Efrén Sandoval[1]
CIESAS Noreste
Fuente: Wikimedia commons.
A invitación expresa en este texto trato de responder a varias preguntas, a saber, ¿cuál es el origen de mi interés por el estudio de la fayuca? ¿cuál es la relevancia económica y cultural de la fayuca? y ¿cuál su relevancia actual y futura? En la respuesta a tales cuestiones, aparecerán, supongo y suponen quienes me invitaron a colaborar en este número del Ichan Tecolotl, elementos concernientes a la relevancia actual y la proyección futura del CIESAS. Esperando cumplir con tal encomienda, me dispongo entonces a verter algunas ideas.
No por casualidad sino por coherencia de intereses, el origen del estudio de la fayuca se encuentra en una investigación previa, aquella relativa al espacio social transnacional Monterrey–San Antonio (Texas), derivada de mis estudios de doctorado en el CIESAS. En esa investigación, como sucede en no pocas ocasiones, el trabajo de campo abrió mi perspectiva a aspectos muy diversos de las relaciones transnacionales, más allá de los vínculos familiares a los cuales había dirigido mi mirada inicial. Entre Monterrey y San Antonio no se movían solamente los miembros de grupos parentales asentados en ambas ciudades, también lo hacían estudiantes, peregrinos, empresarios, consumidores, turistas y, de manera más intensa, comerciantes que buscaban mercancías en Texas para luego venderlas informalmente en Monterrey. Tanto unos como otros se valían de diferentes medios para transportarse, cubrían itinerarios, se movilizaban por razones muy diferentes, y hacían circular bienes de muy distinta índole. Como resultado de aquella investigación, hice una categorización de esos diferentes medios para la circulación de mercancías y la movilidad de personas atravesando la frontera internacional. A esos medios les llamé infraestructuras (Sandoval, 2012). En medio de la amplia diversidad de infraestructuras, el trabajo de campo me mostró que aquellas destinadas al comercio de fayuca (entendida aquí, en su manera más simple, como mercancías adquiridas en Estados Unidos, ingresadas sin declarar por la frontera, para luego ser vendidas informalmente en México) eran muy intensas (viajes semanales en autobuses y camionetas tipo Van; visitas a comercios y mercados de todo tipo en la frontera de Texas), pero ante la imposibilidad de volcar mi investigación completamente hacia otro aspecto inicialmente no contemplado, decidí profundizar en ello en una siguiente investigación.
La posibilidad de realizar tal investigación se concretó, primero, a partir de una estancia posdoctoral en la Universidad Autónoma de Nuevo León, y, después, gracias a que desde el entonces Programa Noreste del CIESAS se consideró como muy pertinente una investigación que profundizara en las relaciones transfronterizas México–Estados Unidos. Así, teniendo como antecedente mi investigación doctoral sobre las “infraestructuras transfronterizas”, me dediqué a profundizar en una de ellas, a la cual llamé “economía de la fayuca” (Sandoval, 2022).
Comencé la investigación sobre la fayuca a partir del caso de la Pulga del Puente del Papa, el mercado más importante de venta de artículos usados venidos desde Estados Unidos, instalado en un lugar central de la metrópoli regiomontana hasta hace algunos años. Sábado tras sábado, domingo tras domingo, fui tratando de conocer a algunos comerciantes. Fue en ese mercado en donde hice un primer intento de censo de mercancías y puestos, que luego derivó en el estudio del sistema de mercaditos de Monterrey (Sandoval, 2022), inspirado en el trabajo pionero de Malinowski y De la Fuente (2005), realizado en los años 1940-41 en el valle de Oaxaca. Además de tratar de entender cuántas mercancías había, cómo se podían clasificar y cuánta gente las vendía, había una pregunta que me perseguía con cada paso que daba entre aquellos muñecos de colección, consolas de videojuegos, aparatos electrodomésticos, pedacería de artículos que parecían inservibles, ropa, calzado, enseres domésticos y demás objetos, la mayoría de los cuales eran de segunda mano: ¿cómo es que llegaban hasta ahí todas esas mercancías? La respuesta, así me lo enseñaron las lecturas de varios clásicos (Wolf, 1997; Friedman, 2001; Peraldi, 2001; Tarrius, 2002; Mintz, 2008; y Ribeiro, 2008), no se reducía a la frontera de Texas. Se trataba, según esas mismas fuentes, de un asunto supralocal e histórico. Inspirado en tal idea, me di a la tarea de conocer la organización social que facilitaba el arribo de esas mercancías desechadas, sobrantes y usadas.
Las visitas a muchos tianguis de la ciudad hasta entonces desconocidos por mí, así como los recorridos por los almacenes mayoristas de mercancía general, los flea market, las thrift shop, y los almacenes de pallets y ropa usada de la frontera de Texas, hicieron evidente que aquello no era cuestión de una mera “cadena de suministro”. Más que un circuito comercial, se trataba de una organización social basada en redes de parentesco, vínculos interétnicos, migraciones internacionales, negociaciones políticas, dominios de lenguajes diversos y un cúmulo de conocimientos añejos y cambiantes sucedidos en lugares muy dispersos ubicados no sólo en Monterrey, McAllen o Laredo, sino en San Antonio, Houston, Los Ángeles, casi cualquier suburbio norteamericano, y países como China y Corea del Sur. Una articulación sin forma específica, a la que debía dar algún orden para tratar de entenderla. La economía de la fayuca resultó ser un muy buen ejemplo del proceso globalizador que sucede al mismo tiempo en muchos lugares, sostenido por la articulación entre instituciones sociales en el nivel local (familias, sindicatos, redes de migrantes —mexicanos, coreanos, chinos—, lazos de confianza, formas de vida) y procesos avasalladores, amplios y “globales” que en principio aparecen como ajenos a los primeros (tratados de libre comercio; políticas económicas implantadas por gobiernos; tecnologías como el contenedor; economías transnacionales “ilegales”).
Varios periodistas me han preguntado sobre el volumen que la fayuca representa en términos económicos. Ellos buscan un número, un dato para el encabezado de una nota, pero tal dato no existe. Lo que existe es el cúmulo de personas, comerciantes, intermediarios, transportistas, empresarios, contrabandistas, líderes sindicales, políticos y consumidores, que participan de esta economía, que negocian, que establecen y reproducen lazos sociales, que aprenden y socializan conocimientos o los guardan celosamente, y que al hacer todo eso desarrollan “carreras” comerciales y políticas (Peraldi, 2001) siempre en relación con las mercancías que se venden, o que se compran. La economía de la fayuca es un fenómeno masivo, tan masivo como el número de tianguis, sus comerciantes y sus consumidores, y tan masivo como la cantidad de mercancías que nos rodean a todos, que son desechadas en los almacenes minoristas o en las casas de muchos consumidores, y que luego aparecen en un bazar o un tianguis.
Hoy, casi cualquier acto de la vida de la mayoría de las personas sucede en relación con el mercado (casi para todo lo que hay que hacer hay que comprar algo), así es que estudiar el mercado es una oportunidad para conocer y analizar muchos aspectos de la vida de las personas. Ahí radica en buena medida la pertinencia y la actualidad del estudio de, por ejemplo, la fayuca. Analizarla también sirve para conocer la organización de la economía internacional, del contrabando y la piratería, el familismo, el clientelismo, y de fenómenos en algún grado desdeñados por la antropología en general y la antropología mexicana en particular, como el consumo.
Hacia la parte final de la investigación sobre la fayuca, vino la necesidad de ahondar en una parte poco abordada por otros estudios con intereses similares: me refiero al consumo. Fue la ropa usada, esa mercancía tan abundante en los tianguis de la actualidad, la que motivó tal interés. Rastreé su origen en los armarios de los consumidores norteamericanos y los almacenes de asociaciones caritativas e intermediarios, y descubrí una economía de dimensiones globales; encontré una diversidad de consumidores y motivos para la adquisición de esas prendas. Esta veta de investigación es tan grande que motivó mi actual investigación sobre los diferentes usos y reúsos de la ropa usada. Una curiosidad está también detrás de ello: la ropa usada antes era un objeto de donación y hoy es una mercancía. Antes, la ropa usada se regalaba, se donaba al más pobre, al más pequeño de la familia, o se guardaba como un recuerdo, pero actualmente, ya casi como un acto rutinario, vender ropa usada es tan común que casi cualquiera de nosotros lo ha hecho en alguna ocasión (o muy probablemente lo hará). Esto significa que nuestra relación con las prendas de vestir ha cambiado porque, además de consumidores, nos hemos vuelto vendedores.
Durante la pandemia provocada por el COVID-19, el número de bazares online de venta de ropa usada, sea en su modalidad vintage, reloved, de closet o de paca, se multiplicó. Los vendedores más exitosos pasaron de vender sus propias prendas desechadas, a vender la ropa de paca que seleccionan en sus visitas al tianguis y de esta manera llevan la fayuca a sus bazares online. Muchos de estos vendedores son jóvenes, principalmente mujeres. Así que esta es una manera en que, a partir de la fayuca, se puede indagar sobre la manera en que, a través de la virtualidad, muchas personas encuentran en tendencias globales como el uso de ropa de segunda, la posibilidad de ganarse la vida o de tener acceso a “formas significativas de ser” (Norris, 2019). Antropológicamente, el fenómeno de la ropa de segunda mano da pie para indagar sobre temas relacionados con el reciclaje y manejo de residuos, el impacto del consumo en el medio ambiente, y otros aspectos actuales y relevantes de nuestra sociedad, y es un campo en el que se pueden realizar investigaciones pertinentes y con perspectiva de futuro en el CIESAS.
Bibliografía
Friedman, Jonathan
2001 Identidad cultural y proceso global, Barcelona, Amorrortu.
Malinowski, Bronislaw y Julio de la Fuente
2005 (1957) La economía de un sistema de mercados en México. Un ensayo de etnografía contemporánea y cambio social en un valle mexicano, México, Universidad Iberoamericana.
Mintz, Sidney W.
2008 Sabor a comida, sabor a libertad: Incursiones en la comida, la cultura y el pasado, México, INAH.
Norris, Lucy
2019 “Urban prototypes: growing local circular cloth economies”, Business History, vol. 61, pp 205-224,
Peraldi, Michel (dir.)
2001 Cabas et containers. Activités marchandes informelles et réseaux migrants transfrontaliers, París, Maisonneuve et Larose / MMSH.
Ribeiro, Gustavo Lins
2008 “El sistema mundial no-hegemónico y la globalización popular”, Alambre / Comunicación, Información, Cultura, Núm. 1 (marzo),
Sandoval, Efrén
2012 Infraestructuras transfronterizas. Etnografía de itinerarios en el espacio social Monterrey–San Antonio, México, CIESAS – COLEF.
Sandoval, Efrén
2022 Entre chácharas y ropa usada. Proceso globalizador y comercio de fayuca en la frontera de Texas y los tianguis de Monterrey, México, CIESAS.
Tarrius, Alain
2002 La mondialisation par le bas. Les nouveaux nomades de l’économie souterraine, París, Ëditions Balland.
Wolf, Eric
1987 Europa y la gente sin historia, México, Fondo de Cultura Económica.
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