The Birth of Joker

Agustín Enrique Ortiz Montalvo[1]
Casa de Las Américas (Cuba)

Joker es una gran película, más allá del Oscar a Joaquin Phoenix, que para mí es también un reconocimiento de la calidad de la cinta. Yo creo que una buena película es aquella que logra su objetivo: comunicar algo o muchas cosas, alterar el estado emocional del espectador. Y dejarlo pensando. Lo terrible de películas como estas es que luego no se quiere pensar, porque es aterradora la narrativa del filme.

Quizás le llamé a esto The Birth of Joker porque me produjo una gran satisfacción encontrar en la historia de esta película el origen de un villano, antes tan ligado a las fantasías de la maquinaria de Hollywood: alguna explosión cerca de reactivos químicos o producto de lo extraterrestre. Es bueno ver representado el mal que surge de lo conocido, de lo común. Al mismo tiempo, impactan el maquillaje del Guasón, con unos colores en el rostro que resultan demasiado familiares, y el pelo verde y la nariz roja; y el papel protagónico de Joaquin Phoenix, que además de tener que acumular la experiencia actoral en torno a personajes desequilibrados, aquí luce un físico y una risa espeluznantes, metáfora eficaz que sobrepasa los límites del desamparo social. El baile triunfal del Joker ya es cosa de otro mundo, que casi remite al video de Cuidao por ahí, con J Balvin teñido de sangre, y a esos programas en YouTube sobre por qué Bad Bunny y Anuel son iluminatis.

No es que yo prefiera las tramas realistas, es que me siento mejor orientado, si de villanos se trata, cuando surgen así. Ya los héroes no le interesan a casi nadie. Mucho menos los demasiado perfectos del cine estadounidense, que siempre nos están salvando y a veces son millonarios filantrópicos. Después de ver esta película, podrías llegar a comprender, y hasta desear, que el disparo final fuera sobre la cabeza de Batman.

Hay una manera de hablar de esta historia sin ser un cubano que aborda la violencia que existe en Estados Unidos (porque aquí Ciudad Gótica se parece demasiado a algo), caldo de cultivo para el nacimiento de otros payasos, que convierte a esta película en universal. Ya que Joker nace en el mundo de los hombres y por la acción de ellos, cabe hablar de soledad, desamparo, del peso demoledor de la realidad y los sueños que chocan contra una pared bien levantada por los exitosos: los que determinan qué da gracia, los que paren al Joker para burlarse de él. Estos temas quedan magistralmente descritos en la película, así como la rabia que poco a poco se acumula en las entrañas del héroe (todos simpatizan con él inicialmente) y su condición de reír. Todo el tiempo. La vida es una broma total, una ironía permanente. La risa es inherente a la humanidad y, antes del revólver, es el arma más legítima y explícita del Joker. Él también puede hacer caras cómicas, pero ¿para quién? ¿para un niño limitado por su madre? ¿para una muy bella amante imaginaria? Uno, quizás en gesto de ilusión, envidia o amistad con el Joker, llega a creerse el beso con esa mulata linda. Sin embargo, ¿cómo existes en un lugar donde nadie quiere verte, cruzarse contigo? ¿En realidad existes?

Quizás la profundidad de ciertas interrogantes es lo que convierte a esta búsqueda cinematográfica en una obra de arte. Italo Calvino dijo que una obra de arte queda siempre inconclusa. No es que responda algo, sino que plasma bien esos vacíos que van tejiéndose a través de nuestra cotidianeidad y, poco a poco, van convirtiéndose en la vida. Yo vi la película en casa de un amigo, por la madrugada, en un plasma de una cantidad de pulgadas a la cual no estoy acostumbrado. Agradezco que no haya sido en el cine. Hay una parte del filme donde se vuelve brutal el peso de los días sobre el Joker. Se impone el fin de un día de trabajo mediocre, compartir bromas con compañeros mediocres que no te entienden e incluso creen que aconsejan cosas que cambiarían tu vida —más allá de que la caída del revólver en manos del Joker definitivamente le cambió la vida—; el transporte hasta la casa en un entorno donde eres prácticamente invisible, y llegar a bañar a tu madre, que es lo único que tienes y viceversa, lavar el cabello, estregar la espalda, vestirla. Causa terror el protagonista recorriendo los pasillos oscuros de la casa, que lejos de ser home, parece aumentar la desolación de un alma insatisfecha, frustrada. Yo creo que la música también conspiró. En medio de la oscuridad del cine, no sé, hubiese querido aferrarme a alguien para no sentir que el paso por la Tierra es eso.

Pero luego es peor, porque aparecen los abusos, o sea, la sociedad no solo ignorándote, sino metiéndose contigo, y la orfandad. Octavio Paz, en un ensayo que se volvió universal (El laberinto de la soledad), ya explicaba los disímiles orígenes y resortes de la violencia, así como el vacío generado por la ausencia de paternidad y la negación de la madre. ¿Qué termina siendo el Joker? nada.

Y, al mismo tiempo, es poesía. Es decir, uno llega a sufrir lo que vive el Joker, porque termina simpatizando con él. Es un personaje optimista, que intenta lo que quiere en varias ocasiones. Quizás esa risa te hace pensar que él está condenado de por sí, o todo tiene que ver en el fondo con la recepción que los demás hacen de su arte. El Joker escoge entre la vida y la muerte. Decide matar, ya en un punto de no retorno. Quizás todo se trate de no llegar ahí, pero nunca se sabe. Vivimos unos tiempos donde tampoco es que importe mucho lo que cada cual está soñando. Digamos que hay canales preestablecidos, y la mayoría coge por ellos. El resto va a la deriva. ¿Por qué si el Joker tenía determinado qué quería ser, termina convirtiéndose en un asesino? ¿Por qué se hizo de un revólver con tanta facilidad? ¿Iba a cometer esos crímenes de todos modos?

El Joker cree en el amor. En la película se representa en una muchacha linda que tiene un niño. Yo creo que de algún modo ella también necesita compañía. Como el Joker no nos cae mal, nos preguntamos: ¿por qué alguien como él no triunfa y llega a esa edad solo? Aunque cabe preguntarse también: ¿cuál es la edad del Joker? Esa joven tan bella, si puedo retener la imagen de su rostro ante mis ojos por varios minutos, ¿por qué está sola? Lo más triste es que el Joker la considera su par, y probablemente ella nunca lo salude. Y no importa que vivan en el mismo piso del edificio. Nada nuevo, si se piensa en la historia de Cenicienta basada en hechos reales.

Luego de Joker, podemos sopesar lo frágiles que son nuestros sueños en el día de hoy, mirar con más interés a los vagabundos, como arrancada para aprender a respetarlos, amar mucho más a nuestros padres. Pero también tenemos que convencernos de que hay abusadores sueltos allá afuera, que nacen como despierta una flor cada mañana. Es la espiral de la violencia. Y el mundo contemporáneo es esencial y grotescamente violento.

Joker termina siendo un encadenamiento de asesinatos, de gatillo fácil. El protagonista descubre que es simple quitar la vida y difícil vivir. Siente una suerte de realización cargada de desequilibrio que, como toda ironía, provoca risa. Joker, no se sabe si en la ficción de Ciudad Gótica, o en la realidad de las calles, conecta con un público. Y todo artista es fiel a su guion: Joker planifica un acto final al estilo de las grandes tragedias y le vuela la cabeza al presentador. Quizás en ningún otro momento de la película, queda claro que el Joker es real. Es un asesino. Es un payaso que complace expectativas con su aparición en vivo. Y baila como los demonios. Es un artista.

A veces creo que pensar es malo. Sobre todo cuando una película con esta narrativa te llegó de verdad. El final de esta obra de arte tiene lugar en tres lugares: el escenario del filme, la mente del Joker y en los pensamientos del espectador. Siempre que uno vuelva a reparar en esto, no existe tal final. Cuando la pantalla se pone negra, quizás sí: “Koniec”. Pero la pregunta no es esa. Y mucho menos lo que cierra el bloque de terror que puede desatar este filme en cualquier cerebro. ¿Existen esos que usan las máscaras del Joker por la calle? Hay algunos que no quieren ni imaginarse esa escena. Aunque todos sabemos que sí, que el público del Joker existe y comienza con cada nuevo gatillo que se aprieta hasta inundar todos los canales de televisión. Se siente una risa esquizofrénica de fondo. Eso es lo que uno quisiera borrar: el hecho de que cada vez que un dedo fuerte presione el botón de play, el Joker nace.

Joker, Dir. Todd Phillips, EE. UU., 2019.

Bibliografía

Paz, Octavio
1950 El laberinto de la soledad, México, D. F., Cuadernos Americanos.

Calvino, Italo
1994 Por qué leer los clásicos, México, D. F., Tusquets.


  1. Narrador y productor de La Casa de las Américas en La Habana, Cuba |Correo: aguenri94@gmail.com