Ronald Nigh: Sembrador de saberes agroecológicos y defensor de la milpa

R. Aída Hernández Castillo[1]
CIESAS Ciudad de México

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Foto tomada de la página de Facebook Tianguis Agroecológico y Artesanal ‘Comida Sana y Cercana’, donde Ron fue uno de los fundadores.

El 26 de septiembre pasado (2024), murió el antropólogo estadounidense-chiapaneco Ronald Nigh. Con su muerte la comunidad académica de CIESAS y la antropología mexicana pierden a uno de sus principales expertos y defensores de la biodiversidad chiapaneca, quien se adelantó a su tiempo advirtiendo, desde hace varias décadas, que el modelo agroindustrial depredador que promueve el capitalismo es un modelo de muerte que destruye la naturaleza y atenta contra la vida comunitaria.

Amigo, colega, maestro y sembrador de saberes agroecológicos, nos inspiró a varias generaciones de antropólogos mexicanos y estadounidenses que tuvimos la suerte de tenerlo como maestro o colega. Yo me cuento entre quienes tuvimos el privilegio de recorrer los caminos de Chiapas con él y aprender de sus conocimientos sobre la tierra y el territorio. Durante toda su carrera académica combinó la investigación con el activismo y la promoción de la agricultura orgánica. Desde sus tiempos de estudiante en la Universidad de Stanford, su interés y preocupación por la búsqueda de alternativas agrícolas más sustentables y por la recuperación de los saberes ancestrales lo llevaron a escribir su tesis doctoral sobre el desarrollo de la milpa en la zona maya: “Evolutionary Ecology of Maya Agriculture in Highland Chiapas, Mexico” (1976). Lo que empezó siendo un “trabajo de campo de larga duración” en tierras chiapanecas se convirtió en su proyecto de vida, haciendo de San Cristóbal de las Casas su hogar y del CIESAS su centro de trabajo y su comunidad académica. Junto con Kippy, su esposa y cómplice de múltiples proyectos, dedicó su vida a promover el cultivo y la alimentación orgánica, a partir de diálogos de saberes con los campesinos mayas.

Yo tuve el privilegio de recorrer la Sierra Madre de Chiapas con él, cuando realizaba mi trabajo de campo doctoral sobre el proyecto nacional mexicano en la frontera sur y sus impactos en la identidad del pueblo mam. Formada en la misma universidad que él, pero veinte años después, mi perspectiva analítica estaba centrada en las relaciones entre los pueblos indígenas y el Estado mexicano, desde una antropología política crítica, con poco interés y nulo conocimiento sobre los procesos agrícolas del pueblo mam. Sin embargo, Ron me enseñó a ver el territorio con otra mirada, a reconocer en la geografía las huellas depredadoras de los agroquímicos y pesticidas, y a identificar las formas tradicionales de agricultura de terrazas, y las innovaciones de la agricultura orgánica. El mismo paisaje que yo había visto, sin mirar, durante los múltiples viajes por la zona, en mi vieja camioneta Jeep Wagoneer, tuvo un nuevo sentido después de mis recorridos con Ron.

Yo me había apasionado por la historia de este pueblo maya dividido por la frontera, encontrando en la tradición oral de sus ancianos, y en los archivos municipales, las huellas de un integracionismo violento que negó sus identidades y quemó sus trajes. Fueron estas historias de violencias y resistencias las que compartí con Ron, mientras él me narraba la historia de sus sistemas productivos, analizaba los impactos del TLC en la subsistencia campesina y me hacía voltear la mirada hacia las estrategias comunitarias para enfrentar estas políticas de muerte. De estas largas conversaciones por los caminos de la Sierra, surgió la idea de escribir juntos un texto que combinó mi investigación histórico-antropológica en la región con su conocimiento de los proyectos de agricultura orgánica, en especial de la exitosa cooperativa de café orgánico Indígenas de la Sierra Madre de Motozintla (ISMAM). En el artículo, intitulado “Global Processes and Local Identity among Mayan Coffee Growers in Chiapas, Mexico” y publicado en la revista American Anthropologist, analizamos como el pueblo mam enfrentaba los retos de la globalización económica a través de estrategias comunitarias que usaban la agricultura orgánica no solo como alternativa de sobrevivencia, sino como estrategia de resistencia para reinventar sus identidades culturales (Hernández Castillo y Nigh, 1998).

Años más tarde tuve de nuevo la oportunidad de recorrer otros caminos chiapanecos con Ron, ahora visitando la comunidad de La Pimienta, en Simojovel, en donde él acompañaba el proceso organizativo de la Unión de Maestros de la Nueva Educación para México (UNEM), formada por profesores indígenas, que inspirados por el levantamiento zapatista habían rechazado las perspectivas aculturadoras y colonialistas de la educación oficial. Esta vez Ron unió sus saberes a los de nuestra querida colega María Bertely, quien a partir del método inductivo intercultural creó una escuela de formación de maestros indígenas, en las instalaciones de CIESAS Sureste. Es en este proceso formativo que Ron contribuyó en la formulación de lo que llamó los Laboratorios Socioculturales Vivos y las Milpas Educativas.[2] Eran tiempos de una gran efervescencia organizativa, en los que las instalaciones de CIESAS Sureste se convirtieron en lugar de encuentro para maestros indígenas que sembraban milpa orgánica en los terrenos de nuestra institución, y profesoras bilingües que, a la vez que trabajaban con Ron y María en la formulación de metodologías interculturales, participaban conmigo en talleres en contra de las violencias de género. El trabajo en equipo priorizado siempre por Ron implicaba no solo compartir nuestros distintos saberes, sino aprender de los y las compañeras con quienes trabajábamos. Sin hacer uso de la retórica descolonial, lo que Ron Nigh promovió, siempre, fue una descolonización de la investigación y la docencia a través de diálogos de saberes que reconocían los conocimientos de la población maya. En su último libro, escrito con Anabel Ford, El jardín forestal maya: ocho milenios de cultivo sostenible de los bosques tropicales (2019), publicado originalmente en inglés (Routledge, 2015), documentan las sofisticadas técnicas de agricultura de la civilización maya, confrontando las teorías malthusianas que argumentaban que el “colapso” de dicha civilización se debió a los impactos devastadores de una agricultura “primitiva”. Reivindicando una sabiduría agrícola, negada por las perspectivas historiográficas colonizantes, Ron Nigh y Anabel Ford nos muestran como el antiguo sistema de milpa, que aún persiste, sienta las bases de un modelo agrícola sustentable. Este libro, como toda su producción académica y de divulgación, no tenía solo el propósito de “producir conocimiento histórico-antropológico», sino que su principal objetivo fue siempre contribuir desde la academia a visibilizar saberes para defender la tierra, la milpa, y la vida misma, ante un sistema económico depredador que mercantiliza la naturaleza.

Estoy convencida que esas semillas de saberes agroecológicos que sembró seguirán dando fruto en las generaciones que contribuyó a formar y que siguen trabajando dentro y fuera de la academia a favor la madre tierra. Gracias, Ron, por todo lo compartido y por enseñarnos que la academia puede ser un lugar para construir comunidad.

Ocotepec, Morelos, 26 de octubre del 2024

Referencias

Hernández Castillo, R. A., y Nigh, R. (1998). Global Processes and Local Identity among Mayan Coffee Growers in Chiapas, Mexico. American Anthropologist, 100(1), 136-147. https://doi.org/10.1525/aa.1998.100.1.136

Nigh, R., y Bertely, M. (2018). Conocimiento y educación indígena en Chiapas, México: un método intercultural. Diálogos sobre educación. Temas actuales en investigación educativa, 9(16), 00003. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-21712018000100003&lng=es&nrm=iso


  1. Correo: aidaher2005@gmail.com
  2. Ron también colaboró con María Bertely en la sistematización de esta experiencia. Ver Nigh y Bertely, 2018.