Nicolás Hernández Mejía
Antropólogo social | nicolasmejia.h@gmail.com
Juan Sant en Cumbre Tajín 2019. Foto: Marlene Morales.
Pensar en la Ciudad de México nos remite a imaginar un caleidoscopio de culturas e identidades que conviven en distintos espacios y marcan estilos de vida particulares. Es así, que la CDMX se ha convertido en un punto donde convergen poblaciones del interior de la república, que son habitantes temporales o permanentes; y que debido a ciertos procesos sociales la ciudad se ha establecido como un centro receptor de la población indígena, siendo para el sector joven, una alternativa de vida.
Tomando en cuenta su carácter intercultural y globalizado, la Ciudad de México es entendida como un todo complejo donde se manifiestan maneras diversas de ser joven e indígena. La bibliografía especializada nos muestra los procesos sociales existentes en la construcción de estas identidades (Arizpe, 1978; Romer, 2008; Urteaga, 2011; Oechmichen, 2010).
Por otro lado, en la ciudad se integran diversos tipos de violencia, como la de tipo racial. La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis, 2010) describe la discriminación racial como “toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o resultado anular o disminuir el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos en las esferas, política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública” (Enadis, 2010: 51). En este rubro, los resultados arrojan que la discriminación es el primer problema que perciben las minorías étnicas, seguido de la pobreza y el apoyo del gobierno (Enadis, 2010). En la Ciudad de México, según los datos que arroja la encuesta, más de dos de cada diez personas de minorías étnicas reconoce la discriminación como el principal problema, seguida de la pobreza y la falta de atención del gobierno, que en términos estructurales se relaciona con el tema racial (Enadis, 2010).
Los jóvenes que emprenden el viaje en solitario o como parte de familias migrantes viven experiencias de discriminación en el trayecto y estadía, sea ésta para emplearse o seguir estudiando. No obstante, la migración les permite también vivir experiencias de vida distintas, donde en algunos casos las expresiones musicales como el rap se convierten en referente importante de su cotidianidad. La relación entre la música y los jóvenes ha sido un campo estudiado ampliamente mostrando su importancia como eje articulador de las identidades. Existen estudios sobre distintos géneros musicales que ilustran la relación entre la música y las identidades de los jóvenes (Urteaga, 2009; Valenzuela, 2014).
Rap o Hip Hop
El Hip Hop como cultura juvenil se ha consolidado en el país como una de las expresiones de mayor interés para los jóvenes, siendo la música y la poética rapera reapropiadas de distintas maneras y en distintos contextos (Bojórquez, 2004).
Pero recordemos un poco el contexto donde se origina esta cultura juvenil globalizada. El fenómeno migratorio latino y la segregación de las poblaciones negras en Estados Unidos de Norteamérica, además de la efervescencia de los movimientos sociales de los años sesenta del siglo pasado y de los líderes políticos como Martin Luther King, marcan un contexto donde la violencia, las drogas, el crimen y las pandillas se convertían en el único espacio de socialización para las juventudes.
El Hip Hop, se dice, corresponde con dos momentos paradigmáticos. El primero referido a los tratados de paz entre pandillas en 1971 en el Bronx, donde se da un pacto entre jóvenes para la realización de fiestas conocidas como block partys. El segundo momento se enmarca por los personajes Dj Kool Herc (nacido en Kingston) y Afrika Bambaataa, organizadores de las fiestas donde se conjugaban los dj´s, mc´s, bboys y graffiteros. Este conjunto de elementos que interactuaban se conceptualizó como Rock Planet, considerado este momento como el nacimiento formal del Hip Hop (Tascón, 2014). El Hip Hop es producto de un proceso histórico donde las poblaciones negras y latinas vivían diversas formas de opresión, surge como una respuesta al clima de violencia sistémica y segregación social, una manera de manifestar el hartazgo, características que hasta la fecha se mantienen en sus fundamentos de forma subyacente.
El Hip Hop se conforma por cuatro elementos principales: graffiti, deejaying, breakdance y rap. La palabra rap desglosada se entiende como Ritmo Adaptado a la Poesía, pero en términos generales es la parte verbal y musical de la cultura Hip Hop.
En México el rap debe su presencia a los procesos de globalización de productos culturales que se difundían rápidamente, tanto por los medios de comunicación masivos, como por las oleadas de migrantes. que por decisión propia o por deportación, regresaban al país con los productos culturales propios del Hip Hop. Ejemplo de esto son las películas, los casetes, la ropa y los accesorios, y las expresiones del lenguaje.
A mediados de los años noventa en zonas periféricas de la Ciudad de México aparecen algunos grupos de rap que incluyen en sus canciones sonidos del folklore nacional y otros recitan poemas de Nezahualcóyotl exaltando su pasado prehispánico (Bojórquez, 2004; Hernández, 2014).
Rap originario
El rap en lenguas originarias o rap originario es la expresión musical y artística que reivindica las lenguas originarias y las culturas ancestrales del continente americano, desde el extremo norte en Canadá y hasta la Patagonia en el sur, es desarrollada por exponentes pertenecientes a pueblos originarios de la región a través del rap. Este formato permite la trascendencia de las formas de vida, cosmogonías, memoria colectiva, las lenguas nativas, elementos de la vestimenta y ornamentales de las culturas originarias del continente, en un diálogo cultural con la cultura Hip Hop. Esta confluencia permite que el rap originario cuente con su propia estética visual y sonora.
A finales de la década de los años noventa, surge en un contexto definido por los procesos migratorios y la globalización dominada por la industria cultural, así como la proliferación de internet, se generan un gran flujo de información y productos culturales que son resignificados y localizados en distintos lugares. En 2008 toma un impulso al conformar un movimiento juvenil donde se integran creadores (raperos), públicos, instituciones y medios de comunicación interesados en promover las producciones que los jóvenes realizan. Sin embargo, hoy en día los creadores siguen teniendo pocos espacios y foros de escucha para que su producción llegue a los distintos sectores de la población[2]. En México se contabilizan al menos 50 exponentes de rap originario distribuidos a lo largo del territorio nacional y que interpretan sus canciones en más de 15 lenguas originarias, entre ellas se encuentran: seri, náhuatl, totonaco, mazateco, cuicateco, yoreme, mayo, cuicateco, zapoteco, ñhañhu, ñu savi, tzotzil, maya, popoluca, tenek y triqui.[3]
La lengua materna
El idioma es un marcador social, pero también, permite construir un sentido de pertenencia de los individuos a un determinado grupo social, es parte de los elementos que definen una identidad étnica. Así mismo, en ocasiones las barreras idiomáticas no delimitan las llamadas fronteras simbólicas que cada grupo tiene para definir su unicidad, éstas dependen de la autodefinición y el reconocimiento por los integrantes de la comunidad, siguiendo los planteamientos de Fredrik Barth (1976) y Gilberto Giménez (2007) acerca del proceso de identidad, y de las identificaciones históricamente apropiadas que le confieren sentido a un grupo social. Los siguientes relatos nos permiten comprender los procesos en donde la lengua materna cobra significados diversos en la autodefinición identitaria:
Totonaco: Cuando estaba en la ciudad sentía que no encajaba mucho en la sociedad por la discriminación… Cuando llegué hablaba sólo el limitado español que tenía, a las personas que trabajaban conmigo no les decía que hablaba totonaco. Algunas cosas que ellos decían no las entendía, decían palabras que jamás había escuchado o que sólo había visto en un libro pero que nunca había investigado su significado, ellos si me entendían.
Zapoteco: Más que nada enseñarle a los chicos de qué se trata esto, es más que una lengua, es toda la cultura, son tus papas, tu abuela, hubo un tiempo donde quisieron poner en las escuelas obligatorio que se hable zapoteco, en la radio el zapoteco, pero pues yo creo que primero debería ser desde la casa enseñarle el respeto y el amor para que todos los niños sepan y quieran aprender a hablar, inclusive en la vida diaria.
Náhuatl: Es justamente toda esta agresión que viene de fuera, de hablar distinto y ser señalizado, ser discriminado y se vuelve realidad, como me dijo él: yo para que quisiera que tú al poseer el mismo lenguaje que hablo también sufrieras pues todas las trabas y discriminaciones. Yo creo que ese es un tema como bien en general, vivir a la circunstancia de discriminación que prevalece en este país. Pero sí ha resultado bastante interesante, cómo apropiarme de ese lenguaje de mi papá y tratar de darle como la reversa ¿No? de ya no ocultarlo, de ya no hablarlo bajito ni nada, sino mostrarle a la gente que es una lengua que todavía sigue sonando en todos los rincones de este país como las otras y que es motivo de alegría el poder compartir un pensamiento distinto al que usualmente prevalece en el español.
La lengua materna es un elemento importante en la definición del rap originario, ya que su reivindicación transgrede los estereotipos y las formas de violencia que las ha silenciado por siglos.
La estética visual del rap originario
El rap originario construye una estética visual que se presenta en las vestimentas y en los accesorios durante el performance. Por ejemplo, la voluta refiere a la voz de los pueblos originarios que se está levantando de nuevo, su relación con la tradición oral de los pueblos. El uso de estos elementos visuales configura una estética distinta de hacer rap, pues llama nuestra atención, nos interpelan a voltear y reflexionar sobre imaginarios distintos:
En marzo, en un pueblo vecino íbamos a la feria, ahí danzaban los santiagueros,[4] a mí me gustaba mucho por el sonido del tambor y de las flautas de carrizo con la cual entonaban; usaban cascabeles en los pies los danzantes y machetes. Ahora en el rap retomamos los trajes típicos de allá, también la ropa que usa pues la gente, pantalón de manta, camisa, sombrero y huaraches (entrevista realizada el 28 de septiembre de 2016).
Estética sonora
Hay algunos músicos que fusionan el rap, incorporan jaranas, mandíbulas de toro, sonajas, el cajón, caracoles, flautas, tambores. Estas fusiones impregnan una sonoridad particular, pues recrean un paisaje sonoro que refiere a un espacio-tiempo específico, pero también alude a un territorio sea éste físico o simbólico.
Zapoteco: Es música prehispánica y consta de la flauta de carrizo, el caparazón de tortuga que es como la percusión, se usa con cuernos de venado y en cada extremo tiene un sonido diferente; uno grave y uno agudo. El tambor que está hecho de madera y de piel de toro. Todos dan un tono muy grave, pues es la música prehispánica, es así más que nada de Juchitán.
Además de los instrumentos utilizados, el rap originario integra la sonoridad propia de cada una de las lenguas.
La lucha de los pueblos originarios y el rap
Autores como (Stavenhagen, 2010; Díaz Polanco y Sánchez, 2002) han analizado la emergencia de los movimientos sociales de los pueblos indígenas en los últimos treinta años, señalando que son una respuesta a las condiciones sociales e históricas de marginalidad, mismas que han sido agudizadas por la implementación del neoliberalismo, amenazando con la destrucción y eliminación de sus territorios, de sus prácticas culturales y formas de vida.
Estos discursos fundamentan la lucha social de los pueblos y se relacionan con las manifestaciones artísticas de los jóvenes indígenas que toman la palabra para visibilizar lo que afecta a cada una de sus comunidades. El rap originario integra parte de las demandas y exigencias del derecho a ser-estar en el mundo de las comunidades originarias, siendo el terreno de la cultura donde los posicionamientos políticos reivindican esas identidades.
El rap originario, entonces, congrega identidades que escapan a la noción de esencia y al encapsulamiento en el tiempo. Se entiende como una conformación identitaria en constante cambio y que se plantea de forma estratégica al resignificar expresiones culturales. El rap originario es la voz de los hijos y nietos de los ancestros indígenas que al ritmo de bombo y caja gritan ¡Aquí estamos!
Bibliografía
Arizpe, Lourdes (1978), Migración, etnicismo y cambio económico. Un estudio sobre migrantes campesinos a la ciudad de México, México, El Colegio de México.
Barth, Fredrik (1976), Los grupos étnicos y sus fronteras. La organización social de las diferencias culturales, México, Fondo de cultura Económica.
Bojórquez, Tiosha (2004), “De Boogie Down a Neza York, ¡Hip Hop no para! Del rap como un género de la poesía oral”, tesis de licenciatura, México, UNAM.
Díaz Polanco, Héctor y Consuelo Sánchez, (2002), México diverso. El debate por la autonomía, México, Siglo XXI.
Giménez, Gilberto (2007), Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, México, Conaculta-ITESO.
Hernández, Nicolás (2014), “Resignificación del Hip Hop en los jóvenes indígenas migrantes en la Ciudad de México. Un estudio de caso: La experiencia de Juan Sant”, tesis de licenciatura, México, UACM.
Oehmichen, Cristina (2007), “Violencia en las relaciones interétnicas y racismo en la Ciudad de México”, en Cultura y Representaciones Sociales, vol. 1, núm.2, pp. 91-117. Recuperado el 25 de agosto de 2016, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-81102007000100005&lng=es&tlng=es
Romer, Marta (2008), “Los hijos de migrantes indígenas en la Ciudad de México. Problemas de identidad étnica”, en Maya Lorena Pérez Ruiz, Jóvenes indígenas y globalización en América Latina, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, col. Científica pp. 205-218.
Stavenhagen, Rodolfo (2010), Los pueblos originarios: el debate necesario, Buenos Aires, CLACSO.
Tascón, Pablo (2014), “Movimiento Hip Hop en ciudad de Punta Arenas”, en Liminales, vol. 1, núm. 6, noviembre, Universidad Central de Chile, pp. 67-81.
Urteaga, Maritza (2011), La construcción juvenil de la realidad. Jóvenes mexicanos contemporáneos, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Juan Pablos Editor.
—————— (2009) “Juventudes, Culturas, Identidades y tribus juveniles en el México contemporáneo”, en Diario de Campo. Suplemento, núm. 56, octubre-diciembre, México, INAH.
Valenzuela, José Manuel (2014), Tropeles Juveniles. Culturas e identidades (trans) fronterizas, México, El Colegio de la Frontera Norte.
- El texto está basado en mi tesis de maestría “Rap originario. Expresiones estéticas y experiencias de vida de jóvenes indígenas en la Ciudad de México”. CIESAS (2017). ↑
- Ver el sitio http://mentenegra.com/ que alberga producciones de rap originario. ↑
- Los nombres de algunas lenguas están escritos como se pronuncian en español y como se les nombra coloquialmente. ↑
- La danza de los santiagueros: la vestimenta es rojo con blanco hay un dirigente siempre que trae un caballito en la cintura, protege al niño Jesús en una fila y en la otra fila es Poncio Pilatos con una máscara y quiere destruir al niño. Es la escenificación del bien contra el mal. ↑