Procesos de democratización en las familias mexicanas desde la perspectiva de género

Brenda del Rosario Trujano Martínez[1]


Las familias consagradas como cuerpos intermedios que ligan a las personas con la sociedad, como coadyuvantes en el fortalecimiento del vínculo social; al ser consideradas más allá de una simple institución, su integración no descansa sobre un contrato solamente, sino que se ve colocado sobre lo que se identifica como relación familiar. Entender que las familias son un ente social antes que jurídico, en tanto que se vinculan sentimientos, emociones, relaciones intra e interpersonales, tradiciones y costumbres de cada sujeto, lo cual es el primer escenario en el que las y los sujetos inician una vida en sociedad como advierte Pastor:

La familia es en efecto, diferente según las clases sociales, las regiones geográficas en donde se asienta, según los tiempos históricos, los movimientos demográficos, la etnia, la religión o los sistemas políticos dominantes. Incluso un mismo grupo familiar cambia a lo largo de su propio “ciclo vital” (1997: 18).

Esto lleva a concretar que no puede hablarse de familia como una sola estructura familiar sino referirse al término familias por las diferentes estructuras y dinámicas familiares al ser consideradas como uno de los actores de la sociedad, las cuales están sujetas a los múltiples cambios derivados de la vida contemporánea que acontecen. “Esta variabilidad no es azarosa o ligada puramente a diferencias culturales: hay potentes procesos de cambio social, económico, tecnológico y político de los cuales forman parte las trasformaciones de la familia” (Jelin, 2010: 19).

En ese sentido, Jelin, concibe a la familia como: “Una institución creada y trasformada por hombres y mujeres en su accionar cotidiano, individual y colectivo” (2010: 18). Por consiguiente, lo que hace presencia es la multiplicidad de formas familiares producto de las grandes trasformaciones sociales situando a las familias en una transición de transformación e innovación familiar, y no con ello acotar sólo a la existencia de una crisis familiar por el hecho de cuestionar y debatir a la familia nuclear como el patrón de composición mayoritario el cual perduró durante siglos.

De modo que, hablar de procesos de democratización familiar permite concebir a las estructuras familiares desde una perspectiva democrática, de forma colectiva, organizando las estructuras y dinámicas familiares existentes, a través de procesos de socialización y de comunicación:

Se asume la democratización familiar como un proceso de desarrollo familiar, en el sentido en que busca generar alternativas de vida familiar distintas a las impuestas; por ello hunde sus raíces en la comprensión histórica de los procesos que han dado lugar a determinadas formas de ser, estar y decir respecto a las relaciones de los géneros y las generaciones en el ámbito familiar, (Patiño, 2015: 75).

Esta situación, lleva a desmontar o visibilizar prácticas imbricadas de autoritarismo, de relaciones de poder, de una desigualdad de género y de prácticas de violencia intrafamiliar que son vividas al interior de las dinámicas familiares y que han pasado por siglos bajo el velo de la normalización, de la irrelevancia. Este aspecto da pauta para hablar de la importancia de la democratización en la vida familiar, considerándola como “La superación de las diferencias de autoridad y poder entre mujeres y varones, y para la promoción de los derechos de la infancia.” (Di Marco, 2005: 9).

Lo referido, permite el restablecimiento del camino para las negociaciones familiares aun con todos los obstáculos que demoran y obstaculizan su realización, “La democratización de las relaciones de familia, con relaciones más igualitarias entre los adultos, y con un ejercicio de la autoridad respetuoso de los derechos de los miembros del grupo familiar, puede retroalimentar la democratización de las instituciones próximas a la vida de todos los días en nuestra sociedad.” (Di Marco, 2005: 11).

Para el desarrollo de prácticas democratizadoras se requieren trasformaciones culturales en los modelos hegemónicos de género y de autoridad, donde la unidad familiar debe ser el principal círculo para el cuestionamiento y producción de cambios democratizadores necesarios que empiecen a irrumpir con los constructos sociales de desigualdad.

De acuerdo con Foucault (1979) y Facio y Fries (2005) Trujano plantea que el “El género como un dispositivo de poder que se reproduce y se perpetua en instituciones, en discursos y en prácticas de la vida cotidiana, a través de dotar un conjunto de características y comportamientos en cuanto a los roles, funciones y valoraciones impuestas dicotómicamente a cada sexo a través de procesos de socialización, mantenidos y reforzados por la ideología e instituciones patriarcales” (2019:142). Donde el desempeñarse como mujer o como hombre te posiciona a ocupar o no ciertos espacios, a desempeñarte o no en ciertas actividades, a cómo es que se simbolizan los espacios, su utilidad y el significado que se les da.

Eso da cuenta a una situación que perfila hacía una redefinición del posicionamiento político-económico de la unidad familiar en la sociedad donde las estructuras familiares toman un papel fundamental de actuación para hablar de procesos democratizadores, es por ello, que las prácticas cotidianas desempeñan un papel fundamental dentro de las dinámicas familiares porque son las primeras actuaciones para llevar a cabo el ejercicio democrático.

Dentro de las primeras actuaciones de prácticas democratizadoras en las familias, aludo a las labores de trabajos domésticos y de cuidados como primer ejercicio a este proceso, en cuyo involucramiento se vea la toma de decisiones y de participación de todos y cada uno de los miembros independientemente de su edad, su sexo, así como el rol que funjan dentro de la unidad familiar, haciendo una toma de decisiones de manera consensuada y donde dichos trabajos sean distribuidos en todos y cada uno de los miembros sin importar su género.

De acuerdo con estimaciones realizadas a partir de los resultados de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2009, en México la distribución entre hombres y mujeres es el siguiente: al cuidado de menores corresponde un 79.4% a mujeres, mientras, que los hombres 20.6%; con respecto al cuidado de personas con alguna enfermedad crónica o discapacidad 71.9% las mujeres y con un 28.1 los hombres; así en lo que respecta a las actividades domésticas las mujeres se encuentran en primera fila con 35:29 horas, mientras que los hombres con un promedio de 11:04 horas, ambas respectivamente a la semana. No difieren mucho los datos de la misma encuesta (ENUT) 2014, en donde la participación de las mujeres en el trabajo no remunerado sigue posicionándose en el primer lugar con un 50%. Una hora semanal, mientras que, los hombres con un total de 17.6 horas semanales, existiendo una brecha de diferencia de un total de 32.5 horas semanales.

Dichos datos conllevan a posicionar a las mujeres como las principales encargadas del trabajo no remunerado dentro del cual encontramos el trabajo doméstico y de cuidados, lo que da cuenta en posicionarlas con una mayor carga, en comparación con los hombres.

Integrar el término de prácticas de corresponsabilidad en los hombres, dentro de las estructuras familiares es una de las principales actuaciones por la que se puede hablar de un trabajo inclusivo dentro de las labores del hogar y de cuidado, en ese sentido, si hablamos de un trabajo equiparado entre hombres y mujeres con mayor razón podemos hablar de una democratización en la vida familiar y ser al final ésta quien sitúe a las y los sujetos a demandar democracia en otras instituciones, incluyendo al propio Estado. Porque no podemos hablar de democracia cuando dentro de los núcleos familiares no existe, y entonces hablamos de una democracia en el imaginario pero que muy difícilmente se puede vivirla.

De ahí la insistencia por forjar una sociedad en transición, en construir relaciones y prácticas igualitarias donde la democratización familiar implique una posibilidad para reconocer y fortalecer, desigualdades ancladas a un género, a través del fortalecimiento de los vínculos sociales al interior de las estructuras y dinámicas familiares.

Bibliografía

Di Marco, Graciela (2005), Democratización de las familias. Buenos Aires, Argentina: UNICEF.

Facio, A. y Fries, L. (2005), Feminismo, Género y Patriarcado. Revista sobre enseñanza del Derecho de Buenos Aires, núm. 6, pp. 259-294.

[Recuperado el 25/05/19 en: http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/rev_academia/revistas/06/feminis mo-genero-y-patriarcado.pdf]

Foucault, Michael (1979), Microfísica del poder, Madrid, La Piqueta.

Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) (2010), Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (datos nacionales). [Recuperado el 13 de agosto de 2020 en: http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/tarjetas/Trabajo%20domestico1.pdf]

Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) (2018), Seminario: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el seguimiento de sus objetivos en el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, [recuperado el 13 de agosto de 2020 en https://www.cepal.org/sites/default/files/news/files/presentacion_mexico_inegi_-_uso_de_tiempo.pdf]

Jelin, Elizabeth (2010), Pan y afectos. La transformación de las familias, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

Pastor, Gerardo (1997), “El objetivo, la naturaleza y el método de la sociología familiar”, en Sociología de la familia. Enfoque institucional y grupal, Salamanca, Ediciones Sígueme.

Patiño, Johana (2015), “Procesos de democratización familiar: posibilidad para construir condiciones de transición hacia una sociedad del posconflicto armado en Colombia”, Revista Latinoamericana de Estudios de Familia, núm. 7, pp. 62-79.

Trujano, Brenda (2019), Un estudio de las relaciones de poder en familias nucleares mexicanas contemporáneas, Ciudad de México, Escuela Nacional de Trabajo Social-Universidad Nacional Autónoma de México, en http://132.248.9.195/ptd2019/octubre/0796325/Index.html

  1. Trujano, B. (2019), Un estudio de las relaciones de poder en familias nucleares mexicanas contemporáneas, Escuela Nacional de Trabajo Social-Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México. http://132.248.9.195/ptd2019/octubre/0796325/Index.html