Todas las partes que dejamos todo el tiempo en todos los lugares que habitamos

Cecilia Valdez[1]
Internacionalista y profesora de coreano

Everything Everywhere All at Once (2022) - IMDb

Cartel oficial tomado de .imdb.com


Hasta ahora, la única vez que he experimentado la movilidad hacia un espacio diferente al que crecí fue cuando estaba en los últimos semestres de la universidad. Nací en el Distrito Federal (ahora Ciudad de México) pero toda mi infancia, adolescencia, y mi primera adultez las he vivido en el Estado de México. Soy mexiquense, aunque haya nacido en otro espacio: no puedo decir que en esa época yo haya dejado algo de mí, pero sí mi madre que vivió en la colonia Guerrero y después se movió a un pequeño pueblo lleno de muchas costumbres totalmente diferentes a las que ella había experimentado en el pasado.

Pese a que la distancia entre la Ciudad y este pueblo lleno de cuetes llamado Tultepec no es tan grande, existen muchas diferencias sustanciales en la forma de convivir con el otro. De las cosas que yo noté cuando viví cerca del Estadio Azteca es que era muy raro que las personas saludaran al subir a la combi, que el que estaba al lado de la puerta te ayudara a abrirla o que al despedirse les deseara a todos un buen día. Aunque viviendo en la ciudad me sorprendí mucho al darme cuenta de que las tienditas cierran a las 12 de la noche o que después de una salida con los amigos yo podía ir a cenar porque había locales que tenían sus puertas abiertas hasta las seis de la mañana, ¡una maravilla!

Sin embargo, durante toda mi estancia entre la ciudad y el pueblo me comenzó a fluir un sentimiento que no había experimentado antes, una sensación de no pertenecer, la sensación de que no soy citadina pero que ya tampoco pertenezco a mi pueblo, o que soy ambas cosas al mismo tiempo.

Eso que experimenté y pensé que había olvidado fue una de las cosas que me conectó a la película de “los Daniels”,[2] Cuando la vi por primera vez sentada en aquella plaza de cine sin esperar mucho pensé en salirme de la sala porque no entendía lo que pasaba y tampoco tenía ganas de ver cosas raras, pero ese sentimiento de no pertenencia que experimenta Joy al intentar presentar a su novia en casa me hizo quedarme a experimentar una catarsis emocional que me drenó y le dio una sensación de paz a la vida.

Al salir del cine reordené todo lo que sentí cuando veía la película, todo lo que lloré, lo que sufrí, y todo lo que me conmovió en los momentos apropiados, pensando en por qué sentí todo lo que sentí si antes también había visto películas maravillosas y menos locas, pero descubrí que la razón era la comprensión social del personaje principal, sus dificultades como china, como hija única, como mujer y como migrante en un país tan racista y lleno de oportunidades como los Estados Unidos. Así que abordemos por qué es tan importante ver (si aún no lo has hecho) esta película tan maravillosa.

La historia habla sobre Evelyn, una mujer de mediana edad china que dirige una lavandería en un pueblo de Estados Unidos y tiene que hacer su declaración fiscal para poner en orden las cosas con su establecimiento. Todo eso lo sabemos en los primeros 10 minutos de la película. El conflicto más grande que tiene que afrontar es la barrera del idioma, ya que a pesar de vivir ya unos años allí (al parecer unas dos décadas), no domina bien el inglés y necesita la ayuda de su hija Joy para llevar el trámite con éxito.

Aquí nos detenemos un momento a reflexionar quién es Evelyn, porque en de esta introducción del conflicto menos grave de todos podemos entender a este personaje tan triste. Ella es una mujer que probablemente nació en los 80 en alguna ciudad china, y fue la primera y única hija de su familia en una sociedad donde se esperaba y valoraba muchísimo que la primera descendencia de una nueva pareja fuera un varón. Por lo que la primera decepción y la más fuerte de todas se la lleva Evelyn al nacer.

En esa misma sociedad comenzaba una inmensa presión por estudiar hasta los grados más altos, así que la segunda decepción la genera ella misma al fugarse de su país de origen con Waymond e iniciar junto con él una vida lejos de esas presiones sociales chinas, pero rodeada de unas nuevas de carácter occidental, sin saber el idioma como nativa, sin entender sus costumbres y con el único soporte que tiene: su marido.

Pocos podrán entender lo que significa dejar tu lugar de origen y moverte a un espacio donde no entiendes en primer lugar la lengua, y a partir de ello todas las costumbres alrededor, por lo que una reacción es aferrarte a lo que traías contigo y honrarlo año con año, como lo hace ella al celebrar el año nuevo chino en su lavandería. Sin embargo, conforme avanza la película, nos damos cuenta de esas otras decisiones que Evelyn tomó a lo largo de su vida guiadas justamente por la decepción y el abandono. Descubrimos que, en aras de no repetir los pasos de su padre al menospreciar a su hija por ser mujer, Evelyn termina con una relación muy complicada con su hija, con un paso cerca del divorcio, con un padre que la juzga constantemente y con un local que posiblemente vaya a cerrar porque los impuestos no van al día.

Visto desde la lejanía podríamos pensar, debido a esta noción capitalista del éxito, que el personaje principal vive en la peor de sus versiones, es infeliz y existe una sensación constante de que no es la vida que hubiera elegido. “¿Qué pasaría si yo no hubiera hecho esto? ¿si aquella vez que me paso esto otro hubiera tomado esa otra decisión?” Ella y todos lo hemos pensado, en algún momento o todo el tiempo. Entonces, entre el primer y el segundo acto de la película, descubrimos el multiverso, las formas de saltar de uno a otro, todos los hubieras con sus respuestas y todas las consecuencias de esas vidas. Conocemos a la Evelyn actriz, a la cantante de ópera, a la cocinera de un restaurante e incluso a la Evelyn manos de salchicha.

Y así también conocemos a Jobu Tupaki, que es una versión multiversal de Joy, la hija de Evelyn. En un universo el personaje principal tiene dotes de científica, y descubre cómo saltar hacia todas esas variantes y cómo adquirir todas las habilidades de cada una. Sin embargo, presiona a su hija a hacer lo mismo por lo que Jobu termina fragmentada viviendo todo en todas partes al mismo tiempo.

Cansada y fastidiada por darse cuenta de que vivir todas esas vidas no vale la pena crea un agujero negro que pueda absorberlo todo, pero se da cuenta de que su familia de ese universo está buscando a la Evelyn capaz de derrotarla, y la mejor opción al parecer es usar a la versión fracasada, la que les da vida a esos otros universos exitosos: a nuestra protagonista. Al encontrarse Jobu y su mamá de este universo comienzan otros conflictos, Evelyn empieza a experimentar sus otras vidas mientras intenta detener a su hija multiversal y en el proceso se da cuenta que algunas de esas pequeñas decisiones generaron grandes cambios y otras solo modificaron brevemente su universo.

Así como el personaje de Michelle Yeoh, yo al ver la película me descubrí pensando en que no importaría qué clase de vida viviera si no estoy satisfecha alrededor de la misma. Que lo que habitamos nos hace quiénes somos y lo que somos hace lo que habitamos. Todo el tiempo me estaría faltando algo si constantemente me cuestiono si esta o aquella decisión que tomé fue la correcta, si mi elección afectará al futuro dentro de un día o dentro de 10 años; si vivo pensando en los hubieras no podría nunca construir una mejor versión de mí misma ni de los que me rodean, y me perdería de pequeños e insignificantes momentos que le dan paz y constancia a la vida.

Percibí, tal como lo hace Evelyn, que hay cosas que no puedo cambiar por mucho que quiera, que mis decisiones sí pueden afectar a otros y cómo perciben el mundo, pero que al mismo tiempo no es mi responsabilidad que lo vean con los mismos ojos con los que yo vivo y percibo la vida, que nada importa y está bien, que todo importa y está bien. Que si no aceptamos las consecuencias buenas o malas de las decisiones que tomamos para construirnos un espacio mejor, entonces viviremos atrapadas en todos esos hubieras que no pudimos cambiar.

Estas reflexiones del personaje principal no son fortuitas, surgen del conflicto entre ella, su hija multiversal, y Waymond, su marido de ese universo. A través de los ojos y experiencias de Jobu es capaz de comprender todo lo que dejamos en los lugares que habitamos, el dolor, el sufrimiento o la decepción, que nada vale la pena, que la vida no tiene un valor suficiente, que todo merece ser destruido. En la vida pacífica de Waymond percibe que la paciencia, la calidez o la ingenuidad también son armas para afrontar la vida, que, si bien puede no valer la pena porque no se hacen grandes proezas, la felicidad también significa estar con la persona amada lavando la ropa y pagando impuestos.

Somos lo que nos rodea y lo que nos rodea es lo que somos. Evelyn es una mujer china que eligió migrar a Estados Unidos y dejar atrás una vida que parecía no hacerla feliz; elige quedarse en este nuevo lugar aprendiendo de sus costumbres y mirando la vida con un nuevo enfoque, elige ver a Joy como una mujer de origen chino pero totalmente estadounidense, lesbiana con su nueva novia aunque eso signifique romper con lo que tradicionalmente le enseñaron.

Evelyn elige seguir siendo china y al mismo tiempo adaptarse al ambiente que la rodea para ser feliz y hacer feliz a quienes le rodean. Elige no cometer el mismo error de su padre, pero no a través del miedo sino a través de la comprensión de esta nueva vida. Elige el amor como eje para entender el mundo que habita, aunque ese mundo no quiera entenderla a ella y entender que la vida que tiene no es un fracaso producto de malas decisiones, sino una vida que eligió, y aprende a resignificarla.

Vale la pena mirar el mundo como Daniel Kwan y Daniel Scheinert eligieron explorar en esta película, y ver a través de las actuaciones de Michelle Yeoh, Ke Huy Quan, Stephanie Hsu, y Jamie Lee Curtis, las historias de migración que rodean a estos actores, lo que los ha llevado hasta donde están y cómo la comprensión de su mundo logró que las piezas encajaran potencialmente en esta historia.

Las segundas oportunidades, el amor al arte, la creencia en lo que haces y las ganas de contar una historia tan diferente a las que estamos acostumbrados en el cine comercial fueron una fórmula maravillosa para llevar esta película a las salas de cine, y alcanzar la cúspide de los premios en 2023 al ganar el Oscar a Mejor Película. El nuevo camino que se abrió para el cine y el cine de migración es valiosísimo.


  1. Egresada de la carrera en Relaciones Internacionales, UNAM |IG: @cecyel
  2. Llamados así porque los directores se llaman Daniel Scheinert y Daniel Kwan.