Todo por mis hijas: una espiritualidad familiar

Felipe R. Vázquez Palacios
CIESAS Golfo
fevaz19@gmail.com


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Pasajes bíblicos que le dan seguridad familiar a Olivia, Foto del 2 de mayo 2019

Olivia May Benítez es una maestra jubilada de dos plazas de educación primaria de 58 años y vive en Xalapa, Veracruz, con su esposo, sus hijas, sus hermanos y sus respectivas familias en el predio que su abuela le heredó a su mamá. Se identifica como presbiteriana, pero su actual adscripción religiosa no le pone restricciones en su modo de vida, al grado que no ha tenido problemas al convivir con su esposo, que es adventista, o con su hija, quien participa con la iglesia nazarena.

Aunque nació en una tradición católica, nunca participó activamente, tuvo su primer acercamiento con aspectos religiosos con los presbiterianos de Monte Horeb a los diez años cuando, al ir pasando frente al templo con su mamá, fue cautivada por los cantos de unas sopranos que, con amabilidad, las invitaron a pasar. A partir de ese momento, ella continuó asistiendo y, más tarde, se incorporaron sus hermanos y su abuelita.

Uno de los valores que siempre han estado presentes en la vida de Olivia es la unión familiar. Recuerda que, su mamá estaba tan agradecida por la forma en que había unido su familia que, en el aniversario de la iglesia, donó una alfombra roja, la cual pagó con un préstamo que pidió al sindicato de su trabajo. Este hecho, junto con las voces y amabilidad de las sopranos jugó un importante papel en la expresión de su fe, pues a través de los himnos ella se convirtió y se ha reconfortado cuando ha pasado por momentos difíciles como el fallecimiento de su abuelita.

Cuando Olivia estaba estudiando para maestra conoció muchachos de otras iglesias que la llevaron a distanciarse del presbiterianismo por un tiempo, uno de ellos fue el que ahora es su esposo, el cual intentó que abrazara el adventismo, pero pese a su insistencia Olivia no se pudo integrar. Ella extrañaba la solemnidad y los cantos del presbiterianismo, así como su organización en los cultos y las enseñanzas. Su preocupación central era que, cuando crecieran sus hijas, tuvieran un entorno con buenos valores y principios “cercano a las cosas de Dios”, sin importarle la doctrina y adscripción religiosa. En toda su narrativa se observa que este fue el móvil de su trayectoria religiosa. Al dejar el adventismo, ella quiso regresar al presbiterianismo, pero no había muchachos con los cuales sus hijas convivieran, por lo que buscó y encontró la Iglesia nazarena y, aunque ella nunca se sintió bien allí, veía con buenos ojos que su hija mayor se desarrollara bien y llegara a ser líder de alabanza en esa congregación religiosa. Sin embargo, al no sentirse tomada en cuenta optó por regresar al presbiterianismo.

Para Olivia, Dios no es material, más bien se encuentra en las pequeñas acciones y manifestaciones que suceden en su cotidianidad y que le permiten desempeñarse con normalidad en su vida familiar. Ella le agradece por cosas que podrían parecer triviales, básicamente, por la tranquilidad y la paz, así como por el bienestar de su familia. Cada día se toma alrededor de quince a veinte minutos para hacer una lista de aquellas cosas por las cuales agradecer para luego orar con cada una de sus hijas y con su esposo. Cabe mencionar que para ella, Dios es armonía y paz y esto es lo que más anhela en su familia.

Olivia, impulsada por valores éticos y cristianos, valora más la enseñanza moral que la teórica y busca en todo momento adaptar a su vida cotidiana lo que aprende en sus clases de estudio bíblico, que toma tanto en su iglesia como en las reuniones que toma con un grupo de mujeres neopentecostales. Resulta interesante observar cómo en interpretación bíblica y consejos para llevar una vida cotidiana en equilibrio, ella busca ideas y pensamientos no sólo del presbiterianismo, sino de diversos predicadores y maestros bíblicos que la lleven no sólo a un conocimiento más profundo de Dios, sino que le ayuden a tener una buena interacción con sus familiares y vecinos.

Olivia tiene cuatro objetos a los que atribuye un valor especial y que según Meyer (2019) son un soporte material de lo sagrado y lo trascendente. El primero de ellos es el texto: Cartas a mis hijos. Este libro tiene frases, narrativas y reflexiones sobre la vida, así como consejos sobre cómo afrontar las adversidades de la vida. Otro libro es la Biblia que su madre le regalo y que era de su abuelita. Este es su libro más preciado, ya que la familia la ha poseído por muchos años. Allí tiene pasajes bíblicos subrayados tanto por su abuela como por su madre y ahora por ella. Generalmente son pasajes que la animan a seguir y no desmayar en la vida. Por ejemplo, tiene subrayado de su abuelita el salmo 23:1: “Jehová es mi pastor y nada me faltará…”. De su madre tiene subrayado: Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Y subrayados de ella como el pasaje de Isaías 43:2: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo…”. Tanto su mamá como su abuela le han dejado este legado en cada uno de los versículos subrayados, lo que demuestra su continuidad entre el pasado y el presente (Hervieu-Lèger 2005: 145).

Las formas de experimentar la fe y los valores en lo más profundo de su vida habitual fueron posibles de analizar gracias al enfoque de religiosidad vivida (Ammerman, 2007 y 2014 y Mc Guire, 2008), donde se brinda una perspectiva de análisis sobre las prácticas y creencias religiosas, partiendo de la cotidianeidad. Mediante este enfoque se pudo ahondar en cómo Olivia percibe una atmósfera de sacralidad cada día al orar, hincada en un tapete y con un velo que sólo los utiliza cuando son peticiones muy especiales (problemas o necesidades fuertes como enfermedad). Ella siente que al ponerse su velo e hincarse en ese tapete crea un ambiente más sacro que le hace sentir mayor devoción y percibir sentidos trascendentes que la trasportan a una experiencia sobrehumana (Rabbia et al 2019). Estos objetos si bien son importantes para ella, no les concede cualidades especiales, ni tampoco considera que sean irremplazables; ya que lo más importante es un corazón arrepentido, sumiso y una actitud de humildad, obediencia y confianza absoluta en Dios; considera que al usar el velo y ponerse en el tapete sin zapatos está propiciando un mayor acercamiento como el que tuvo Moisés cuando vio la zarza en el desierto que no se consumía.

Olivia ha creado, una especie de entorno de fe, de devoción personal íntima, con estos objetos, así como un sentimiento y experiencia espiritual que no está respaldada ni por sus creencias presbiterianas, ni por las de las otras personas con quienes convive, pero que para ella tiene una gran eficacia simbólica y que, además, le funciona muy bien, pues coexiste dentro de lo que es la cosmovisión presbiteriana sin contradecirla.

Conclusión

El caso de Olivia ha permitido adentrarnos a una experiencia religiosa construida desde la vida y los problemas y eventos principalmente familiares que se le presentan. Esta experiencia, aunque surge del actor social, sus preocupaciones, aspiraciones y miedos, no se opone a la institucionalidad y, de hecho, coexiste con ella, aunque desde la esfera privada.

A través del enfoque de religión vivida se pudo entender cómo Olivia se adhiere al presbiterianismo y cómo le permite interiorizar de una manera muy íntima y enérgica los preceptos que guiarán su trayectoria religiosa. Sin embargo, en su narrativa, pareciera que Olivia se ha quedado detenida en el pasado. El presbiterianismo que vivió en su infancia se convirtió en su vara de medida nada más. Por cuenta propia, recurre a nuevas interpretaciones, mensajes y estudios de otras personas de diversas religiones para poder lograr su armonía familiar y social que necesita. Es aquí donde el enfoque de religión vivida cobra fuerza para ahondar en los principios morales de la persona, en las preocupaciones que tiene y en la forma en que las afronta; así como para observar, cómo Olivia se ha sumergido y construido una ritualidad personal y una forma muy particular de vivir su experiencia religiosa, centrada en los principios y valores que detenta en la vida cotidiana y no en el sentido de pertenencia o el cumplimiento de normas. Al hablar de la fe y la práctica religiosa de Olivia, hablamos de una mujer que busca ante todo crecer como persona y ayudar a su familia, brindar a sus hijas valores sólidos y mostrarse ella misma como una buena servidora de Dios. Pese a la bondad de este enfoque, hay que ser cautos ya que al centrarse en la subjetividad no nos permite encontrar aquella especificidad de los creyentes de una u otra adscripción, ya que todos se mantienen tan al margen de la institucionalidad que terminan pareciéndose en sus perspectivas personales. Del mismo modo, al enfocar las materialidades las adscripciones iconofóbicas pueden ser más difíciles de encontrar. Debido a esto, habrá que reflexionar y analizar cuidando ese delicado equilibrio entre la libertad que nos asemeja y la institucionalidad en la que nuestra individualidad se pierde.

Bibliografía

Ammerman, Nancy (2007), Everyday Religion: Observing Modern Religious Lives, Oxford, Oxford University Press.

—————— Sacred Stories, Spiritual Tribes: Finding Religion in Everyday Life, Nueva York, Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199896448.001.0001

Hervieu- Léger, Danièle (1996), “Por una sociología de las nuevas formas de la religiosidad”, en Gilberto Giménez (comp.), Identidades religiosas y sociales en México, pp. 23-46. México, ifal-iis, unam.

Meyer, Brigit (2018), “A estética da persuasão: as formas sensoriais do cristianismo global e do pentecostalismo”, en Debates do NER, vol. 19, núm. 34, pp. 13-45. https://doi.org/10.22456/1982-8136.89943

Rabbia et al., (2019),  La religión como experiencia cotidiana: creencias, prácticas y narrativas espirituales en Sudamérica, Rosario, Universidad Católica de Córdova, Argentina.