Una mirada a dos puntos de la frontera México-Guatemala desde sus dinámicas de movilidad: apuntes para una nueva investigación

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Hugo S. Rojas, Ollinca Villanueva y Carmen Fernández Casanueva

En la frontera México – Guatemala se conjugan actores, dinámicas e intereses construidos no sólo a nivel local en los diversos puntos de cruce (formales e informales) que dividen y conectan a ambos países, sino también, a escalas nacional, regional y global. Es decir, coexiste en el área una diversidad de actores que se movilizan o intentan hacerlo, que manipulan y transportan mercancías; individuos que viven en las localidades cercanas a la frontera, pero también quienes llegan a estos puntos como parte de sus rutas hacia destinos lejanos. Para unos, la movilidad, o el permitir la movilidad, es el fin, para otros, ésta se convierte en un medio para alcanzar objetivos distintos.

A continuación, con base en los planteamientos anteriores, mostramos una breve mirada a dos puntos clave de la frontera México-Guatemala: Ciudad Hidalgo-Tecún Umán y Las Champas-La Mesilla. Ambos sitios representan los cruces transfronterizos elegidos para un estudio recientemente iniciado,[1] el cual pretende indagar en las dinámicas y la multiplicidad de voces que tienen lugar en estos espacios, así como en los actores que los habitan, cruzan, transitan, norman, vigilan y transgreden.

Ciudad Hidalgo-Tecún Uman

El primer punto transfronterizo que buscamos analizar se encuentra ubicado entre Ciudad Hidalgo, Chiapas, México y Tecún Umán, San Marcos, Guatemala. Localizado sobre la franja costera del océano pacifico, donde la línea que divide a los dos países está demarcada por la ribera del río Suchiate.

La vida económica de Ciudad Hidalgo y Tecún Umán, se desarrolla generalmente cerca del río y en las zonas céntricas de ambas ciudades, donde tienen lugar el intercambio mercantil de alimentos, tanto por lineamientos normativos aduanales, como por cruces llamados “caminos de extravió”[2], estos últimos, mecanismos conocidos localmente como “tráfico hormiga”, son dedicados al contrabando de mercancías.

Sobre el rio se localiza el puente fronterizo Dr. Rodolfo Robles que conecta a Ciudad Hidalgo y Tecún Umán, el paso terrestre con mayor actividad comercial de la frontera (Rojas y Fletes, 2017). Ahí se ubican las instalaciones mexicanas del Servicio de Administración Tributaria y, a 300 metros aproximadamente, el puente Suchiate II (recinto fiscal y comercial más grande del gobierno federal mexicano en la frontera con Guatemala). En este mismo perímetro, también sobre los márgenes del rio, existen al menos tres pasos informales (“pasos de extravío”): el palenque, los rojos y los limones, los cuales corresponde a embarcaderos de balsas hechas con neumáticos de tractor y vigas de madera que funcionan como transporte tanto de personas como de mercancías, en ambas direcciones. Movilidades que gozan de la tolerancia implícita del personal de gobierno local y el respaldo social y/o naturalización de la población que ahí habita y trabaja.

En torno a esta dinámica se ha desarrollado un contexto laboral diverso y estratificado, en el que participan tanto trabajadores guatemaltecos como mexicanos. Son un conjunto de personas, hombres y mujeres de diferentes edades, que llevan a cabo actividades encadenadas, desde empleos que tienen una relación directa con el comercio, pasando por prestadores de servicios públicos de transporte como los “tricicleros”, cambiadores de divisas y agentes aduanales, hasta policías municipales, que de forma tangencial o secundaria influyen al moldear y hacer posible esas movilidades.

Este, que podríamos definirlo como el principal cruce entre Guatemala y Chiapas, da cuenta de la porosidad de una frontera llena de contradicciones, donde los límites entre la legalidad y la ilegalidad son difusos. Debajo del puente, migrantes sin los medios económicos para pasar con documentos (aquellos privados de los beneficios de la globalización), lo hacen de manera no oficial aprovechando los “poros” o “huecos” que las estructuras dejan. En otras palabras, la cotidianidad en este cruce es un ejemplo claro de las formas en que los espacios se configuran a partir de las propias “grietas” del sistema “regulador”, las cuales históricamente han permitido que en esta zona el comercio informal y el movimiento laboral trasnacional, sustente en gran medida la economía local.

Las Chamapas-La Mesilla

El segundo punto fronterizo a considerar se encuentra entre las localidades de Las Champas, municipio de Frontera Comalapa en Chiapas, México y La Mesilla, municipio de La Democracia en Huehuetenango, Guatemala. Este cruce comenzó a tomar mayor importancia a partir del 2005, cuando el paso del huracán Stan por el Soconusco deshabilitó las vías del tren que iniciaban en Ciudad Hidalgo [punto fronterizo antes mencionado] (Arriola, 2010), y propició la concepción del sitio como un nuevo referente de entrada a México[3].

En la división entre ambas localidades se observa un letrero de “bienvenida” que indica el límite entre las dos naciones, límite representado a lo largo de la línea fronteriza mediante mojones blancos colocados sobre las imponentes montañas que continúan hacia la selva por el norte y hacia a la sierra por el sur.

Con ciertos contrastes, unos más visibles que otros, pero tanto Las Champas[4] como La Mesilla constituyen zonas comerciales, en las cuales es posible encontrar una diversidad de locales que ofertan desde trastes, juguetes y cobertores, hasta ropa y adornos de temporada. Del mismo modo, en la primera de ellas (lado mexicano) destaca la presencia de bodegas de abarrotes y tiendas de refacciones automotrices; mientras que al cruzar la línea, se puede apreciar la venta de mercancías como bolsos y zapatos de marca y genéricos, además de la popular “ropa de paca” o “ropa americana” que atrae a compradores de distintas partes de México.

Es posible señalar también algunos de los actores clave que permiten la dinámica de intercambio entre estas dos ciudades, a ese respecto podemos mencionar que es notoria la presencia de hombres que caminan con bolsos o canguros en la cintura y ofrecen cambiar pesos por quetzales o viceversa (los llamados “cambistas”). Varios de ellos dejan ver que en la cintura portan un arma de fuego, con el objetivo de intimidar a quien intente un asalto.

En los días de plaza, los cuales han variado durante los últimos años pero actualmente son martes y miércoles, los comerciantes de ambas nacionalidades ofertan productos que son adquiridos por la población visitante para llevarlos a distintos municipios de Chiapas, principalmente. Y aunque las jornadas de plaza son las de mayor movilidad, la dinámica mercantil se extiende a todos los días de la semana. Los locales se concentran sobre todo, en la calle principal –que atraviesa gran parte de la localidad– y las dos paralelas a ésta.

Aquí, como en el punto transfronterizo que comprende Ciudad Hidalgo-Tecún Umán, se entrelazan actores y movilidades que traspasan conceptos ortodoxos de lo formal e informal. La dinámica económica local está justamente asociada a esa forma “flexible” de entender ambos términos, pues es en torno a ella que se organiza el cruce constante de individuos, los cuales viven y dan vida a la frontera.

Esbozos para un estudio sobre movilidad transfronteriza

Nuestro interés, al emprender un estudio sobre estas dos locaciones transfronterizas claves para entender la región, es poder indagar en la movilidad, entendida ésta como un constructo social. ¿Por qué alguien o algo se mueve?, ¿qué significa moverse?, ¿qué se lo permite y qué lo motiva?, ¿cuáles son las relaciones y decisiones vinculadas a que alguien o algo sea capaz de moverse y decida hacerlo; más aún cuando esta movilidad signifique el cruce de una frontera políticamente delimitada?

El trabajo de campo está en curso en ambos puntos. Pretendemos, mediante un acercamiento cualitativo –entrevistas, observación participante, metodologías participativas, obtener respuestas a las preguntas planteadas y, con ello, comprender de mejor manera cómo se viven tales lugares, cómo se construyen y qué significados tienen para los distintos actores. Del mismo modo, buscamos complejizar el abordaje de la movilidad a través de sus vínculos con las diferentes relaciones de poder que atraviesan a los distintos actores, no solo desde una dimensión local, sino a otras escalas. Si bien reconocemos que nos encontramos ante un lago camino por recorrer dentro de este proyecto, confiamos en que a mediados de septiembre contemos con un análisis y resultados más sólidos.

 


Bibliografía

Arriola Vega, L. A. (2010). Reconfiguración de la frontera Tabasco-Petén y migración al inicio del siglo XII. En H. Ángeles Cruz, M. Ortíz Gabriel, M. Rojas Wiesner, & D. Ramos Pioquinto, Migraciones contermpoáneas. La región sur-sureste de México (págs. 169-188). México: Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).

[SEDESOL] Secretaría de Desarrollo Social. (2013). Unidad de Microrregiones y Dirección General de Planeación Microrregional. Disponible en http://www.microrregiones.gob.mx/catloc/

Rojas Pérez, Hugo Saúl & Fletes-Ocón, Héctor Bernabé. (2017). Configuración regional del Estado: Orden mercantil y comunidad interpretativa en la frontera México-Guatemala. Estudios fronterizos, 18(35), 1-21. https://dx.doi.org/10.21670/ref.2017.35.a01

Villanueva, O. I. (2015). Maternidades flexibles. El caso de las mujeres hondureñas en Frontera Comalapa [tesis de maestría]. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México: CIESAS.

 


[1] Este estudio, con duración de un año y medio, se inserta dentro de un proyecto más amplio denominado “Región transfronteriza México – Guatemala: Dimensión regional y bases para su desarrollo integral (Primera fase, 2017 – 2018)”, financiado por FORDECyT y CONACyT, y coordinado por el Dr. Tonatiuh Guillén, Centro Geo. México

[2] La expresión caminos o pasos de extravío es una categoría emic, utilizada con frecuencia por los residentes de ambos lados de esta frontera para designar los vías o senderos alternativos a los cruces fronterizos formales. En algunos casos están cercanos a los puentes fronterizos del río Suchiate y en otros casos son caminos comunitarios donde no existe ningún reten oficial o señal que indique donde termina un país y empieza otro. Además, a diferencia de los cruces formales, los caminos de extravío se modifican constantemente: esto se debe al caudal del río en temporada de lluvias, lo cual hace difícil el cruce, e implica crear otros caminos o improvisar algún medio de trasporte más eficiente para pasar al otro lado y, en menor medida, a los rondines de seguridad pública de policías y militares de ambos países

[3] La descripción realizada se retoma del capítulo etnográfico de la tesis “Maternidades flexibles. El caso de las Mujeres hondureñas en Frontera Comalapa” (Villanueva, 2015) y de las observaciones de campo realizadas en el mes de marzo de 2018, en el marco de la investigación a cargo de la Dra. Carmen Fernández, antes citada.

[4] Para 2010 Las Champas se conformaba por una población de 87 personas (SEDESOL, 2013).