Reflexiones sobre la práctica de las humanidades digitales en el CIESAS

Mariana Favila Vázquez[1]
CIESAS Ciudad de México

Ilustración de Ichan Tecolotl.

El 11 de julio de 2019, el usuario de Twitter @Aw_Mueller escribió una pregunta que despertó la curiosidad de muchos: “Es el año 2040 ¿qué ha sido de las “Humanidades Digitales?”. Tras recibir 61 respuestas, se registró que el 42,6% de los usuarios creían que las humanidades digitales (HD) se convertirían en una disciplina (véase la figura 1). Cuatro años más tarde, en 2023, se ha confirmado que la predicción se ha hecho realidad antes de lo pensado y que las humanidades digitales han llegado para quedarse.

Figura 1. Captura de pantalla de Twitter. Obtenida de: https://twitter.com/Aw_Mueller/status/1149307281030504454

Definiendo, una vez más, las humanidades digitales

¿A qué se refiere precisamente esta atractiva, pero a veces ambigua disciplina? Existen libros completos dedicados a discutir la naturaleza del campo (véase Berry, 2012; Schreibman et al., 2016; Terras et al., 2016; Trujillo e Islas, 2021). Aunque las definiciones varían, podemos decir que las humanidades digitales son el resultado de un diálogo entre las ciencias computacionales y distintas disciplinas humanísticas (entre ellas la antropología, la historia, la arqueología, la lingüística e incluso la geografía cultural), que tiene como consecuencia que los métodos y técnicas de las primeras se utilicen para resolver problemas de las segundas, y, en sentido inverso, que las preguntas de investigación de las humanidades impulsen la creación de nuevos softwares y métodos para la recuperación y el análisis de información de fuentes no utilizadas anteriormente en las ciencias computacionales (Bauch, 2017; Favila, 2022; Murrieta-Flores y Gregory, 2017; Murrieta-Flores y Martins, 2019).

En medio de esta conversación interdisciplinar encontraremos una novedad que ofrecen las humanidades digitales a la comunidad académica: el cambio de escala del objeto de estudio del humanista. Si antes elaborábamos una pregunta de investigación que podíamos aplicar en un conjunto de documentos, ahora podríamos preguntar lo mismo a cientos de documentos simultáneamente y con una menor inversión de tiempo (Jiménez-Badillo et al., 2021). Es importante hacer hincapié en que esto no funciona como acto de magia. Los métodos de las humanidades digitales deben coexistir con las formas tradicionales de hacer investigación, de lo contrario podríamos caer fácilmente en las trampas epistemológicas que sin duda las tecnologías nos ponen en el camino. Una vez obtenidos por el método que sea, los resultados siempre deben ser procesados y verificados. Un ejemplo sencillo de esto es que, si se usa para la investigación, el motor ChatGPT-3[2] y sus versiones posteriores pueden crear citas falsas y referencias bibliográficas inexistentes que podrían tomarse como verdaderas (Sobieszek y Price, 2022).

Aunque las ideas de los párrafos anteriores son esenciales, las humanidades digitales incluyen otros aspectos igualmente importantes. Uno de ellos es la intersección entre la pedagogía y las nuevas tecnologías (Huerta y Suárez, 2022). Otro más es el inmenso trabajo dedicado a la digitalización y creación de repositorios en línea para la gestión, consulta y recuperación de datos contenidos en colecciones documentales de diversa naturaleza (fotografías, obras de arte, documentos históricos, periódicos, objetos arqueológicos, entre otros) (Ortega, 2019).

A estas formas de concebir o ejercer las humanidades digitales les atraviesan algunos aspectos éticos que me parece importante mencionar. Por un lado, el enorme esfuerzo de los humanistas digitales por mejorar las formas de presentar sus datos al público especializado y general mediante técnicas de narrativa de datos[3] y visualización (Garrido, 2017).[4] Por otro lado, los alientos de la comunidad para que las bases de datos e información generada por proyectos alineados a las humanidades digitales sean de acceso abierto (Rojas, 2013) y con formatos que propicien la interoperabilidad.[5]

Ya sea a través de la digitalización del patrimonio, la extracción, el modelado, el análisis de datos, la apertura de bases de datos o las distintas estrategias de difusión, es un hecho que

“es en la transdisciplinariedad y la creatividad que permite la intersección de la tecnología con el acervo de conocimientos y prácticas en ciencias sociales y humanidades donde podremos realizar avances en el conocimiento que aporten respuestas actuales a los retos que afronta la sociedad” (Romero, 2014: 28).

El CIESAS: pionero en HD

En la actualidad se desarrollan numerosos proyectos (algunos descritos en este número de Ichan Tecolotl) que incluyen la aplicación del aprendizaje automatizado por computadora (machine learning), la visión por computadora (computer vision), la transcripción semiautomatizada de manuscritos (handwritten text recognitzion), entre otras técnicas y métodos que implican el acercamiento a las ciencias computacionales para el estudio de las sociedades humanas, tanto del pasado como del presente.[6] Así, nos encontramos con que las humanidades digitales se han convertido en un campo institucionalizado por derecho propio. Sin embargo, al observar el mapa de la red internacional de centros de humanidades digitales centerNet, que muestra los laboratorios o departamentos dedicados al desarrollo e implementación de proyectos de este campo (figura 2), notamos un vacío significativo en Latinoamérica. La ausencia de puntos mapeados en esta región puede explicarse por los sesgos que se construyen desde el Norte Global (Fiormonte, 2018), resultando en una cartografía que surge del desconocimiento y no de la inexistencia de proyectos e iniciativas enmarcados en las humanidades digitales.

Figura 2. Mapa generado por centerNet que muestra la distribución mundial de centros dedicados a las humanidades digitales.

Obtenido de Centers | centerNet (dhcenternet.org).


Como investigadora de reciente ingreso al CIESAS con un proyecto planteado desde las (geo)humanidades digitales,[7] de inmediato me surge la siguiente pregunta ¿qué lugar ha tenido esta institución en este capítulo de la historia de la interdisciplina? Desde mi punto de vista el CIESAS se posicionó como pionero en México de este campo, sin necesariamente enunciarlo como tal en su momento, pero de manera que a la distancia resulta imposible negarle dicho carácter. Entre las muchas tareas de la institución se incluyen las dirigidas a la investigación, pero también a la publicación de documentos históricos de México. Estos, ya sea que estén localizados en archivos nacionales o extranjeros, constituyen fuentes indispensables de investigación a las que aun hoy es difícil tener acceso.

Existen dos proyectos dirigidos por Luz María Mohar Betancourt, adscrita desde 1973 al CIESAS e investigadora de la unidad regional de la Ciudad de México, que son, sin duda alguna, proyectos de humanidades digitales y que atienden dicho problema. El primero de ellos se titula Amoxcalli; el segundo Tetlacuilloli. Podemos vincular ambas iniciativas con las humanidades digitales porque, como se ha explicado líneas arriba, el campo se integra por una comunidad de académicos, científicos de la computación, desarrolladores de software y una enorme diversidad de usuarios, que comparten la preocupación por 1) digitalizar para preservar; 2) hacer accesible la información y 3) crear formas sistemáticas de extraer información o datos para su análisis.

Esto es precisamente lo que logró el proyecto Amoxcalli (figura 3), el cual fue financiado en 1999 por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México para llevar a cabo la digitalización de más de trescientos expedientes que incluían documentos con pictografías, así como manuscritos en alfabeto latino, localizados en la Biblioteca Nacional de Francia. A más de 20 años de iniciado el proyecto, estos documentos pueden consultarse en su plataforma digital, que otorga acceso a la imagen de los facsimilares con una resolución excelente que permite realizar acercamientos a sus detalles. Por otro lado, se realizó la paleografía de los documentos escritos, que también puede ser consultada por los usuarios, e incluso es posible revisar las traducciones al español de los manuscritos en náhuatl.

Además de esto, se presentan estudios individuales de cada documento, y probablemente uno de los desarrollos más innovadores del proyecto es un diccionario de glifos con las propuestas de su lectura en náhuatl que resulta sumamente útil para los análisis iconográficos y etnohistóricos. Este diccionario permite realizar consultas tanto en español como náhuatl, y ofrece la localización en los distintos documentos donde aparece el elemento de interés.

Quisiera enfatizar que este proyecto tiene más de veinte años. Es decir, la noción que podemos tener de que las humanidades digitales en México tienen un desarrollo reciente es errónea. Amoxcalli no solo cumple con todas las características que se enuncian el día de hoy para proyectos de HD, sino que además posee dos de los rasgos más complejos de éstos. El primero, es que es resultado de una colaboración interinstitucional. Difícilmente los proyectos de HD pueden concluirse exitosamente desde una sola institución. Amoxcalli se logró gracias a la participación de más de sesenta colaboradores pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Veracruzana, la Universidad de Varsovia, el Colegio de México y muchas otras instituciones. El segundo tiene que ver con las difíciles brechas de comunicación que pueden surgir entre humanistas y científicos de la computación. Es evidente que en este proyecto ese reto fue superado con creces, lo cual tampoco es sencillo y se reconoce como una de las causas más frecuentes en el fracaso de los proyectos de HD. No está de más recordar a quien lee estas líneas que los resultados de Amoxcalli le hicieron acreedor al premio Manuel Gamio en el año 2011, que es otorgado a las mejores investigaciones que surgen en el seno de las disciplinas antropológicas e históricas.

Figura 3. Vista de la interfaz actual de la plataforma de Amoxcalli en donde se muestra la lámina de un manuscrito.

Reproducida con permiso de Luz María Mohar Betancourt.


El otro proyecto que nació en el CIESAS y que, así como Amoxcalli, es claramente un proyecto de humanidades digitales, es Tetlacuilolli. En la misma línea de su antecesor, esta iniciativa se ocupó de la digitalización de los códices de tradición nahua localizados en el Museo Británico de Londres, así como de la elaboración de un diccionario de 7644 glifos contenidos en estos, cada uno con su ficha técnica (figura 4). Entre los documentos estudiados se encuentran el Rollo de Itzcuintepec y el Códice Techialoyan-Huyxoapan, pero también un códice resguardado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, Inglaterra, el Códice Mendoza (figura 5).

Figura 4. Ficha técnica correspondiente al glifo “mano” del portal de Tetlacuilolli.

Reproducida con permiso de Luz María Mohar Betancourt.


Figura 5. Interfaz de Tetlacuilolli que muestra la primera lámina del Códice Mendoza a la izquierda, mientras que del lado derecho se enlistan los vínculos a las demás láminas.

Reproducida con permiso de Luz María Mohar Betancourt.


Detrás de Tetlacuilolli y Amoxcalli identifico las virtudes, retos y necesidades de un proyecto de humanidades digitales como en los que he tenido oportunidad de participar en los últimos cinco años: la colaboración internacional, la gestión de datos, el diálogo con científicos de la computación, la catalogación de documentos, y un aspecto más que no he mencionado: el mantenimiento a las páginas que resguardan los documentos y diccionarios de glifos. Este aspecto, propio de la creación de los repositorios digitales y de los procesos de curaduría digital de bienes digitales, es uno más de aquellos que pueden convertirse en un obstáculo en los proyectos de HD. En este caso, la curación digital exitosa, como la de ambos proyectos del CIESAS, ayuda a mitigar la obsolescencia digital, con lo cual se mantiene la información disponible a los usuarios por un tiempo indefinido.

No es más que por falta de espacio que no profundizo aquí en otros proyectos e iniciativas que han surgido en el CIESAS y que son igualmente indicadores de la innovación que podemos asociar con el amplio marco de las HD en la actualidad. Entre estos el Acervo Digital de Lenguas Indígenas coordinado por José Antonio Flores Farfán, el Laboratorio de Lengua y Cultura, bajo la coordinación de Frida Villavicencio Zarza, el Laboratorio Audiovisual coordinado por Mauricio Sánchez Álvarez, y el Programa Especial de Sistemas de Información Geográfica para Ciencias Sociales y Humanidades coordinado por Antonio Escobar Ohmstede. Estos espacios y sus proyectos derivados, en los que colaboran investigadores de todas las unidades regionales del CIESAS, se encuentran alineados con los giros espaciales y digitales que distinguen a la investigación humanista que se lleva a cabo desde hace ya más de dos décadas en nuestro país.

Comentarios finales

El propósito de este breve texto ha sido ofrecer una reflexión sobre la posición del CIESAS como una institución innovadora y pionera en un campo que, como se ha mencionado, difícilmente desaparecerá. Por supuesto que no todo es miel sobre hojuelas. Hay muchos retos que se activan con estos avances tecnológicos: entre ellos los sesgos epistemológicos, la falta de equidad en el acceso a Internet y las tecnologías, así como el reduccionismo ontológico de los objetos de estudio,[8] solo por mencionar algunos aspectos que ameritan una discusión propia. Aun así, es importante situarnos como parte del diálogo y del proceso que está ocurriendo, y recalcar que el CIESAS, quienes integran su planta académica y los estudiantes de sus programas de posgrado, han sido partícipes desde hace más de dos décadas de estas conversaciones y propuestas que son parte ya de nuestra cotidianidad.

Bibliografía

Alcalde-Alvites, Miguel Ángel
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Bauch, Nicholas
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Berry, David M. (ed.)
2012. Understanding Digital Humanities, Londres, Palgrave Macmillan.

Favila Vázquez, Mariana
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Fiormonte, Domenico
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Garrido Ramos, Beatriz
2017 “Visualización de datos y clasificación Iconclass: un estudio de caso desde la perspectiva de las Humanidades Digitales”, Caracteres: estudios culturales y críticos de la esfera digital, vol. 6, núm. 1, pp. 10–33, https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6329547.

Huerta Ramón, Ricard, y Cristóbal Suárez Guerrero
2022 “Indagando en la hibridación entre las humanidades digitales y las pedagogías culturales”, en Beatriz Garrido Ramos y José Ángel Méndez-Martínez (eds.), Actas de CIHUM 2022, primer Macrocongreso Internacional de Ciencias y Humanidades Horizonte 2030, Madrid, Dykinson, pp. 503–522.

Jiménez-Badillo, Diego, Patricia Murrieta-Flores, Bruno Martins, Ian N. Gregory, Mariana Favila Vázquez, Raquel Liceras-Garrido, Katherine Bellamy, Miguel Won, Miguel y Jacinto Estima
2021 “Análisis histórico-geográfico de documentos novohispanos del siglo XVI mediante técnicas de lingüística computacional y análisis especial”, en Diego Jiménez-Badillo (ed.), Patrimonio digital: métodos computacionales y medios interactivos para estudiar y divulgar el patrimonio cultural, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pp. 35–64.

Lund, Brady D.
2022 “The Art of (Data) Storytelling: Hip Hop Innovation and Bringing a Social Justice Mindset to Data Science and Visualization”, The International Journal of Information, Diversity, & Inclusion, vol. 6, núms.1/2, pp. 31–41, https://www.jstor.org/stable/48665362.

Murrieta-Flores, Patricia, e Ian N. Gregory
2017 “Cruzando fronteras en Humanidades Digitales: Análisis Geográfico de Textos de interés histórico y arqueológico con Sistemas de Información Geográfica”, en Diego Jiménez-Badillo (ed.), Arqueología Computacional. Nuevos enfoques para el análisis y la difusión del patrimonio cultural, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, pp. 199–212.

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2019 “Mediatización y digitalización del patrimonio cultural. El caso de la Mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia”, Revista de Humanidades Digitales, vol. 4, pp. 69–8, https://revistas.uned.es/index.php/RHD/article/view/25110.

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Schreibman, Susan, Raymond George Siemens y John Unsworth (eds.)
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Schwandt, Silke (ed.)
2021 Digital Methods in the Humanities: Challenges, Ideas, Perspectives, Bielefeld University Press, https://doi.org/10.1515/9783839454190.

Sobieszek, Adam, y Tadeusz Price
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Terras, Melissa, Julianne Nyhan y Edward Vanhoutte (eds.)
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Trujillo Liñán, Laura, y José Rolando Islas Rivero (eds.)
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[1] Correo: mariana.favila@ciesas.edu.mx

[2] Se trata de un chatbot de inteligencia artificial que utiliza modelos de lenguaje natural para interactuar con los usuarios.

[3] En inglés data storytelling. Se refiere a la habilidad de utilizar el lenguaje y las estrategias comunicativas para mejorar formas tradicionales de presentar datos, como gráficas y tablas (Lund, 2022).

[4] Un aspecto importante que se ha atendido en el campo es el problema de accesibilidad a la información y datos considerando aspectos como el daltonismo de los usuarios (Alcalde-Alvites, 2015).

[5] Este concepto se refiere a la capacidad de las plataformas digitales de intercambiar datos u objetos digitales de tal manera que se ofrece a los usuarios la posibilidad de explorar diversos contenidos simultáneamente. Por ejemplo, el repositorio PARES (Portal de Archivos Españoles), permite realizar consultas en distintos archivos digitalizados en una misma búsqueda.

[6] Sugiero la exploración de la página web de los DH Awards, premios otorgados desde el 2012 a distintos proyectos en HD, para consultar ejemplos de bases de datos, formas de visualización, entre otros.

[7] Las geohumanidades son el resultado del giro espacial que alcanzó a las humanidades digitales a inicios del siglo XXI (Favila, 2022). El proyecto que actualmente desarrollo en el área de etnohistoria se titula Reconstruyendo el orden territorial novohispano desde las geohumanidades digitales. Análisis geohistórico del paisaje lacustre de Yurirapúndaro (Siglos XVI-XVII).

[8] Han surgido discusiones en relación con la naturaleza digital de los objetos que se estudian y cómo ésta puede incidir en las formas de interpretación que hacen los investigadores.