María Teresa Roano Díaz
CIESAS Ciudad de México
Reunión de Planeación Institucional CIESAS (1997)
Cuando leí que convocaban a participar en un número especial del Ichan Tecolotl, en homenaje a ti, se recrudeció mi tristeza, porque todavía no podía creer que habías fallecido.
Invadieron mi mente varias preguntas ¿Qué puedo decir de todo lo que vivimos, planeamos y llevamos a cabo en el CIESAS? No me sentía lista para escribir de ti. ¿Y si me falta algo importante que registrar? ¿Y si me traiciona la memoria y no recuerdo los detalles? Porque como escribió Victor Hugo: “Sin embargo, estos detalles que se llaman pequeños […] son útiles. La figura de los siglos se compone de la fisonomía de los años”.[1] ¿Seré capaz de recrear tu presencia en mi vida? ¿Tiene que ser algo muy objetivo? Empezó mi mente a llenarse de tantos datos, actividades que realizamos en los 31 años de conocernos, en los ocho años que trabajamos juntos en el CIESAS. Seleccionar en ese baúl de recuerdos se me hacía casi imposible.
Sonreí ante tanta pregunta que me hacía, porque finalmente me di cuenta que allí estabas nuevamente, como siempre, cuestionándome, pidiendo dar lo mejor en todo lo que hago. Gracias por ello.
Recuerdo que cuando eras el Coordinador de la Maestría en Ciencias Sociales, en Flacso México, te entregué en 1992 mi tesis muy contenta y orgullosa. La había acabado en tiempo. La tomaste en tus manos, la hojeaste y muy serio me dijiste: «Está escrita a máquina (eléctrica, por cierto). La quiero en WordPerfect». Casi me desmayo. Te contesté: «No sé WordPerfect», tengo que aprender muchas combinaciones de teclas y no tengo computadora en casa (no era usual que todos los estudiantes tuvieran computadoras).
Respondiste: «Aprende, tienes una semana, puedes hacerlo en el centro de cómputo de Flacso». Fue un reto, pero ¡Aprendí y lo hice! Siempre me enfrentaste a mis miedos, a lo que yo creía que eran limitaciones.
¿Cómo llegué al CIESAS? Me hablaste por teléfono a finales de junio de 1996, al poco tiempo que asumiste la Dirección General, para invitarme a colaborar contigo. Empezó una aventura en mi carrera profesional, llena de aprendizajes y retos, donde he cultivado amistades que me honran con su presencia en mi vida. He tenido el honor, y lo conservo, de trabajar al lado de brillantes y extraordinarios directoras y directores generales en esta institución, así como de compañeros con gran compromiso hacía el centro.
Afirmabas, recién tomado el cargo en el CIESAS, que éste albergaba una vigorosa comunidad académica, con gran calidad en su trabajo y dispuesta a responder a los retos que se le estaban planteando en ese momento. Había que aprovechar eso y seguir impulsándolo. Así, comenzaron las reuniones de Planeación Institucional, con la participación de la comunidad y los responsables de las áreas de gestión. Me fue asombrando en estos ejercicios, el crecimiento y cambio en las discusiones, cada vez más profundas, mirando siempre adelante, para el futuro. Fijándose metas, llegando a ellas y buscando otras más altas, con una perspectiva global. Un CIESAS más allá de México. Porque la institución daba y da para eso.
Te preocupaba la globalidad, estrechar los vínculos con el mundo. Explorar nichos de oportunidad para impulsar el trabajo científico del CIESAS. Interesado en que el centro estuviera en sintonía con la realidad nacional e internacional. Fomentando su proyección en el extranjero, como decías: ¡En las grandes ligas!
Viste el horizonte del CIESAS en la cima, inmerso en procesos de cambio, siempre adelante y adelante. Impulsaste y apoyaste a las Unidades Regionales, creaste nuevas áreas de gestión como la Dirección de Relaciones Institucionales, después Dirección de Vinculación, con Pilar Grediaga como su titular.
Cuidabas que el CIESAS estuviera presente en el abordaje de temas pertinentes, de frontera. Escuché mucho que hablabas del acercamiento de las distintas disciplinas para afrontar la complejidad social que se vivía, del compromiso científico pero también social que tiene el centro. Te gustaba que las personas hicieran propuestas para ello, las apoyabas, te entusiasmabas, las impulsabas.
Ya escribías unos meses antes de terminar tu gestión:
sólo hay que reiterar la convicción de que el CIESAS ha conquistado un lugar significativo en las ciencias sociales y las humanidades en México, ha afirmado un liderazgo en la antropología social y en las disciplinas que cultiva y cuenta con la consistencia institucional y el horizonte académico que, sin duda, le posibilitarán consolidarse como una institución orientadora en el ámbito internacional.[2]
Recuerdo el 30 aniversario del CIESAS, toda la comunidad se integró para festejar, porque siempre pensabas en el conjunto: administrativos, académicos, personal responsable de gestión. Fuimos a parar a las oficinas de la Presidencia, habías invitado al presidente de México a esta celebración. Sentí en el ambiente festivo de ese día, en Casa Chata, el entusiasmo y orgullo de todos por pertenecer a este gran centro.
Buscabas sumar la energía y compromiso de los integrantes del CIESAS para impulsarlo, cada quien desde nuestras diferentes trincheras. Pero congruente con el esfuerzo que nos exigías, trabajaste también para mejorar las condiciones laborales: equipo, normatividad, estímulos y bono de productividad al personal administrativo, por mencionar algunos.
Tu compromiso abarcó también el Sistema de Centros Públicos de Investigación (CPI) Conacyt. Te eligieron Presidente del Consejo Consultivo de Centros, donde trabajaste, al lado de los titulares de los CPI de aquel momento, para impulsar el desarrollo del sistema, siempre pensando en la ciencia y el papel relevante que juegan los Centros Conacyt. Y allí estaba yo, contigo, en las reuniones, escuchando, reflexionando, exponiendo, aprendiendo. Porque una vez más, tu generosidad y confianza me permitían crecer.
He de decir que he admirado muchas cosas de ti, como tu compromiso, inteligencia, generosidad y valor. Hasta el final defendiste el trabajo científico. Congruente con tu trayectoria.
Rafael,
Tuve la fortuna de contar con tu amistad, apoyo, cariño y guía. Superarme, aprender, ponerme la camiseta del CIESAS como tú lo hiciste desde el primer día que llegaste al centro, a dar lo mejor de mí en lo que hago, a querer a esta gran comunidad y sentirme parte de ella.
Fui testigo de tu aliento y respaldo a miembros de la comunidad del CIESAS para que alcanzaran sus metas. Algunas veces nos encarabas con nosotros mismos, para que encontráramos los caminos para hacer bien nuestro trabajo, nos alentabas a tomar decisiones que resolvieran problemas en la institución. A los investigadores los animabas y apoyabas para avanzar en un proyecto de investigación, en un posgrado, en la redacción de un libro, y más. Podrías parecer duro cuando lo hacías, pero era tu forma de transmitir confianza.
Siempre encontré en ti la apertura y libertad para decir lo que pensaba, por supuesto algunas veces diferíamos, pero tenías la generosidad y seguridad para aceptar cuando te equivocabas, y también los argumentos precisos para cuando era yo la que tenía que ver las cosas de otra manera.
Mucho que decir, Rafael, de tu trayectoria, de tu vida. Gestor de instituciones, entrega, pasión y compromiso en lo que emprendías. Formador no sólo de nuevas generaciones de científicos, sino también de profesionales, como yo.
Todo comenzó en una maestría, siguió con una relación de trabajo. Y tuve la gran fortuna de contar con tu amistad, de convivir y amar a tu gran familia: Liliana, Rodrigo, Germán, Elisa. Seres humanos maravillosos. De escuchar tus consejos para criar a mi hijo.
Aprendí mucho de ti, me impulsaste siempre. Te extraño. Mi reconocimiento, cariño y agradecimiento.
Hay personas que dejan una profunda huella en nuestras vidas, tú la dejaste en la mía.
¡Hasta siempre querido Rafael!
María Teresa Roano Díaz
CIESAS Ciudad de México
Pie de foto: Guadalupe Escamilla, Rafael Loyola y Tere Roano.
Reunión de Planeación Institucional (1997).
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