Invitar a leer este dossier. Tal es el principal objetivo de esta presentación. “Estimado lector, te invito a leer el dossier”. Sin embargo, aunque apropiado, un llamado así deja amplio espacio para un “no, gracias”. Quien ahora lee estas líneas quizá lo haga por ser un visitante habitual del Ichan que se asoma a ver de qué trata este número y duda si seguir adelante por no ser la historia de la minería un asunto de su particular interés. También pienso en quienes están leyendo esta presentación atraídos por el tema anunciado en el título del dossier, pero que quieren saber más de su contenido antes de decidir si pasarán a la sección de los artículos. Teniendo presentes a ambos tipos de lectores, me parece más adecuado emplear el verbo incitar, en tanto que, si logro mi cometido, estimularé a varios de ellos a conocer con mayor detalle el contenido de este número. Sostengo, apreciable lector, que vale la pena. El contenido y calidad de los artículos son mi principal argumento. También lo es la importancia, pertinencia y relevancia de estudiar y conocer el tema transversal que los conecta: la mediana y pequeña minería en la historia de México.
Si bien este dossier se asienta en eventos y procesos acontecidos en siglos previos, conviene hacer referencia a algunos indicadores que ilustran la relevancia del sector minero-metalúrgico en la actualidad y que utilizaré como puente para enlazarnos con el tema central de esta publicación. En 2021, el sector representó el 8.6% del Producto Interno Bruto industrial y el 2.5 % del PIB nacional (Secretaría de Economía, 2024, 11 de junio). Según datos del Censo Económico 2019 —el más reciente— hay actividad minera en todos los estados del país, un rasgo que hunde sus raíces hasta nuestro pasado colonial. También de acuerdo con datos oficiales, en 2023 había un total de 3,272 empresas mineras y 283,000 personas empleadas en el ramo. El 87% de estas unidades productivas pueden clasificarse como medianas y pequeñas, con una planta laboral que no rebasa los 50 empleados.[2] El 13% restante son grandes empresas que emplean más de 50, y hasta más de 100 trabajadores.
El dominio en cantidad de las empresas medianas y pequeñas es una característica estructural de la minería mexicana. En los siglos pasados también fueron amplia mayoría y existen evidencias acerca del papel clave que jugaron en el sector minero y en otros renglones de la vida del país. Además de su contribución a la producción total de plata, constituyeron un pilar de la economía y la sociedad de los territorios donde se desarrollaron; en los distritos mineros principales donde coexistieron al lado de grandes empresas (Zacatecas, Guanajuato, Real del Monte, Taxco, entre otros), fueron un soporte fundamental durante los periodos de crisis de éstas; también fueron fuentes constantes de empleo y sostén de muchos trabajadores y sus familias, y su demanda agregada de materias primas y artículos manufacturados coadyuvó al dinamismo de las actividades comerciales y de servicios a nivel local y regional.
Contribuir al conocimiento y apreciación de la importancia de la mediana y pequeña minería en la historia de México es, pues, el propósito central de este dossier. Hacerlo es pertinente y necesario porque, contra lo que pudiera pensarse, nuestro conocimiento sobre el conjunto de estas explotaciones es impresionista, de trazos difusos y formas imprecisas. O, en palabras llanas, es insuficiente.[3] El relato e interpretación dominantes sobre la estructura, funcionamiento y desarrollo de la industria minera en el pasado de México descansa fundamentalmente en el mucho más avanzado conocimiento que tenemos acerca de la gran minería, a la que los especialistas han priorizado en sus estudios. En buena medida, esto se explica por el poderío de ésta en cuanto al tamaño de sus empresas, volúmenes de producción, capital invertido, mano de obra empleada, tecnología utilizada, y por el lustre social de los individuos y grupos que encabezaron tales explotaciones. Además, existe mayor cantidad y disponibilidad de fuentes documentales para estudiarla. Sin embargo, aunque trascendental, la gran minería nos cuenta sólo una parte de la historia.
Tomados en conjunto, los siete textos de la sección Puntos de Encuentro nos hablan de la existencia y actuación de individuos, grupos sociales, unidades productivas y centros de producción situados fuera de los márgenes de la gran minería.[4] Abarcan un amplio arco temporal que va del siglo XVI a principios del XX. Se refieren al sur, centro y norte del actual territorio nacional, y en un artículo se exploran conexiones con otras partes del continente americano. La sugerente reseña sobre un documental de gambusinos de la sección Cinemantropos y el texto de la sección Antropovisual sobre un rescate ejemplar de patrimonio industrial en Pachuca-Real del Monte, completan el dossier.
Un encargo hecho a los autores fue emplear un lenguaje accesible para un público no especializado e intentar aguijonear su curiosidad para conocer más de lo que aquí encontrarán. La información y razonamientos que nos entregan en sus textos están basados en investigaciones escrupulosas y originales recién concluidas o que se vienen desarrollando. Varios de los datos, nombres, espacios, eventos y procesos a los que hacen referencia, son piezas valiosas y novedosas que se añadirán al rompecabezas en proceso de armado que, de forma gradual y si los especialistas trabajamos en colaboración, nos ofrecerá una imagen integrada y más fina, menos impresionista, de la que también hemos propuesto llamar minería no hegemónica. La multiplicación de evidencias empíricas y reflexiones como las que se vierten en este dossier es una de las vías para abrirnos a nuevas formas de entender y designar lo secundario y periférico, y lo central y hegemónico, en la historia minera de nuestro país.
Abre el dossier el texto de Iván Rivero sobre la explotación de oro en la etapa inicial de la Nueva España en el siglo XVI. Este es un tema opacado por la mucho mayor atención dada a la producción de plata por los estudiosos de la minería colonial. La extracción del oro de aluvión es vista con frecuencia como una actividad secundaria. La necesidad de corregir este desbalance en nuestro conocimiento sirve a Rivero de punta de lanza para exponer un convincente argumento acerca de la centralidad de la minería del oro en la configuración económica, social y territorial de varias partes del naciente virreinato. Además de la función del oro como medio de cambio, el autor destaca el dinamismo dado a la circulación de bienes y mercancías demandadas en las zonas de explotación y los considerables movimientos y reacomodos poblacionales (incluyendo la creación de asentamientos humanos de composición socio-racial diversa) provocados por la extensiva utilización de mano de obra indígena forzada, el empleo de esclavos africanos, y el arribo de españoles en busca de fortuna.
Brígida von Mentz invita a reflexionar sobre la influencia social de la pequeña minería en el México colonial. Tomando como base información documental acerca de pequeños centros productores de plata de distintas partes de la Nueva España, presenta un cuadro nítido sobre los efectos de esas explotaciones en el poblamiento de zonas alejadas, en su dinamismo económico y en la integración y funcionamiento de poblados muy diversos en su composición social y estructura ocupacional, fenómeno similar al observado por Rivero en la minería del oro. Ilustra los múltiples sectores sociales involucrados en la vida cotidiana de pequeños centros mineros a través del examen de la lista de clientes de una tienda en el real de Chichicapa (Oaxaca) y de otra en Mazapil en distintos años del siglo XVII. En la parte final de su texto incursiona en el examen de las consecuencias sociales de la intermitencia productiva de la pequeña minería, uno de sus rasgos más distintivos. La preeminencia que, en ciertos casos, adquirieron otras actividades productivas como la ganadería y agricultura y la desigualdad social que se revelaba entonces con mayor claridad en estas comunidades mineras, son temas de cardinales que apenas estamos comenzando a conocer.
En el tercer artículo, Laura Mier hace un ejercicio de caracterización de Ixmiquilpan como un distrito minero no hegemónico. Como sucede con sitios considerados de segundo rango, Ixmiquilpan ha sido poco estudiado debido, en parte, a la escasez de información documental disponible. Mier sitúa su examen durante el también poco estudiado siglo XVII, lo que acrecienta el interés en sus hallazgos. Nos asoma, por una parte, a un escenario de altas y bajas de la producción minera y de continuos periodos de intermitencia. Por otro lado, ensaya una primera reconstrucción de los propietarios de minas, entregándonos un cuadro donde aparecen y se vinculan personajes radicados en el distrito e inversionistas con intereses en minas y negocios en otras partes de la Nueva España. Ixmiquilpan tuvo un dinámico intercambio económico y social más allá de sus límites territoriales, de manera similar a las otras regiones y zonas tratadas en este dossier.
El texto de Isabel Povea nos sitúa ante el tema toral de la identificación y caracterización de los pequeños productores mineros. Su principal empeño se dirige a mostrar y enfatizar la heterogeneidad de los numerosos sujetos y grupos que intervinieron en la producción y refinación de la plata a pequeña escala. Refiere un amplio catálogo de individuos que intervenían en ella de manera formal, es decir, cumpliendo con los requisitos legales para poseer y explotar una mina o instalaciones metalúrgicas, y trae también a bordo a quienes lo hacían de manera eventual e informal, por cuenta propia, a nivel artesanal y fuera de la ley. Este es otro frente del estudio de la mediana y pequeña minería donde la escasez de registros documentales es un obstáculo para hacer reconstrucciones detalladas, pero que no impide lograr avances significativos, como nos muestra Povea. De su más amplia pesquisa sobre el distrito de San Luis Potosí, extrae noticias acerca de actores sociales muy heterogéneos y de sus dificultades para costear y tener éxito en la explotación de una mina o, a un menor nivel, para subsistir a partir de la extracción o recolección de pequeñas cantidades de mineral en bruto y de su refinación. Considerados de manera agrupada compusieron un sector que contribuyó a la producción de plata en San Luis Potosí, como sucedió en otros distritos mineros.
La presencia e importancia de la mediana minería en el centro de la Nueva España es abordada por David Navarrete. El escenario escogido es el distrito de Pachuca y Real del Monte en la segunda mitad del siglo XVIII. Esta selección es sugestiva, pues tal distrito fue uno de los centros de producción de plata arquetípicos de la gran minería durante ese periodo, lo que se ha reflejado en el débil trato dado por los historiadores al resto de los productores que ahí operaron. Los niveles de producción de plata de la gran empresa que dominó la zona y su progresivo declive conforme se acercaba el fin del siglo, sirven al autor para identificar y destacar la existencia y contribución de las explotaciones de menores dimensiones. En la segunda parte de su texto nos asoma a la composición del grupo de medianos productores. Retomando un planteamiento que se hiciera hace algunos años, Navarrete cierra reiterando su certeza sobre la utilidad y beneficios que resultan de distinguir e investigar a las medianas y pequeñas explotaciones como un sector diferenciado de la minería del México colonial.
Al pensar en minería, domina la idea de la extracción de los minerales del subsuelo y, en segundo lugar, de su fundición y refinación. Muy pocas veces se considera la molienda del mineral. Inés Herrera atiende a este aspecto clave del proceso productivo minero. Refiere las continuidades y cambios de las técnicas y procedimientos de molienda y trituración de rocas empleados en México desde la época virreinal hasta principios del siglo XX. Acerca de las técnicas usadas en la minería mediana y pequeña, señala que si bien la investigación al respecto es escasa, existieron evidentes similitudes con las grandes explotaciones. Hasta aproximadamente mediados del siglo XIX, las principales diferencias se dieron en el volumen, capacidad y organización de los procesos. El cambio sustancial ocurrió en el transcurso de la segunda mitad de ese siglo, cuando la introducción de maquinaria moderna y más eficiente fabricada en el extranjero confinó de manera gradual el uso de los molinos y mazos tradicionales a la minería pequeña y el gambusinaje. En la parte final de su texto, Herrera rastrea el empleo de las técnicas tradicionales de molienda mexicanas y andinas en la pequeña minería de los Estados Unidos, así como de sus adaptaciones y mejoras, en especial durante la fiebre del oro del siglo XIX y principios del XX. Este es un capítulo fascinante de la historia minera en América que hay que continuar investigando.
La historia demográfica es otro terreno anchuroso y fructífero para estudiar la minería que nos ocupa en este dossier. El texto de Tomás Arenas sobre la población del municipio de Sombrerete, Zacatecas, es una clara muestra. En él nos habla del rostro de una sociedad minera de “mediana magnitud” del norte de México durante el siglo XIX, cuando debió sortear continuos altibajos de la actividad minera local, feroces embates de frecuentes epidemias y sequías, y las perturbaciones causadas por los ataques de indios rebeldes. Debido a estos factores, entre 1813 y 1910 la población total de Sombrerete (incluyendo los pueblos y haciendas circundantes) tuvo una trayectoria fluctuante y aumentó de manera notable sólo a partir de la década de 1880. En cuanto a la composición del vecindario, la relativa lejanía del real de minas y su clima semidesértico no fueron obstáculos para que atrajera y albergara personas de distintos grupos socioétnicos (indios, españoles, mestizos y afrodescendientes), contribuyendo así al impulso de las relaciones interétnicas y entramados de relaciones culturales en esta parte del país. Arenas también se asoma a la estructura ocupacional del real de Sombrerete, destacando que si bien la principal ocupación era la minería, la agricultura, ganadería, comercio y servicios dieron sustento a un número considerable de familias. De hecho, el mayor porcentaje de la población del municipio residía en el campo, lo cual trae a nuestra atención la interdependencia de la minería con otras actividades económicas que suelen verse como secundarias.
Uno de los actores sociales más difíciles de historiar de la producción minera son los gambusinos. Aunque presentes en prácticamente cualquier sitio de extracción de minerales desde el siglo XVI hasta nuestros días, las noticias acerca de ellos en los archivos históricos son muy escasas. Cuando se encuentran, en general, se trata de menciones genéricas y quejas por los efectos nocivos de su actividad para la minería formal. La disponibilidad de modernos medios y productos audiovisuales no resuelve estos vacíos informativos del pasado, pero permite conocer de primera voz a los gambusinos en la actualidad y, si así se quiere, conectarlos mediante un ejercicio imaginativo con sus antecesores. Gabriela Zamorano reseña y nos invita a conocer un documental producido en 2020 sobre los gambusinos en un pueblo minero de Nayarit, en el occidente de México. Subraya el contenido y valor de los testimonios del grupo de gambusinos entrevistados —incluyendo una mujer— acerca de sus motivaciones, temores y formas de entender y llevar a cabo su trabajo. A esta narración “a varias voces” se suman secuencias y fotos del paisaje y del interior de las minas que escarban en busca de oro, componiendo una imagen vívida de un oficio que ha sido realizado y transmitido de generación en generación, y que pese a generar escasas ganancias —con frecuencia, “sólo para sobrevivir”— no se detiene. Zamorano cierra subrayando la fuerza y paradoja que sostiene el trabajo “inagotable, precario y peligroso” de estos gambusinos, esperanzados en alcanzar el éxito material que promete el orden neoliberal al esfuerzo individual.
El texto de la autoría de Belem Oviedo y Marco Antonio Hernández, en la sección Antropovisual, describe los distintos componentes museográficos, archivísticos y documentales del corredor arqueológico industrial del distrito de minas de Pachuca y Real del Monte, en el Estado de Hidalgo. Este exitoso y ejemplar proyecto de rescate de patrimonio industrial minero tiene como uno de sus objetivos centrales hacer accesible al público en general la historia de la minería de dicho distrito desde la época colonial hasta el presente y contribuir a la recuperación de la identidad de la población local en los aspectos vinculados con esta industria. Oviedo, directora de este proyecto, junto con Hernández, ha encabezado a un reducido pero incansable equipo de trabajo a lo largo de varias décadas. Los autores refieren las estrategias, trabajo interdisciplinario y obras de diverso tipo (fotografía, escultura, pintura, dibujo, etc.) empleadas para reconstruir y transmitir la historia del distrito en sus distintas vertientes y expresiones: minas y socavones, instalaciones de superficie y oficinas, maquinaria y tecnología empleada, registros documentales, etc. A ello se suman diversos elementos que recuperan la memoria y contribuciones de los trabajadores mineros. Se trata, en suma, de un proyecto de rescate patrimonial de nivel mundial, como hemos podido constatar quienes lo hemos visitado y recorrido.
David Navarrete Gómez[1]
CIESAS Ciudad de México
Referencias
Data México (2024). Minería. Secretaría de Economía, Data México. Consultado el 13 de junio de 2024. https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/industry/support-activities-for-mining-2131
Navarrete G., D. (2018). La mediana minería en la Nueva España. Apuntes para una agenda de investigación. En D. Navarrete y L. B. Rodríguez (coords.), La minería latinoamericana. Escalas de abordaje, fuentes y reflexiones metodológicas [Dossier]. ISTOR. Revista de Historia Internacional, 19(73), 93-110.
Navarrete G., D. y Povea Moreno, I. M. (2023). Introducción: ¿Minería marginal? Espacios, minerales y productores no hegemónicos en México y Argentina, siglos XVI-XIX. Naveg@mérica. Revista electrónica editada por la Asociación Española de Americanistas, (31). https://doi.org/10.6018/nav.585971
Navarrete G., D., y Rodríguez, L. B. (coords.) (2018). La minería latinoamericana. Escalas de abordaje, fuentes y reflexiones teórico-metodológicas [Dossier]. ISTOR. Revista de Historia Internacional, 19(73).
Secretaría de Economía (2024, 11 de junio). Minería. Consultado el 13 de junio de 2024. https://www.gob.mx/se/acciones-y-programas/mineria
Seijas, T. y Velasco Murillo, D. (2021). Introduction: a new mining and minting history for the Americas. Colonial Latin American Review, 30(4). 485-97.
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hyrco@ciesas.edu.mx ↑
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2,067 de las empresas (63% del total), registraron no más de 10 empleados (Data México, 2024). ↑
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Se han realizado diversos y valiosos estudios que pueden clasificarse dentro del rubro historiográfico que aquí planteo. Sin embargo, en su gran mayoría, son estudios individuales, sin una agenda común, y animados por objetivos y planteamientos ceñidos a la historia local o regional. Un primer balance historiográfico al respecto se encuentra en Navarrete (2018). ↑
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Remito al lector interesado a dos publicaciones recientes donde se discute el concepto de mediana y pequeña minería y en las que encontrará un balance panorámico del estado de actual de nuestro conocimiento sobre este sector en México y otros países de América Latina: Navarrete y Povea Moreno (2023), y Navarrete y Rodríguez (2018). Véase también Seijas y Velasco (2021). ↑