En julio, la mirada antropológica de Ichan Tecolotl 338, observa dos efemérides cuyos temas actualmente son problemas nacionales: la Trata y la explotación humana en el trabajo doméstico, ambos con estrecha relación, lastres que atentan contra la población de nuestro país, especialmente contra los grupos sociales de mayor vulnerabilidad.
Desde esta óptica, vemos que el Consejo Nacional de Población, en su Boletín de julio, destaca dos, una de ellas nos avisa que el 22 es Día internacional del Trabajo Doméstico; mientras que la otra nos indica que el 30 se dedica a tener presente en todo el planeta el significado actual de la Trata.
En la Resolución aprobada por la Asamblea General el 18 de diciembre de 2013, la Organización de las Naciones Unidas determinó que el 30 de julio de cada año sería la fecha para que en todo el mundo se recuerden las atrocidades que implica el delito de la Trata para la humanidad. Por tal razón, en esta edición, Ichan Tecolotl contribuye a observar desde la perspectiva académica de la antropología social, las distintas facetas que actualmente nos muestra globalmente este problema.
Para comenzar, es necesario considerar los cambios que en México muestra la esclavización moderna, al menos en los últimos sesenta años, hasta llegar a las características que la Trata presenta en nuestros días.
Esta mirada propone seis décadas que comienzan entre 1960 y 1961, cuando fue denunciada en el municipio de San Francisco del Rincón, Guanajuato, una agrupación de proxenetas conocida como Las Poquianchis, cómplices y responsables, entre 1951 y 1961, de 189 feminicidios comprobados, lo que las colocó durante la segunda mitad del siglo xx como paradigma criminal universal.
Aunque la mayor parte de esa banda recibió su castigo en prisión, us crímenes quedaron impresos para la posteridad en el imaginario popular, de tal modo que la memoria colectiva recuerda a esas proxenetas (cuatro hermanas, de las cuales una murió en libertad) como un grupo criminal prototipo de maldad, cuyas acciones se realizaron aisladamente, en un rincón rural apartado del mundo moderno, San Francisco del Rincón, Guanajuato.
El caso de Las Poquianchis, con la mediación de la cultura de masas, fue convertido en un tema de nota roja. Los semanarios sensacionalistas, el cine, la radio y la televisión, hicieron su parte para construir, en el contexto de la nota roja, una representación mediática de la Trata, sobre todo, unidimensional y banalizada, lo cual dejó como resultado una visión restringida, enfocada únicamente en una de sus tantas modalidades que es su carácter como práctica criminal, sin duda del todo peligrosa, basada en la explotación sexual en contra de mujeres.
Aquella representación social unidimensional de la Trata, localizada en su contexto rural de la mitad del siglo pasado, dejó fuera de foco una amplia variedad de prácticas criminales relacionadas o complementarias de la explotación humana, que con la modernidad mexicana evolucionaron configurando modalidades nuevas de proxenetismo y movilidad de víctimas.
En el curso de estas seis décadas también sucedió la eliminación de prácticas criminales obsoletas para la operación de las organizaciones delincuenciales que, de acuerdo con sus intereses sustituyeron por otras. Éstas han sido cada vez más violentas, ejecutadas con mayores recursos financieros, de comunicación y armamento. Tal fenómeno se manifestó de manera creciente, en la medida en que el crimen organizado se apoderó de ese negocio delincuencial, como también lo ha hecho en las últimas cuatro décadas con muchos otros negocios criminales, a sangre y fuego.
El nodo de proxenetismo de Las Poquianchis denunciado y descubierto en San Francisco del Rincón, Guanajuato, hace casi 60 años, desapareció de la faz del planeta. De aquella sociedad criminal quedaron las víctimas, sus familiares y sus historias que dieron origen, mediante ficción, a una novela, Las Muertas, de Jorge Ibargüengoitia; a una película dirigida por Felipe Cazals (Las Poquianchis) y publicaciones de nota roja de esa época, con fotos y testimonios, que a su manera reportaron aquellos sucesos, que hoy podemos consultar en la Hemeroteca Nacional.
Lamentablemente, de aquellos crímenes no solamente quedaron registros en la memoria popular. También quedó vigente y en evolución la Trata misma, la práctica criminal que congregó a aquella banda de proxenetas para esclavizar y aniquilar 189 mujeres. Este crimen no fue combatido en las siguientes décadas con toda la fuerza del Estado mexicano. Mucho menos fue extirpado desde sus raíces, localizadas en los abismos de la desigualdad mexicana, lo dejaron convertirse en el problema social complejo que actualmente es, en los tiempos de nuestro México globalizado.
Sus componentes e implicaciones están entretejidos en el proceso histórico de explotación de la fuerza laboral de la humanidad, por lo que, en el contexto actual de desigualdad creciente en el planeta y en nuestro país, hace de éste un problema social de la mayor peligrosidad, tanto por la complejidad de su construcción como por sus implicaciones en la transgresión de los derechos humanos en todos sus órdenes.
Con el ánimo de construir juntos la mirada antropológica del número 338 del Ichan tTecolotl, esta vez referida a la Trata, consideramos pertinente documentarla con datos recientes.
Por ejemplo, el 8 de junio pasado, en conferencia de prensa, el colectivo Constitución Violeta publicó información que deja observar incremento en la estadística de explotación sexual de mujeres, en municipios específicos del estado de Tlaxcala localizados en el tramo de la carretera vía corta Chiautempan-Puebla. Ahí, una agrupación delincuencial de proxenetas denominada Los Motos ejerció la explotación sexual de mujeres traídas a dicho corredor dedicado a la Trata, procedentes de Nueva York, durante el periodo de cuarentena denominado Fase 3.
En dicha conferencia de prensa, por su parte, otras organizaciones nacionales defensoras de los derechos humanos de las mujeres, por ejemplo, el Colectivo Artemisa, del estado de Nuevo León, y Brujas del Mar, de Veracruz, coincidieron alarmadas en que, mientras el número oficial de víctimas de trata, directas e indirectas, publicado recientemente por el Registro Nacional de Víctimas es creciente, los recursos presupuestales gubernamentales asignados a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas disminuyeron drásticamente.
Esta mirada nos permite percatarnos de que la Trata en su forma de explotación sexual de mujeres, coexiste por ejemplo con la explotación infantil sexual y laboral, como la que sucede en el contexto de la explotación laboral de trabajadores jornaleros migrantes, tales son los casos de San Quintín, Baja California, o el del Chamizal, en el estado de Hidalgo.
Desde esta mirada antropológica amplia podremos apreciar la configuración de cadenas y circuitos de esclavización relacionados, por ejemplo, con el trabajo forzado al servicio de narcotraficantes, como sucede en Sinaloa, o también relacionadas con otras formas de actividades delictivas que implican la servidumbre encubierta en el trabajo doméstico de planta, en cuya operación aparecen redes de trata cuyas víctimas más vulnerables son ciudadanas indígenas y afromexicanas, sometidas a formas sutiles, blandas y duras de explotación laboral en condiciones de esclavización.
Queda claro que en el presente la Trata, como forma que adquiere la esclavitud moderna, luego de un largo proceso de normalización de sus prácticas, nos resulte difícil identificarla a simple vista, distinguir sus muchas caras y facetas con las cuales se manifiesta en la actualidad. Éste podría ser el motivo que lleve a la academia a observar la complejidad de la Trata desde distintas disciplinas de las ciencias sociales, entre ellas, la antropología social.
Aunque el panorama que se ve es atroz, esta vez podemos parafrasear la canción de Silvio Rodríguez Me va la vida en ello, donde nos dice que no todo fue naufragar, pues, el pasado 3 de julio, el Estado mexicano cumplió con el protocolo correspondiente para la ratificación del cumplimiento en nuestro país del Acuerdo 189 de la Organización Internacional del Trabajo de la Organización de las Naciones Unidas.
Dicho acuerdo reconoce el trabajo doméstico y prevé que los Estados que lo ratifiquen deben extender los mismos derechos a los trabajadores domésticos que aquellos que gozan el resto de los trabajadores.
En México, la ratificación del Acuerdo 189 de la OIT abre espacios de oportunidades con una perspectiva de futuro promisorio para este sector de la fuerza laboral, pues la etapa que sigue será el proceso de armonización legislativa de dicho Acuerdo con la Constitución, leyes y reglamentos que están por escribirse en las siguientes Legislaturas.
En los tiempos legislativos que están por venir, la mirada antropológica de la academia tiene en esta coyuntura aportaciones valiosas que ayudarán a entender mejor la explotación laboral de la que son víctimas las trabajadoras domésticas de planta, así como también para distinguir con mayor claridad otras prácticas criminales de explotación humana, como la servidumbre, también relacionadas con la Trata.
Con esta perspectiva, en su edición de julio, la mirada antropológica del Ichan Tecolotl publica artículos cuya visión especializada nos permite observar mejor las complejidades de estos problemas. En este número la doctora Elena Azaola nos comparte un panorama de la Trata en México, país con 5ª lugar en el mundo en número estimado de víctimas, considerado como origen, tránsito y destino de esta práctica criminal.
También está presente en esta edición Séverine Durin, investigadora del CIESAS Noroeste, quien desde su amplia experiencia interviene para referirse a las denominaciones discriminatorias, como trabajadoras domésticas, y otras formas racistas de referirse a las trabajadoras empleadas de planta. Invitado a reflexionar en esta edición, nos acompaña el doctor Edel Cadena, investigador y profesor de la Universidad Autónoma del Estado de México, quien nos analiza la Trata que también se ejerce contra los varones. También enriquecen esta edición la colaboración de la maestra Evelia Magaña, CIESAS Peninsular. Les invitamos cordialmente a acompañarnos en esta lectura.
Referencias:
Ibargüengoitia, Jorge, Las muertas, 1977, México, Joaquín Mortiz.