José Antonio Flores Farfán
CIESAS Ciudad de México
Tomado de https://site.inali.gob.mx/congreso_internacional_lenguas_en_riesgo/index.html
Como parte de la clausura del Año Internacional de las Lenguas Indígenas 2019 y a propósito del lanzamiento del Decenio de las Lenguas Indígenas organizado por la UNESCO; en conjunto con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y la Secretaría de Cultura de México, entre los días 25 y 28 de febrero 2020 se llevó a cabo en la Ciudad de México el Congreso Internacional de Lenguas en Riesgo, reuniendo a más de 500 participantes de alrededor del mundo con la intención de “Hacer un decenio de acción a favor de lenguas indígenas 2022-2032” con el lema “Todo para todos”. Paralelamente se llevó a cabo la exposición Voces de la tierra, una muestra de la diversidad lingüística bastante representativa, aunque no exhaustiva del mundo, lo cual habla de la envergadura de la empresa y de los muy notoriamente magros recursos disponibles para su atención, por no hablar de su desarrollo y fortalecimiento.
Las lenguas oficiales del congreso fueron el español, el inglés y el náhuatl, la lengua histórica de la región del valle de México. El lema del congreso, “Todo para todos”, incita e invita a no seguir excluyendo las lenguas de los ámbitos públicos y sociales, una discriminación desafortunadamente todavía muy vigente en el concierto de la vida sociocultural, económica y política de la sociedad global, que representa la perpetuación de la desigualdad humana, y que desgraciadamente todavía caracteriza fuertemente al planeta. Una discriminación de la que las lenguas no son ajenas y tampoco están para nada exentas. Las lenguas desde esta perspectiva que debemos celebrar son entendidas como indicios fehacientes del desarrollo humano y de la calidad de la democracias mismas que en sí constituyen puntales clave de la diversidad biológica, cultural y socioeconómica, también temas destacados del congreso.
La estructura del congreso incluyó dos días de presentaciones de diversas experiencias a favor de la diversidad lingüística mundial. Otros dos días fueron consagrados al llamado evento “de alto nivel”, intitulado Making a decade of action for indigenous languages. Esta organización alude al carácter más deliberativo en la intención explícita de todo el evento. En este sentido, se culminó con la Declaración de los Pinos, borrador al que se invitó a la comunidad participante a aportar comentarios y sugerencias, en los que en parte baso este resumen, dado que es imposible reportar la cantidad de participaciones de las sesiones simultáneas, una de las desventajas de los congresos precisamente. Me referiré sobre todo al documento final en lo global y en particular a intervenciones puntuales altamente significativas a las que tuve la oportunidad de asistir, incluso participar.
La participación de Linguapax estuvo representada en el panel internacional de lenguas amenazadas y políticas lingüísticas con enfoque por regiones en el que Mònica Pereña, actual presidenta de la entidad, habló sobre la diversidad de lenguas en Europa. El que suscribe estas líneas, participó en una de las sesiones temáticas, presentando el Grupo de Acompañamiento de Lenguas Amenazadas (GALA) que pugna por un cambio radical en las políticas lingüísticas con, entre otras acciones, el proyecto de revitalización que desarrolla en México (ver programa anexo), todavía desgraciadamente con muy poco eco en las instituciones públicas encargadas de la gestión de la diversidad lingüística, lo cual nos habla de uno de los grandes desafíos también planteados en el congreso, el cerrar la brecha entre distintos sectores a favor de los derechos lingüísticos, generando sinergias constructivas de una diversidad de voces plurales con una consecuente mayor y mejor coordinación y atención de la diversidad lingüística entre los múltiples sectores, sin menoscabo de ninguno.
El evento de alto nivel, que es el que sobre todo orienta las decisiones para la Década, se organizó, a su vez, en dos días. El primer día, el 27 de febrero, con presentaciones orientadas a destacar acciones estratégicas para la Década de las Lenguas Indígenas, basado en la experiencia del año Internacional de las Lenguas Indígenas 2019. El segundo día, el 28 de febrero, estuvo organizado como foros de discusión temáticos, incluyendo cuestiones como la propuesta para la construcción de un Atlas Mundial de las Lenguas, uno de los objetivos de la Década. A mi modo de ver, éste debería distinguirse de recursos ya existentes y constituir un instrumento de intervención para la construcción de la paz lingüística en el marco de la valoración, celebración y desarrollo de la diversidad lingüística y sus múltiples implicaciones de carácter social y educativo, que son uno de los objetivos expresos de la agenda de desarollo sostenible de la ONU a través de la UNESCO, como parte de las metas trazadas por la propia ONU, ampliamente debatidas en el congreso.
Entre otras muchas de las cuestiones planteadas y propiciadas por el congreso, destaca la necesidad de poner a dialogar a distintos sectores de la sociedad local y global a favor de la diversidad y los derechos lingüísticos en todos los ámbitos de la vida pública y privada, a corto, mediano y largo plazo. Desde luego con la mirada en incluir a los pueblos originarios como protagonistas indiscutibles e insustituibles de este proceso, en su vinculación con la sociedad civil, las empresas, los Estados nacionales y la academia. Una meta que dista mucho de haberse siquiera perfilado cabalmente, un objetivo específico fundamental del evento que todavía se plantea como una de las desiderata para el futuro, lo cual resulta elocuente del estado actual de la cuestión e invita a cambiar paradigmas y a la búsqueda de metodologías colaborativas en su construcción, como se sugiere debería conceptualizarse cualquier propuesta.
A mi modo de ver, uno de los elementos más destacables de este congreso es precisamente el apuntar a un cambio de narrativa en el sentido de pasar del discurso de lamentación -catastrofista, fatalista y pesimista del futuro de la diversidad lingüística planetaria a un discurso mucho más proactivo con acciones decididas a favor de la valoración y desarrollo de la gran riqueza cifrada en las lenguas del mundo. Este planteamiento necrofílico por la pérdida de la diversidad lingüística ha cumplido una función importante como una entre otras de las acciones que se pueden realizar a favor de los derechos lingüísticos, pero también ha prevalecido a lo largo ya de muchas décadas y clama urgentemente por un enfoque muy distinto: uno más biofílico. Este “nuevo” enfoque, suscrito y suscitado por Linguapax desde sus inicios, si bien no niega la amenaza que las fuerzas de la globalización ejercen sobre la diversidad lingüística, destaca que la globalización, a su vez, también puede y debe ser un recurso y una oportunidad para fortalecer el rico legado lingüístico del planeta y los derechos de sus hablantes y cambiar el polo de la relación más hacia su defensa y engrandecimento explícito.
La diversidad lingüística se concibe entonces como uno de los pilares clave para la posibilidad de un desarrollo sostenible de los derechos humanos, sobre todo lingüísticos, para la lingüística de la paz o la construcciñon de la paz lingüstica, con la concordia y la convivencia armónica asociadas, objetivos expresos de la agenda de desarrollo sostenible de la ONU, que en el congreso encuentran un cauce de sistematización y maduración en términos de planeación e intervención estratégica. A mi modo de ver, quizá demasiado orientada al futuro, tal como se plasma en la Declaración de los Pinos, cuya versión final ya se ha hecho pública. En este sentido, destaca la necesidad de verdaderas y robustas políticas lingüísticas y educativas de Estado todavía muy precarias globalmente, más allá de declaraciones retóricas, tanto multilingües como de inmersión lingüística total, incitadas e inspiradas en las experiencias que han mostrado que se puede ser exitosos en la gestión de la diversidad alrededor del mundo, con todos sus beneficios (como el caso maorí, el hawaiano, etc.)
Se requiere el desarrollo de capacidades que tomen en cuenta la especificidad de cada región y lengua, con programas lingüístico-pedagógicos en los que los aprendizajes en el uso de la lengua la vean no sólo como objeto de estudio, sino sobre todo como medio de instrucción e investigación, acreditación y formación de calidad en todas las lenguas, con todos sus efectos de empoderamiento, convirtiéndo a lenguas asedidas en un medio público para discurrir libremente en cualquier ámbito de la vida social y profesional desde luego. Para todo ello, también destaca la necesidad de producir materiales educativos con sensibilidad lingüística y cultural; proyectos de formación y desarrollo de capacidades profesionales hasta hoy poco o nulamente existentes en la mayoría de las lenguas del mundo, en ámbitos como la salud o la justicia, capacitando personal hablante con insumos con pertenencia y pertinencia e identidad lingüística y cultural en todas las lenguas minorizadas del mundo, por lo demás, la mayoría planetaria.
Así el congreso pugnó por identificar este tipo de necesidades y requerimientos en los que habrá que concentrarse no sólo en el futuro sino lo antes posible, en el mayor número en los casi o llanamente inexistentes programas y materiales educativos en miles de lenguas. Desarrollándolos en distintos soportes y formatos contemporáneos con la participación activa de autores indígenas y apoyos financieros a todos los niveles en lenguas que frecuentemente no han sido siquiera escritas ni descritas, sino desafortunadamente más bien minorizadas, discriminadas y hasta abandonadas.
Si bien como diría Fishman, los congresos pueden hacer poco para atajar los procesos de sustitución lingüística y cultural, éste en particular al menos permitió generar el documento aludido y una estructura de participación un tanto más democrática para la toma de decisiones en la gestión de la diversidad lingüística, que es diversidad cultural, biológica y humana. La Declaración de los Pinos, en principio, debería permitir, por lo menos, insistir en garantizar mecanismos sólidos de participación democrática para la definición de la agenda de desarrollo lingüístico sostenible en materia de política y planeación lingüísticas, y tocar puntos medulares para su construcción a lo largo de muchos años presentes y por venir.
Con temas tan destacados como la relación de las lenguas indígenas con el cambio climático y la biodiversidad, las tecnologías digitales y los medios en su desarrollo, los mecanismos de financiación a los que se invita a multidonantes, las lenguas indígenas en todos los ámbitos públicos, salud, educación, justicia; la construcción de nuevas y mejores relaciones y sinergias más favorables a la diversidad lingüística planetaria, entre la academia, los pueblos y los Estados y las empresas, entre otros temas que fueron destacados y debatidos en mayor o menor medida y que resultan cruciales en la definición de una agenda de prioridades para el Decenio.
Estamos muy lejos de lograr estas metas. En realidad uno de los resultados destacados del congreso es su carácter programático, ojalá propiciando el diálogo para la consecución de una serie de objetivos como la identificación de retos, desafíos y soluciones planteadas de cara al futuro que, a mi modo de ver, ya es el presente. Como una fase todavía de afirmación plena de la conciencia del valor de la diversidad lingüística, por lo menos ya no desde un enfoque necrofílico, sino desde una postura mucho más formada e informada en términos de las lenguas como un tema transversal fundamental para la agenda de desarrollo humano y de mejores sociedades, con la consecuente elevación de la calidad de la democracia glocal.
Este congreso se concibió, entonces, como un instrumento para la construcción de una agenda de desarrollo lingüístico acorde con los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU.
Con todo, la década todavía se plantea como una fase para la consolidación de una agenda de acciones más decididas en la siguiente década, lo cual suscita la necesidad de ejercer acciones más trascendentes y decididas, favorables a la diversidad en el momento actual, en el corto y mediano plazo, más allá de la planeación estratégica para una y ojalá muchas décadas futuras. Una concepción un tanto convencional, por no decir ortodoxa, de la investigación y política lingüística que como Linguapax y grupo GALA intentamos matizar para la Declaración final de los Pinos, que ojalá se tome en cuenta. Sobre todo con un posicionamiento que despliegue acciones y estrategias afectivas y efectivas, incluido un robusto esquema de financiamiento e implementación y participación democrática amplia a favor de la diversidad lingüística planetaria, desideratas todavía muy lejanas de ser una realidad en las prácticas contemporáneas que sin embargo por lo menos perfiló el congreso, con todo una gran oportunidad para avanzar en una mayor y mejor gestión de la diversidad lingüística en el mundo.
Más información en: https://es.unesco.org/news/inicia-congreso-internacional-lenguas-riesgo-antesala-al-evento-alto-nivel-unesco