Daniela Rátiva-Gaona[1]
Valeria de León Roblero[2]
Rocío García Bustamante[3]
Colectivo Tianguis Alternativo de Puebla
Imagen tomada del sitio https://tianguisvirtual.mx/tienda/
Los grandes capitales, junto con el Estado, se han encargado de concentrar en unas cuantas empresas el control de la alimentación y, por ende, de los ecosistemas y vidas que los sostienen. Por otra parte, existen Redes Alimentarias Alternativas (RAA) que generan propuestas comunes, plurales y territorializadas, que permiten reconstruir los vínculos sociales entre el campo y la ciudad; quienes a partir de prácticas agroecológicas y solidarias han generado formas de producir, distribuir y consumir más justas, equitativas y que atienden a necesidades de las comunidades.
A raíz de la pandemia, la digitalización de la distribución y abastecimiento alimentario creció de forma exponencial, fueron las grandes empresas las que se ajustaron con mayor velocidad a los nuevos modelos digitales de compraventa. Ante esto, las RAA también han desplegado esfuerzos para vincular directamente a quien produce con quien consume, sin dejar de reconocer el trabajo puesto en la producción, ni de promover la cercanía y confianza en los procesos. En esta ocasión compartimos, desde la experiencia del Tianguis Alternativo de Puebla, los diversos retos que encontramos para constituir, establecer y sostener la comercialización directa desde una plataforma digital, así como los horizontes que guían y guiarán su trabajo.
Las Redes Alimentarias Alternativas
Como respuesta y resistencia al modelo agroindustrial y al negocio alimentario, han surgido propuestas organizativas que vinculan al campo con la ciudad, así como la producción con el consumo de alimentos agroecológicos mediante procesos justos, solidarios y cuidadosos con la comunidad y el medio ambiente. Las Redes Alimentarias Alternativas son parte de estas propuestas e integran a productores, transformadores, consumidores, agricultores y campesinos, quienes comparten valores y principios sociales, económicos, ecológicos, políticos y culturales (Landariz, 2013). Estas buscan garantizar el acceso a alimentos y productos sanos y adecuados a las personas que las integran, reconocer y redistribuir el valor generado por el trabajo, y construir relaciones horizontales, de reciprocidad y confianza (Bracamontes, 2019; García, 2015). Las RAA son diversas, pueden ser mercados o tianguis, cooperativas de consumo, redes de productores y/o consumidores, tiendas solidarias, o proyectos de reparto a domicilio.
Además, están las redes que promueven la agroecología, que se plantea como una forma de vida que involucra prácticas ecológicas cuidadosas con el medio ambiente, con la comunidad y con una misma. Desde lo práctico y teórico promueve la biodiversidad, y la sinergia de las especies, es decir, la integración de diversas especies de plantas y animales en los ecosistemas de forma que se beneficien unas a otras. Aprecia los conocimientos y saberes ancestrales y campesinos, y desde la acción política se posiciona en defensa de las semillas, del agua, del territorio, de la vida (Rosset y Altieri, 2018). Desde lo económico y organizativo, además, propone otras estructuras que ponen al centro a las personas y no al capital, generando mercados locales y justos.
Estas redes son parte de las economías sociales y solidarias, las cuales, a pesar de coexistir en el sistema dominante capitalista, promueven la cooperación, la solidaridad y reciprocidad en las interacciones socioeconómicas (Coraggio, 2010). En las RAA hay otras prácticas de intercambio como el trueque, uso de monedas alternativas, cajas de ahorro colectivo, tequios o faenas para atender necesidades comunes y ejercicios de compras colectivas. Mayoritariamente se organizan de forma asamblearia y democrática, o bien horizontal, a modo de que todas las personas sean consideradas en el proceso, se fomentan espacios educativos y de comunidad.
Estas redes han adoptado varias vías y herramientas para vincular la producción con el consumo, una de ellas son las plataformas digitales, las cuales han permitido diversificar los canales de distribución y facilitar información a consumidores y productores para realizar la compra, venta e intercambio de alimentos u otros productos. Así pues, el comercio electrónico también se ha integrado en las RAA como un canal de comercialización directa que les permite seguir practicando sus principios.
Plataformas digitales de comercialización en México
A finales de los 90 los sistemas alimentarios se fueron transformando notablemente, cobró fuerza la hiperconcentración de empresas, dando como resultado que 5 compañías concentren la oferta de alimentos.[4] También hubo un crecimiento exponencial del alcance del internet y un mayor uso de Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs), e incluso desde la primera década de los 2000 las plataformas de venta en línea comenzaron a posicionarse en el mercado (Gasca y Torres, 2014). Pero fue durante la pandemia de COVID-19 que se generó una acelerada digitalización de todas las aristas de la economía, entre ellas la de compra de alimentos por medio de aplicaciones o páginas web. En el año 2021 el crecimiento mundial de la compra en línea fue del 24% (Kantar, 2021). En el caso de México, cuatro semanas después de iniciado el confinamiento, la compra de alimentos en plataformas virtuales aumentó en un 500% (Sánchez, 2020). Mientras los mercados populares y pequeñas tiendas locales cerraban por restricciones gubernamentales, las grandes cadenas comerciales siguieron operando y desplegando estrategias digitales para comercializar. Este crecimiento extremo fue circunstancial y se fue estabilizando en los siguientes años en un 17% (Kantar, 2021). Por otra parte, México es uno de los países de la región que tiene mayor crecimiento e inversión en industria de pedidos digitales, con una proyección de $7,175 millones de dólares en ganancias totales para el cierre del 2023 (El Economista, 2023).
Es importante resaltar que este crecimiento no ha sido para todas las plataformas de venta en línea, muchas empresas acapararon la industria con una inversión privada, sumado al hecho de que en el marco de la pandemia se fortalecieron nuevas empresas de venta en línea de alimentos. Por ejemplo, plataformas como Walmart ya llevaban dos años trabajando en el mercado en línea, y a raíz de la pandemia se generó el fortalecimiento y crecimiento de sus plataformas (Forbes México, 2021) y un mejoramiento de la logística que solo una empresa con un tamaño y capital como Walmart podría costear.
Ahora bien, se debe reconocer que son pocos usuarios los que logran acceder a este tipo de plataformas de compra de alimentos, pues hay una crisis económica generalizada que se suma a la falta de acceso a internet en la población mexicana, sobre todo en el sur del país (INEGI, 2022). Para darnos una idea, en 2021, durante la pandemia, 6 de cada 10 personas en el estado de Puebla no contaban con ingresos suficientes para acceder a la canasta básica (CONEVAL, 2021). Así pues, el consumo desde estos medios es para un sector específico que tiene conocimiento, así como los bienes materiales y financieros suficientes para realizar compras en línea.
Ubicándonos en el sector que accede a estas plataformas, en un meta-análisis de más 20.000 consumidores, donde se analiza la compra en línea, antes y durante la pandemia, se descubrió que los principales factores que afectan la decisión de la compra en línea son: la utilidad, la facilidad de uso, las emociones positivas, la confianza, el precio y la influencia social (Tyrväinen & Karjaluoto, 2022).
Es importante señalar que las RAA han integrado TICs como herramientas para llegar a nuevos y más consumidores, sin embargo, lo han hecho a menor escala, con un ritmo de oferta distinto al “disponible 24/7” y con objetivos que van más allá del ánimo de lucro, causando que el factor diferenciador de estas redes sea que quienes consumen en ellas prioricen la salud, limpieza y compra directa de los alimentos. Así, tanto consumidores, como productores de las RAA tienen motivaciones distintas al usar e interactuar desde estas plataformas digitales.
Nuestra red: El Tianguis Alternativo de Puebla
El Tianguis Alternativo de Puebla (TAP) surgió de la iniciativa de la sociedad civil, especialmente de un colectivo de jóvenes universitarios llamado “Tlajke Nawake” (cerca y juntos) quienes estaban interesados en el consumo local y directo de alimentos ecológicos. Con el apoyo de la Red Mexicana de Mercados y Tianguis Orgánicos Locales, el 21 de julio 2007 se realizó el primer día de Tianguis en las instalaciones del parque Laguna de San Baltazar, en el sur de la ciudad de Puebla, y desde esa fecha hasta la actualidad cada sábado de 10:00 a 15:00 se da este espacio. En el 2008 se constituyó el Comité de Certificación Participativa, compuesto por productores, consumidores y facilitadores, con el fin de garantizar la trazabilidad socioambiental de los productos. Ese mismo año se constituyó la asociación civil Desarrollo y Aprendizaje Solidario, que acompaña las actividades y gestiones del Tianguis. Para el año 2016 el Tianguis se mudó al huerto Sembrarte y en el 2019 se integraron más personas al comité coordinador, lo que permitió el crecimiento sostenido del mercado.
Actualmente el Tianguis es un nodo social que integra a 42 proyectos productivos, que a su vez involucran a más de 250 personas. Esto permite la vinculación de distintos proyectos sociales, económicos y ambientales, a través de los días de plaza, foros, presentaciones artísticas, talleres, espacios de diálogo y visitas a productores, y también acompaña diversas luchas, siendo la principal la soberanía alimentaria.
Plataforma virtual del Tianguis Alternativo de Puebla
El Tianguis es un proyecto que va transformándose y atendiendo al contexto y necesidades de la comunidad de la que es parte. Un mes después del inicio del confinamiento por la pandemia de COVID-19, se lanzó la plataforma en línea del Tianguis Alternativo de Puebla, al reconocer que, en tiempos de crisis, es importante fortalecer los espacios para ofertar y adquirir alimentos saludables. En esa lógica, el TAP se asoció con la Tienda Tawá. Mediante una plataforma digital de compraventa que estaba previamente diseñada, se integraron productos de todos los proyectos productivos que pertenecían al Tianguis. De esta forma se mantuvo un acercamiento a los consumidores interesados en los alimentos agroecológicos, cuidando la red de productores.
El objetivo de la tienda virtual es ofrecer a consumidores una alimentación agroecológica, sabrosa y adecuada, de una forma más práctica. Esta es una plataforma que mantiene la lógica del espacio físico del TAP respecto a los horarios, las entregas y la visibilización de productores, lo que permite conocer a los proyectos productivos, acceder a productos frescos, con precios justos y sin intermediarios.
El funcionamiento está directamente asociado a la dinámica del día de plaza del Tianguis: los consumidores pueden hacer su pedido de domingo a jueves; con esta información, el viernes se envía a productores la lista de productos solicitados y el sábado se arman y entregan los pedidos a cada uno de los consumidores, sea en el mismo lugar donde se realiza el día de plaza o a domicilio.
Además de tener una organización y gestión inspirada en el cooperativismo, lo que diferencia al TAP de las plataformas digitales que existen en Puebla es la garantía de ofrecer productos agroecológicos, cosechados por proyectos productivos locales, familiares o colectivos. Al apegarse a la dinámica del tianguis físico, se garantiza que los productos de la tienda en línea vienen del productor que la organización conoce, acompaña y certifica. Por otro lado, al hacerle pedidos previos al productor, cosecha con la garantía de tener ventas aseguradas, lo cual reduce sus mermas.
En los años de trabajo de la tienda virtual ha habido una variedad de retos: durante 2020 y hasta mediados de 2021 la venta en línea alcanzó su máxima afluencia. Sin embargo, conforme las personas se animaron a retomar sus compras físicamente, la demanda de pedidos en línea bajó al menos un 50%. De igual manera, existe una brecha tecnológica que se ve con algunos productores y personas de la tercera edad, sumada a la falta o escaso acceso a internet. También existe una amplia y competitiva oferta por parte de plataformas virtuales de gran escala (Walmart, Justo, Bodega Aurrera), así como con nuevos mercados orgánicos y mercados convencionales. En cuanto a la gestión operativa, usualmente una persona está encargada de una variedad de áreas. Se ha necesitado aprender de estrategias de marketing o ventas, del manejo adecuado de alimentos, y del uso de herramientas digitales. Y, en la mayoría de los casos, se ha aprendido haciendo. Esto ha generado que la organización resuelva empíricamente las problemáticas particulares de la forma de trabajo, lo que causa que el crecimiento sea mucho menor que el de las plataformas del mercado convencional. A pesar de ello, consideramos que la tienda virtual del TAP ha sido un laboratorio de aprendizaje en donde vamos construyendo y adaptando otras formas de articular la producción con el consumo.
Resistencias y horizontes de estas otras formas de comercializar e intercambiar
Mientras las Redes Alimentarias Alternativas buscan dar un precio justo que reconozca el trabajo puesto en los alimentos y que a su vez sea estable durante las distintas temporadas del año, éstas se sitúan en un contexto de mercado capitalista, masificado y dolarizado, que controla los precios y los varía constantemente, lo cual genera tensiones y resistencias en el colectivo del TAP. Como señalamos anteriormente, son pocas las personas que logran acceder a una alimentación suficiente. Los precios justos de las RAA benefician a productores del colectivo, sin embargo, son inaccesibles para una parte considerable de la población. Aunque el deseo está, transformar el sistema dominante es complejo, y hay factores externos que redes como el Tianguis no pueden controlar.
Aunado a este panorama, desde el 2018 el gobierno federal impulsó programas sociales[5] integrando una mirada desde las transiciones agroecológicas que se han enfocado principalmente a atender la producción. Una vez que producen de forma diferenciada, sin agrotóxicos, se insertan en canales de comercialización convencionales que pagan injustamente y desincentivan el esfuerzo invertido. Recientemente están comenzando a integrarse propuestas de mercados comunitarios sin considerar los otros eslabones de la comercialización los cuales permiten hacer la producción sostenible económicamente. El papel del Estado como distribuidor de alimentos se ha debilitado y aún no hay esfuerzos claros en la política pública para que este asuma, en compras gubernamentales, el consumo de alimentos agroecológicos de producciones de pequeña y mediana escala. Mucho menos se podrá decir de estas otras formas de comercializar.
Esto evidencia que el comercio de alimentos, sobre todo el que está digitalizado, está en manos de un puñado de empresas y responde a una dinámica mercantil que deshumaniza y desvaloriza a quienes producen los alimentos. El Estado, por su parte, no ha integrado sustancialmente en su política pública estrategias para impulsar la distribución y comercialización alimentaria, por lo que, al final, son las mismas RAA las que construyen estrategias colectivas y adecuan herramientas para acercar por diversas vías los alimentos sanos a los consumidores.
En un proceso autogestivo como el TAP, el hecho de sostener una plataforma en línea que mantenga los principios y valores ha generado muchas reflexiones. Una muy importante es la de pensar hacia dónde se debe crecer. Ante esto, se tiene claro que el deseo no es competir o igualar a las grandes empresas, pues esto implicaría reducir costos y pagos a productores o vender a gran escala y, no se tiene la capacidad ni los recursos para poner mayor energía en esos procesos. Es claro que el deseo es la promoción de la cercanía y el fortalecimiento de la comunidad que se ha construido entre productores y consumidores.
Esta reflexión ha permitido reconocer que esta plataforma tiene todas las características y valores importantes identificadas en la investigación de Tyrväinen y Karjaluoto (2022), particularmente la posibilidad de generar emociones positivas, confianza, e influencia social. Aunque el acceso a los productos agroecológicos aún no es viable para toda la población, ya sea por la economía o por la brecha tecnológica, la tienda en línea ha sido una herramienta para que los productores agroecológicos tengan una plataforma adicional para diversificar y promocionar sus productos a un precio justo y sin intermediarios, además para que los consumidores tengan una plataforma de compra que les brinde confianza y garantice la calidad de sus alimentos, que les permita conocer sus usos y lo que hay detrás de ellos.
La construcción de una plataforma que siga siendo eficiente para todos los involucrados ha generado que como organización haya una capacitación en herramientas digitales. Es fundamental obtener la infraestructura de refrigeración y almacenamiento adecuada, personal capacitado en el manejo de alimentos y una logística de entrega que garantice que los productos lleguen al consumidor en el mejor estado, y todo esto requiere una inversión monetaria y de tiempo a la cual es difícil acceder.
Una de las formas de mantener la cercanía entre consumidor y productor a través de una plataforma virtual es invitar a los consumidores a recoger sus productos en el Tianguis. Esto provoca que los consumidores conozcan a los productores y asistan a los espacios de intercambio. A través de la creación de contenido de multimedia se puede socializar todo el trabajo que hace el TAP, y de esa manera transparentar la información para los consumidores, y generar vínculos de confianza.
Conclusiones
Como organización hemos asumido que nuestras metas como plataforma en línea no se encuentran en ser la competencia de las grandes plataformas; no deseamos tener entregas 24/7 o un volumen de venta a gran escala. Nuestro crecimiento lo vemos en la profundización de las relaciones, en el ejercicio de conciencia crítica de las personas que optan por consumir en el TAP, que son conscientes del esfuerzo que requiere sostener la producción agroecológica y los proyectos alternativos, y en la formación de consumidores que se vinculan al proyecto y se mantienen interesados en pertenecer a la red de consumo consciente. La suma de personas a la red nos permite crecer como organización y como comunidad.
El Tianguis Alternativo, como otras RAA, hace uso de las plataformas digitales desde lógicas distintas a las de las grandes empresas. Si se tiene acceso a la herramienta, se usa a nuestro favor para visibilizar el trabajo, agilizar procesos operativos, diversificar canales de comercialización y fortalecer las relaciones entre productores y consumidores. Se busca que la virtualidad no deshumanice o despersonalice, sino, por el contrario, que sea una plataforma para fortalecer vínculos y dar practicidad a los procesos de trabajo.
A pesar de estar inmersas en una economía capitalista, que demanda rapidez y que externaliza costos, apostamos por responder a las necesidades de nuestra comunidad, ponemos al centro a las personas, su trabajo y el derecho a una alimentación adecuada. Si bien aún queda mucho por aprender y mejorar, sabemos que espacios como el Tianguis virtual permiten construir estrategias solidarias, que resignifican la forma de comercializar y consumir, y que permiten practicar otras economías, y otras formas de organizarse para vivir mejor.
Referencias bibliográficas
Bracamontes, Luis Alfredo
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