aquí y ella me vino a traer, pero ni quería y como fue en la noche me dicen (mi familia): “no vayas que está lejos, que se vaya con el doctor”. Le digo no, yo voy ir su mamá es conocida de aquí y como era su hija… yo voy, es un deber mío, aún sea en otro lado, si dicen algo yo estoy haciendo algo bien y si pasa otra cosa, pues ya estará.

Alejandra. Partera. La Boquilla Chicometepec, Oaxaca. Julio de 2022

Ni el centro de salud de Collantes ni la UMR de José María Morelos, los dos pueblos entre los que se ubica su comunidad, atienden partos y el hospital más cercano es el de Pinotepa, reconvertido en ese entonces a Hospital COVID[4]. La investigación de Raita Maki en Collantes ha documentado que esta disminución de servicios públicos disponibles y el temor al contagio, significó para las mujeres tener que gestionar recursos económicos que les permitieran atenderse en clínicas privadas en el municipio, con el consecuente aumento del gasto de bolsillo.

Un tiempo de “excepcionalidad” que se diluye para regresar al orden establecido

He compartido hasta ahora, a partir de los datos nacionales oficiales y la historia de estas tres parteras, cómo el tiempo de la pandemia significó un periodo de incremento en la atención brindada por las parteras. Sus aportes han sido reconocidos por el propio personal de salud y directivos jurisdiccionales. Múltiples son las razones de este aumento en la atención. En primer lugar, el cierre o reducción de varios hospitales y de sus servicios obstétricos; en segundo, el temor de las mujeres a acudir a unidades de salud ante la posibilidad de un mayor riesgo de contagio; en tercero, la propia crisis del sector salud debido a la pandemia y a sus transformaciones estructurales, incluyendo el paso de Seguro Popular al INSABI y posteriormente a IMSS-Bienestar. Esto generó incertidumbre, despidos de personal, cambios en las formas de asignación de recursos para salud materna y mayor dificultad de seguimiento a lo que sucedía en campo en las unidades de salud.

Por otra parte, la previa desaparición de los programas de transferencia condicionadas —como Prospera— que implicaban la obligación de las embarazadas a asistir al control prenatal mensualmente, generó una mayor libertad de las mujeres para acudir o no a los controles y para decidir buscar atención con parteras. Así lo reconoció el personal de salud entrevistado:

De hecho, por ejemplo, Prospera les regalaba dinero por venir a consulta. Entonces, ahí venían todos. Se acabó Prospera y ya no vienen.

Personal de salud, Veracruz (PS018Ver)

Pues, ha sido complicado porque ahora acercarnos a la gente, tenemos que iniciar de nuevo, muchos programas que teníamos como población cautiva porque teníamos el programa Prospera. Ahora tenemos que acercarnos nosotros a la gente porque ya la gente no viene al centro de salud, a sus controles de salud.

Personal de salud, Yucatán (PS43Yuc)

Todas las razones anteriores del orden institucional coexisten con otros elementos indispensables para hacer posible el aumento: la presencia de las parteras en múltiples regiones del país y la labor de cuidado que realizan; las preferencias de algunas mujeres por estas curadoras (especialmente las de mayor edad o quienes ya han experimentado un parto con ellas); así como el trabajo de promoción, visibilización y defensa que varias organizaciones habían emprendido previamente[5].

Considero que todos estos procesos y factores, los del orden global como la aparición súbita del virus SARS-COV-2, los vinculados a las transformaciones nacionales en el sector salud y la presencia de las parteras, confluyeron en este momento de la pandemia y, de alguna manera, se abrió un tiempo de excepcionalidad, de “relajamiento” en las medidas de seguimiento y control por parte del sector salud, tanto a las gestantes como a las parteras.

Ante la imposibilidad de atender los partos, de seguir a las mujeres durante el embarazo y de ir construyendo una ruta de atención biomédica; o ante las dificultades de regular y controlar a las parteras, de saber siquiera qué había pasado con ellas en esos meses, se fue construyendo un momento particular y acotado de ruptura temporal del orden establecido en la atención, de debilitamiento de los mecanismos cotidianos de control. Como opera en el campo de la implementación de políticas interculturales funcionales (Zuchel y Henriquez, 2020), incluyendo las de salud, es posible observar un doble movimiento entre la enunciación del reconocimiento a otros saberes no biomédicos, pero en la práctica las dificultades para su cotidiana acción (Campos et al, 2017, Menéndez, 2016).

La ambigüedad como política

Esto nos lleva a recuperar la idea planteada por Roth (2002) sobre la ambigüedad en la política pública, no como un error, sino como una forma de operación cuyo objetivo es justamente dejar resquicios de interpretación, de indeterminación, los cuales pueden operar hacia la restricción en determinados momentos o hacia una política más laxa de “laissez fare” que resulta útil para el propio sistema de salud. Esto puede explicar un hallazgo de la investigación respecto a la ambigüedad en la normatividad que regula la partería en México y también nos permite entender el cotidiano actuar del sector.

Al tener una política ambivalente respecto a la partería, el sector salud puede moverse de un modo más discrecional respecto a estas y estos curadores permitiendo, promoviendo o restringiendo su accionar en función de las necesidades concretas y el momento específico. De este modo se cuenta con un recurso disponible y útil para la implementación de sus propias necesidades (por ejemplo, de expansión de cobertura como en los 80; de sostenimiento a la atención cuando el sector salud no se da abasto, como en la pandemia; de promoción de utilización de prácticas o de medicamentos biomédicos que se consideraron necesarios de difundir entre la población; o de atención en casos de emergencia, como ocurrió recientemente con el virus SARS-COV-s o con las parteras tradicionales en el istmo de Tehuantepec después del temblor de 2017). Ante ese momento de colapso regional de todos los servicios, incluyendo el derrumbe del Hospital de Juchitán y fuertes afectaciones en otras unidades de salud, ellas sostuvieron la atención obstétrica en lugares improvisados de refugio bajo la coordinación del propio sector, pero apelando a sus remedios tradicionales.

Por otra parte, mantener esta ambigüedad en la enunciación de las políticas, como en el caso de la partería en México, deja un margen suficientemente amplio de acción para que sean los implementadores quienes finalmente decidan la operativización de dicha política de manera bastante discrecional. Es eso lo que permite comprender la diversidad de comportamientos del sector salud en cada estado respecto a las parteras, en algunos casos apelando a reglas que no existen, construyendo restricciones locales específicas o, por el contrario, posibilitando su actuar cuando hay una buena relación o mediano reconocimiento.

Estos márgenes de indeterminación al cual nos hemos referido, y que preexistían a la pandemia, posibilitaron los momentos de excepcionalidad o de ruptura que a su vez hicieron posible esta flexibilización de los mecanismos de control, y un mayor margen de acción a las parteras y las mujeres. La pandemia fue un tiempo de excepción en el que muchas de las acciones de prevención, atención y recuperación fueron realizadas por los propios sujetos sociales sin la participación del sector salud. Ello incluye también la atención obstétrica y el papel protagónico de actores invisibilizados o subordinados.

Sin embargo, es esa misma ambigüedad la que permite, a su vez, retornar al viejo orden una vez pasada la crisis. Lo que vemos en 2022 y, en mayor medida en 2023, es un regreso a la hegemonía biomédica de la atención obstétrica y una reactivación de los mecanismos de control, tanto a mujeres como a parteras, mediante diversos mecanismos que incluyen los llamados directos, el condicionamiento en la entrega de los certificados de nacimiento, el pago de un recurso para que no atiendan y canalicen a las unidades como lo ha venido haciendo el IMSS-Bienestar, o la abierta prohibición que encontramos en algunos lugares.

Guadalupe, partera afromixteca. Río Grande, Oaxaca. Foto: Lina Berrio

Reflexiones finales

El contexto de la pandemia de COVID-19 evidencia el rol que las parteras juegan como recurso de atención permanente en las comunidades. La revisión de los datos procedentes de la base del Subsistema de Información sobre Nacimientos (SINAC) confirman esta tendencia al incremento de partos con parteras en todo el país y, de manera significativa, en algunas entidades. La pandemia se constituyó en un momento de excepcionalidad el cual abrió la puerta para una mayor flexibilidad y al relajamiento en las medidas de control por parte del sector salud. Ello, sumado a la presencia de las parteras en muchas regiones del país y a los temores de las mujeres a acudir a unidades de salud por miedo al contagio del virus, construyó este momento particular en el cual hubo un cambio en las tendencias sobre lugares de nacimiento y el curador con quien fueron atendidos los mismos.

¿Qué lecciones nos deja este momento para revalorar formas alternativas de atención que han mostrado ser efectivas y altamente resolutivas, pero siguen siendo subalternizadas? La experiencia de la pandemia permitió reconocer el valioso papel y la vigencia de la partería como sostenedoras de la vida en los más diversos lugares. Al mismo tiempo, nos alerta sobre la desaparición de muchas parteras y de sus saberes, como en el relato que abrió el texto; e, igualmente, sobre la fragilidad de plantear un modelo de atención donde la partería no tenga lugar o sea objeto de hostigamiento y falta de apoyo ante un sistema institucional de salud precario, especialmente  en el primer nivel de atención, con hospitales lejanos, sobresaturados, con capacidad de atención reducida y en medio de las transformaciones estructurales del sistema.

Bibliografia

Argüello-Avendaño, Hilda y Ana Mateo-González
2014 “Parteras tradicionales y parto medicalizado, ¿un conflicto del pasado? Evolución del discurso de los organismos internacionales en los últimos veinte años”, LiminaR, 12(2), 13-29, recuperado en 30 de junio de 2023. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-80272014000200002&lng=es&tlng=es.

Chávez-Courtois, Mayra, Irma Romero Pérez y Viviana Negrete Martínez
2022 “La partería, una acción perinatal emergente en tiempos de COVID-19”, Revista CONAMED, 27(1), 36-40.

INEGI
2021 Características de los nacimientos registrados en México durante 2020, Comunicado de prensa núm. 535/21, 23 de septiembre de 2021. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2021/EstSociodemo/NamtosRegistrados2020.pdf

Maki, Raita María
2023 Embarazo y salud materna durante la pandemia por COVID-19 en la Costa y los Valles Centrales de Oaxaca. Tesis de doctorado en antropología social. CIESAS CdMx (en proceso).

Menéndez, Eduardo
2016 “Salud intercultural: propuestas, acciones y fracasos”, Ciência & Saúde Coletiva, 21, 109-118.

Navarro Campos, Roberto, Edith Yesenia Peña Sánchez y Alfredo Paulo Maya
2017 “Aproximación crítica a las políticas públicas en salud indígena, medicina tradicional e interculturalidad en México (1990-2016)”, Salud colectiva, 13, 443-455.

Roth, André-Noël
2002 Políticas públicas: formulación, implementación y evaluación, Ediciones Aurora, Bogotá, Colombia.

Sesia, Paola y Lina Berrio
2021 Situación de la partería indígena en seis estados de México. Informe final 2021, https://pacificosur.ciesas.edu.mx/parircondignidad/

Sesia, Paola y Lina Berrio
2023 Situación de la partería indígena en seis estados de México 2021-22. Informe ejecutivo, https://pacificosur.ciesas.edu.mx/parircondignidad/

Vázquez Marín, Yaredh y Gail Mummert Fulmer
2022 “Recalibrando vulnerabilidad y riesgo: atención en la pandemia para mujeres parturientas en México”, Plural. Antropologías desde América Latina y del Caribe, (10), 191-216.

Zuchel Lovera, Lorena y Nicole Henríquez Leiva
2020 “Una crítica a la interculturalidad desde la interculturalidad crítica”, Hermenéutica intercultural: revista de filosofía, (33), 85-103.


  1. Correo: linaberrio@ciesas.edu.mx

  2. Proyecto de investigación: Diagnóstico sobre la situación actual de la partería tradicional indígena en México. CIESAS-Conahcyt. Pronaces-Salud (proyecto 321319) 2021-2023. Coordinadoras: Paola Sesia y Lina Berrio. Estados abordados en la investigación: Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y Yucatán.

  3. Pese al subregistro que caracteriza la captura de partos atendidos por parteras. Esto se debe, entre otras razones, al rezago en la captura de información, a que muchos certificados de nacimiento a partir de los cuales se nutre la base, no registran que el parto fue atendido por una partera y se le atribuye al personal de salud; a que muchas parteras de regiones autónomas (como en ciertos municipios de Chiapas) no entregan la información de sus atenciones al sector salud o a que muchos recién nacidos/as no cuentan con certificado de nacimiento.

  4. De hecho, ellos atendieron el primer caso en el estado de Oaxaca, de una mujer con COVID al momento de su parto y puerperio, lo cual les implicó, según el director, construir un protocolo de atención pues no había experiencia previa en ese sentido. Entrevista realizada en octubre de 2022.

  5. Algunos ejemplos muy claros de ello son la Agenda Nacional de Partería, el Movimiento Nix Ichim, la red de parteras Min Tsabal, entre otras.

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