Reseña de documental Gambusinos: la necesidad vence al miedo

Gabriela Zamorano Villarreal[1]
CIESAS-Ciudad de México

Ilustración Ichan Tecolotl.


Los testimonios y las imágenes que presenta este documental subvierten los imaginarios de El Dorado y de “la fiebre del oro” que continúan representando ciertos territorios como espacios inhóspitos que contienen riqueza y abundancia en espera de ser descubiertos. En contraste con la idea de que las minas de oro constituyen una fuente fácil de riqueza, los gambusinos o mineros a pequeña escala que trabajan las minas de oro del cerro del Pilón, en el municipio de Amatlán de Cañas, Nayarit, comparten sus experiencias permeadas por el miedo, el esfuerzo y la precariedad laboral.

A lo largo de 25 minutos, Gambusinos: la necesidad vence al miedo[2] aborda diferentes aspectos del trabajo en estas minas de oro. El documental entreteje testimonios de gambusinos con fotografías de archivo que muestran aspectos de estas poblaciones y retratos de trabajadores en épocas pasadas, algunas remitiendo al auge de las minas de la región entre 1900 y 1930. Asimismo, incluye secuencias que muestran aspectos del paisaje y del territorio tales como arroyos, pedregales, y las pequeñas entradas a los túneles de las minas.

Primero, una breve introducción presenta testimonios de trabajadores y trabajadoras que hablan de los riesgos que corren en su trabajo y a su temor a quedar enterrados dentro de las minas en posibles derrumbes. Posteriormente, el cronista local Ismael de Lucio expone una breve historia de la refundación de El Pilón a partir de que el minero Ezequiel Islas, de una localidad cercana, descubrió “la primer mina que daba mucho oro” a inicios del siglo XX. A esta historia el comisariado ejidal Mario Zepeda agrega que el nombre del lugar se debe a que la gente que vivía alrededor veía al cerrito en forma de piloncillo.

Posteriormente, el mismo Mario Zepeda se refiere a la transmisión de conocimiento, es decir, a cómo han aprendido las nuevas generaciones a beneficiar el mineral con base a lo que aprendieron de los viejos que ya han ido muriendo. A continuación, el gambusino Antonio Carrillo cuenta leyendas que circulan en la región, historias que “no se sabe si son verdad o no”. Se enfoca en la historia de una familia, un padre con sus tres hijos que entraron a trabajar el mineral en una mina muy rica, en un arroyo al interior del cerro. Mientras uno de ellos trabajaba afuera notó que el arroyo estaba creciendo y les avisó a sus compañeros, pero los que estaban al interior no hicieron caso porque querían sacar más mineral. Al final el arroyo los alcanzó y se ahogaron, por lo que desde entonces a ese lugar le llaman “la mina de los ahogados”. Esta historia habla de la ambición que se despierta una vez que los pequeños mineros empiezan a encontrar oro y que les motiva a continuar a pesar de los riesgos.

A esta “leyenda” le siguen relatos reales de accidentes: en un caso, la gambusina Dalila Zepeda cuenta de una mina en que se abrieron muchas vetas y al final hubo un derrumbe. En otro, Mario Zepeda relata a detalle cómo él y sus compañeros rescataron a 4 hombres que se habían quedado atrapados dentro de una mina. El trabajo de rescate implicó un esfuerzo solidario ininterrumpido de más de 24 horas de trabajadores turnándose y “haciendo cadenita” para poder demoler varias toneladas de piedra y así hacer camino para llegar al equipo atrapado.

Una nueva serie de testimonios muestra paso a paso cómo es la rutina cotidiana de trabajo en las minas, y qué objetos se necesitan para hacerlo: “te levantas, vas y preparas tus animales, tus mulas, desayunas y te vas” dice el señor Antonio Carrillo. Mientras relata el inicio de su trabajo y su camino de dos horas para llegar a la mina, la cámara intercala tomas de él en la vereda con objetos que van anunciando parte del procedimiento para explotar el mineral. Así, la cámara muestra la piedra gris en bruto con algunos dorados que resplandecen, y objetos como lámparas de petróleo, una radio, una lámpara de cabeza, una moledora sencilla. Después de la narración del proceso a varias voces, el señor Antonio muestra una masa diminuta de mineral arropada cuidadosamente en un gran trozo de tela gruesa: es el resultado de la fundición.

Posteriormente el cronista habla de la maestría en este trabajo: “los gambusinos ya no ven una piedra, un terreno, un paredón… ¡no! Ellos ven: mira, en ese paredón hay tantas piedras que puedes tener”. Explica cómo estas primeras inspecciones los llevan a “aventurarse donde sea, a la hora que sea y como sea, y empiezan a comprobar cómo sí había, sí era, yo tenía razón”. Esta conjunción de la experticia de identificar una posibilidad con el riesgo de aventurarse a comprobarla parece ser una de las cualidades del trabajo de la pequeña minería. El riesgo consiste no sólo en el peligro físico de tener daños en la salud ante posibles derrumbes o enfermedades, sino también en invertir una gran cantidad de trabajo con la posibilidad de descubrir, al final, que la ganancia será poca o nula.

Luego de narrar los procedimientos a la luz de objetos y procesos de transformación del mineral, los testimonios se enfocan en resaltar que todo ese trabajo y riesgo genera escasa ganancia, “sólo para sobrevivir”, venciendo el miedo a la oscuridad, a la amenaza constante de respirar en espacios cerrados, y sobre todo de quedar enterrado. Este aspecto cotidiano del trabajo se contrasta con referencias a auges de tiempos pasados en que se explotaron vetas muy ricas en el mismo cerro, lo cual sentó precedente para que gente de fuera continúe llegando, en ocasiones con gran maquinaria, con la idea de que encontrarán riqueza. Ante esto, los gambusinos insisten en la pequeña escala de este trabajo que, como mencionan ellos, se mantiene “en pequeñeces, no con máquinas”.

La dimensión “pequeña” de este oficio a su vez es impulsada por esa especie de pasión o impulso del que hablan muchos mineros y leyendas: no se puede parar la búsqueda, por la promesa de abundancia que casi nunca sucede pero que podría llegar con suerte. Al respecto, Mario Zepeda describe de manera elocuente qué es la fiebre del oro: “Tú lo ves cómo la gente se apasiona, se emociona con aquello. Y si tú vas y sacas una piedra y sacas oro, te va bien, tú le sigues buscando. Se acaba lo que sacaste y a lo mejor ya no vuelves a sacar nunca y pues… ya al rato quedan… hasta locos queda la gente ahí”. Aunque el oficio de gambusino se mantiene a pequeña escala y generalmente para satisfacer necesidades básicas, el trabajo en las minas mantiene latente la esperanza, sobre todo para exploradores que llegan de fuera, de encontrar una fuente de riqueza.

La última parte del documental aborda más detalladamente los peligros cotidianos que enfrentan estos pequeños mineros en su trabajo debido a las condiciones de los túneles que se mantienen sobre vigas podridas y sostenidas con técnicas precarias. Por ejemplo, colocando trozos de madera para asegurar que sigan funcionando. Diversos testimonios narran cómo se cavan las minas, siempre a escala del cuerpo humano, hacia arriba y luego a los lados. Hablan también de las altas temperaturas, humedad y espacios a los que ya no alcanza a llegar oxígeno. Ante estas condiciones, es constante el temor de posibles derrumbes.

Más adelante, mientras vemos algunas secuencias en el interior de los túneles escasamente iluminados por lámparas de cabeza, los gambusinos hacen continuas referencias a cómo desarrollan conocimientos para anticipar estos peligros, que requieren un complejo entrenamiento sensorial. Así como se requiere de una mirada y tacto siempre atentos para inspeccionar las posibilidades o vetas en una piedra, se requiere de una agudeza auditiva para escuchar gritos, voces e indicaciones de trabajadores que a veces quedan atrapados, o para escuchar al golpear la piedra si está reventada o sólida, y entonces advertir posibles derrumbes. Así, si bien el documental da cuenta del conocimiento y pericia que poseen y transmiten los gambusinos para llevar a cabo este trabajo con técnicas artesanales y a pequeña escala, también insiste, a través de los trabajadores, en la necesidad de mejores condiciones de trabajo. Al respecto, la gambusina Dalila Zepeda expresa la necesidad de que los mineros reciban mejor capacitación en primeros auxilios y en el uso de equipo adecuado de protección como cascos y mascarillas. Nota también que los jóvenes y personas mayores se enferman más, posiblemente porque no usan protección contra los gases que emiten los minerales.

Una última secuencia de testimonios enfatiza que, ante la falta de acceso a la educación, los gambusinos desarrollan este trabajo por necesidad, y que solo les permite cubrir su supervivencia básica. Un trabajador cuenta que le hubiera gustado ser maestro, mientras que otro dice que le gustaba la ingeniería industrial. Aunque para ellos el acceso a otras posibilidades de educación no fue posible, explican que su trabajo en las minas les permite “mandar los chavos a la escuela, para intentar que lleven una vida mejor que la nuestra”. Mientras se escuchan estos relatos, la cámara muestra a los trabajadores dentro de la mina seleccionando y recogiendo sus minerales en costales. Los créditos finales aparecen sobre una larga toma desde el interior de la mina que observa cómo estas personas salen hacia el pequeño hueco de luz.

Este documental es uno de los pocos registros audiovisuales sobre las precarias condiciones de trabajo de los gambusinos en México. Los testimonios e imágenes que presenta contrastan esta realidad con los imaginarios de riqueza que remiten a la “fiebre del oro”. Al mismo tiempo, el documental permite contrastar el trabajo de los gambusinos con el trabajo extractivo de la minería a gran escala en México, en el cual, a pesar de ser también un oficio de alto riesgo, las condiciones laborales son más cuidadas en términos de equipo de seguridad, tecnologías, y capacitación para prevenir accidentes.

Además de constituir un documento relevante sobre el trabajo de los gambusinos en la región del cerro del Pilón, este video presenta un caso ejemplar de las condiciones laborales precarias y riesgosas de muchos oficios contemporáneos. La tensión constante entre el esfuerzo cotidiano para cubrir necesidades básicas y la esperanza continua de encontrar una veta en un golpe de suerte es también una metáfora de las condiciones laborales en tiempos neoliberales, en las que el trabajo inagotable, precario, peligroso, y por cuenta propia, tiene como móvil la ilusión de que el éxito y la abundancia resultan del esfuerzo individual.

Ficha técnica

Gambusinos: la necesidad vence al miedo
México, 2020
Dir. Yostal Ramírez
Serie Mi Gente
25 minutos
https://www.youtube.com/watch?v=Kk69zyBLjpg


  1. Correo: zamoranog@gmail.com

  2. El documental forma parte de la serie es parte de la serie “Mi gente, el corazón del pueblo” que se compone de una docena de episodios sobre diferentes aspectos y personajes del estado de Nayarit.