Carmen Icazuriaga
CIESAS Ciudad de México
Reunión de Planeación Institucional CIESAS (1997)
Llegó Rafael Loyola al CIESAS en mayo de 1996 como Director General y, al poco tiempo, en una de las rondas de recorrido que Teresa Rojas, Directora General que lo precedió, lo acompañaba para presentarle a los investigadores, fue cuando lo conocí. Tuvimos una breve conversación acerca de mis trabajos de investigación sobre Querétaro, y nos dimos cuenta que compartíamos el interés por dicha ciudad, dado que él había nacido ahí y también toda mi familia materna. Coincidimos en conocer a un personaje, era la Madre Conchita, tía abuela mía, quien fue oficialmente acusada de ser la autora intelectual de la muerte de Álvaro Obregón, periodo de la historia política de México que Rafael investigó y sobre lo que escribió un libro.
A unas cuantas semanas de habernos conocido, me llamó a su oficina y me propuso que me hiciera cargo de la Subdirección de Docencia que pretendía crear, separándola de la Subdirección de Investigación, pues ambas tareas estaban en una sola subdirección siendo en ese entonces la responsable Guadalupe Escamilla. Para él la Formación de recursos humanos era una tarea muy relevante y para ello se necesitaba aprovechar más las capacidades de los investigadores del CIESAS y aumentar los programas formativos. Ante su entusiasmo y razones de convencimiento de la importancia de la docencia, más mi gusto por ésta, acepté sin dudarlo y comencé a delimitar las actividades de formación de recursos humanos y definir las tareas de una Subdirección de Docencia. Durante mi trabajo como Subdirectora de Docencia, que fue oficialmente de septiembre de 1996 a enero del 2000, implementé programas y puse en marcha actividades, de las cuales fue Rafael el inspirador. Esto que escribo no es un recuento de todo lo que Rafael promovió en esta área que ahora es sustancial en el CIESAS, sino es solamente sobre algunas de las cosas que me tocó hacer con su guía. Aprendí mucho bajo su dirección y reconozco que fue para mí un maestro en la gestión académica, no sin tener nuestras diferencias y a veces discutir fuertemente por éstas.
Uno de los programas formativos que inicialmente quiso Rafael que se hiciera en la sede de la Ciudad de México, fue la del Doctorado en Antropología; tarea para la cual se formó una comisión de varios doctores encabezada por Fernando Salmerón. Ya existía la Maestría en Antropología en la Ciudad de México, pero Doctorado y en Ciencias Sociales solamente lo había en CIESAS-Occidente en convenio con la Universidad de Guadalajara. Así que se abrió el Doctorado en Antropología en la Ciudad de México en 1998 y es ahora un programa con reconocimiento de nivel internacional del Conacyt. Al Doctorado en Ciencias Sociales, que funcionaba en la Unidad Occidente, quiso reforzarlo y darle autonomía, separándolo de la Universidad de Guadalajara, lo cual fue un asunto difícil y delicado. Así, en 1999, quedó el Doctorado en Ciencias Sociales con especialidad en Historia y Antropología Social, programa que actualmente también tiene el reconocimiento internacional de Conacyt.
En el Programa de Becas que otorga el CIESAS, Rafael tuvo la visión de crear un subprograma que pudiese atraer a la institución a futuros jóvenes investigadores de excelencia. Se llamó el subprograma: “Becas para doctorantes”. Su idea fue darles un monto mensual a candidatos a doctor que estuviesen por presentar su tesis —en un lapso no mayor a un año y medio o dos— en universidades nacionales o extranjeras, para que al titularse su primera opción de lugar de trabajo fuera el CIESAS. Estos candidatos presentaban sus papeles según requisitos acordados y aprobados por la Comisión de Becarios, y sin ser muy numerosos los candidatos a los que se apoyó, la mayoría de ellos pasó a integrarse al CIESAS como investigadores, en tiempos en que todavía era fácil solicitar, y obtener plazas, a la Secretaría de Hacienda.
Como la docencia iba creciendo en el CIESAS y Rafael tenía la idea de abrir más programas formativos, me instó a que creara el Consejo General de Posgrados, formado por los Coordinadores de los posgrados en las distintas unidades y yo como Coordinadora General. Su idea era que, si bien cada programa docente tenía sus particularidades dada la región en la que se encontraba, había cuestiones teórico-metodológicas y pedagógicas que se deberían compartir para así ir creando un Sistema Nacional de Formación CIESAS, en lo que puso su empeño hasta el final de su mandato.
Además de las actividades en docencia que me tocó llevar a cabo, debo mencionar que Rafael fue el primero en instaurar las Cátedras en CIESAS. La primera fue la Cátedra de Geografía Humana Elisée Reclus, que se estableció mediante convenio con el Instituto Mora, siendo su director en aquel entonces Hira De Gortari y con el Centro de Estudios Mesoamericanos y Centroamericanos (CEMCA) —organismo de la Embajada francesa— cuyo Director era Thomas Calvo. Se inició en 1997 esta Cátedra y Rafael me nombró la responsable institucional de la misma, dados mis antecedentes de haber hecho el doctorado en Geografía en la Universidad de la Sorbona y conocer ese medio académico. Aquí cabe destacar la visión interdisciplinaria de Rafael, misma que fomentó en el CIESAS, no sólo a través de las Cátedras, sino mediante la contratación de investigadores de alto nivel de diferentes disciplinas de las ciencias sociales.
El recuerdo que me queda de Rafael es el de un académico impulsivo y comprometido por llevar a cabo acciones que posicionaran la importancia de las ciencias sociales en al ámbito científico. Por ello, no solamente se dedicó a la investigación para escribir y ser docente, sino que promovió la creación de programas de formación y de revistas científicas, fue director y hasta fundador de instituciones académicas.
Descanse en paz y honrémoslo continuando con el empeño que él tuvo en mostrar la importancia de las ciencias sociales en la búsqueda de un mejor futuro.