Guillermo del Castillo Pineda[1]
Escuela Nacional de Antropología e Historia
Hace poco más de treinta años salía a la luz uno de los libros paradigmáticos sobre el estudio del fenómeno del turismo desde las ciencias sociales y específicamente desde la antropología, a saber, el célebre Anfitriones e invitados del año 1989. Dentro de este compendio de ensayos primigenios, el de Dennison Nash, El turismo como imperialismo (1989: 37-52), hace hincapié en la necesidad de tratar al turismo mediante una teoría del intercambio. Hoy en día, esta necesidad se vuelve cada vez más patente debido a la proliferación y acrecentamiento de las diversas crisis que amenazan el globo, por ejemplo la crisis financiera del año 2008 que ocasionó una caída en los flujos de traslados con fines turísticos, pero principalmente, la crisis sanitaria originada por el virus SARS-COV-2 que representó la estrepitosa disminución de la circulación turística en 2020 a un estimado del 72% en relación al año anterior. Desafortunadamente, la tendencia a la diversificación de emergencias sanitarias, así como el continuo aumento del calentamiento del planeta a raíz del cambio climático, ensombrecen las esperanzas depositadas en el turismo como vía para el desarrollo social y cultural de los colectivos humanos y naturales (Murray y Cañada, 2021: 16-28). Este sombrío escenario puede llegar a consolidarse más fácilmente en aquellos espacios destinados al desarrollo y aplicación del turismo masivo. Por estas razones, es necesario transformar de manera drástica la relación del ser humano con su entorno, sus modos de producción y consumo. Del mismo modo, transformar la forma en que consume su tiempo de ocio en lugares distintos a los de su residencia debe permanecer como uno de los principales objetivos, toda vez que el turismo es un modelo de consumo global.
Este no es un tema nuevo, desde la década de los 80 y hasta la fecha, han surgido y siguen surgiendo diversas variantes del turismo alternativo que persiguen (entre otros objetivos) transformar positivamente las pautas de consumo habituales, entre ellas, “el turismo comunitario profundo”[2] se yergue ante las demás como una propuesta refrescante “cuyos rasgos éticos y operativos estarían fundados en las motivaciones profundas de la oferta, en atraer, mediante relaciones horizontales, un tipo de turista verdaderamente comprometido con el conocimiento de los contextos locales, así como con ritmos y lógicas acopladas a las realidades de las empresas sociales más que a expectativas, estereotipos y visiones normativas proyectadas e impuestas desde fuera.” (Jouault, et al., 2020: 10). Una apuesta sin duda atractivamente ambiciosa y sumamente necesaria ante los retos a los que nos enfrentamos en la actualidad como sociedad.
Foto 1. Limpia de chamán a turista
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Una de las vías más propicias para alcanzar el objetivo de implementación de turismo comunitario profundo es a través de la articulación de iniciativas de diversas esferas de producción, sociedad civil (cooperativas y empresas sociales), academia y gobiernos locales, pero, principalmente, el consentimiento consciente e informado de cada grupo cultural de abrir sus fronteras al consumo turístico, con todo lo que esto conlleva. Afortunadamente, en el caso que nos ocupa, ya se han dado pasos en este sentido. Al analizar al turismo como un “hecho social total”, Javier Hernández Ramírez (2006) lo trata desde un punto de vista que va más allá del negocio global en el que ha llegado a convertirse, y da mayor énfasis a las relaciones que se producen mediante y a causa de él: “tras una práctica tan habitual hoy en día como es partir para realizar un viaje turístico subyace todo (sic) una compleja maraña de elementos macro y microsociales en la que está involucrada la totalidad de nuestro universo cultural. […] el turismo se ha instalado como un fenómeno que deja caer su influencia en los ámbitos de la producción, del ocio y del consumo, en la organización del territorio, en los modos de vida, en la visión de la propia historia e identidad o en la relación con el patrimonio cultural. Además de una válvula de escape de las tensiones y la fatiga del trabajo y de un regulador de los tiempos y los espacios, el fenómeno incide en los valores, en las costumbres y en los comportamientos” (p. 22). Al equiparar al turismo con las prácticas ancestrales del kula o el potlach[3], el autor coloca la circulación económica al mismo nivel que otros fenómenos culturales para dar cuenta del carácter holístico de aquel y de su capacidad para incidir en la totalidad de los elementos que conforman la cultura. Es en la práctica del turismo donde se fomenta un espacio privilegiado en el que las prácticas sociales, y éstas en relación con el entorno natural y cultural pueden llegar a transformarse, ya sea positiva o negativamente.
Dentro del turismo comunitario profundo se conjugan ciertas condiciones que facilitan “relaciones directas o a través de redes solidarias, en donde los visitantes y los receptores generan experiencias horizontales e intercambios justos entre los recursos aportados y los servicios brindados” (Jouault et al., 2020: 10). Sin embargo, hay que tomar en cuenta que “because of the fleeting nature of tourist relations, a tourist does not become part of any long-term reciprocity structure” (Erik Cohen citado en Crick, 1989: 331). Esto sugiere que las relaciones entre huéspedes e invitados se dan en un marco de tensiones y extrañamientos tanto de unos como de otros; la superación de estas contradicciones sólo se puede dar en un campo en el que las perspectivas de ambos grupos entren en sintonía y estén descontaminadas de supuestos de superioridad jerárquica relacionados con ejercicios de poder. El turismo puede ser el momento idóneo en el que las relaciones interpersonales y los roles que interpreta cada uno de los actores se difuminen, toda vez que los “tourists are people out of culture in at least two senses. First, they do not belong to the culture of the destination country, and second, they have stepped beyond the bounds of ordinary social reality, into what has sometimes been referred to as a “ludic” or “liminoid” realm. Wagner expresses the same notion with her phrases “out of place” and “out of time.” (Crick, 1989: 332). Este reino liminal y lúdico es el momento y espacio ideal en el cual las barreras de la realidad sociocultural pueden bordearse y comenzar a cimentarse nuevas prácticas interpersonales e intergrupales, y conexiones. El turismo
[…] can also foster interpersonal relationships which involve genuine intercultural exchanges. These opportunities are tourism’s ‘‘imaginative horizons’’, the blurry boundaries that separate the here and now from what lies beyond, in time and space. […] Such horizons profoundly influence both how all parties involved experience the tourism encounter and how they interpret this experience (Vincent Crapanzano, 2004, citado en Salazar, 2012, y Salazar, 2012: 878).
Los horizontes imaginativos del turismo son una oportunidad extraordinaria para comenzar a replantear nuestras prácticas turísticas al acercarnos de una forma más incisiva a las culturas y destinos a los cuales nos desplazamos para descansar del ajetreo de la vida cotidiana.
Foto 2. Paseo en cayuco tradicional
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Tras la pandemia, la crisis global que padeció el turismo parece que va siendo superada poco a poco y nuevamente se perfila como una vía de estabilización económica para los mercados.[4] Sin embargo, es necesario plantear nuevas estrategias de consumo de ocio con el objetivo de que las disparidades sociales se atenúen, y de que la capacidad de soportar los arribos de turistas de los entornos naturales se distribuya. Las iniciativas de turismo comunitario profundo se antojan un terreno fecundo para que, a medida que
the nature of tourism, or the type of tourists, or the quantity of tourists in any area changes, the rules for tourist-local interaction may undergo profound transformation. […] The way tourists are treated today may differ from the way they were perceived and treated 15 years ago. Apart from the possibility that a different type of tourist may be present, one must remember that tourism, along with a host of other forces, may change the culture itself, create new roles and norms, and so on (Crick, 1989:331).
Tras las crisis siempre se conjugan elementos para superarlas de manera creativa. Ahora es ul momento excepcional para optar por un intercambio horizontal basado en la reciprocidad y el diálogo intercultural. No obstante, la consecución de la transformación de las pautas de consumo no es un proceso que se dé de la noche a la mañana. En cambio, hay un largo trecho que transitar en el que los esfuerzos de diversos actores deben confluir en pos de una readaptación del mercado turístico. Una readaptación que contemple el desarrollo social, natural y cultural de todas las colectividades involucradas; tras la incertidumbre crítica que legó la pandemia, se abren nuevas posibilidades de intercambio cultural.
La mitad del camino ya está recorrida, y es momento de reconsiderar la forma en que hacemos turismo, como bien dice Malcolm Crick parafraseando a Ulla Wagner: “Tourism is very much about our culture, not about their culture or our desire to learn about it.” (Crick, 1989: 328). Retornar a la génesis significa regresar a practicar un turismo incentivado por la necesidad de conocer otras formas de vida y otros lugares de esparcimiento. Carl Sagan (2006) subraya la necesidad del ser humano de nunca perder la capacidad de sorprenderse, y Anna Lowenhaupt Tsing (2021) recalca sobre el imperativo de la recuperación de la curiosidad. Estas premisas deben ser nuestro fundamento para contemplar y convivir en los destinos turísticos. Descontaminarnos de las cargas negativas que se le han atribuido al concepto de exotismo y volver a entenderlo como Segalen lo interpretaba, “la sensación de Exotismo: que no es otra que la noción de lo diferente; la percepción de lo Diverso; la comprensión de que otra cosa no es uno mismo; y el poder del exotismo, que no es sino el poder de concebir lo otro.” Es decir, un sentimiento que es evocado precisamente por lo diverso, por lo diferente, un placer que finalmente se traduce en una “Ley fundamental de la Intensidad de la Sensación, de la exaltación del Sentir; por tanto, de vivir.” (2017: 9-28). Asimismo, “Es exótico para mí todo aquello que es distinto de mí. “El exotismo es todo aquello que es otro”.” (Segalen citado en Todorov, 1991: 369). La génesis del turismo tiene que ver más con una motivación personal, para saciar dos necesidades: el turista es aquel “que viaja por curiosidad y ociosidad. […] No tomando el turismo como una cifra, sino como una adquisición cultural…” (Boyer 2002: 14-15). Este será el camino a seguir para retornar a la génesis y consolidar el turismo comunitario profundo.
Foto 3. Recolección de caracoles de río, Río Lacanjá
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Por supuesto, no estamos exentos de caer en las mismas prácticas que degeneraron en el colonialismo y la jerarquía social originadora de las desigualdades sociales, sin embargo, si tenemos bien presente que los desplazamientos con motivos de disfrute turístico escapan de nuestra cotidianeidad y se convierten en momentos extraordinarios para los visitantes, y que es todo lo contrario para los entornos y culturas de acogida —su cotidianeidad está ahí presente—, seremos testigos de su vida y deberemos conocerla con el debido respeto y reciprocidad que merece cualquier colectivo humano y no humano. La acertada propuesta del turismo comunitario profundo va de la mano con un turismo lento en el que las interacciones[5] entre huéspedes y visitantes van más allá de una relación comercial; su amplitud las convierte en un acercamiento e intercambio genuino entre culturas, realidades y experiencias.
Bibliografía
Boyer, Marc
2002 “El turismo en Europa, de la Edad Moderna al siglo XX”, Historia Contemporánea, núm. 25, pp. 13-31.
Bringas-Rábago, Nora
2004 “Un acercamiento al turismo fronterizo y los obstáculos para su consolidación”, en Memorias del VI Congreso Nacional de Investigación Turística, Ciudad de México, 22 al 24 de septiembre, Ciudad de México, Centro de Estudios Superiores de Turismo/Secretaría de Turismo, disponible en https://www.sectur.gob.mx/Congreso_de_Investigacion/ponencias/CFN-N.Bringas.pdf.
Cabanilla, Enrique
2016 “El desarrollo del turismo comunitario en Ecuador dentro del paradigma de la complejidad, con la perspectiva local del sumak kawsay”, en Leonardo Garavito y Fredy Ochoa (comps.), Debates contemporáneos sobre el turismo, Bogotá: Universidad Externado de Colombia, pp. 52-76.
Crick, Malcom
1989 “Representations of International Tourism in the Social Science: Sun, Sex, Sights, Savings, and Servility”, Annual Review of Anthropology, vol. 18, pp. 307-344.
Hernández Ramírez, Javier
2006 “Producción de singularidades y mercado global: el estudio antropológico del turismo”, Boletín antropológico, año 24, núm. 66, pp. 21-50.
Jouault, Samuel, Tlacaelel Rivera-Núñez, Ana García de Fuentes, Manuel Xool Koh, y Alejandro Montañez Giustinianovic
2021 “Respuestas, resistencias y oportunidades del turismo comunitario en la península de Yucatán frente al COVID-19 y las crisis recurrentes”, Investigaciones geográficas, núm. 104, art. e60240.
Lowenhaupt Tsing, Anna
2017 La seta del fin del mundo. Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas, Madrid, Capitán Swing Libros.
Murray, Ivan y Ernest Cañada
2021 “Turistificación confinada“, en Ernest Cañada e Ivan Murray (eds.), #TourismPost COVID19. Turistificación confinada, Barcelona, Alba Sud, pp. 14-80.
Nash, Dennison
1989 “El turismo como imperialismo”, en Valene L. Smith (comp.), Anfitriones e invitados: Antropología del turismo, Madrid, Ediciones Endymion.
Sagan, Carl
2006 El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad, Ciudad de México, Planeta.
Salazar, Noel B.
2012 “Tourism imaginaries: a conceptual approach”, Annals of Tourism Research, vol. 39, pp. 863–882.
Stasch, Rupert
2015 “Introduction: Double Signs and Intrasocietal Heterogeneity in Primitivist Tourism Encounters”, Ethnos, vol. 80, pp. 433-447.
Segalen, Victor
2017 Ensayo sobre el exotismo. Una estética de lo diverso, Madrid, La línea del horizonte (Cuadernos de horizonte).
Todorov, Tzvetan
1991 Nosotros y los otros, Ciudad de México, Siglo XXI.
Referencias digitales:
United Nations World Tourism (UNWTO)
2023 “El turismo va camino de recuperar los niveles prepandémicos en algunas regiones en 2023”, boletín de prensa, UNWTO, 17 de enero, disponible en https://www.unwto.org/es/news/el-turismo-va-camino-de-recuperar-los-niveles-prepandemicos-en-algunas-regiones-en-2023.
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Licenciatura en Antropología Social| Correo: g.delcastillopineda@gmail.com>↑
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A partir del primer lustro de la década de los 90 surge “la aparición del turismo comunitario como un proceso emergente en la construcción del desarrollo local, que, al mismo tiempo, reafirma contenidos filosóficos culturales de las comunidades receptoras. Esta carga filosófica está compuesta por un fuerte entramado de sus elementos históricos, que reflejan hechos trascendentales en la vida comunitaria y presentan principios reguladores de la relacionalidad del sumak kawsay (buen vivir), tales como: el principio del tiempo cíclico, el de complementariedad, el de correspondencia y el de reciprocidad” (Cabanilla, 2016: 54). En complementariedad con esta propuesta, el turismo comunitario profundo trata de desembarazarse de los discursos en boga y lo retorna a sus raíces éticas que propiciaron su surgimiento. ↑
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Una analogía negativa entre potlach y turismo la podemos encontrar en Sessa (citado en Crick 1989:317): “International tourism is a kind of potlatch in someone else’s country”, donde comenzó a criticarse la fiebre por implementar proyectos de corte turístico en países en vías de desarrollo como panacea para el desenvolvimiento ideal de sociedades y culturas tercermundistas. ↑
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Según la página oficial de la United Nations World Tourism, en este año se prevé que el turismo internacional alcance cifras de entre el 80 y 95% en relación a la movilidad turística prepandémica. ↑
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Tomemos la definición de interacciones como el “encuentro de acciones recíprocas de actores que orientan mutuamente su respectiva conducta hacia la otra parte de la interacción, con significados que son subjetivamente compartidos por éstos, a partir de experiencias previas en que las respectivas conductas dirigidas u orientadas hacia los otros con quienes se desea entrar en interacción” (Jorge A. Bustamante, citado en Bringas, 2004: 8). ↑