Precariedad laboral y desigualdad en el trabajo ladrillero: estrategias de subsistencia en Las Terceras, San Luis Potosí

Rudy Argenis Leija Parra[1]
UAM-Iztapalapa

Imagen que contiene exterior, roca, hombre, sucio

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Figura 1. Haciendo la remoja. Las Terceras, San Luis Potosí. 2024. Fotografía del autor

Resumen

Este artículo analiza los elementos que precarizan la actividad ladrillera en las colonias Tercera Chica y Tercera Grande, más conocidas como Las Terceras, en la periferia norte de la ciudad de San Luis Potosí, y su efecto en la inequidad que sufren quienes la realizan. Se argumenta que es altamente precaria, resultado de la articulación entre las múltiples carencias que exponen la temporalidad, la vulnerabilidad, la insuficiencia salarial y la desprotección laboral; sin embargo, permite subsistir gracias a las acciones y estrategias que los ladrilleros hacen para enfrentar y reducir sus efectos. Se cierra planteando que son compensatorias y, para que ellos, sus familias y localidades generen situaciones dignas e igualitarias para vivir, deben mejorarse las condiciones en que trabajan, incrementar el precio de sus productos y acceder a derechos laborales, a protección social y de salud.

Palabras clave: precariedad laboral, desigualdad, yrabajo ladrillero, igualdad, dignidad.

Introducción

El presente trabajo analiza la precariedad laboral que padecen los ladrilleros de Tercera Chica y Tercera Grande, poblados localizados en la periferia norte de la capital potosina, su impacto en la generación y mantenimiento de la desigualdad que viven y las acciones que toman para contrarrestarla, por medio de un enfoque multidimensional en el que no solo se despliegan inequitativamente ingresos, también circunstancias de trabajo desventajosas, desde una óptica procesual para determinar su origen y estructuración, uniéndolo con una perspectiva constructivista que expone los actos que las sostienen o reconfiguran (Reygadas, 2008: 35-54).

La elaboración de tabique es un trabajo con características (agotador, extendido, informal), condiciones de trabajo (insalubre, peligroso para la salud) y situaciones emergentes (estigmatización, cierre de ladrilleras) que lo deterioran más, excluyendo de diversos beneficios a los tabiqueros, a sus familias y sus poblados, coartando su bienestar debido a la inseguridad e inestabilidad que les ha impuesto. Es como precario, al no funcionar con contratos ni prestaciones y proveer sueldos bajos; los periodos de trabajo son irregulares, parciales o extensos; las circunstancias en que se realiza son adversas, no ofrece seguridad social, viola los derechos humanos y limita la negociación colectiva (Reygadas, 2011: 22).

Esta actividad ilustra la heterogeneidad del campo de trabajo, en el que las condiciones adecuadas que deberían presentar todos los empleos son inaccesibles para una gran cantidad de éstos. La precariedad laboral muestra cuánto se han deteriorado las circunstancias en que se manufactura el ladrillo y cómo perjudica a quienes viven de ésta al afectarles en diferentes dimensiones de su existencia, configurándose en otro mecanismo que produce y reproduce inequidades sociales (Mora y De Oliveira, 2010: 103), al distribuir asimétricamente capacidades, bienes, recursos y también cargas (Tilly, 2000: 38), añadiéndose a la desigualdad estructural que históricamente sufren los ladrilleros.

Las Terceras: desiguales y precarias

El escenario en el que surgió y se mantiene la actividad tabiquera, sumado al perfil socioeconómico de los ladrilleros y sus familias, es importante para entender el origen y conformación de la precariedad en que se desempeñan y su papel en el mantenimiento de la asimetría que sufren Tercera Chica y Tercera Grande, mejor conocidas como Las Terceras, colonias periurbanas localizadas en los bordes norte de la capital potosina, aproximadamente a 7 kilómetros de su centro histórico, que conservan ciertas características rurales ligadas a la agricultura y ganadería menores.

Al urbanizarse esta zona, dichas actividades casi desaparecieron; no obstante, la manufacturación de tabique, que se realizaba desde los años 40 en los barrios aledaños de Tlaxcala y Santiago,[2] empezó a cobrar auge y se disparó en ambas localidades gracias a la creciente demanda de material para edificar la urbe potosina. Los insumos para realizarla eran accesibles (tierra, arcilla, agua y estiércol), la fuerza laboral estaba ahí, aprender la actividad era relativamente sencillo y establecer una ladrillera[3] no era tan complicado.

Mapa

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Figura 2. Ubicación de Las Terceras, en la ciudad de San Luis Potosí. Elaboración: Anahid Cruz Pérez, 2024

Paralelamente, se constituían como espacios sociales periurbanos, excluidos y en desventaja, resultado del despliegue parcial de infraestructura básica: drenaje, electricidad y pavimentación, que, sumado al acceso deficiente a salud, educación, agua potable y transporte, configuraron un perfil socioeconómico marginal en sus pobladores, que les limita en varios aspectos, como la obtención de un trabajo digno. Estos procesos provocaron que la producción de ladrillo se consolidara como la actividad económica central en Las Terceras y se desempeñara en circunstancias precarias persistentes, favoreciendo un círculo que agrava la desigualdad que sufren quienes la realizan, sus familias y comunidades.

Segregadas de un mercado laboral que requiere perfiles profesionales e industriales, estas personas generaron y fortalecieron una alternativa de autoempleo que les permite subsistir, aún con sus desventajas: inestabilidad del lazo laboral, deterioro de las condiciones para trabajar, ingresos insuficientes y carencia de prestaciones laborales y sociales, excluyéndolas de los beneficios de una ocupación digna. No obstante, para las personas de ambas colonias la manufactura de ladrillo va más allá de un empleo, es el dispositivo principal que ha sostenido la vida de varias generaciones, permitiéndoles la organización y reproducción social, pese a la complejidad de sus entornos.

Precarización del trabajo ladrillero

Elaborar tabique requiere de un despliegue físico considerable durante todas sus etapas: remoja, batido y moldeado de las piezas; tendido, “amonado” (secado vertical) y trinchado (guardar cerca del horno); carga del horno y quema; descarga y venta. Se considera un trabajo artesanal porque incorpora las manos y los pies, principalmente al inicio del proceso; también rudimentario por la poca mecanización, los procedimientos simples y poco calificados que aportan escaso valor al producto, la falta de programas de seguridad y la degradación ambiental que produce durante la quema (notas de campo, noviembre de 2023 a enero de 2024).

Desde niños se introducen en esta actividad, aprendiéndola del padre o familiar cercano, manteniendo el linaje ladrillero, aunque otras personas también lo enseñan. Comienzan con labores sencillas, como labrar pocas piezas o recortar sus orillas cuando se secan al sol, e intensifican paulatinamente su esfuerzo y complejidad. Los varones la desempeñan más, aunque algunas mujeres también. El área de trabajo es la ladrillera y frecuentemente está próxima a la unidad doméstica.

En este contexto, analizaré los rasgos que delinean la actividad tabiquera como precaria en Tercera Chica y Tercera Grande para establecer su nivel de precariedad, enfocándome en el número, articulación y consecuencias adversas para los ladrilleros y sus familias y cómo agravan la inequidad que sufren; desde sus vivencias y significados y las valoraciones que les dan.

Vista de cerca de un edificio

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Figura 3. Ladrillo tendido y “amonado”. Las Terceras, San Luis Potosí. 2024. Fotografía del autor

Inicio con la temporalidad, caracterizada por la irregularidad en el lazo laboral, la contratación por un periodo determinado y la formalización de un contrato que establezca los ingresos, las condiciones (días, horarios para trabajar y descansar), las acciones a realizar y los derechos laborales y sociales otorgados (Rubio, 2010: 79). Como no existe un vínculo de trabajo entre patrón y empleado, éste no accederá a dichos beneficios que le permitan vivir dignamente (OIT, 2012: 64).

Así, algunas desventajas emergen inmediatamente, como expresa Juan:
Aquí no tengo contrato, apenas tengo con él tres meses, porque te digo, trabajo con otros y así; he trabajado con otras personas porque, como te digo, hay veces que baja la venta y no tienen para pagarme y aquel si ¡y así, nos cambiamos de un lado a otro!, ¡donde me ocupen voy! (entrevista, 4 de diciembre de 2023)

Saúl expone circunstancias similares: “No, aquí no hay contrato. Tengo medio año con don Juan trabajando; he andado allá por Milpillas, San Juanico, he andado por todos lados, es que aquí no estaba ocupando, nada más traía un solo chavo de chalán” (entrevista, 5 de diciembre de 2023). En ambas situaciones, el mercado y la inestable demanda de tabique influyen para no cristalizar un contrato laboral y que el vínculo entre patrón y empleado sea flexible y provisional y que ambos realicen acciones para reducir sus efectos, elaborando acuerdos que aceptan conscientemente.

La vulnerabilidad es otro aspecto que precariza este trabajo, por el detrimento de las condiciones en que se realiza, los diversos riesgos a los que se enfrentan los empleados y las afectaciones que sufren en su integridad y salud (Rubio, 2010: 79). Elaborar el ladrillo necesita de un esfuerzo físico importante que involucra todo el cuerpo. Para manipular los materiales de labranza, moldear y tender las piezas se necesitan los pies y las manos desnudas, aumentando los riesgos físicos, como expone Manuel: “Una cortada con el azadón, ese puede ser algún riesgo porque es filoso”. Lo secunda Hilario: “Una espina, en la tierra vienen escondidas, o vidrios y clavos, depende dónde se haya cargado. A veces viene contaminada y trae ese tipo de peligros, uno puede picarse o cortarse un pie amasando o moldeando” (entrevistas, 25 de noviembre de 2023).

Aunque estas etapas suponen amenazas para los tabiqueros, la quema de los ladrillos representa un peligro mayor y permanente por las graves consecuencias corporales y a la salud, dada la ausencia de equipo de protección adecuado; José lo ejemplifica:

Tuve un accidente quemando, eché un montón de basura y salió una especie de bala que se incrustó en mi brazo izquierdo y comenzó a chorrear sangre, tuve que ponerme un torniquete con unos trapos que había. Fui a dar a un hospital privado. (Notas de campo, 23 de enero de 2024)

Este contexto riesgoso en el que se manufactura el tabique expone las externalidades de elaborarlo artesanal y rudimentariamente, que son sufridas cabalmente por el cuerpo, la integridad física y la salud de estos trabajadores, somatizándose en malestares o enfermedades que los afectan inmediatamente o después. Aunadas a la ausencia de cobertura de salud, la precariedad y la desigualdad se agudizan, pues deben pagar la atención médica de sus ingresos bajos, otro elemento que precariza este empleo.

A quienes subsisten de él, les limita el acceso a alimentación, salud, educación y vivienda adecuadas, fundamentales para bien vivir (Rubio, 2010: 79). Al ser trabajadores no remunerados, el sueldo que ganan diaria o semanalmente es irregular, pues se paga a destajo, según las labores realizadas y las piezas producidas. Además, cada fase se paga diferente. Según Adrián:

Lo que gane depende de uno, si hago 1,000 tabiques son $600.00, en 500 piezas son $300.00, aquí le pagan a uno por lo que haga. Eso es desde la batida hasta trincharlo al lado del horno, la carga y la quema son aparte; por la primera me pagan $300.00, por la segunda $700.00. No considero justo el sueldo, es poco y es mucho esfuerzo. (entrevista, 8 de diciembre de 2023)

Si bien está arriba del salario mínimo,[4] no equivale al esfuerzo, desgaste y tiempo que demanda la elaboración de tabique, ejerciendo más presión y sobreexplotación del trabajador para compensar su limitado alcance, pauperizándolo, y distanciando este trabajo del modelo de dignidad y productividad al no dejar que los ladrilleros y sus familias alcancen un nivel de consumo por encima de la línea de pobreza (OIT, 2020: 42).

La desprotección laboral que padecen estos empleados es el último aspecto que los precariza, limitándoles el acceso a prestaciones laborales (aguinaldo, vacaciones, crédito hipotecario) y protección social (atención médica, pensión) (Rubio, 2010: 79), primordiales para su bienestar pleno y el de sus familiares. En su trayectoria laboral nunca han gozado de estas ventajas, como dice Martín: “En 32 años que llevo trabajando, nunca he tenido servicios de salud, seguro, prestaciones, vacaciones pagadas o aguinaldo”. Su patrón, Santiago, lo confirma: “Prestaciones, sinceramente no hay” (entrevistas, 13 de diciembre de 2023).

Tales desventajas los privan permanentemente de gozar beneficios adicionales de su trabajo, trascendiendo lo instrumental y el salario, que, aunque reducido, mantiene limitadamente su subsistencia; además, parece que no otorgarlos ni tenerlos ha establecido un acuerdo informal sancionado por ambas partes, promovido quizá por la inestabilidad de este trabajo.

En conjunto, los rasgos evidencian que la actividad ladrillera surgió en condiciones precarias que se cristalizaron debido a que mucha gente trabaja en esta, reproduciéndolas desde hace tiempo y constituyendo una “precariedad laboral tabiquera”, con componentes específicos que configuran su inestabilidad. Por otro lado, refuerzan el argumento de que algunos sectores económicos son más proclives a una precariedad estructural (Reygadas, 2011: 22).

Precarización y sufrimiento en el trabajo ladrillero

Entender cabalmente el grado de precariedad laboral que sufren los ladrilleros de Las Terceras requiere, además de identificar y agregar cada aspecto que la constituye, analizar sus consecuencias para determinar su vulnerabilidad ocupacional y de vida. Dicho ejercicio requiere aproximarnos a ellos para explorar cómo la viven y padecen diariamente (Hualde, López y Tolentino, 2014: 152), retomando sus elementos subjetivos para entenderla desde los constreñimientos materiales (en ingresos, alimentación, salud, educación, vestimenta, vivienda) que les impone, y cómo y qué tanto les afecta individual, familiar y comunitariamente, para establecer su papel en la producción y mantenimiento de la desigualdad que viven.

Respecto a la temporalidad, la irregularidad del lazo laboral está influenciada por la inseguridad en elementos característicos del empleo (producción, venta, ganancias, reinversión), fomentando circunstancias mínimas que se aceptan para trabajar y percibir cualquier ingreso, pese a la incertidumbre, como plantea Juan: “No hay de otra más que aceptar eso porque ya sabe uno que no anda muy bien el trabajo, que ya está batallando aquel y no le puede uno exigir” (entrevista, 4 de diciembre de 2023).

La fluctuación de la demanda y el mercado erosiona los vínculos laborales indefinidos y la consolidación de derechos y obligaciones entre patrones y trabajadores en un contrato que les de certeza, provocando que los últimos desempeñen labores adicionales también inestables para contrarrestar sus afectaciones, generándoles más pesos sin que su situación mejore sustancialmente. Así lo expone Saúl: “Cuatro días son los que le ayudo aquí a don Juan, luego nos salen otros trabajillos y nos vamos, aunque no generan tanta ganancia” (entrevista, 5 de diciembre de 2023).

Mientras, el contexto inseguro e insalubre en que se produce el tabique, aunado al proceso rudimentario para manufacturarlo y mantenerlo artesanal, expone a los ladrilleros a mayores amenazas que dañan su integridad física y su salud, vulnerándolos más. Contusiones, laceraciones o picaduras en el cuerpo no parecen graves, pero pueden empeorar al exponerse continuamente a la intemperie, a los materiales de labranza o postergar la atención médica; Manuel lo padeció: “Una vez me corté el pie con un vidrio, sentía caliente por la sangre. Seguí trabajando porque dicen que el lodo cura y no me atendí. Tres días después no podía caminar porque se infectó; duré tres semanas sin trabajar” (entrevista, 25 de noviembre de 2023).

La situación se agrava porque no tienen la costumbre de atenderse, y los coloca en la disyuntiva de trabajar y empeorar, o no hacerlo y no percibir su sueldo, perjudicando también a sus familiares al ser los proveedores principales. Al no gozar de cobertura médica pública, atenderse representa un desembolso adicional que afecta sus bajos ingresos.

Edificio de piedra

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Figura 4. Quemando el ladrillo. Las Terceras, San Luis Potosí. 2024. Fotografía del autor

La insuficiencia salarial impide a los ladrilleros y a sus familias satisfacer requerimientos básicos: alimentación adecuada, atención médica, educación y vivienda (OIT, 2021: 30), en suma, circunstancias para vivir dignamente. El poco e irregular salario que obtienen hace que estas personas contemplen lo inmediato, se autolimiten y antepongan la alimentación a otras necesidades, como expresa Francisco: “Con lo que gano en el tabique vivimos al día, solo alcanza para frijoles y tortillas, ¿carne?, muy de vez en cuando; mucho menos pensar en pasear o comprar ropa o zapatos” (entrevista, 10 de enero de 2024).

Para paliar esta situación, el tabiquero genera un ingreso adicional trabajando en otros lugares, intensificando sus periodos de trabajo al prolongar las horas y días laborales, deteriorando su salud. Según Giovani: “Los días que no trabajo aquí voy a otras ladrilleras a cargar o descargar el horno o quemar para sacar más dinero; hay semanas que termino bien “quemado”, me duelen las piernas, las manos y la espalda” (notas de campo, 24 de enero de 2024).

La falta de derechos y protección social precariza más a los ladrilleros, pues serían importantes para minimizar los efectos de las amenazas en el trabajo y el bajo salario que perciben. Igual que los otros aspectos que dignificarían su trabajo, son negados por el inestable lazo entre dueño y empleado y la irregular venta de piezas, como señala Santiago: “Aquí andamos a destajo, si trabajas más ganas más, siempre y cuando haya venta. Aquí vacaciones o seguro, de eso cero; póngale que ahorita en Navidad sí nos dan algo de aguinaldo o para el refresco” (entrevista, 11 de diciembre de 2023).

Dichos factores que precarizan esta actividad muestran la multidimensionalidad de áreas de la vida que vulneran y agudizan la precariedad que padecen los ladrilleros al estar todos funcionando, de distintas maneras, y articulándose. Asimismo, muestran la exclusión severa de un conjunto de ventajas y derechos que dignifiquen la actividad y a quienes la realizan, y exhiben la ruptura entre trabajo y bienestar.

Subsistir a la precarización del trabajo ladrillero

Aunque la precariedad en que desempeñan su actividad los tabiqueros les impone dificultades para vivir apropiadamente, subsisten gracias a las diversas acciones individuales y colectivas que han adoptado para disminuir sus efectos y mostrar que esta problemática puede cambiarse, incluso contrarrestarse si se construyen las condiciones adecuadas (Guadarrama, Hualde, López, 2012: 221).

El dueño y el trabajador optimizan la temporalidad de su vínculo laboral cuando las circunstancias para elaborar y vender ladrillo no son favorables, particularmente en temporadas lluviosas o frías, o de escaso consumo a principios y mitad de año, permitiéndoles, respectivamente, capitalizarse y generar ingresos trabajando paralelamente en otro sitio. Dice Iván: “Cuando baja el trabajo hay que buscarle, aquí, en lo mismo del ladrillo; en la mañana trabajo aquí y por la tarde busco otros jales” (entrevista, 13 de diciembre de 2023).

Existen relaciones de trabajo más prolongadas que son valoradas por ambas partes y que dan ventajas adicionales, en ingresos o en seguir trabajando en la misma ladrillera; Víctor lo expone: “Con Adrián tengo 3 años trabajando, dos años quemando y un año antes echando ladrillo; entré descargando la ladrillera. Como ya tenemos planta nos hace préstamos; en otros lugares no te prestan dinero” (entrevista, 11 de enero de 2024). Aunque sea una acción incipiente, consolida en cierta medida la relación laboral, gracias a un pequeña y breve redistribución de ganancias, a la valoración del conocimiento y la elaboración de tabique y la lealtad al sitio de trabajo.

Para disminuir los riesgos, la fatiga, los malestares corporales y las enfermedades ocasionadas por hacer el ladrillo rudimentariamente, particularmente la mezcla y la quema de piezas, algunos ladrilleros las han mecanizado. Jorge Da un ejemplo de la primera: “Yo uso una batidora para mezclar, es más fácil, rápido y menos cansado, pues reduce el tiempo de 3 horas a 45 minutos; pero vale $15,000.00” (notas de campo, 3 de diciembre de 2023). Una solución ingeniosa de la segunda la cuenta Eugenio, que adaptó como extractor una bomba para inflables, a la que unió dos mangueras, una de cinco pulgadas de ancho y dirigida a un contenedor del que succiona aserrín fino, y otra de dos metros de longitud que lo deposita en el horno. Desde su experiencia. “ayuda a no estar tan cerca del horno y exponerse mucho al calor; tengo con él 6 años trabajando y ha funcionado bien, solo que gasté $3,500.00” (notas de campo, 9 de enero de 2024). Aunque ambos dispositivos facilitan el trabajo y reducen riesgos y daños a la salud, su precio considerable los hace inaccesibles para el grueso de los ladrilleros. Si esta tendencia continúa, puede fomentar asimetría entre ellos.

Sobre las acciones para encarar el reducido e irregular salario que ganan estos trabajadores, es frecuente que acudan a la multi actividad para completarlo e incrementar su potencial, como señala Enrique: “Varias veces han bajado mis ingresos, por eso, desde hace dieciocho años trabajo en la ladrillera y también cargando instrumentos e instalando el audio de un grupo musical los fines de semana” (notas de campo, 28 de noviembre de 2023). Alternar estos trabajos y desempeñarlos complementariamente le permite generar ingresos más seguros y tener mayor estabilidad económica.

También las patronas urden tácticas para que sus empleados encaren la insuficiencia salarial. Por ejemplo, Carolina, utilizando sus nexos con el mercado, señala: “Al comprador le digo: ‘Oye, ¿me puedes dar por adelantado algo para darle a mi gente?’, ¡’bueno, sí, te voy a dar tanto!’ Entonces, de ahí yo puedo decir: ‘Voy a agarrar tanto para quemar’, y ya les reparto, de perdido poquito, pero para todos” (entrevista, 8 de diciembre de 2023). Esta repartición de las ganancias promueve la igualdad entre todos(as), la reciprocidad, al aquilatar lo que la contraparte realiza para beneficio común, y la cohesión entre el grupo. En suma, mantienen esta actividad y que puedan beneficiarse de ella.

Las prácticas para soportar los embates ocasionados por la falta de prestaciones laborales y de protección social son variadas. Hay personales, como ahorrar, así lo hace Santiago: “Si yo o alguien de mi familia nos enfermamos, a veces uno dice: ‘Voy a guardar un recurso, que de $50.00 para cubrirlo’; se enferma alguien y ya tenemos para la atención” (entrevista, 11 de diciembre de 2023). Anticipar la atención médica es una muestra de su mayor vulnerabilidad por no tener servicios de salud, y una forma activa de gestionarla gradualmente, sin pagar de golpe una suma cuantiosa de su salario.

Algunos patrones, dentro de sus posibilidades, otorgan ciertos derechos y prestaciones a sus trabajadores al pagarles asistencia médica y cierta cantidad de su salario cuando sufren un accidente laboral, permitiendo que ellos y sus familiares subsistan hasta que se recuperen y laboren nuevamente; así lo hace Raúl: “Ya me han pasado 2 o 3 accidentes al quemar; cuando pasaron tuve que pagar curaciones y pagarle su semana al trabajador, no al 100%, pero sí una parte” (entrevista, 9 de diciembre de 2023). Su empatía y responsabilidad para compensar en cierto grado la desprotección de su trabajador, favorece la solidaridad y robustece los vínculos laborales para que ambos se beneficien de este trabajo.

Conclusiones

En este texto analicé la precariedad laboral que sufren los ladrilleros de Las Terceras, San Luis Potosí. Estas localidades evidencian la segmentación espacial del campo de trabajo, con ocupaciones caracterizadas por percibir salarios bajos y no contar con derechos laborales ni protección social, cuyos efectos agravan la asimetría estructural que históricamente padecen.

Los aspectos que precarizan esta actividad y su articulación agravan sus secuelas porque afectan múltiples aristas de la vida: económica, social, de salud, entre otras. Además de la inseguridad para consolidar un plan laboral y personal de largo aliento. Así, se constituye en una labor paliativa que da condiciones para subsistir, pero con costos. Igualmente, muestra las diversas asimetrías que afectan a los ladrilleros, desde contar con mínimas capacidades para mejorar sus condiciones laborales y la venta de sus piezas, o no beneficiarse de distintas ventajas laborales o de seguridad social, lo que visibiliza las externalidades sociales, económicas y ambientales que se les imponen y favorecen su explotación.

Las acciones y tácticas adoptadas por los tabiqueros para encarar y disminuir las secuelas de trabajar precariamente les posibilitan vivir de esta labor- No obstante, para dignificarla y desmontar la inequidad que fomenta, deben fortalecerse y complementarse con medidas a escala interaccional, como promover cooperativas, tecnificar la producción e incrementar el costo de sus piezas. En lo estructural, generar leyes que los formalicen, les otorguen derechos y protección, y pagar impuestos mínimos.

Bibliografía

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  1. Becario posdoctoral Secihti, Posgrado en Ciencias Antropológicas| Correo electrónico: ralp@xanum.uam.mx
  2. El primer cuadro de la ciudad de San Luis Potosí se compone de siete barrios: Tlaxcala, San Miguelito, Montecillo, San Sebastián, San Juan de Guadalupe, Santiago y Tequisquiapan.
  3. Entiendo por ladrillera el espacio laboral conformado por áreas para depositar los materiales de labranza (tierra, arcilla, agua y estiércol) y quema (madera, aserrín, desechos domésticos e industriales); de sitios para hacer el ladrillo: remoja, mezcla y moldeado; tendido, secado vertical y almacenamiento; además del horno para quemarlo (Notas de campo, noviembre de 2023 a enero de 2024).
  4. Por la zona en que se ubican La Tercera Chica y Tercera Grande, en el 2023 el salario mínimo era de $207.44 diarios. Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI)t