Ma. Cristina Guirette Barbosa[1]
El Colegio de la Frontera Norte
Foto: Franklin Gracida vía Wikimedia Commons
Introducción
El presente texto es una propuesta de investigación que busca documentar la importancia de la transmisión, reconfiguración y apropiación de los saberes de sobadores[2] y sobadoras urbanos en Tijuana, B.C., en tanto parte de la memoria cultural de la ciudad. Las prácticas realizadas en el proceso de salud/enfermedad/atención-prevención (SEAP) por parte de la medicina tradicional son consideradas como parte del patrimonio cultural del país. Estos saberes tienen sus propios procesos de transmisión en tanto parte de la memoria cultural, la cual es confiada a los portadores de estos saberes, quienes mantienen vigente y transmisible estas prácticas.
Al considerar la práctica del “sobar” como parte de la memoria cultural es importante destacar el papel que juega en el ámbito de la salud, ya que se inserta en un mercado con características particulares, como lo es de la frontera norte de México. Espacio en el que confluyen una amplia gama de nacionalidades, una frontera con mucho movimiento y con la infraestructura de servicios médicos rebasada. Estas prácticas son parte de una cosmovisión y también incorporan nuevas herramientas o técnicas propias de la biomedicina.
El objetivo general es documentar el proceso de transmisión de la memoria cultural de saberes y conocimientos por parte de sobadores y sobadoras urbanos populares en la ciudad de Tijuana. Se busca responder a la siguiente pregunta: ¿cómo son los procesos de transmisión de la memoria cultural de saberes y conocimientos entre los sobadores y sobadoras urbanos populares en la ciudad de Tijuana, y su inserción y/o exclusión de la oferta masoterapéutica de la ciudad?
Procesos de SEAP en las prácticas de sanación de sobadores y sobadoras urbanos.
Un aspecto importante de los grupos sociales es el relativo a la supervivencia y a lo relacionado con mantener o recuperar la salud, para lo cual la humanidad ha desarrollado estrategias que se han transmitido de generación a generación, como parte de la memoria cultural. Entre éstas figuran: el uso de hierbas, animales, oraciones, rituales, sobadas, ayunos, comer o no comer algo en específico, entre otros. Estas prácticas son consideradas como patrimonio intangible en nuestro país. Pese a ello, el proceso de extractivismo epistémico por parte de la industria farmacéutica sigue haciendo suyos saberes que forman parte del patrimonio inmaterial de sobadores y sobadoras urbanos. Lo anterior conlleva la urgente necesidad de registrar los procesos de transmisión de la memoria comunicativa de este grupo especifico de prácticas a fin de resarcir la posibilidad de que se conviertan en saberes que envejecen.
Esta propuesta toma lugar en la ciudad de Tijuana, ya que por sus particularidades tanto territoriales como económicas y culturales, es una ciudad en la que se ha asentado una amplia diversidad cultural. Ya sea que se trate de grupos de origen étnico nacional, migrantes nacionales o internacionales, haitianos, centroamericanos, asiáticos o indios, todos y todas requieren de servicios de salud.
Como parte de la oferta terapéutica de la ciudad de Tijuana, las prácticas del sobar también forman parte de un bagaje identitario. Ya sea que se trate de toda una tradición en la transmisión de saberes de forma oral, o bien como discurso alusivo a un pasado; estas prácticas de sobar figuran como anclajes identitarios a la par de su eficacia en la salud. Las prácticas de sobadores y sobadoras populares urbanos se han transformado a la par de sus ejecutantes. Registrar los pequeños detalles en la transmisión de los saberes es la intención de esta propuesta, ya que al contextualizar esas transformaciones a través de una metodología que contemple observación participante, entrevistas etnográficas y trayectorias de formación, se registrarán los saberes susceptibles de ser transmitidos. Con la intención de problematizar lo anterior, Menéndez (2020) nos advierte que:
Los usos y costumbres, y especialmente los procesos de lucha, resistencia, apropiación o hegemonía en los procesos de SAEP y en particular la expansión biomédica, debemos registrarlos en los quehaceres cotidianos de personas y grupos (p.65)
Los portadores de esta memoria cultural, sobadores y/o sobadoras, son personas conocedoras que se encargan de atender afecciones musculoesqueléticas y que adquirieron sus habilidades por tradición oral. Varios estudios destacan la importancia de estos expertos conocedores, entre ellos Berenzon-Gorn, Ito-Sugiyama, y Vargas-Guadarrama (2006), Fagetti (2011), Fagetti y Martínez Villarruel (2020), Hirose López (2018) y Quattrocchi (2006).
Los portadores de estos saberes, insertos en las dinámicas mercantiles particulares, han ajustados sus sentidos para competir en un mercado que ofrece múltiples experiencias y posibilidades de transitar los procesos de SEAP sin que ello implique una pérdida total del saber tradicional. Al respeto Menéndez (2020: 66) comenta que:
Las enfermedades, más allá de su alta o baja incidencia a nivel nacional o internacional, son registradas, padecidas y enfrentadas por los sujetos y grupos étnicos en el lugar donde viven, y son tratadas con los recursos locales existentes, que incluyen productos y saberes bioquímicos. Por eso, actualmente, todo proceso de SEAP debe ser pensado articulando lo global y lo local, dado que la biomedicina y también las medicinas alternativas y complementarias (MAC) operan en ambos niveles.
Eduardo Menéndez advierte que el uso del término “medicina tradicional” tiende, conscientemente o no, a la exclusión de prácticas, representaciones o de sujetos sociales, tanto desde una perspectiva empírica como teórico-ideológica (1994: 77). Estas relaciones incluyentes o excluyentes suscitan en el ámbito de la interacción un ir y venir constante de saberes y conocimientos entre los diferentes modelos.
Así, a manera de hipótesis se parte del supuesto del que la oferta masoterapéutica en la ciudad de Tijuana conlleva en sí misma un discurso de reconocimiento hacia prácticas que abrevan en lo tradicional, pero este reconocimiento, que alude a la profesionalización de la práctica, menoscaba la práctica de los sectores populares. En este sentido, se recurre a los conocimientos anatómicos y terapéuticos tradicionales integrándolos a ciertos sectores progresistas o complementarios de la biomedicina, al tiempo que, de manera contradictoria, relega a los sobadores y las sobadoras urbanos populares a una práctica estigmatizada, oculta, escondida en los barrios urbanos y tendiente a la clandestinidad y con ello a la gradual perdida de su memoria cultural de la práctica del “sobar”.
Desde una perspectiva relacional, Menéndez subraya que un aspecto básico para explicar determinadas características del saber popular respecto del proceso SEAP, es que la descripción y el análisis del campo relacional deben tomar en cuenta las características “propias” de cada una de las partes, pero sobre todo deben enfocar su mirada sobre el sistema de relaciones construidas, que constituyen una realidad diferente del análisis aislado de cada una de las partes. Por lo que advierte que ni el saber popular ni el médico pueden ser entendidos si no están relacionados con el campo en el cual interactúan. (Menéndez, 1994. p.74).
Sin embargo, en esta propuesta solo se aborda la atención, una parte particular del proceso SEAP. Una de las bondades explicativas de los procesos de SEAP es que, al lograr el acercamiento a una de las partes del proceso, se accede a lecturas de otras o al proceso en su totalidad. Se centra la mirada en el acto de la transmisión de los saberes, en tanto capaces de portar entramados poco visibles de la relación entre los modelos médicos y los agentes portadores de estos saberes. La transmisión, apropiación o bien la reconfiguración de estos saberes a través de las negociaciones y tensiones que se dan en la ciudad de Tijuana con el Pluralismo médico que le caracteriza es el principal objetivo que se persigue.
Los saberes de los sobadores y sobadoras urbanos de Tijuana, que suelen modificar o reconfigurar dinámicamente, les distinguen y confieren un rol especial en el grupo al que pertenecen, ya que tienen la particularidad, según Menéndez, de condensar en sus prácticas los procesos de síntesis provisionales y representaciones en varios niveles de su conformación (1994: 74), a lo que Assmann denomina como “portadores” de la memoria cultural (Assmann, 2008).
Una de las particularidades de las prácticas de los sobadores y sobadoras urbanos es el papel que desempeña en los vacíos del sistema de salud público en su incapacidad de cobertura (Mejía Arango, 2013). Otra particular es que, en términos de memoria cultural, en tanto portadores de saberes, remiten mínimo a tres generaciones directas (Assmann, 2008). Pese a ello, suelen ser invisibilizados por las instituciones oficiales; además de que el contexto privilegia las dinámicas transfronterizas en lo relativo a los servicios de salud (Mejía Arango, 2013, p. 276).
Las demandas de servicios de salud incluyen el sistema de salud público y privado. En esta oferta de servicios figuran sobadores y sobadoras urbanas quienes, a la par de la demanda del mercado, van ajustando sus servicios y el discurso en sus narrativas para incluirse o no dentro de una tradición de conocimiento en particular o como parte de un proceso profesionalizante.[3] Esta propuesta busca elaborar trayectorias de formación, siguiendo así uno de los ejes señalados por Menéndez (2020: 78), quien advierte que los intelectuales al investigar los PSEAP suelen excluir la parte de la mercantilización de la práctica e incluso considerarles dentro de lo New Age, como turismo médico o como parte de las políticas estatales, pero no han considerado “la trayectoria de los curadores” diluyendo así la capacidad de sujeto/grupo/agente.
Lo anterior evidencia la necesidad de realizar un acercamiento a las prácticas de estos portadores de saberes, ya que las instituciones educativas que promueven una formación como “masoterapeutas”, en el proceso formativo legitiman y validan un “conocimiento” resultado del extractivismo epistémico. En esa dirección va esta propuesta. Más allá de los y las sobadores y sobadoras, un ejemplo de este tipo de relaciones asimétricas de poder son aquellas presentes en las prácticas de las mujeres parteras, quienes desde finales del siglo pasado han sido cooptadas por el sistema de salud mexicano para que cada vez practiquen menos sus saberes, con la amenaza de la ley y sus posibles consecuencias, restringiéndoles cada vez más a la práctica de sobar y menos a la atención de los nacimientos (Fagetti, 2011; Fagetti & Martínez Villarruel, 2020; Quattrocchi, 2006).
Según Fagetti y Martínez Villarruel (2020), al restringir las actividades de las parteras cada vez más a un tipo de “atención mixta” para el caso del seguimiento de los embarazos, atención de nacimientos y cuidado en el puerperio, cada vez más las parteras atienden el primero y el último dejando a los médicos del sistema médico hegemónico los nacimientos. Así las prácticas frecuentes son: dar sobadas, masajes, ajustes, baños herbales, acomodar al bebe, aconsejar y acompañar a las mujeres embarazadas.
Por lo referido, y toda vez que en los espacios que ofrecen terapias alternativas o complementarias figura el “masaje prenatal”, como también forma parte curricular de las instituciones que forman masajistas, se puede pensar que este servicio es la versión del modelo médico hegemónico que viene a suplir aquel efectuado por las manos de las parteras, es decir, la versión oficial de las prácticas tradicionales. Al respecto, Olivas (2018: 201) ha señalado la formación profesionalizante en el ramo de las terapias alternativas y complementarias lo cual evidencia un mercado que demanda este tipo de servicios.
En 2015 se contabilizaron cerca de 43 centros de atención de categoría “spa” en las delegaciones del Centro, Playas de Tijuana, Mesa de Otay y La Mesa. Martínez y colaboradores reportan que, de este total, el 70% se ubica en la zona centro y de los principales servicios demandados figuran los masajes relajantes y los terapéuticos (Martínez Moreno et al., 2017). Sin embargo, existe poca información relativa a las practicas del “sobar” tanto en términos estadísticos y económicos como descriptivos e interpretativos. Además, las cifras arriba referidas se refieren a los “spa” y en sus cifras no consideran la oferta de lo sobadores y sobadoras populares, por lo que, con seguridad, la cantidad de espacios para ofrecer este tipo de servicios será mayor.
Los saberes tradicionales, toda vez que siguen vías diferentes a las oficiales en lo relativo a la transmisión de conocimientos, trazan otros procedimientos de transmisión, ya que, como explica Quijano respectos a la colonización europea de América Latina, esta implicó represión cultural y genocidio masivo, convirtiendo las culturas originales en “subculturas campesinas iletradas, condenadas a la oralidad. Esto es, despojadas de patrones propios de expresión formalizada y objetivada, intelectual y plástica o visual” (Quijano, 1992, p.15).
La medicina denominada “científica” constituye una de las formas institucionalizadas de atención de la enfermedad y, en gran parte de las sociedades, ha llegado a ser identificada como la forma más eficaz de atender el proceso SEAP. Pero desde la perspectiva de Menéndez, “tanto ésta como las otras formas académicas y/o academizadas (homeopatía, quiropraccia, etcétera), o populares (herbolaria, espiritualismo, entre otros) de atender a los padecimientos, tienen el carácter de “instituciones”, es decir instituyen una determinada manera de “pensar” e intervenir sobre las enfermedades y, por supuesto, sobre los enfermos” (Menéndez, 1994: 72).
Comentarios finales
Como se expuso líneas arriba, esta propuesta busca a través de los procesos de SEAP, en tanto propuesta que permite problematizar la realidad, analizar otros problemas económicos, políticos y culturales en los que se insertan las prácticas de sanación por parte de los sobadores y sobadoras urbanos populares. Los procesos de SAEP son los “espías de conflictos o tensiones sociales”, y tienen la posibilidad de evidenciar las tensiones y conflictos en la transformación y reconfiguración de la práctica, con los cambios, ajustes e incorporaciones que los mismos agentes consideran pertinente o no transmitir, mantener, olvidar o cambiar.
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[1] Estudiante del Doctorado en Estudios Culturales | Correo: cguirette@gmail.com
[2] De acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana: “Especialista tradicional que se vale del masaje o sobada en sus terapias. Aunque estos recursos son utilizados por distintos especialistas de la medicina tradicional, particularmente el huesero y la partera, el sobador es distinguido por su destreza en la aplicación de sobadas para afecciones músculo-esqueléticas, y tratamientos que requieren de maniobras destinadas a acomodar órganos o partes del cuerpo que se encuentran fuera de su lugar.” http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/demtm/termino.php?l=1&t=sobador.
[3] Es importante destacar que existe un uso indiscriminado y poco diferenciado de las prácticas del “sobar” y del “masajear”, al referirnos en este documento al término “sobar”, se alude a las prácticas de personas que adquieren la habilidad a través del conocimiento empírico y/o a través de la transmisión oral, experiencia y autodenominados como “sobadores y” sobadoras”. Para el caso del “masaje” este alude a una preparación profesionalizante, institucionalizada y que suelen ser acreditada por un documento formal a quienes se les denomina como “masoterapeutas”. Esta diferenciación se establece con fines prácticos y con la intención de profundizar más en ella conforme se avance en esta propuesta.