Travesías narrativas de las experiencias intersexuales en México.
Breve recorrido por la erótica y la violencia

Mara Cristina Toledo Silva[1]
Doctorante en Antropología CIESAS Ciudad de México

maratol.silva@gmail.com, m.toledo@ciesas.edu.mx


Ilustración elaborada por Ichan Tecolotl.

Introducción

Urdir una tesis es una travesía personal y colectiva. Y en ese recorrido el asombro y los descubrimientos son interminables. Aunque se pone un punto final al texto, la reflexión se mantiene viva. Por ello, encuentro desafiante compartir, en este breve texto, los hallazgos más relevantes de la investigación que realicé. Propongo una ruta, una invitación a conocer una parte del trayecto: cómo fue el proceso y a qué podemos llegar tentativamente con los resultados.

La tesis de maestría se titula «Erótica del vínculo de las experiencias intersexuales en México: indicios de violencias y derivas del deseo». Colaboraron personas intersexuales de distintos lugares del país: Ciudad de México, Estado de México, Oaxaca, Veracruz, Sinaloa y Guanajuato. Algunas personas atravesaron por procesos de intervención médica ‒cirugías genitales enfocadas a modificar los genitales de acuerdo con morfologías normativas‒ y otras no.

En este texto nos proponemos exponer, brevemente, una travesía metodológica que implicó el trabajo narrativo de las experiencias intersexuales en situación de confinamiento por Covid-19. Por otro lado, analizaremos, de manera sucinta, los datos que nos brindó la producción narrativa respecto a las aperturas deseantes y los repliegues del deseo atravesados por la violencia en las experiencias intersexuales.

Experiencias intersexuales

Las problemáticas que aquejan a la población intersexual se han llevado, gradualmente, a la agenda de derechos humanos. El énfasis se ha puesto en modificar los protocolos de atención médica que implican cirugías genitales en recién nacidos o niñas y niños (CIDH, 2015). Tanto defensores de derechos humanos como activistas se oponen a dichos procedimientos médicos porque vulneran derechos sexuales y reproductivos, así como el derecho a la integridad corporal y a la autodeterminación (Carpenter, 2018).

Las cirugías genitales se basan en un modelo sexogenérico que parte de morfologías ideales que albergan una aparente verdad innata sobre el sexo (Butler, 2006). En las intervenciones médicas yace una paradoja, ya que, por un lado, los médicos presuponen que el sexo es una materia biológica sobre la que se construye el género y, por otro, aseguran que, en el caso de un recién nacido en situación de intersexualidad, el sexo es creado a través de la tecnología médica (Kessler, 1998). En México, además de las experiencias de personas que han sido sometidas a esos procedimientos médicos, también hay personas que no travesaron por ese proceso.

¿Cómo es la experiencia de devenir intersexual en México? Este cuestionamiento tiene resonancias con la propuesta de la experiencia como acontecimiento de Víctor Turner (2002). Este autor enfatiza en las experiencias formativas y transformativas que tenemos como humanos y, cómo éstas involucran el repertorio vital de querer, pensar, sentir y desear. En este sentido, la experiencia de devenir intersexual se produce y se actualiza en la narración que los sujetos nos ofrecen en su amplitud de tonalidades, singularidades y similitudes. La experiencia es un acontecimiento narrativo y abordar las experiencias intersexuales es una invitación a escuchar las vivencias singulares de cada persona desde su posición.

¡A la escucha!

La producción narrativa es un campo en el que recién me he involucrado. La tesis de maestría fue la primera oportunidad para sumergirme en la metodología narrativa. Desde esa primera experiencia, aunada a las reflexiones éticas necesarias en toda investigación, se desplegaron rutas posibles de sentido para la interpretación y la escritura. Personalmente, constituyó un proceso con un efecto especular, porque me devolvió imágenes que evidenciaron la aprehensión que sentía inicialmente, por constatar mis planteamientos y encontrar los datos etnográficos pertinentes para el problema de investigación. Esa situación reconfiguró el trabajo de campo. Y, por otro lado, me brindó otras miradas de intuición y creatividad, de paciencia y espera, de escucha y de acompañamiento en el proceso narrativo.

Antes de la pandemia tenía contemplado visitar a las personas. No obstante, el trabajo de campo se sostuvo a través de diálogos por videollamadas. Pese a la distancia y el trabajo remoto, las conversaciones devinieron profundas. Precisamente, la escucha hizo posible ese recorrido. ¿Qué significa estar a la escucha? Estar a la escucha, dice Jean Luc-Nancy (2015), es estar tendido a los sentidos posibles que no son inmediatamente accesibles. Nos invita a reflexionar sobre la primacía que ha tenido en la investigación el campo visual, sumamente importante, sin embargo, propone a la escucha como el otro sentido vital que hace posible, desde otro sitio, el entendimiento, por ejemplo, en un proceso de investigación.

Desde mi experiencia, estar a la escucha consistió en abandonar o, por lo menos, suspender las imperiosas inquietudes como investigadora, respetar los silencios, las pausas y, de vez en vez, hacer intervenciones sostenidas en el afecto. Tanto para las y los colaboradores etnográficos, como para mí, los encuentros de diálogo abrieron un espacio de escucha en el que el confinamiento era sumamente abrumador. Sin embargo, aunado a esto, había una llamada a la escucha como una necesidad de poner en palabras vivencias que habían aguardado en el silencio y se hacía eminente apalabrar la historia, la experiencia intersexual.

El trabajo narrativo tuvo un potencial refigurativo de las experiencias. Hubo relatos sumamente dolorosos debido a la violencia vivida. Iain Morland (2011) refiere que las experiencias intersexuales están atravesadas por huellas del trauma que no son del todo comprendidas y, por eso mismo, hay una dificultad de explicar o hablar de lo que sucedió. No obstante, en el acto narrativo las personas abrieron espacio para la resignificación de su experiencia.

Rapport (2000) nos dice que las narrativas transforman la fragmentariedad temporal y espacial de nuestras vidas, y nos ofrecen ciertos sentidos que se integran, por lo menos, parcialmente, en una historia en curso. En ese sentido, el trabajo narrativo tuvo un valor edificante porque las personas, en sus propias narraciones, traían a las palabras sus luchas, sus levantamientos y su resistencia frente a las situaciones violentas que vivieron.

Las narraciones fueron variadas en su estilo, en la historia que se contó, en la gestualidad, en los tonos y sonidos. Esto trae consigo la complejidad de desplazarse desde y hacia lugares muy diversos y, a su vez, conlleva un desafío en la sistematización e interpretación de los datos. El trabajo narrativo tiene múltiples capas de análisis y de escucha interpretativa y la producción del conocimiento se realiza desde y con las y los narradores, no sobre ellos (Vargas, Sánchez, et al., 2016). De esta manera, la escritura de la tesis atravesó por una reflexión ética que posicionó en primer lugar los relatos de las personas a partir de los cuales, posteriormente, construí una heurística interpretativa.[2] Le heurística consistió en una forma de sistematizar los datos para su interpretación. De esta manera, fue posible ir rastreando, en la complejidad de las narrativas, semejanzas además de singularidades en cada experiencia. Se evidenciaron, por ejemplo, mecanismos de corrección o sanciones sociales hacia los cuerpos de las personas, notablemente, en las narrativas de niñez y adolescencia. Y obstáculos vividos en la juventud y en la adultez relacionados con las aperturas deseantes, las imágenes corporales y la erótica. La heurística interpretativa posibilitó abordar los relatos sin reducir su diversidad, sin caer en homogeneizaciones de las experiencias; hizo los datos más asequibles sin traicionar su complejidad y el enigma que los acompaña, dado que la interpretación tiene límites humanos y falibles.

Aperturas deseantes

¿Qué datos se lograron producir a partir del trabajo narrativo?, ¿qué nodos clave experienciales nos brindan posibilidades interpretativas del deseo y la violencia en las situaciones de intersexualidad en México? El trabajo de campo brindó narrativas de importante densidad etnográfica que, para fines de la investigación, decidí organizar en los siguientes nodos: relatos de transición de la niñez a la adolescencia y otras cesuras de la juventud y la adultez.

Propuse mirar los vínculos entre madres, padres y médicos para observar qué deseos estaban en juego en las decisiones médicas. Los relatos de transición de niñez a adolescencia nos muestran cómo la experiencia intersexual particular de cada persona se vive desde distintas posiciones atravesadas por la rectificación, la corrección o el apego a rectitud de las familias, de los contextos sociales y de los médicos.

La experiencia de la pubertad fue vivida de formas muy variadas, desde sentir que los cambios del cuerpo eran opuestos a lo esperado, hasta esperar transformaciones corporales que nunca llegaron. Además, fue un momento en el que las personas manifestaron sentirse atraídas o empezar a enamorarse. Las pubertades estuvieron sujetas a modificaciones o correcciones: a través de las palabras, principalmente, de las madres hacia sus hijas; de cirugías genitales; uso de fármacos y hormonas encaminados a modificar el cuerpo; y otro tipo de violencias como burlas, golpes, acoso y señalamientos sobre su corporalidad. Además, se entrecruzó con una importante restricción en la socialización durante la niñez y adolescencia −particularmente, relaciones de amistad y noviazgo− principalmente, en el caso de personas que fueron intervenidas médicamente.

En las experiencias de la juventud y la adultez, estuvo presente el miedo a ser descubierto o descubierta, o a ser desidealizado o desidealizada de la propia autoimagen, por ejemplo, en relaciones de noviazgo que devenían más íntimas, o donde el cuerpo se desnudaba. Este miedo a ser descubierto o desidealizado ponía a la deriva la posibilidad de ser deseado por el otro, es decir, la experiencia de desear la apertura hacia el encuentro con un otro y ser reconocido en el deseo de alguien más (Recalcati, 2016). Ahora bien, la dimensión deseante se vivió, en algunos casos, como sublimada, ultrajada, suspendida en los encuentros con la alteridad potencialmente amorosa o erótica. Algunas personas encontraron una extrañeza en las conexiones que hacían entre las partes de su cuerpo que fueron intervenidas y la dimensión sensible e imaginaria de su cuerpo con respecto a una posibilidad de encuentro erótico con otra persona.

Otro punto que estuvo fuertemente compartido, en casi todos los casos fue el deslizamiento de los nombres. La mayoría de las personas hizo, en algún momento un cambio de nombre, no necesariamente en términos jurídicos, pero sí en la manera de nombrarse a sí mismos. Finalmente, observo que los vínculos de sostén y de escucha que tuvieron y continúan forjando las personas, amplifican la potencia de la resignificación, para la aceptación y refiguración del propio cuerpo y de la autoimagen, en la medida en que se crean vínculos de sostén y de acompañamiento, por ejemplo, algunas amistades, profesoras, parejas, miembros de la familia o grupos de pares.

Reflexiones finales

En conclusión, el trabajo narrativo en la exploración de las experiencias intersexuales en México tuvo un efecto refigurativo y edificante, tanto para las y los colaboradores de la tesis, como para mí. Los relatos de las personas constituyeron la médula desde la cual se trazaron posibles hilos interpretativos de la tesis, sin agotar todos los que de hecho continúan tejiéndose. Las narrativas implicaron una reflexión ética profunda y constante durante todo el proceso de investigación. En ese sentido, la ética de la escucha tuvo un valor metodológico y de acompañamiento imprescindible que hizo posible la exploración de nodos experienciales relevantes en la experiencia de las personas.

De esta manera, los relatos ofrecieron la posibilidad de problematizar el deseo de la experiencia intersexual, es decir, el deseo de ser reconocido en el deseo de otro y cómo, por un lado, esa posibilidad se desdibuja con la violencia y, por otro lado, se fortalece con la vinculación y la resignificación. Las imposiciones familiares y médicas ‒como procesos desubjetivantes y, por tanto, violentos, están obturando y desdibujando el deseo de alteridad, y el deseo propio de las personas en situación de intersexualidad.

En síntesis, estos hallazgos dan cuenta de que, paradójicamente, las intervenciones médicas (en sus diversas gradaciones) y los deseos parentales enfocados a “corregir” o “enderezar” los cuerpos para, hipotéticamente, posibilitar o “capacitar” a las personas para la vida en pareja −desde luego, bajo los esquemas normativos heterosexuales que ponderan una práctica sexual en particular, el coito− están teniendo en definitiva el efecto contrario, al menos, en los casos que analizamos en esta investigación: desdibujan el deseo de alteridad. Pese a ello, las personas en sus relatos han mostrado resignificaciones de esos hechos que abren paso a la imaginación y otras coordenadas de vinculación erótica. La agencia de las personas está presente y sigue en proceso la resignificación. Está abierta.

Bibliografía


Butler, Judith (2006), “Introducción”, en Deshacer el género, México, Paidós, pp. 12-43.

Carpenter, Morgan (2018), “Intersex Variations, Human Rights, and the International Classification of Diseases”, en Health and Human Rights Journal, vol. 20, pp. 205-214.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) (2015), Informe de la CIDH sobre Violencia contra Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex en América, OEA/Ser. L/V/II. Doc. 36.

Kessler, Suszanne (1998), Lessons from the Intersexed, Nueva Jersey, Rutgers University Press.

Morland, Iain (2011), “Intersex and the Promise of Trauma”, en Jill A. Fisher (ed.), Gender and the Science of Difference: Cultural Politics of Contemporary Science and Medicine, Nueva York, Rutgers University Press, pp. 147-163.

Nancy, Jean-Luc (2015), A la escucha, Horacio Pons (trad.), Buenos Aires, Amorrortu.

Rapport, Nigel (2000), “The Narrative as Fieldwork Technique. Processual Ethnography for a World in Motion”, en Vered Amitd (ed.), Ethnographic Fieldwork in the Contemporary World, European Association of Social Anthropologists, Londres y Nueva York, Series Facilitator, Jon P. Mitchell, University of Sussex, pp. 71-95.

Recalcati, Massimo (2016), La hora de la clase. Por una erótica de la enseñanza, Carlos Gumpert (trad.), Barcelona, Anagrama.

Sánchez, José (2021), “Imágenes de la trayectoria escolar y aspiraciones de futuro de los jóvenes bachilleres”, en Aspiraciones y trayectorias educativas. Las vidas disruptivas de los jóvenes en educación media superior en Ameca Jalisco; Cuajinicuilapa, Gerrero y Xalapa, Veracruz, México, Plaza y Valdés Editores-CIESAS, pp. 49-74.

Toledo, Mara (2021), “Erótica del vínculo de las experiencias intersexuales en México: indicios de violencia y derivas del deseo”, tesis de maestría, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, CIESAS, Ciudad de México.

Turner, Víctor (2002), “Dewey, Dilthey y drama. Un ensayo en torno a la antropología de la experiencia”, en Ingrid Geist (comp.), Antropología del ritual, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pp. 89-102.

Vargas, Bianca; José Sánchez; Karina Romo-Medrano y Alfredo Paulo (2016), “Aproximaciones teórico-metodológicas a las narrativas del padecer: aportes de la antropología reflexiva”, en Revista CONAMED, vol. 21, núm. 2, pp. 71-75.

  1. Maestra en Antropología Social por CIESAS, Ciudad de México. Actualmente es doctorante del posgrado en antropología en la misma institución. maratol.silva@gmail.com, m.toledo@ciesas.edu.mx
  2. Para realizar dicha heurística me basé en el modelo propuesto por José Sánchez (2021) en su texto Aspiraciones y trayectorias educativas. Las vidas disruptivas de los jóvenes en educación media superior en Ameca Jalisco; Cuajinicuilapa, Guerrero y Xalapa, Veracruz, México, Plaza y Valdés Editores- CIESAS.