Tomás Dimas Arenas Hernández[1]
Escuela Normal de Juchipila, Zacatecas
Vista de la Montaña de Sombrerete en Zacatecas. Autor: Thelmadatter, 2013.
Este documento pretende explicar los cambios y continuidades en la dinámica demográfica de Sombrerete a lo largo del siglo XIX, y profundizar en la estructuración y distribución de la sociedad. El texto comienza con una breve caracterización socioeconómica, seguida por las cifras totales a través del tiempo para observar las tendencias demográficas. Luego se analizan los resultados de dos padrones de población locales que muestran patrones de asentamientos específicos de los habitantes de la cabecera sombreretense y, finalmente, se revisan las curvas de bautizos, matrimonios y entierros. Toda esta información permite adentrarse en la composición y dinámica demográfica de los pueblos, haciendas y ranchos del real minero que puede catalogarse como de “mediana magnitud” comparado con Guanajuato, Zacatecas y Real del Monte, que producían mayores cantidades de minerales preciosos. Interesa saber si a lo largo del siglo XIX estas unidades crecieron en detrimento de la cabecera, los pueblos y barrios. Estudiar el perfil demográfico de un real minero de este rango permite ampliar el conocimiento más allá de los distritos mineros principales que dominan la historiografía de la minería del norte.
El documento se basa en la información contenida en los padrones, las series parroquiales, civiles y otros datos estadísticos globales e individuales de la alcaldía mayor, la parroquia y la cabecera de Sombrerete. Se tuvo cuidado de distinguir cada una de las jurisdicciones civiles y eclesiásticas para evitar confusiones. Un primer acercamiento a los registros parroquiales disponibles permite advertir que existen muchos vacíos: faltan bautizos, matrimonios y entierros de muchos años. Lo mismo ocurre con los del registro civil, especialmente con los elementos estadísticos pues la crisis hacendaria y política que predominaron durante casi todo el siglo XIX dificultaron reunir datos completos y confiables. Los bautizos son más consistentes y más completos que los nacimientos consignados por la autoridad civil. Por ello, en este documento se hace el esfuerzo de combinar datos procedentes de distintas fuentes para comprender mejor las dinámicas y la estructura social de la población.
La coyuntura económica minera del siglo XIX
Sombrerete es un lugar minero ubicado a unos 170 kilómetros al norte de la capital del estado de Zacatecas. La jurisdicción parroquial de Sombrerete comprendía ya a principios del siglo XVIII varios ranchos, haciendas y el pueblo de visita de Saín Alto; su territorio coincidió con el del municipio decimonónico. El antiguo real minero de Sombrerete, descubierto en 1558, consiguió el título de villa de Llerena en 1570 y, debido a uno de los auges argentíferos y a su crecimiento demográfico durante el siglo XVII, la Corona española convino en instalar en ese lugar una Caja Real en 1681 para controlar la economía de esa zona septentrional (Arenas, 2012: 50).
Con algunos altibajos en la producción minera transcurrió el siglo XVIII hasta 1792, fecha en la que se descubrieron ricos filones de plata, lo que permitió a Sombrerete colocarse, junto con Zacatecas, Charcas, Real del Monte y Guanajuato, dentro de los lugares más prósperos de la Nueva España. Sin embargo, durante el periodo del que se ocupa este ensayo, ya había disminuido la prosperidad del estado de Zacatecas en razón de las incursiones de los apaches y los movimientos políticos, pero, sobre todo, por la resistencia de los hombres de negocios para invertir capitales en el desagüe y la excavación necesaria, así como por las dificultades para el abastecimiento del azogue, la pólvora y la sal (López y Urrutia, 1980: 5, 99 y 143).
Hubo que esperar al impulso del gobernador zacatecano García Salinas para que se reactivara la minería durante la tercera década del siglo XIX, cuando la eximió del pago del impuesto correspondiente, y también a la inyección de capitales extranjeros, especialmente de origen estadounidense, para que Fresnillo, Sombrerete y Nieves pudieran seguir produciendo cantidades considerables de minerales (Exposición, 1831: 4-6). Un informe estadístico de Sombrerete de 1836 exhibe una idea de las condiciones de estancamiento que imperaban en el real minero y su región a principios del periodo republicano. Evidentemente las revueltas de 1808, 1810 y 1829, así como la sequía en el campo de 1808, lesionaron severamente la economía de la región (Amador, 1934: 151).
En 1804, cuando los Fagoaga, mineros prominentes de amplia trayectoria durante el periodo colonial, suspendieron los trabajos en las minas de San Nicolás, San Francisco y La Cañada, y devolvieron la de Santa Catalina a don Salvador Morillo y las de Quebradilla, San Amaro, Santo Domingo, San José y la Cumbre a don José Francisco Larrina (ambos diputados de minería), comenzó la depresión. Aunado a ello, los brotes epidémicos de viruela de 1804 y 1815, y el de fiebre pútrida de 1813, provocaron, a mediados de la cuarta década del siglo XIX, el abandono de 77 minas. Solo siguieron labrando 6, que producían 7 mil cargas de mineral al año, el cual era beneficiado en 11 haciendas de fundición y 1 de patio (Fernández,1879: 82-83).
De cualquier manera, un amplio sector de la población seguía ocupado en las labores de la minería, en el cultivo de maíz y frijol, en la ganadería y en el comercio. Otros más tenían fábricas de cigarros, jabón, fraguas, platerías, zapaterías y abarrotes, pero tanto la minería como la agricultura, el comercio y la ganadería sufrieron ataques de los indios apaches, de manera que no pudieron desarrollarse suficientemente antes del porfiriato. Las hostilidades de los indios afectaron severamente los distintos ramos de la economía, ya que los productos mineros, agrícolas y ganaderos no podían comercializarse en lugares distantes como la ciudad de México, Guadalajara, Guanajuato o Michoacán, como se había hecho en el pasado.[2]
Para el último tercio de la centuria decimonónica, la minería de Sombrerete comenzó su crecimiento sostenido gracias al capital estadounidense, a través de la compañía The Sombrerete Mining Company y al de otros empresarios mexicanos como los señores de la Parra, Camacho, Francisco Martínez, Santiago Zubiría, Valentín Galindo, Agapito Pérez, Tereso Domínguez y Timoteo Flores entre otros.[3] Al lado de la azarosa actividad minera, los hombres de campo cultivaban maíz, frijol o trigo en las escasas tierras aluviales situadas en las riberas de los ríos, o en los llanos aprovechando las lluvias de temporal. La ganadería, en cambio, podía desarrollarse en los llanos y en las cumbres, pero en un principio la mayor parte del ganado era propio de las haciendas agrícolas, por lo que los pastores dependían de esas fincas para sobrevivir.
Cifras totales de la población
Se comienza por exponer las cifras globales para observar si aumentó o disminuyó la cantidad de habitantes de una fecha a otra, teniendo cuidado de distinguir la jurisdicción civil de la eclesiástica. En este caso interesa focalizar la atención en las dinámicas demográficas ocurridas en el territorio del municipio sombreretense y su cabecera (en la tabla, Mpio. y Cab., respectivamente).
Cuadro 1. Cifras totales de la población de Sombrerete
Fuentes: la cifra de 1813 corresponde al padrón de esa fecha ubicado en AHAD, II-3, ff. 749-755, año 1813. En cambio, los datos de 1821-1890 proceden del Archivo Histórico del Municipio de Sombrerete. El dato de 1910, está contenido en el censo de 1910, estado de Zacatecas, México, Secretaría de Hacienda-Departamento de Fomento, 1918.
No hay cifras globales para 1833, pero sí se toman en cuenta las de 1838, la población del municipio es dos veces más grande que la cabecera; esa tendencia se conserva durante todo el periodo que comprende este estudio. Es decir, la mayor cantidad de habitantes se concentraba en el campo, sin embargo, la ciudad de Fresnillo adelantaba a Sombrerete en esa fecha al contar con 9,512 habitantes.[4] Al comparar los padrones de 1821 y 1833 parece que la población aumentó en solo una década y ello puede atribuirse a la disminución de los efectos de la viruela, gracias a la aplicación de la vacuna, que se empezó a difundirse desde 1804 (Arenas, 2010).
La población total del estado de Zacatecas se duplicó en la primera mitad del siglo XIX. Incluso las curvas de bautizos de Sombrerete sugieren un crecimiento demográfico que rebasa los 235 registros en promedio al año a partir de 1800, a pesar de las epidemias. En 1805 la capital estatal de Zacatecas y Vetagrande eran habitadas por cerca de 33 mil personas, mientras que Sombrerete y Fresnillo tenían aproximadamente 13 mil cada una.[5] Para 1813 se cuantificaron en el municipio de Sombrerete 18,470 personas, lo que indica un sensible aumento de la población. Ese padrón distribuyó en orden descendente a los mulatos (34.7%), luego a los españoles (29%), después a los indios (22.1%), finalmente a los negros, que alcanzaron una cantidad sin precedente (14.2%). La presencia de mulatos en la Nueva España es importante porque vinieron a complementar o en ocasiones a sustituir la fuerza de trabajo aborigen que había disminuido a causa de diversas crisis de sobremortalidad. El padrón de 1821 conserva la misma estratificación social, dado que muestra una dinámica homogámica de los distintos grupos sociales, pues “tendían a agruparse en ciertos barrios”, al igual que aquellos que compartían un mismo oficio. El cuartel de la Caridad concentraba la mayor cantidad de españoles (38.6%) e indios (58.9%). El cuartel de la Cruz del Minero era habitado predominantemente por mestizos (22%). La mayor proporción de españoles eran párvulos de entre cinco y nueve años de edad (Arenas, 2012).
Ese padrón consignó un total de 6,095 habitantes agrupados en 1,516 familias, pero la ciudad de Zacatecas experimentó un fuerte descenso de población pasando de 33 mil a 20 mil entre los años de 1810 y 1827 (Garner, 1970: 73), mientras que Sombrerete y Fresnillo tenían entre 14 y 18 mil pobladores respectivamente. Aguascalientes tenía 35 mil, y el estado en su conjunto contabilizó a 272,901 habitantes (Berges, 1874: 30-32). Por su parte, la población de la ciudad de Durango pasó de 14 mil en 1805 a 15,211 en 1849. En cambio, la comunidad minera de Guanajuato perdió población, pasando de 41 mil en 1803 a 33,444 en 1825.
En 1833 la población del estado de Zacatecas subió a 314,968; pero en 1849 disminuyó a 289,738, y en 1857 a 250,339.[6] Esa tendencia decreciente se debió a los efectos que causó el cólera morbus en sus dos brotes (1833 y 1849), cuando, de acuerdo con las estimaciones de las autoridades estatales, acabó con la vida de al menos 11,789 personas en el estado.[7] Además, los brotes epidémicos de viruela de 1815, 1820 y 1840, y de sarampión, de 1826 y 1838, así como la sequía pronunciada de 1839, hicieron que la población de Sombrerete pasara de 15,120 en 1821 a solo 10,897 en 1842. Luego quiso reponerse en 1845 pero volvió a bajar en 1854 hasta contar 8,931 habitantes, la cifra más baja de toda la centuria. Nuevamente ese descenso abrupto se debió a las secuelas del cólera de 1849-1850, la fiebre de 1850 y la sequía de 1849, así como a las perturbaciones que causaron los indios bárbaros, quienes cometieron asesinatos, quema de viviendas, abigeos y otros destrozos.
Posteriormente siguió una tendencia de crecimiento lento pero sostenido durante el resto de la segunda mitad del siglo XIX hasta contabilizar 27,852 personas en 1890. Sin embargo, volvió a disminuir a 22,385 habitantes en 1910 como consecuencia de brotes de fiebre (1879), viruela (1890, 1899, 1906), y tifo (1892-1895), y las sequías de 1884-1885 —que fueron generalizadas en todo el país— y la de 1907. Aun así, la población del estado subió de 250,339 en 1857 a 409,608 en 1871. Al llegar la estabilidad política durante el porfiriato, la gente se ocupó en la minería y el desarrollo de las actividades agropecuarias en las haciendas. Los archivos parroquiales muestran ese crecimiento poblacional: a pesar de la crisis generalizada, el número de bautizos en ascenso superaba al de los muertos.[8]
Estructura y distribución de la población de la cabecera del real de Sombrerete
Examinemos ahora el tamaño y la composición de la población del real de Sombrerete. Para ello se aprovechan básicamente los datos de dos padrones de población de la cabecera municipal (1821 y 1833), los que seguramente fueron elaborados por distintas autoridades, pero conservan una estructura semejante. Los listados nominativos ubican en cuarteles a cada uno de los habitantes, organizados en familias, donde se incluye, en la mayoría de los casos, los nombres y apellidos de las personas agrupadas, al parecer, por casas u hogares, separados por la leyenda “casa de” y a continuación el listado de personas viviendo en esa habitación. Cada nombre es seguido por un número que indica la edad, luego el estado y termina con el oficio u ocupación de la persona.
Mapa 1. Plano de la ciudad de Sombrerete de 1908.[9]
Fuente: Plano de Sombrerete elaborado por Alberto C. Jaime. AHEZ, Arturo Romo, libros, c. 4.
En 1821 la población de la cabecera municipal se hallaba distribuida en diez espacios que eran el cuartel de la Parroquia, la Soledad, la Pila, la Cruz del Minero, San Francisco, la Caridad, la Candelaria, San Pedro, Santo Domingo y el convento de San Francisco. Asimismo, clasifica a cada una de las personas por su calidad, pero omite el uso de prenombres “don o doña” que sí agrega el de 1833. Este último recuento solo distribuye la población en siete cuarteles, incorporando el de la Cruz del Minero en el de San Francisco, Santo Domingo en San Pedro e incluyendo a los del convento de San Francisco en el cuartel del mismo nombre. El padrón de 1821 consignó 6,095 personas en total. Se puede ver un aumento notable de 83% en 12 años, puesto que 1833 se empadronaron a 7,335 individuos.
También aumentó el número de familias de 1,516 a 1,549, con la diferencia que en el último recuento las unidades residenciales estaban compuestas por mayor cantidad de miembros (4.6 en promedio), no habitaban las mismas personas en 1821 y 1833, pero, en general los jefes de casa se mantenían para 1833. Quizá el único cambio fue pasar de un cuartel a otro, como se pudo ver en el caso de Bernardino Alvarado, de oficio albañil, quien se cambió del cuartel de la Candelaria al de la Parroquia. El operario Juan Alvarado se cambió del cuartel Santo Domingo al de la Pila. También Cleto Álvarez, operario, se mudó del cuartel de la Soledad al de la Candelaria.
Al comparar ambos padrones, salta a la vista el predominio, en ambos momentos, de las mujeres sobre los varones, lo que disipa la idea que se tenía de que los reales mineros, por la naturaleza de su actividad, concentraban mayores brazos de hombres que de mujeres. Estudios como el de David Navarrete también encontraron en el Real del Monte más mujeres que hombres durante un auge minero (1768). De la misma manera, Sonia Pérez Toledo y Herbert S. Klein descubrieron que en 1857 Zacatecas estaba poblado predominantemente por mujeres, de quienes las más eran inmigradas. Ellas representaban la mayor proporción en las categorías por rangos e intervalos de edad (Navarrete, 2009: 116; Pérez Toledo y Klein, 1992).
En 1884, en pleno auge porfirista, la ciudad de Sombrerete tenía 7 mil habitantes y aumentó a 9,700 en 1890, pero la mayor parte de población siguió viviendo en localidades rurales (67.5% en 1884 y 65.1% en 1890). En suma, a doce años de distancia no se vislumbran muchos cambios, pero de todas maneras la comparación sugiere también una gran inestabilidad demográfica, o una realización defectuosa de los padrones.
Estructura de la población por ocupación
En 1821, la industria minera empleaba a más de la mitad de los hombres ocupados. La mayoría de los mineros vivía en el cuartel de la Parroquia o la Soledad (19% en cada uno), en la Cruz del Minero (17%), la Pila (13%) San Pedro (10%), Candelaria (7%), Santo Domingo (6%), San Francisco (5%), y en la Caridad (4%). El segundo ramo de la economía en importancia lo constituían las actividades domésticas y de servicios. A continuación, seguían las artesanías y manufacturas, donde se incluían a los obrajeros (55), herreros (24), alarifes (15) y albañiles (12), entre otros. Los agricultores y ganaderos representaban el cuarto grupo de trabajadores, seguido luego por los comerciantes (62) y los traficantes de carbón y leña (46). El resto de la población desempeñaba trabajos diversos incluyendo cívicos (5), escribientes (5), maestros de escuela (2) y 17 religiosos.
En cambio, el censo de 1833 reportó 1,828 personas ocupadas, pero encontramos que no todas ellas eran jefes de familia. Sorprende que 90 cabezas de familia fueran varones que tenían entre 10 y 83 años de edad y no ejercieran algún oficio. Solo 4 fueron declarados “impedidos”, lo que hace suponer que muchos se sostenían de sus ahorros o a expensas de otros; o bien puede tratarse de errores del empadronador.
Cuadro 2. Actividades de la población del real de Sombrerete, 1833
Fuente: elaboración propia a partir del padrón de 1833.
Al examinar detenidamente a los individuos que no declararon ningún oficio, descubrimos que al menos en dos casos se trataba de personas vinculadas a la elite local, que habían acumulado alguna fortuna. Por ejemplo, don Francisco Arizmendi no declaró ocupación, pero se hallaba casado con doña Manuela Iparraguirre, hermana de Pedro Ignacio de Iparraguirre quien fuera alcalde ordinario de la villa de Sombrerete durante varias ocasiones. Por su parte, Vicente Peña, de 62 años, casado con Francisca Ríos, habitante del cuartel de la Parroquia, no declaró ocupación quizá por su avanzada edad, pero es posible que tuviera algún caudal desde el tiempo en el que había sido operario en el tajo Las Ánimas de Sombrerete.[10]
Pero la estructura ocupacional no varió mucho entre 1821 y 1833, excepto el grupo de los comerciantes, que en el último recuento superó a los agricultores y ganaderos.
Las dinámicas demográficas de Sombrerete a partir de los registros parroquiales y civiles
La población de Sombrerete tuvo durante el siglo XIX un promedio de 623 bautizos/nacimientos y 264 muertos al año, pero las cifras varían mucho después de una crisis. Por ejemplo, después de la viruela de 1815 la población bajó. Sobre todo, después del brote de 1828-1830 la tendencia fue decreciente hasta casi extinguirse durante el cólera de 1833, cuando no hubo más que 70 bautizos en todo el año, y de nuevo en 1851 cuando se registró un total de 175 sacramentados. También se aplazaban las celebraciones nupciales en los años posteriores a las crisis como ocurrió en 1852, fecha posterior al brote de cólera, cuando solo se registraron 48.
En cuanto a las defunciones, durante la segunda mitad del siglo XIX se registró un promedio de 403 decesos anuales. Sin embargo, también hubo épocas en las que el número de muertos se incrementó considerablemente, por ejemplo durante los periodos de 1880-1884 y de 1888-1900, cuando se registraron más de 500 defunciones al año, siendo 1893 cuando se registró la mayor cantidad con 1,519 decesos. Las principales causas de muerte ese año fueron en forma decreciente la fiebre (39%), viruela (17.2%), tos ferina (5.7%), y alferecía (4.5%). Al lado de esos periodos críticos aparece 1897, que fue el año del incendio en la mina San Amaro, donde perecieron 109 mineros.
Siguiendo estas fuentes documentales se puede afirmar que durante algunos años las variables de mortalidad y nupcialidad se correlacionaban negativamente, pues en la mayoría de los casos, mientras mayor era el número de muertes, menor era el número de bodas. Por ejemplo, los brotes epidémicos de tos ferina, viruela y tifo de 1813 a 1815 ocasionaron la disminución de matrimonios. Lo mismo ocurrió cuando las tribus apaches invadieron la región y cometieron varios destrozos. A esa situación se sumaron los contagios de viruela y cólera de la década de los treinta y cuarenta del siglo XIX, lo que nuevamente redujo el número de celebraciones nupciales.
Con esto se demuestra que en esas circunstancias se aplazaban las bodas porque había dificultades económicas, sociales, de salud o de tranquilidad social para poder llevarlas a cabo. Incluso podía ocurrir el rompimiento del trato matrimonial ante el fallecimiento de alguno de los pretensos en esas épocas de crisis. En cambio, y como efecto natural, un descenso en la mortalidad iba seguido de una recuperación de la nupcialidad, así como un aumento en la natalidad.
Durante los primeros meses del año eran más frecuentes los matrimonios debido a dos factores principalmente: en ese periodo había menos trabajo en los reales mineros debido a que muchos mineros eran también trabajadores agrícolas o pequeños campesinos y, luego del tiempo de adviento, se aprovechaban enero y febrero para efectuar las ceremonias. En marzo y abril la cantidad de casamientos bajaba debido a las celebraciones de Cuaresma y a que los hombres empezaban a ocuparse en la preparación de la tierra para los cultivos agrícolas.
Reflexiones finales
Durante el siglo XIX la población de Sombrerete experimentó dos patrones de comportamiento social: en un primer momento se caracterizó por mostrar una dispersión de sus habitantes fuera del real de minas tradicional de la Colonia, ocasionada por las diversas revueltas locales y los conflictos políticos del país, la crisis del sistema productivo derivada de la escasez de capitales, la ausencia del libre mercado de trabajo, la presencia recurrente de epidemias y la aparición de sequías en el campo. En un segundo momento, la reubicación de habitantes que propició la concentración de contingentes en centros mineros y grandes haciendas que acapararon la fuerza de trabajadores que antes estaban dispersos o sin ocupación alguna.
El número de habitantes se mantuvo oscilante hasta 1870, parece que se duplica durante los treinta años siguientes, para aumentar de manera acelerada a partir de 1880. Durante la segunda mitad del siglo XIX poco impactaron la evolución general de la población las recurrentes epidemias, no afectaron a los adultos, que era el sector reproductivo, y ello, agregado a la alta natalidad lograron impulsar el crecimiento natural de la población de manera definitiva. Sin embargo, a pesar del alza poblacional, la mayor cantidad de personas siguió concentrándose en las localidades rurales en detrimento de la cabecera pese a que la estabilidad social y la inyección de capitales reactivaron las actividades económicas en este lugar. En la cabecera municipal los cuarteles de la Parroquia y la Soledad fueron los más poblados y eran los lugares de residencia de las autoridades civiles y eclesiásticas.
El gremio de mineros encabezó la mayor parte de la gente ocupada y aunque fueron afectados por enfermedades como el dolor de costado, cascado y otros padecimientos respiratorios y pulmonares en el interior de los socavones, continuaron en esas faenas que les garantizaban algunos ingresos. Las diversas enfermedades y los ritmos de la economía regularon las frecuencias de la nupcialidad, la natalidad y la mortalidad. Además, el calendario católico y el agrícola influyeron de manera determinante en la temporalidad de las celebraciones matrimoniales.
Bibliografía
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Correo: tomasdimas@hotmail.com. ↑
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Según el periódico La Crónica Municipal de Zacatecas, del lunes 8 de mayo de 1882, ante la inseguridad de los caminos, los mineros sombreretenses preferían llevar sus platas a Durango que a la capital zacatecana, y con ello evadían el control de la producción y el pago del impuesto correspondiente. ↑
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Archivo Histórico del Municipio de Sombrerete (AHMS), “Documentos de minería”, años 1870-1884. La Crónica Municipal, Zacatecas, 8 de mayo de 1882. ↑
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Ver https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:3QS7-89K7-W9VQ?i=431&cat=2302988. ↑
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De acuerdo con el padrón del obispado de Guadalajara, Fresnillo en 1800 contaba con 11,853 habitantes. Archivo Histórico del Arzobispado de Guadalajara (AHAG), “Padrones de población”, exp. 10, año 1800. ↑
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Memorias de los gobiernos del estado de Zacatecas, años 1827, 1833, 1849, 1857, 1870. ↑
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Gaceta del Supremo Gobierno de Zacatecas, año 7, número 911, 18 enero 1835, pp. 3718-3720. En Fresnillo esa epidemia mató a 2 mil personas. Gaceta del Supremo Gobierno de Zacatecas, 22 de febrero de 1835, p. 3779. ↑
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Archivo Histórico del Arzobispado de Durango (AHAD), rollo II–3, ff. 749–755, año 1813. ↑
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Se aprovecha el plano de 1908 para ilustrar la distribución general de la población en virtud de que para ese tiempo se conservaba la traza urbana general y las viviendas registradas en los padrones de fincas urbanas del siglo XIX. En el cuartel de la Parroquia de 1847 destacaban las calles Principal, Buenavista, Loma de la Cueva, Mesón Viejo, de Sacramento, de la Carnicería, del Correo y del Curato entre otras. AHMS, documentos sin clasificar, año 1847. ↑
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AHMS, exp. 103, año 1807. ↑