¿Por qué cantamos?[1]

Windy Goodloe[2]
Asociación del Cementerio de los Exploradores Seminoles e Indígenas

Vadeen en el agua
Vadeen en el agua, niños
Vadeen en el agua
Dios va a agitar las aguas…

Doña Lucía cantando This may be my last time en el cementerio
Foto: Windy Goodloe


La primera vez que escuché esta canción, aunque no entendí lo que quería decir, me di cuenta que me afectaba profundamente. Sabía que era diferente a las canciones que había escuchado en la radio. Sabía -y debo confesar- que lo que sentía era diferente a lo que me hacían sentir las canciones que escuchaba en la radio. Wade in the water (Vadeen en el agua) es una de mis canciones favoritas. Es una canción que cuando niña había escuchado durante los Días de los Seminoles y en Juneteenth, así como en la iglesia, junto con This Little Light of Mine (Esta pequeña luz mía), el Himno Nacional de la Negritud y varias más.

En el mundo en que vivimos hoy podemos descargar inmediatamente cualquier canción que deseemos de nuestros teléfonos o nuestras computadoras. Por ejemplo, el otro día, mientras salía del centro comercial Plaza del Sol en Del Río, escuché una canción que no había oído en años y ya para el momento en que estaba llegando a mi coche, la había descargado, de modo que pude escucharla varias veces en el trayecto a casa. Tenemos la gran fortuna de vivir en una época en que la música es tan accesible. Cuando queremos crear cierto estado de ánimo, todo lo que tenemos que hacer es ir a Spotify© o a Apple Music©. Para mí, la música ha sido una parte integral de mi existencia desde que tengo memoria. Tan así, que decidí estudiar música mientras estaba en la universidad.

Estaba y lo sigo estando, obsesionada con el jazz en particular con John Coltrane, Miles Davis y Billie Holiday; y fue durante mis años en la universidad que me di cuenta de la profundidad que tiene cierta música. Tuve profesores asombrosos que hacían hincapié en la importancia tanto de la ejecución técnica como del establecimiento de un vínculo emocional íntimo con el material que se estaba tocando. Al estudiar acerca de la historia de la música, me quedé anonadada cuando aprendí que el primer instrumento musical no fue ni el tambor, ni una versión temprana del piano, la flauta o la guitarra. El primer instrumento musical fue la voz humana. La voz humana. Pensemos en eso.

Tan pronto como nuestros ancestros en la antigüedad aprendieron a emitir sonidos guturales, también comenzaron a emitir sonidos melódicos. Usaron sus voces para comunicarse entre sí, para pasar el tiempo y para apaciguar a un bebé lloriquiento o soñoliento. Nuestras voces han atravesado no siglos sino milenios y siguen siendo testimonios de nuestra existencia. Las hemos traído a lo largo de toda nuestra existencia y lo seguiremos haciendo, usándolas como instrumentos de registro y cambio… Al aprender todo esto, no pude sino preguntarme con asombro: ¿por qué se canta? ¿por qué cantamos nosotros?

Doña Lucía y Makeda Dread

Foto: Corina Torralba


La historia del género musical llamado espiritual negro (“negro spiritual” en inglés) comienza en nuestra tierra de origen, en África, donde la música estaba fusionada con todos los aspectos de la vida cotidiana. Se cantaba para celebrar nacimientos, muertes y matrimonios. Tambien se cantaba cuando se trabajaba. Junto con la voz, el tambor era otro importante instrumento que se usaba como forma de comunicación. Se creaban ritmos para indicar nacimientos, muertes, y también para enviar distintos tipos de mensajes. Con el uso del tambor, los africanos crearon una forma de comunicación que sería envidiada, que estaba a la altura de cualquier otra forma de comunicación existente en aquella época.

Ahora, imagínate el verte forzada a ser parte de una situación que no no deseaste ni escogiste. Imagínate que te arrebaten tu hogar, tu tambor y tu vida, tal como la conoces. Imagínate que te sustraen, a la manera de un robo, de todo lo que conoces y amas. Imagínate que te meten a un barco, como en una lata de sardinas y te embarcan en una travesía de tres o cuatro meses, que te lleva a las mismas entrañas del infierno. Y cuando se arriba al nuevo destino -si lograbas sobrevivir- te dicen que tu lengua, tus creencias y tu modo de vida ya no son tuyos. Y en cambio, te fuerzan a hacerte a otra lengua, a otra serie de creencias y a otro modo de vida. Sin embargo, hubo algo que a los africanos esclavizados no les pudieron quitar: la voz. De modo que, cuando a estos africanos se les impuso la condición de esclavos, su voz y su música los acompañaron. Y el espiritual negro se convirtió en una manera de comunicarse, una manera de lamentar esta vida impuesta, una manera de consolarse los unos a los otros.

Cuando a esa gente se le forzó a aceptar el cristianismo, tomaron ciertas historias de la Biblia y las usaron para crear códigos, que más tarde utilizarían para ayudarse cuando intentaban escapar. La historia que tuvo mayor difusión y uso es la de Moisés y el éxodo. No es casual que a Harriet Tubman[3] se le llamara Moisés. De hecho, la canción Wade in the Water (Vadeen en el agua) es un excelente ejemplo de cómo se usaban esos códigos para guiar a quienes buscaban la libertad.

La siguiente cita proviene del libro Soul Praise[4]:

Como muchas canciones de los esclavos impregnadas de temas religiosos, “Wade in the water” (“Vadeen en el agua”) contenía un doble mensaje para aquellos esclavos que planeaban escaparse. Y fue una de varias de las que se valió Harriet Tubman para dar instrucciones a los esclavos acerca de una próxima fuga, pues esa canción les indicaba cómo podían hacer para que los perros sabuesos, de agudo olfato, les perdieran la pista. Se trata de una canción poderosa, con un mensaje fortalecedor y de aliento, un himno muy difundido y apreciado, cuyo mensaje principal pareciera ser un recordatorio del siguiente pasaje de las escrituras: “En cierta estación del año, un ángel bajó al estanque y agitó las aguas. De modo que quienquiera que, después de eso, se metiera al estanque quedaría íntegro, pleno y curado de cualquier enfermedad que hubiera padecido’ (Juan 5:4). Así como el ángel del Señor había “agitado” las aguas para curar a los enfermos, el Señor puede curar y sanar espritualmente a quienes se sienten oprimidos.

Esta cancion también servía como un recordatorio para que los fugitivos viajaran cerca de los ríos y arroyos, donde podían encontrar refugio, seguridad, comida e indicaciones para su viaje. Como otras canciones que la antecedieron, “Vadeen en el agua” se refiere directamente al pueblo israelita, su cautiverio y opresión en Egipto, así como a su emancipación por parte de Dios a través de Moisés. El mensaje enviado por Dios indicaba que el faraón debía liberar a los israelitas para que éstos pudieran adorar a Dios. Y para llegar a ese lugar de adoración, el pueblo de Dios tenía que “vadear” a través de las aguas y llegar a la otra orilla, fuera del alcance del ejército del faraón que los venía perseguiendo.

Los israelitas cruzaron sobre tierra seca porque su fe impidió que las aguas se les vinieran encima y los aniquilaran. Pero cuando se aproximó el peligro en la forma de sus captores anteriores, la gente vio como Dios actuó en su favor, agitando las aguas para que el enemigo no se les pudiera acercar (Book, 2005).

Cuando los africanos esclavizados iban en busca de la libertad, llevaban consigo estos cantos poderosos y sagrados. Los cantaban como una manera de alentarse e impulsarse hacia adelante al irse adentrando a esta nueva situación de incertidumbre. Los Black Seminoles que inicialmente encontraron refugio en Florida, que después se asentaron con cierta tristeza en Oklahoma, y que más tarde emigraron a México en busca de su propia tierra prometida, llevaban estos cantos con ellos. Cuando fueron reclutados por el ejército estadounidense y estacionados en Fort Clark (Fuerte Clark), siguieron cantándolos. Y lo que resulta interesante es que a ambos lados de la frontera, los espirituales negros continuaron viviendo. En México, Gertrudis Vásquez, la matriarca de los Negros Mascogos, rememoraba estos cantos que se cantaron durante su juventud y se los enseñó a otras mujeres en El Nacimiento. Se los enseñó en inglés y allá se siguen cantando en inglés, aún cuando muchos de quienes los cantan solo hablan castellano.

En Texas, nuestra matriarca Charles Emily Wilson, se aseguró de que cada vez que nos juntáramos  siempre se cantara algo. Todavía ahora, puedo visualizar ese silencio que se creaba y que llenaba el espacio, justo antes de escuchar a alguien gemir, justo antes del inicio del primer verso o cuando nos lanzábamos al coro.

Cuando era niña, no tenía ni idea qué era lo que estaba cantando. Solo sabía que sentía lo que estaba cantando. De vez en cuando, alguien sacaba una pandereta, pero la mayoría de las veces simplemente acompañábamos el ritmo con las manos y los pies. Me acuerdo de estar mirando alrededor y ver a mucha gente con los ojos cerrados mientras mecían el cuerpo. En aquel entonces,  aunque no sabía cómo expresarlo, sabía que a esos adultos que estaban reunidos, esas canciones los transportaban a otra parte.

Los espirituales negros son una forma única de arte y expresión estadounidense. Cantar espirituales negros es un acto sagrado. Si el lector no está familiarizado con éstos, lo animo a que conozca más acerca de los mismos. No importa cómo suene su voz al cantarlos, porque cantándolos es la única manera de captarlos y entenderlos. Y a medida que uno los canta, uno se pregunta: ¿qué estoy sintiendo?

¿Por qué, entonces, no lo intentamos ahora? ¿Qué tal si cantamos algo que seguramente todos conocemos: This Little Light of Mine (Esta pequeña luz dentro de mí)? (Y entonces cantamos )).

Ahora bien, ¿qué quiere decir? ¿de qué trata? Trata de la importancia de tener fuerza (o luz) incluso en momentos adversos. Se ha cantado durante siglos y se cantó muchísimo durante el Movimiento de los Derechos Civiles.

Para cerrar: W.E.B. Dubois, el autor de The Souls of Black Folks (Las almas del pueblo negro) dijo que  los espirituales negros eran “la expresión más bella entre todas las experiencias humanas que hubieron nacido a este lado del mar”. Esos africanos esclavizados elevaron la voz para lamentar las durezas de la esclavitud, la absoluta desesperación de su situación. Elevaron la voz para enviarse señales entre sí, para alentarse y guiarse el uno al otro cuando se atrevían a escapar. Por eso es que cantaban, y por eso seguimos cantando. Usamos nuestras voces para expresar lo que sentimos en nuestro interior. Usamos nuestras voces para revelar nuestro corazón. “Usamos nuestra voz, como dijo Bernice Johnson-Reagon de Sweet Honey in the Rock, para anunciar nuestra existencia”.

Gracias.


Referencias

Books, Honor (2005), Soul Praise. Amazing Stories Behind the Great African American Hymns and Negro Spirituals. Cook Comunications, EUA.

Michals, Debra (ed.), (2015) “Harriet Tubman”. National Women’s History Museum. (https://www.womenshistory.org/education-resources/biographies/harriet-tubman) (consultado el 19 de septiembre de 2022)


[1] Traducción de Mauricio Sánchez Álvarez.

[2] windygoodloe@gmail.com

[3] “Conocida como la Moisés de su pueblo’, Harriet Tubman fue esclavizada, [pero posteriormente], escapó y ayudó a otras a conseguir su libertad [como parte de la red conocida como el] Underground Raliroad (el Ferrocarril Subterráneo). …. También] sirvió como exploradora, espía, soldada de guerrilla y enfermera para el Ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión [en los Estados Unidos (1861-1865)]” (Michals, 2015).

[4] Lamentablemente y pese a varios esfuerzos, no se ha podido ubicar el texto respectivo para así establecer en qué páginas de éste aparece esta cita. Por otra parte, dada la importancia de esta cita para comprender el tema, y en acuerdo con la autora, se ha considerado importante mantenerla aquí (nota del traductor).